El calor de un prostituto (parte 21)

De camino a la ciudad un hombre les lleva a cambio de una follada

El camino se hizo mucho más interesante y ameno con Erio; sobre todo, por las folladas que nos dábamos ahora. Entre tres siempre se pueden hacer posturas y juegos más interesantes aunque, sin duda, lo que más le gustaba a Koriok era tener mi culo y el de Erio al servicio de su enorme polla. Mientras que a mí me encantaba cabalgar la polla de Koriok a la vez que Erio me follaba la boca. Y a él lo que más le gustaba era follarme e irme intercambiando con Koriok. Yo estaba encantado.

Si ya antes Koriok y yo atraíamos a muchos viajeros que o se unían o se masturbaban viéndonos; ahora con él era un espectáculo. Cosa que aprovechábamos para cobrarles a los que tenían aspecto de adinerados. Erio era el mejor haciéndolo, siempre conseguía sacarle más de lo que pensaba a los que querían follarnos. Yo era un poco desastre para eso; muchas veces me dejaba llevar por el morbo del momento y cobraba poco. Sin duda, tenía que aprender eso de él. Sobre todo si queríamos estar bien en el Cruce: en esa Ciudad el dinero lo mueve todo.

  • ¡Aiden, mira! -me gritó Erio emocionado, sacándome de mis pensamientos.

Terminé de subir hasta alcanzarle y pude ver cómo lo que antes era una ladera se convirtió en un escarpado precipicio, donde el camino continuaba bordeando el sinuoso acantilado. Pero, por lo que me había llamado Erio era por las vistas. A lo lejos, en una inmensa depresión se veía el Cruce. Sin duda era una ciudad digna de su nombre; pues en el medio había una gran plaza donde morían y se conectaban ocho caminos que entretejían todas las partes del continente. A su alrededor, se extendían casas y edificios de piedra madera y ladrillo amontonados aprovechando cada espacio hasta perder la forma y convertirse en un entramado laberinto de viviendas y negocios. Ya desde lejos impresionaba; daba la sensación de que podías perderte entre sus callejuelas. Koriok tenía el ceño fruncido, parecía que algo no le gustaba.

  • Increíble, no pensé que fuera tan grande, ¿ustedes?- dije animando a que hablara.

  • No me gusta- dijo con sequedad Koriok.- Los humanos tenéis la costumbre de amontonar.

  • O ustedes separais mucho las casas - le respondió Erio picándole.

  • ¡No! Pegar casas atrae fuego y enfermedad - contestó con una seriedad que no nos esperábamos y, que no sé porqué, me hizo pensar en todo lo que había mejorado hablando nuestra lengua.

Empezamos a bajar el camino serpenteante. Odiaba las bajadas, te comen las rodillas y luego te tiembla todo el pie. Me impresionaba el aguante que tenía Koriok cargando todas nuestras cosas. Cada vez que veía pasar una carreta o caballos, maldecía por no haber pedido alguna en el pueblo de los Ajin. Y, de repente, como si Erio me leyera la mente, empezó a correr hacia un carruaje que venía por nuestra espalda. Al fijarme ví que iba vacía y viajaba sólo un hombre de mediana edad que por el aspecto debería ser un mercader.

Koriok y yo paramos en lo que Erio daba con el carruaje. No dijimos nada, pero sabíamos que estaba intentando convencer al hombre para que nos llevara. Por las expresiones que les veía poner, parecía que no lo estaba consiguiendo. Quizás se dirigía a otro sitio o no aceptaba pasajeros. Pero para mi sorpresa puede ver como Erio se subía y junto venían hacia nosotros. No pude evitar sonreír, mis pies lo agradecían infinitamente.

¡Aiden, Koriok! Este buen samaritano es Tori, también va al Cruce- dijo orgulloso de lo que había conseguido sentado al lado del hombre.

¡Gracias! - dijimos Koriok y yo a la vez mientras rodeábamos el carruaje para subir atrás.

Al fijarme en Tori, pude ver que en realidad puede que sea un poco más mayor de lo que aparentaba pero se conservaba bien y su pelo y barba rubia delataba que no le iba mal en su negocio por lo cuidada que estaba. Nada más ver que nos sentamos detrás, volvió a poner en marcha el carro azotando a los caballos y a la misma vez, llevó una mano a la cabeza de Erio y la empujó a sus partes. Evidentemente, parece que el trato por llevarnos incluía una mamada.

  • Con el esclavo de lujo que tenéis, no entiendo por qué camináis. Con alguien como este podéis vivir bien toda la vida- nos dijo Tori al notar lo bien que se la estaba comiendo Erio.- ¿Sois del Cruce?

  • No, pero nos gustaría quedarnos un tiempo allí- le respondí mientras me acomodaba, ya que el suelo de madera del carruaje era bastante incómodo.

  • Ya decía yo, he pasado toda la vida comerciando allí y no me sonáis. ¡Ufff! Sigue sigue, ¡qué rico la comes!… juega bien con el cabezón- comentó acariciando la cara de Erio.

