El calvario de Susana Parte 3: Maegy y su plan

Susana continúa en la casa de la familia loca, cada vez más desesperada y alejándose poco a poco de su familia, sobre todo cuando conozca al último miembro de este particular clan...

Me desperté el quinto día de mi cautiverio en la casa de aquellos chiflados, pero fue un distinto despertar. Sentía un irresitible placer entre mis piernas, justo en mi sexo, unos húmedos lenguetazos justo allí. Esto le provocaba un calorcito tan agradable por todo el cuerpo... temblaba, sus piernas se arqueaban, buscando inconscientemente el placer. Dos manos suaves tocaban sus tetas, y sabían bien que botones apretar para llevarla muy cerca del orgasmo. Quizá si no hubiera estado tan dormida, lo hubiera intentado impedir, pero estaba somnolienta y confusa, y aquello era tan AGRADABLE... AHHH...

Susana se corrió por primera vez en la casa, un orgasmo corto pero enérgico, arqueando los muslos, pidiendo más. Un segundo después de terminar, su conciencia se había recuperado y todo volvió a ella: el asco, el odio, el miedo. Abrió los ojos para mirar a quien la había hecho correrse así, y en lugar de uno de aquellos repugnantes tipos que conocía ya demasiado bien, se encontró con unos abundantes rizos rubios metidos entre sus piernas. Todavía daba lenguetazos, pero cuando finalmente se apartó, Susana pudo ver un rostro de mujer, joven, angelical. Tenía la barbilla llena de sus flujos vaginales, y sonreía.

-Vaya, cariño. Te has corrido como un terremoto-se relamió, extasiada-Ven aquí, mamá. Prueba tus flujos. Prueba tu orgasmo.

La muchacha subió hasta ella y la besó, un beso largo usando lengua y labios de forma que ningún hombre sabía usar. Susana todavía estaba temblando, aquello no la desagradaba del todo, nunca había tenido experiencias lésbicas, pero era más agradable que ser violada por aquellos tíos que la creían un trozo de carne. No se hacía ilusiones; seguían estando en un lío. La muchacha, rubia y preciosa, habría podido ser una súper modelo si hubiera querido, cualquier fotógrafo hubiera matado por tenerla, de no ser porque ya a su corta edad (apenas habría cumplido los 18) tenía los dientes amarillentos, y porque en sus ojos azules había ya un ardiente deseo de vicio y corrupción: eran los ojos de una loca. Al verlos, todas las esperanzas de Susana se disolvieron en el aire. Era una de ellos.

La hizo saborear su boca bien a fondo antes de separarse. Tenía una sonrisa fija y lunática en la cara, una sonrisa terrorífica... le guiñó un ojo.

-Así que tu eres la mami. De todos los juguetes nuevos que tenemos, eres el que más me gusta. Una muñequita...

-¡Soy una mujer!-gritó Susana, pero solo consiguió que la sonrisa de la chica se acentuara.

-Yo me llamo Maegy, mami. Y tú, te llamas mami, y eres un juguetito delicioso, y nada más. Si vuelves a decir lo contrario, le corto el clítoris a tu hija con unas tijeras. Creo que está claro.

-Nuestra Maegy ha estado fuera-dijo Zecheriah. Estaba sentado a la mesa, leyendo un libro viejo, y me dedicó una sonrisa. No tenía que preocuparme por él, no le gustaban las chicas pero, ¿cuanto tardaría uno de sus horribles hijos en venir a querer algo de mi?

-Si, salí a hacer recados para la familia-dijo Maegy. Hablaba en un tono calmado, razonable, pero en el fondo burlón, y yo sospechaba que había alguna jugarreta cruel detrás de aquello-Vuestro coche, querida mami, se ha desprendido por un barranco solitario, cerca de aquí. No lo habían encontrado todavía-se dirigió a su padre al decir esto-Así que ya ves, mami, nadie os va a buscar por aquí cerca, y nadie os va a encontrar jamás.

-¿Pero, QUE COÑO QUERÉIS DE NOSOTROS?-grité, fuera de mi. Mis gritos despertaron a Mario, que aturdido y con una mirada asustada, observó la habitación.

-Vamos, vamos, pequeña, no es necesario levantar la voz, hay gente durmiendo-dijo Zecheriah-Pórtate bien y no causes problemas. Mira cielo, mis bisabuelos vinieron a vivir a esta casa hace mucho tiempo. Y tuvieron hijos, pero mis abuelos tuvieron hijos entre ellos, y mis padres también, y yo los he tenido con Maya, mi hermana, y bueno... la familia se ha degenerado un poquito. Tenemos algunas enfermedades, debilidades, deformidades, que en fin, nos gustaría evitar. Necesitamos sangre nueva, pequeña, entiéndelo.

-Ahí es donde entráis vosotros, mami-dijo Maegy, señañando mi entrepierna-Vuestros hijos no están contaminados por el incesto. Elena y Jose son puros, están sanos, y podrán tener muchos hijos con mis hermanos. La sangre se limpiará.

