El cambio de vida de Ana (7)
Ana, Patricia y Andrea, van a comer al restaurante de Rana
Aviso importante:
Este relato, por desgracia, es sólo ficción. Todos los datos y nombres que aparecen aquí son inventados y, si alguien se siente identificado/a es pura coincidencia. Me veo obligado a informar de esto, por cuestiones legales, a pesar de que pueda quitar morbo.
En caso de tener alguna duda o comentario, ponte en contacto con el autor y hablamos.
Paso ya a continuar con el relato.
Fuimos al parking de la clínica, os recuerdo que yo iba completamente ciega, con los ojos fuertemente vendados, el brazo derecho escayolado, la mano izquierda también escayolada, dos cabestrillos y un collarín. Sólo llevaba un micro tanga y un pequeño top muy escotado como ropa y unas botas altas negras a modo de calzado. Por supuesto, llevaba la mordaza debajo de la mascarilla negra.
Rana me tuvo que ayudar a subir al coche y a ponerme el cinturón. En realidad, durante ese fin de semana, me tuvieron que ayudar a casi todo.
Debido a la poca ropa que llevaba, fuimos directamente al parking del restaurante, que era uno de los de la familia de Rana, para evitar ir por la calle dando el espectáculo.
Al llegar al restaurante, fuimos a un reservado y escuché la voz de Patricia que nos estaba ya esperando y que se sorprendió mucho al verme tan vendada y escayolada.
Antes de empezar a comer, Rana me acompañó al baño, para quitarme la mordaza, y aprovechó, para quitarme el tanga, meterme sus dedos en mi coño, y, de ahí, metérmelos en mi boca. Fue una sensación, un sabor, que me volvió a dejar excitada. Rana aprovechó también para meterse una raya de cocaína, y, después, me volvió a poner el tanga negro y me acompañó de nuevo al reservado.
Rana nos dijo que tenía una reunión y se tenía que ir, que no nos podía acompañar en la comida, pero que me dejaba a Patricia para que me ayudara a comer y en todo lo que necesitara y me pidió también que la obedeciera, pues dejaba a Patricia al mando.
Mientras llegaba la comida que Patricia había pedido, Patricia me dijo cómo iba vestida, ya que yo no podía verlo. Llevaba un vestido muy corto de cuero, una especie de
corset
, muy escotado, y unas botas al muslo con 20 cm de tacón. También me dijo que, como siempre, llevaba el ojo izquierdo tapado con un parche.
El hecho de imaginar
cómo
iba vestida, hizo que mi coño empezara a chorrear.
Cómo tenía ganas de conocerla en profundidad, aproveché para preguntarle por su ojo, el motivo de que tuviera que llevar un parche. Patricia me dijo que, el año pasado, había tenido un problema en los ojos y la habían tenido que operar, que estuvo durante tres meses teniendo que llevar una máscara especial que sólo tenía aberturas para la nariz, la zona de la cara, donde tenía la mancha de nacimiento, y la boca, y que debajo de la máscara, iba totalmente vendada, en especial en la zona de los ojos.
Además, me dijo que incluso se había tenido que rapar al 0, para que la máscara pudiera acomodarse mejor a su cabeza.
También me dijo que era bastante probable que fuera necesaria una segunda operación, en este caso, en el ojo derecho, por lo que no descartaba, tener que volver a pasar por la máscara otra vez, o incluso, tener que llevar parches en ambos ojos a la vez.
Escuchar lo que le había pasado, me excitó mucho, sobre todo porque Patricia también me contó que, durante el tiempo que estuvo enmascarada, tuvo una enfermera cuidando de ella y con la que pudo intimar bastante, según me dijo, hacía unas comidas de coño brutales...
Cuando llegó la comida, Patricia me tuvo que ir ayudando a comer, pues yo casi no podía, al llevar escayolado el brazo.
Estábamos esperando el postre, cuando llegó Andrea. Según me dijo Patricia, se habían conocido por videollamada, cuando, la noche anterior, Andrea había ido a nuestra casa a jugar; como yo no podía ver ni escuchar, al parecer, mientras Andrea jugaba conmigo y me comía el coño, Patricia había sido una espectadora de todo lo que había pasado y, después, había estado en contacto por móvil con Andrea y habían quedado para verse en la comida y pasar juntas las tres la tarde.
Patricia me dijo también, antes de que Andrea llegara, que siempre había sido lesbiana, que lo sabía desde pequeña, y que le gustaban las mujeres como Andrea, es decir, con tetas grandes naturales, pero con ambición de operarse el cuerpo.
Cuando Andrea llegó, se sorprendió algo de verme escayolada, aunque me dijo que ya sabía que había ocurrido algo, pues Rana le había ido informando a lo largo de la mañana, de todo el proceso de lo que me había pasado.
Le pregunté a Andrea cómo iba vestida, ya que yo no podía verla. Andrea me dijo que, cómo le gustaba ir con poca ropa, aunque de cuero, llevaba una micro falda y un pequeño top, todo en cuero negro, y siempre resaltando sus enormes tetas naturales. Llevaba también unas botas de unos 17cm de tacón fino, sin plataforma.
Nos trajeron algo de postre, por el sabor, era algo de chocolate, aunque, claro, no pude verlo, y empecé a sentir, a notar, que, a los tocamientos de Patricia, que había estado tratando de provocar y de tocarme durante toda la comida, se unían ahora los de Andrea.
Antes de acabar la comida, Patricia me llevó otra vez al baño, me amordazó con la mordaza que Rana le había dejado y aprovechó para meterse un par de rayas de cocaína.
Algo que también me dijo Patricia, es que, debido a su trabajo, dormía muy pocas horas, por lo que su consumo de cocaína y de bebidas energéticas era diario y en grandes proporciones.
Finalmente, Patricia llamó a alguien, que parecía ser un chófer, y le dijo que nos esperase con el coche en el parking del restaurante. Como Patricia apenas podía ver, no podía conducir, pero Rana le había puesto un coche con conductora, para que se pudiera desplazar.
Patricia nos dijo a Andrea y a mí, que Rana le había dado órdenes de que nos llevara a su casa, a la de Patricia, a pasar la tarde, y que luego Rana me recogería allí, cuando acabara su reunión, para ir a cenar y a salir de fiesta toda la noche.
Llegó el coche, pregunté el modelo y me dijeron que era un
Skoda
Superb
.
Al sentarme detrás, junto con Patricia, que me ayudó a ponerme el cinturón y a acomodarme en el coche, Andrea dijo que había traído su coche, así que le preguntó a Patricia su dirección y fue hasta la casa de Patricia en su propio coche.
La conductora del coche, aunque no podía verla, sí que me pareció agradable, al menos, su tono de voz; como era amiga de Patricia y estaba sólo para ella, Patricia la invitó a pasar con nosotras la tarde de sexo, a lo que la conductora aceptó sin problemas, pues, como esa misma tarde supe, era también muy lesbiana.
Lo que pasó en la casa de Patricia, lo contaré en el próximo capítulo...