  • ¿Por casualidad conoces a Kirool?- pregunté.

  • Creo que es un vendedor de armas; si no me equivoco está en la zona este de la ciudad- contestó mientras, empujando con la mano, hacía que Erio se tragara toda su polla hasta el fondo. - ¿Sois nuevos?

  • En el Cruce sí.

  • Pues lo primero que te recomiendo, si tenías pensado sacar un dinero del culo y la boca de este chico, es que contrates seguridad. Con el Orco ese se lo pensarán; pero en el Cruce nunca está de más.

  • ¿Qué tipo de seguridad? Yo sé moverme en esos ambientes- dije mientras veía a Erio juguetear con la lengua por la polla del hombre. Se me había empalmado completamente.

  • Te recomiendo los míos: Oxol, un gremio de aventureros, exsoldados y demás luchadores que te cobra un poco, cada luna llena, a cambio de poder dormir tranquilo por las noches. Les puedo decir que vayan a visitaros, si estás interesado.

Miré a Koriok, ya habíamos pasado por mucho como para arriesgarnos.

  • Me parece bien- le dije.

¡Cómo me gustaría follarte ese culo, pelirrojo!- dijo Torio. Ante la imposibilidad de follarse a Erio, al ir conduciendo, nos miró y ví como se fijaba en el empalme de Koriok.- Es vuestro esclavo, si te lo quieres follar, ¡Adelante! También me gusta mirar.

Y como si no hubiera follado desde hace años, Koriok se levantó y caminó hacia ellos. Sacó la polla poniéndola encima de Erio; el cual dejó de mamar la del hombre para pasar a la de Koriok. El hombre no dejaba de mirar la polla del orco impresionado.

  • Hacía tiempo que no veía una polla tan grande- comentó mirándola con los ojos como platos.- ¿Eso te cabe en la boca?

Erio sonrió y mamó la polla de Koriok con intensidad, no se la podía tragar entera; pero le entraba un buen cacho. Koriok le empezó a tocarle el culo; pero Erio le hizo un gesto de desaprobación: tenía el ano aún algo tocado de la última vez que follamos, me miró a mí para que me acercara.

Erio dejó de mamar la polla de Koriok y se colocó como pudo en el asiento, para poder dejar su culo a mi disposición y tener la polla del hombre cerca de su boca. Me agaché y le comí el culo dejándolo bien mojado. Escupí sobre mi polla y, aprovechando la humedad, se la fui metiendo poco a poco, con sumo cuidado; asegurándome que no le doliera. Pero la respuesta que recibí fue un empujón de Erio, que se metió mi polla de golpe, mientras gemía del gusto.

  • Me hubiera gustado ver como le follaba el orco- dijo el hombre.

  • Tiene el culo un poco tocado, mejor dejarlo descansar; pero… - miré a Koriok y le hice un gesto para que me follara. Seguro que Tori flipaba con eso.

  • Pero… ah, entiendo- dijo con curiosidad, al ver cómo Koriok se colocaba a mis espaldas, preparándose para follarme.- También me vale.

Yo me follaba a Erio con cuidado; pero disfrutando cada movimiento. Su culo siempre se ponía húmedo y cálido al follarle; además, el ver cómo se la mamaba al extraño, me daba mucho morbo. Koriok se puso uno de sus mejunjes lubricantes en la polla y, aprovechando mis movimiento de cadera por estarme follando a Erio, empujó su polla en mi ano, cuando acerqué mi culo a su pelvis, haciendo que entrara de golpe. De mí salió un gemido ahogado y la cara del hombre era pura fantasía. Le costaba mantener la atención en el camino debido a la escena que estábamos montando.

Koriok me folló con fuerza agarrándome de las nalgas. Yo estaba extasiado. Sentir cómo me follaba la inmensa polla de Koriok, que me llenaba por completo, además de la follada que le estaba dando al morboso culo de Erio, hizo que no tardara mucho en correrme. Estallé en el interior de Erio; el cual se la seguía mamando al hombre lo mejor que podia, entre orgasmos y respiraciones agitadas.

Koriok notó el orgasmo que me había provocado y aumentó el ritmo para correrse él también; lo que puso tanto a Tori, que se corrió sin avisar, cubriendo toda la cara de Erio de una abundante lefa. Erio me miró y, recolocándose, giró el torso para, aún con mi polla follándole el culo, besarnos, restregándonos y saboreando la aún cálida lefa del hombre. Koriok, al verlo, se corrió abundantemente en mi culo; a la vez que Erio terminaba de correrse con mi polla aún dentro. Su semen caía sobre el asiento y la cola del caballo. Koriok nos abrazó con fuerza, uniendo nuestros tres calientes cuerpos, para terminar de disfrutar lo que durara el orgasmo.

  • ¡Impresionante!- Soltó Tori, al ver que los tres habíamos acabado. Tenía los ojos tan abiertos que parecía que se le saldrían de las órbitas.

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Continuará...

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