El camarero del hostal

Concha es una chica rellenita que trabaja en el mismo hostal que yo

La sequía de aquel verano había adelantado la cosecha y mi familia no necesitaba mi ayuda en las tareas agrícolas. Por otra parte, la mala situación económica familiar me obligaba a trabajar de camarero si quería conseguir algo de dinerito para pasar el curso académico con cierto desahogo económico para cubrir mis gastos.

Así que me contraté como camarero en un hotel de la costa. Además de ganar algo de dinero, me habían comentado que se ligaba mucho, que podías trabajar, ganar dinero y pasar un verano de ensueño.

Mi decepción fue tremenda cuando al presentarme a mi puesto de trabajo me indicaron que yo no iba a estar en aquel lujoso hotel lleno de lindas clientas y de infinitas oportunidades, sino en una especie de hostal pequeño y viejo que había a unos cincuenta metros calle abajo.

Allí me recibió la gobernanta, señora adusta y malcarada donde las haya. Un cocinero viejo, hablador y simpático que sería mi compañero.

Mi trabajo iba a ser... atender un pequeño bar y los desayunos de la clientela... pero que clientela?....allí no parecía haber nadie.

Me acomodaron en una pequeñísima habitación junto a la cocina en la planta baja. Primera prohibición "No se puede subir al piso de arriba en el que están las habitaciones de las chicas".

Me pasé todo el primer día solo, sin clientes, limpiando la barra del bar y un pequeño comedor. A la hora de cenar coincidimos en la mesa: la gobernanta, el cocinero y una chica joven que se encarga de la limpieza del hostal y de lavar los uniformes.

En realidad, se trata de un hostal donde pernoctan todas las mujeres del servicio del impresionante hotel del final de la calle. Durante el día no vienen si no es para cambiarse de ropa y luego por la noche a dormir, si es que vienen. Por las mañanas yo me encargo de darles el desayuno.

La única chica a mi alcance es la joven Concha, que parece una chica tímida e introvertida.

Es muy guapa de cara, tiene pelo castaño muy liso y cuidado, y unos ojos grandes que parecen de muñeca. Sin embargo, su cuerpo no le acompaña demasiado, según los cánones de belleza habituales. De cintura para arriba es normal, con unos pechos casi infantiles. En cambio, sus caderas son enormes y tiene un culo muy grande, sus muslos se adivinan bien rollizos.

Después de recoger la mesa, “de la familia”, salgo a descansar a un patio interior. La verdad es que estoy bastante cansado para ser el primer día y no tengo ganas de salir.

Pssst...Pssstttoigo que me llaman desde la ventana del piso superior.

Toni, ¿quieres tomar un cubata?...pues sube hasta aquíme invita Concha amigablemente.

Me han advertido que no se puede subir!le contesto resignado

No hagas caso y ven!me dice

Subo por una escalera estrecha y oscura…al final del descansillo me espera Concha sonriente. Me lleva hasta una habitación con cuatro literas, allí hay ropa de mujer por todas partes, me hace sitio en una de las literas inferiores y me planta un vaso de cubalibre en la mano.

Empezamos a charlar muy amigablemente, la chica es muy simpática y extrovertida. Solo le haría falta tener un tipo más esbelto para ser una atractiva compañera.

Nos tomamos el segundo cubata en poco tiempo, y cuando ya vamos por la mitad del tercero empieza a sonar la música de un conjunto musical que hace las delicias de los clientes en la terraza del hotel.

Nos asomamos a la ventana y desde allí contemplamos las evoluciones de la clientela. Me confiesa que le gustaría salir a bailar pero que el resto de las chicas no le quieren acompañar.

El alcohol empieza a hacer efecto y mientras estamos de rodillas apoyados sobre el quicio de la ventana contemplando la terraza cercana, nos vamos dando empujoncitos cariñosos e intercambiamos caricias que quieren provocar cosquillas en el otro.

Nos preparamos un cuarto cubata, nuestras voluntades están ya muy relajadas y la inclinación sexual de nuestra relación hasta ahora escondida, aparece con fuerza.

Me bajo de la cama, para buscarme en los bolsillos un cigarrillo, mientras que ella continúa asomada a la ventana. Con el cocolón que llevo, a mis ojos lo que más les place es recrearse en la estupenda visión de su culote, hermoso y tentador.

Con fingida indiferencia le paso la mano por el culo. Concha enseguida se queja y me pide que mantenga las manos quietas y no me pase con ella.

A pesar de lo que sus labios dicen, no demuestra su rechazo con convencimiento, por lo que me atrevo a magrearle el culo con descaro. Ella también lleva un buen pedal después de los cuatro cubatas que nos hemos bebido cada uno, así que se deja hacer y esto me anima aún más.

Con la voluntad nublada por el alcohol, me atrevo a quitarle las grandes bragas y dejo al descubierto sus enormes redondeces. Culea excitada e inquieta, no sabe cuál será mi próximo paso y es incapaz de permanecer quieta a la espera de mi nueva sorpresa.

Tiene un culo grandote y redondeado, los glúteos se cierran sobre sí mismos, pero no logran ocultar la enorme vulva que sale de entre las piernas. Es carnosa y salida hacia fuera con una raja, ahora cerrada, que oculta un hermoso tesoro.

Tiene unos muslos rollizos, pero bien torneados; su piel tiene una tibieza muy agradable y son tan suaves como la seda. Los acaricio levemente y paseo el dorso de mi mano por su culo, recorriendo sus redondeces y buscando los rincones más sensibles.