La monstruosidad de lo que oía, los planes que había para MIS niños, me ponían enferma. Si hubiera tenido a aquella joven de rostro angelical y alma podrida cerca de mi, le hubiera escupido a la cara. ¡Convertir a mis hijos en miembros de aquel clan de lunáticos! ¡Mezclarlos sexualmente con ellos! ¡Tener hijos igual de locos! Aquello era intolerable. Yo prefería verlos muertos a aquello. ¡Si hasta habían llamado a mi hijo Alex, José! ¿Pensaban que podían cambiarle el nombre, hacer lo que les viniera en gana?

-Oh, ya veo que no te gusta la idea, pequeña, pero no te preocupes, estarán bien cuidados. El pequeño jamás recordará otra cosa, crecerá aquí y le daremos todos los cariños y toda la atención que necesita un niño de su edad. En cuanto a la niña...-Zecheriah miró a su hija-Bueno, Maegy se ocupará de ella. Verás, mi hija tienen un encanto especial, tiene carisma y a menudo logra sacar lo mejor de la gente. Elena será puesta bajo la tutela de Maegy, y mi hija convertirá a la tuya en una de los nuestros. No debe costarle mucho.

-Será un placer, padre-dijo Maegy, con una mueca sádica y viciosa en la cara.

-¿Y si queréis a mis hijos, porqué nos mantenéis a mi marido y a mi con vida? Yo haré todo lo posible por evitar que lo que acabáis de decir pase. ¿Porqué no nos matáis?

-Porque tus hijos son solo dos. Las probabilidades de que algo salga mal son muchas, pequeña, así que tenemos que... aumentarlas. Mis hijos te harán un nene nuevo en la barriguita, querida. Y mi hija, así mismo, procurará tomar la semilla de tu marido para hacer otro bebé. Así, tendremos 4 niños o niñas, y es casi seguro de que podrán tener hijos normales, que dentro de unos años, se mezclarán con otros niños, que conseguiremos de forma parecida.

-Una familia feliz-dijo Maegy, recreándose en el sufrimiento que se veía en mi cara al escuchar todos los planes que tenían para mi... para nosotros-No estés celosa, mami, si, vale que voy a exprimir a tu maridito y a darle mucho placer, pero mis hermanos te lo darán a ti. No te quedarás sin polla, eso te lo asegura.

-Además, solo el mayor, Lucas, te penetrará en la vagina-explicó Zecheriah-Lucas está sano y bastante normal, mientras que Rider, bueno, el muchacho es un poco retrasado y preferimos que no tenga descendencia. Aunque tendrás que complacerle de otras maneras.

-Yo puedo enseñarte-se rió Maegy-Ya que voy a desvirgar a tu hijita, no te importará que te de unas lecciones extra, mami. Te vendrán muy bien. Y cuando des a luz, y yo también, os mataremos. A golpes, espero que no te importe; hubo una vez una chica a la que matamos a hostias, duró casi una semana, aunque al final no podía moverse la pobre. Y mientras vivas, nos quedaremos con algunos souvenirs para recordarte... tus dientes, tus uñas, tus ojos, tus pezoncitos... y bueno, mis hermanos tienen afición de quemar cosas, y es posible que te quemen un poquillo a ti tamibén, pero no te matarán, tranquila. Cuando acabemos contigo, si has sobrevivido, pues te enterramos viva. Junto con tu marido, no sufras, yo me encargo de eso. ¿vale, mami?

Grité, guité hasta quedarme ronca, sabedora ya de los planes de aquella retocida familia para mi y los míos. La posibilidad de morir era mala, aterradora, pero encima, morri ASÍ... chillé hasta quedárme afónica y me eché a llorar, pero no sirvió de nada. Mis lágrimas, mi miedo, no significaban nada, aquella gente no tenía entrañas, no había ninguna humanidad en ellos, es más, se iban excitando conforme me veían sufrir de aquella forma. Maegy preguntó a su padre si podía ya follarse a mi marido.

-No le ha ordeñado nadie desde que llegó-dijo su padre-A no ser que se haya corrido cuando yo me he puesto... cariñoso con él-sonrió-Vamos, hija. Pronto nos harás abuelo. Estaremos orgullosos de ti.

Yo sabía que iban a obligarme a mirar. También sabía que Maegy conseguiría sin apenas esfuerzo que Mario se corriera dentro de ella, e incluso, conseguiría hacerle disfrutar. Zecheriah era un baboso pasivo con la sexualidad hecha un lío, Lucas sentía pura indiferencia ante todo lo relacionado con el sexo excepto el vicio de correrse, y Rider disfrutaba con la violencia extrema hacia sus compañeros sexuales. El morbo de Maegy, en cambio, y eso lo había averiguado yo al despertarme, era lograr que sus víctimas gozaran. Puede parecer que, junto a un tipo al que le gusta destrozarte la cabeza mientras te viola, es una mejora, pero no es así: una persona violada, disfrutar de ello es lo último que desea. Había una fina tortura psicológica en ello, no solo obligar a disfrutar, sino ser consciente de que te obligan a que te guste, y que no puedas impedirlo. Ese era el poder de Maegy, y le vi ejercerlo con mi marido allí mismo.

