El cambio de vida de Ana (6)

Primera visita de Ana a la clínica de Pilar, en el que Ana tiene un reconocimiento médico completo.

Aviso importante:

Este relato, por desgracia, es sólo ficción. Todos los datos y nombres que aparecen aquí son inventados y, si alguien se siente identificado/a es pura coincidencia. Me veo obligado a informar de esto, por cuestiones legales, a pesar de que pueda quitar morbo.

Algo que me gustaría comentar tras haber podido leer algún comentario en las partes anteriores de esta serie de relatos es que, en todo momento, Ana, la protagonista de los relatos acepta libremente hacer todo lo que le pasa y nunca es forzada a nada, por lo que se trata de vivir la vida libremente sin que nadie diga nada, derecho que tiene al ser mayor de edad.

En caso de tener alguna duda o comentario, ponte en contacto con el autor y hablamos.

Paso ya a continuar con el relato.

Después de la visita al gimnasio y de la excitante sesión de SPA en la que me depilaron completamente y tuve la primera sesión de vendaje facial, fuimos al parking, y, en el coche, fuimos a la clínica de Pilar, porque teníamos la primera cita en la que me iban a revisar por completo para empezar a ver qué operaciones y tratamientos me iban a hacer para modificar mi cuerpo.

Recuerdo a los lectores que yo iba completamente ciega, con los ojos vendados totalmente porque Pilar me los había vendado la noche anterior y que iba casi desnuda, pues sólo llevaba unas bragas, un top muy escotado y unas botas, todo de cuero.

Al llegar a la clínica, con ayuda de Rana, logré llegar a lo que Rana me dijo que era una sala de espera, en la que ya me pude sentar en un sillón que, al tacto, era de cuero y parecía muy cómodo, como de esos de masaje.

Rana me dijo que estaban también en la sala, las dos dependientas de la tienda de artículos de peletería y cuero que habíamos visitado el día anterior.

Por un lado, estaba la chica rubia que tenía vitíligo y, por otro, la chica que llevaba la cabeza afeitada/rapada al 0.

Estuvimos un buen rato hablando, mientras esperábamos a que llegara nuestro turno. Lo que me contaron y que explico a continuación, me excita sólo de pensarlo, por duro que pueda ser.

La chica del pelo afeitado, me explicó que, en ese momento, tampoco podía ver nada, que, al igual que yo, llevaba los dos ojos muy vendados. Su ropa, en ese momento, era la típica de hospital cuando estás ingresado, una especie de pijama, pero, según me explicaron, era negro.

Me dijo que estaban en la clínica porque su novia, que era la chica rubia que estaba con ella y que era también su Ama, le quería dar una sorpresa, en forma de una cirugía.

Nos estuvo explicando que, desde pequeña le llamaba la atención el tema de las personas ciegas y con amputaciones y que había estado investigando y encontró en Internet que tenía BIID.

También dijo que, aunque no sabía cuál era la sorpresa, esperaba que fuera algo relacionado con este tema.

Me entraron ganas de masturbarme, de lo caliente que estaba al oír lo que me estaba contando, y, fue la primera vez que desee estar en su situación, sin saber que, era algo que, pronto, iba a cumplirse. (Y que contaré en próximos capítulos)

En ese momento, llegó Pilar y nos llevó a su consulta. Apenas me dio tiempo a desearle suerte en lo que fuera que le pasara a partir de ese momento a la chica rapada. Más adelante os contaré lo que pasó cuando la volví a ver, porque es muy excitante.

Una vez allí, Pilar me desnudó completamente, incluso me quitó también las botas, y empezó a tocarme. Me dejó, por el momento, sólo el vendaje de los ojos.

Primero me metió los dedos en mi coño, que estaba ya muy húmedo, pues la conversación con la chica me había dejado muy excitada, sin contar los dos días brutales que ya llevaba.

Después, hizo lo mismo, pero en mi culo, y, de ahí, metió en mi boca sus dedos, sin ninguna limpieza previa.

Luego, empezó a sobar mis tetas, las pellizcó, tocó mis duros pezones, les hizo de todo.

Por supuesto, noté que manoseaba la zona de la pierna donde tengo la mancha de nacimiento, sentí como la tocaba mucho, supongo que fue lo que más llamó su atención.

Finalmente, noté como me ataba las manos a la camilla y me pidió que no me moviera, que iba a hablar con Rana, pero que volvería rápido. Noté un pequeño pinchazo en un brazo, Pilar me dijo que me había inyectado algo para que pasara mejor el tiempo hasta que ella volviera

Yo estaba deseando masturbarme, pero no podía, notaba mi coño a punto de reventar, pero no podía hacer nada por calmar la situación, además, la inyección me había puesto aún más perra de lo que ya estaba.

Pasó un buen rato, que se me hizo eterno y noté como se abría la puerta y escuché las voces tanto de Pilar como de Rana.

Lo que decía me puso aún más cachonda de lo que ya estaba, pues hablaban, de que iba a venir una enfermera a escayolarme los brazos, para empezar a probar cosas de ortopedia en mí.

Ahí fue cuando comprendí el porqué de la depilación de brazos en el SPA, un rato antes, y que os conté en el capítulo anterior de este relato.

Pero, antes de empezar a escayolarme, Pilar me quitó el vendaje de los ojos, pero, eso sí, sólo para cambiarlo por uno algo más restrictivo. Fue la primera vez que pude ver, por unos segundos, sin ningún ojo tapado y, puedo decir, que no lo echaba de menos, estaba ya, poco a poco, acostumbrándome a la falta de visión.

El vendaje era bastante parecido al que ya

llevaba,

pero con más capas de venda, que hacían algo de presión, pero era muy agradable y estaba cómoda, a la vez que muy excitada y con el coño chorreando.

Llegó entonces una enfermera y empezó a desatarme el brazo derecho, para empezar a escayolarlo.

Yo sólo notaba como, poco a poco, el brazo pesaba más, por el hecho de llevar las capas de venda primero, y de escayola después, que la enfermera iba colocando.

En el brazo izquierdo, se repitió casi la misma operación, pero fue más en la mano que en el brazo.

Finalmente, me pusieron dos cabestrillos, uno para cada brazo y Rana me volvió a vestir, pero esta vez, me dijo que, en la parte de abajo, sólo iba a llevar un micro tanga negro, y, arriba, tapando mis tetas, el top de cuero que ya había llevado desde por la mañana. Las botas también cambiaban, en este caso, eran de plataforma, para que fuera más sencillo.

Pero, para acabar, Pilar me puso en el cuello un

collarín

, que me impedía mover bien el cuello.

Finalmente, ya nos despedimos de Pilar, le dimos cada una un beso en la boca y escuché como Pilar le decía a Rana que volviera conmigo a la clínica el martes, para quitar las escayolas y modificar el vendaje de los ojos.

Por poco me corro al escuchar que, al menos, hasta el martes, iba a estar así, sin ver y sin poder mover los brazos.

Fuimos al coche y Rana me dijo que era ya la hora de comer. Lo que pasó en la comida, os lo contaré en el próximo capítulo.