Pongo la palma de la mano sobre su concha y la siento palpitar. Vuelve a culear indecisa; no sabe si levantarse y dejarme solo, o pedirme a gritos que la parta en dos con una embestida de mi pene.

Desde que le he quitado las bragas no se ha atrevido a volver la cara, y apenas pronuncia algunas palabras.

Gracias a mi determinación, Concha se deja llevar y ha superado su timidez. Sabe que a pesar de tener un cuerpo rellenito y no ser tan atractiva como sus compañeras, tiene al alcance de su mano pasar un buen rato conmigo.

En verdad, está gorda, pero su cuerpo es una fuente de sensaciones agradables como el de una modelo, y así se lo hago sentir con mis palabras.

Uy... que culo tan hermoso, como me gusta cogerlo y sobarlo... te lo voy a comer!!!

Me bajo los pantalones y le acerco la polla hasta ponerla entre sus las piernas. Ella al sentir ese trozo de carne que le pongo entre los muslos, gime deseosa e impaciente.

No soy un amante experimentado, pero sí creo que tengo las nociones básicas. Como hombre de campo he visto en múltiples ocasiones como los animales cubren a sus hembras.

Concha tiene un chochito como una yegua que tuvimos y yo con muchas ganas la voy a cubrir hasta que relinche con todas sus fuerzas.

Mi pene no es muy grande; yo diría que es más largo de lo corriente, pero más delgado.

Después de restregar la punta por el culo y por la raja, coloco la punta a la entrada de su coño. Busco el punto preciso y doy un tremendo empujón. Se la meto hasta el fondo y siento como su gruta se parte en dos para dejarme paso, al tiempo que se le escapa un hondo gemido.

La punta de mi verga ha llegado hasta el fondo y noto como el glande debe doblarse y acomodarse por la presión. Todavía me quedan dos dedos de polla fuera y estoy decidido a meterla toda…hasta los huevos.

La saco un poco y empiezo a dar suaves y rápidos empujones contra la pared del fondo. Parece como si hiciese toc-toc en la puerta para pedir permiso para entrar.

Concha, no esperaba una sensación tan intensa y tan profunda, por lo que jadea enloquecida. Yo sigo con mi insistente toc-toc... ella gime y pide que la parta en dos... que se la clave hasta el fondo, y eso es lo que pretendo hacer con mis insistentes embestidas.

Al fin su cueva se adapta a la longitud de mi pene, es ahora cuando me centro en hacer un amplio mete y saca con todas mis ganas.

Animado por el alcohol empujo con fuerza y determinación con todas mis fuerzas, haciendo que mi cuerpo choque contra sus cachetes de forma violenta emitiendo un chasquido con cada embestida.

La tomo con ambas manos por sus caderas para mantenerlas inmóviles mientras mis caderas de abalanzan una y otra vez hasta chocar contra su hermoso culo y así permitir que mi polla salga y entre en toda su longitud.

Oigo un ruido que viene desde la puerta de la habitación, giro levemente la cabeza y me parece ver una sombra que se esconde. Me inquieta pensar que alguien nos pueda estar observando y que esto pueda acarrear problemas, pero... a estas alturas en imposible detener este tren que tengo entre las piernas.

Enseguida me olvido del ruido y me concentro en mis embestidas.

Debe resultar un tanto curioso vernos; yo alto y delgado, ella gordita con un culo enorme, unas piernas rollizas y lo más curioso, ella a cuatro patas y yo de pie clavándole una polla larga que parece llegarle hasta la garganta a decir por los gemidos tan entrecortados y profundos que se le escapan con cada golpe.

Influido por el efecto de los cuatro cubatas que me he tomado, me cuesta mucho terminar de concentrarme, y no me corro…el polvo se está alargando, y alargando...

En una de mis embestidas, noto como mi pene se aplasta contra el fondo de su cueva... le doy unos cuantos golpecitos rápidos y seguidos y ella parece orinarse encima de mí. Sus flujos salen a borbotones y chorrean por sus muslos.

Me separo un poco dejando la mitad de mi polla dentro de su almejita para gozar de la visión de este inesperado manantial de dulce néctar. No sabia que al correrse la mujer pudiera expulsar tal cantidad de líquido. Es tanto, que me ha mojado las dos piernas y ha resbalado por ellas hasta empapar el calzón y los pantalones que tengo en los tobillos.

Concha, gime y arquea el cuerpo como una posesa... parece como enloquecida y culea hacia delante y hacia atrás para sentir como mi polla entra y sale con extrema suavidad gracias al baño con sus flujos.

En unos de estos movimientos la saco para protegerla.

Finalmente se detiene y esconde su cabeza entre sus brazos y la almohada. Las contracciones de su chocho son exageradas... su respiración esta desbocada y su culo queda en pompa delante de mí, mientras que su chocho destila gotitas de flujo que salen alegres recorriendo el camino descendente de sus muslos.

Yo me tomo la polla con la mano y me pajeo lentamente contemplando aquel cuerpo tan hermoso y lleno de placeres sin descubrir. Una amplia bocanada de leche sale disparada esparciéndose sobre todo el culo y los muslos. Mis piernas tiemblan de placer.

Ay...Ay....me parece oír desde la puerta, vuelvo la cabeza hacia allá pero no hay nadie.

Después de este apoteósico final, y casi sin intercambiar palabras nos despedimos hasta el día siguiente. Concha esta sorprendida, contenta y agradecida. Yo me siento bien acogido en este trabajo. Estoy muy contento de tener a Concha por amiga, es simpática, cariñosa, agradable y tiene un cuerpo que me enloquece.

Deverano.