El camarero brasileño

La atracción incontralada hacia un camarero, empleado de un restaurante al que suelo ir con mi mujer y con amigos.

EL CAMARERO BRASILEÑO.

Desde hace algunos años suelo acudir con mi esposa, (a veces con amigos) a una marisquería que, además de atenderte muy bien y tener un marisco muy fresquito, los precios son bastante razonables.

Uno de los camareros de ese restaurante es un muchacho brasileño, guapísimo, de unos 27 años... ¡Un verdadero bombón!, que siempre tiene muchas atenciones con nosotros. Pero especialmente conmigo. Yo percibo una atracción muy particular de este muchacho hacia mi, y creo que él también es consciente de que me despierta mucho interés.

En ciertas ocasiones, he telefoneado a este restaurante para reservar mesa y, cuando me atiende este muchacho, se desvive y me dice que si no tiene mesa, haría cualquier cosa por atenderme...

Un día, (habíamos acudido a cenar con unos amigos), mi esposa y éstos salieron mientras yo me entretuve pagando la cuenta y, como siempre, dándole una buena propina a este muchacho. En esta ocasión tuve el atrevimiento de pedirle su dirección de correo electrónico, (ya habíamos adquirido cierta confianza), con el pretexto de enviarle algunas cosas interesantes que yo recibo vía email. Me causó una gran alegría el apreciar un gran interés de este muchacho por complacerme, ya que, además de su correo electrónico, me facilitó su dos teléfonos, (el móvil) y el fijo de la casa en la que se hospeda, donde podría llamarlo.

Al principio le envié algunos correos con cosas interesantes, chistes y video-clips, pensando que serían de su interés. Pero el muchacho nunca respondía a mis mensajes. Finalmente, me decidí a llamarlo y marqué su número. La alegría del muchacho fue total; parecía como que estaba esperando mi llamada y me fue muy fácil concertar una cita con él, bajo pretexto de tomar un café.

Durante la entrevista, yo sentía como que este muchacho me devoraba con los ojos; extremadamente solícito y amable conmigo. Hasta tal punto que imaginé que no tendría ningún problema en quedar para algo más que para un simple café. Así se lo hice saber y, cual sería mi sorpresa cuando él me dijo que tenía las llaves de un piso, que unos compatriotas suyos tenían alquilado en un barrio de la ciudad. Estaba clarísimo; aquel muchacho estaba deseando acostarse conmigo...

Quedamos a una hora determinada del día siguiente y nos dirigimos al apartamento. Yo iba durante todo el tiempo completamente excitado, pues aunque tengo muchos más años que él, este muchacho me gusta mucho.

Quiero dejar claro que me considero bisexual; No me va para nada el sexo anal. Y no tengo la menor duda de que para follar, prefiero un buen coñito, a un culo, por muy hermoso que éste sea. Pero –insisto- la penetración anal no es lo mío. Ni me gusta tomar, ni recibir...

Este muchacho, que por cierto es muy varonil, y de un aspecto completamente masculino, estaba eufórico conmigo. Nuestro encuentro no pasó de abrazos, besos, mamadas, y mucho morbo. El quería que eyaculase sobre su pecho y así lo hice. Al mismo tiempo, yo tenía muchas ganas de disfrutar en mi boca de su enorme polla; una polla brasileña, (piel clara, por supuesto), y un capullo sonrosado y maravilloso.

A ambos nos gustaba frotar nuestros capullos babeantes, y darnos mutuamente placer con esos rozamientos... Llegó un momento en que la excitación era tal, que no pudimos evitar el corrernos sobre nuestros respectivos cuerpos. Luego nos dimos una buena ducha y nos despedimos.

Esta ha sido la primera vez que hemos tenido sexo. Si queréis, un “sexo descafeinado”. Pero ambos hemos disfrutado muchísimo con nuestros cuerpos respectivos.

Estoy deseando que llegue el próximo martes para llamarlo y volver a juntarnos. Si alguien tiene interés en esta historia real, que espere la continuación la próxima semana. Y si alguien está interesado, puede contactar conmigo para contarnos experiencias. Repito, soy muy morboso y también me va el cibersexo, con lo que disfruto bastante, pues mi mujer trabaja; yo estoy jubilado y paso solo en casa muchas horas al día. Pero no quiero llevar a nadie a la cama, donde luego me acuesto con mi mujer.

Saludos cordiales.