Se desnudó para él, consciente de que sabía hacerlo muy bien, después de que Zecheriah le hubiera dado la vuelta, pues estaba tumbado de espaldas. Yo, con mis casi 40 años, estaba llena de pequeñas arrugas, de estrías y celulitis, y algún quilo de más, alguna mancha en la piel, canas en el pelo... pero Maegy era simplemente perfecta, poseía un cuerpo blanco y apetecible, incluso para cualquier mujer heterosexual, era perfecto. Tenía unos pechos perfectos, generosos pero no abultados, firmes todavía, y el pubis rasurado, aunque no del todo, había un triángulo de vello color melocotón que parecía sedoso al tacto... se sentó sobre mi marido y le masturbó hasta conseguir que le pusiera tiesa.

-Vaya, tienes buena herramienta, papá. Me gusta que sea larga, ya que voy a usarla por un tiempo, la pondré en buena forma. Pero creo que mamá no la ha usado mucho últimamente, o no ha sabido hacerlo bien. Yo de puedo dar todo el placer que ella no te ha dado-escuchaba que le susurraba-Lo único que tienes que hacer es... dejarte. El resto es cosa mía, amor. Relájate. Esto no dolerá.

La muchacha se alzó un poco y se dejó caer, empalando su coño en la polla de mi marido. Soltó un delicioso gemido casi infantil, genuino, y muy poco a poco, comenzó a menear su cintura de adelante a atrás. Cada movimiento de la pelvis le arrancaba el mismo gemido, un leve susurro de placer. Dos minutos después, yo misma estaba cachonda. No sabía porqué, Maegy sabía hacerlo. En un momento determinado me miró, y me susurró con los labios, sin hablar "pronto tu turno", y me sacó la lengua. Lo peor era que, mientras sus hermanos solo me habían arrancado asco, por ella sentía deseo. Si hubiera podido salir de allí, libre al fin, mi primer impulso habría sido salir corriendo, y el segundo... llevarme a Maegy conmigo. Era tan perfecta... ¡pero estaba podrida! Ella era la encargada de educar a mi hija Elena en aquella familia. ¡Tenía que pensar en eso! ¡En Elena, no en esa Maegy corrompida hasta los huesos, que solo estaba haciéndome daño!

Diez minutos después, el ritmo de la pareja (pues eran más una pareja copulando que una mujer violando a un hombre) se incrementó, los jadeos de los dos se hicieron más audibles, y al fin, ambos se corrieron. El cuerpo de Maegy, cubierto de sudor, cayó sobre Mario, besándole tiernamente y susurrándole. Sin duda intentaba ganárselo para no tener que esforzarse con él, pues aquella chica era una bruja manipuladora que con certeza, no amaba a nadie salvo a sus degenerados parientes.

-¿Has visto que arte tiene mi nena?-susurró Zecheriah, orgulloso.

-Bueno, la cremita para hacer un bollo en mi horno está puesta, pero tendremos que seguir metiendo más-dijo Maegy, sonriendo como una viciosa. Besó en la boca a su padre, y después se acercó a mi colchón, y se arrodilló sobre mi. Tenía la piel tersa y suave, muy blanquita.

-Tu marido es un animal. Me sorprende que no le hayas satisfecho mejor, tiene buena polla y no la usa mal, mami. Lo malo es que me ha tirado la lefa muy pronto y no me he corrido. Pero sé que tú me darás placer, ¿verdad?

En realidad mentía, seguro que si se había corrido con Mario, pero aquella puta era insaciable. Arrodillada sobre mi, comenzó a frotar su coño en mi muslo izquierdo. Me masajeaba las tetas, sin dejar de mirarme. Sus muslos eran cremosos, notaba que se me deshacía de gusto encima de mi. Me susurraba, a ratos, que deseaba darme placer, y a ratos, me contaba las cosas horribles que iban a hacerme. Me dijo que su padre le cortaba la cara a la gente porque tenía una colección de caras de mujer, y que a su madre le gustaba cocinar el corazón de las personas que mataban; que a Rider le gustaba violar cuerpos muertos o moribundos, cuanto más estropeados mejor. Pero ante todo, estaba el placer, mientras se me restregaba, me frotaba frenéticamente el coño con los dedos. Al final, cuando nos corrimos las dos al mismo tiempo, yo en sus dedos, que me fueron dados a lamer enseguida, y ella en mis muslos, otra pequeña parte de mi se murió. Poco a poco iba dejando de ser Susana, una mujer moderna, competente y cariñosa, amiga de sus amigos, para ser un juguete en manos de niños especialmente crueles.

Ah, pero Maegy sabía hacerlo también... que durante los segundos siguientes a su maravilloso rogasmo, conseguía olvidar los horrores que le venía susurrando aquella zorra mientras la masturbaba.

---CONTINUARÁ---