El calor de un prostituto (Parte 20)
En el camino Aiden y Koriok follan mientras todos les miran, pero lo que no saben es que van a encontrar a un nuevo amigo para su grupo.
Koriok llevaba todo el día extraño. Le costaba entender que alguien pudiera ser vendido para follar; pero, después de una larga charla bajo la tenue luna, parecía que por fin comprendía por qué me parecía mal el follar con esclavos sexuales. El hecho de que no terminara de hablar mi lengua bien dificultaba las cosas; pero en el fondo es más listo de lo que parece.
Acabamos de comer algo, y estábamos empaquetando las cosas, cuando el chico pelirrojo de anoche se acercó a nosotros. Como ayer, lucía limpio y arreglado, como si se hubiera dedicado a colocar a la perfección cada pelo de su peinado porque en el resto de su cuerpo no tenía ni uno. Una depilación perfecta que dejaba lucir, entre la cinta translúcida, su pene desempalmado y los huevos colgando. La verdad que el chico estaba perfectamente proporcionado, su tez blanca resaltaba su musculatura, que era ligeramente más marcada que la mía. Sin darme cuenta, empecé a empalmarme al verle.
¡Hola! ¿Os vais ya?- Dijo el joven mirándonos con curiosidad, parecía que quería algo.
Sí, nos dirigimos al Cruce y no queremos tardar mucho en llegar- le contesté mirando sus ojos verdes.
Tú eres Aiden, ¿no?- Me dijo frunciendo el ceño.
¿De qué me conoces?- Le dije mientras me fijaba como Koriok no le quitaba la mirada del culo.
Yo soy Erio. Trabajaba al lado del salón erótico de Yuuoa; solían exhibirme en la calle para atraer cliente. No sé si te fijaste alguna vez- comentó con interés.
No la verdad, pero entonces… ¿Cómo acabaste de esclavo de este hombre?
Una larga historia…- empezó a decir con un suspiro.- El resumen es que ganaba bastante bien follando en los salones; pero se me subió a la cabeza, me metí donde no me llamaban, me engañaron y terminé debiendo muchísimo dinero. La única forma de pagarlo fue ponerme precio y, por suerte, acabé con este hombre que dentro de lo malo, es bastante bueno.
Entonces no mentía- le dije aún sospechando del vendedor.
Por suerte no, pero…- suspiró de nuevo bajando la mirada.
¿Qué ocurre, qué necesitas?- Insistió Koriok, robándome las palabras de la boca al sentir también que quería pedirnos algo.
Sé que eres de los mejores putos independientes y seguramente en el Cruce saques mucho dinero- elevó la mirada y cogió fuerzas para decir lo que venía a continuación- ¡¡¡Por favor, cómprame a mí y a mis amigos, trabajaremos duro y, en nada, tendrás tu dinero de vuelta!!!
Koriok y yo nos miramos a la vez, no sabía lo que pensaba él, pero a mi me estaba oliendo raro. No estaba seguro de, si era una estafa, o de verdad necesitaba ayuda.
¿Pero no estabas bien con este hombre?- Comenté sospechando.
Sí, pero el otro día le escuché decir que tenía que pagar deudas y piensa vendernos a una tal Zajard y esa señora tiene fama…- dijo bajando la voz al pronunciar su nombre, como si el hecho de decirlo fuera a traer malos augurios.
¡Ya! No eres el primero que nos lo dice- le dije rápido al ver que le costaba continuar. Parecía que de verdad estaba pidiendo ayuda, pues se le rayaron los ojos.- Pero… no creo tener tanto dinero aquí, hemos pasado por cosas... complicadas.
¿En serio? Yo tengo algo ahorrado, ¿cuánto tienes?- Me dijo mirándome fijamente.
No lo suficiente, pero… sí que tendría para tí.
Koriok miró pensativo la bolsa de cuero donde llevábamos el dinero. Parecía que entendía lo que pasaba y haciéndome un gesto con la cara, me indicó que estaba dispuesto a comprar al chico.
Nosotros… tener para tí, no más…- empezó a decir Koriok con dificultad.- Pero tú “trabajando” con Aiden y “sacar” dinero para otros.
También… - contestó suspirando.
Sí, Koriok tiene razón. Me parece lo mejor. Además, ni de broma te trataría mal.
¡Gracias, de verdad!- Dijo animándose.- Voy a hablarlo con los chicos.
Y tan rápido como lo dijo, se fue. Koriok y yo le seguimos para buscar al hombre y cerrar el trato. Al llegar a su carreta, estaba sentado mirando unos papeles.
Hola, al final nos gustaría comprar a…- se me había olvidado el nombre.- Al pelirrojo, a…
Erio- me ayudó Koriok.
Genial genial, es mi mejor chico y a mi juicio de los más guapos. Siento no tener medio-bestias, que siempre son un plus; pero vengo desde la capital humana.
También lo pienso, el de pelo rojo buen culo- le dijo Koriok mientras le daba la bolsa con el dinero.- Es todo lo que tenemos.
El hombre calculó el peso con la mano, la abrió y empezó a contar las monedas. No se le veía satisfecho.
¡Esto no da ni para la mitad! Podría haceros un descuento por la follada de anoche; pero… lo siento- dijo con rotundidad devolviendonos la bolsa.
¿Y esto?- Le replicó Koriok mostrando otra bolsita, de la que sacó dos piedras que brillaban sobrenaturalmente. Eran tan hermosas que me quedé embobado mirándolas y, mientras más me centraba en ellas, menos sabía de qué color eran; parecían de otra realidad.
El hombre las cogió con rapidez y las miró de cerca emocionado.
Esto es… - le dijo a Koriok.
Con dos debería bastar- le contestó con confianza.
Trato hecho. ¡Erio!- Gritó hacia la carroza.
Erio se acercó, se le notaba contento; pero sus continuas miradas a sus amigos dejaban ver que le dolía dejarlos atrás. Al llegar a nuestro lado, se puso enfrente del vendedor y elevó la barbilla dejando expuesto su cuello. El hombre acercó dos dedos al cuello y, después de cerrar los ojos, empezó a hacerse visible, poco a poco, con una tenue aura prismática, un fino collar plateado que rodeaba la garganta de Erio. Había oído hablar de esos collares, obligaban al esclavo a obedecer a la persona a la que estaban ligados o, de lo contrario, empezaban a sentir un gran dolor. Me pareció curioso que si le quitabas todo lo negativo, no le quedaba nada mal; es más, resaltaba la elegancia del cuerpo desnudo de Erio.
- Ahora, el que quiera ser dueño del chico que ponga sus dedos en el collar- dijo haciendo un gesto de invitación con la mano.
Miré a Koriok, ya que había sido él quién pagó con aquellas gemas; pero me hizo un gesto con la cabeza para que yo me acercara.
- ¿De verdad?- Le pregunté con incredulidad, a lo que Koriok respondió empujándome levemente en el hombro para que me acercara.
Me acerqué, y coloqué dos dedos sobre el collar imitando al hombre. Se notaba templado y suave, Erio me miraba con algo de rubor.
- Ahora cierra los ojos y, pensándolo, di para ti “Yo, Aiden, acepto el destino de Erio, ahora mi esclavo ”- me dijo el hombre con la tranquilidad de quien ya había hecho esto cientos de veces.
Hice lo que me indicó y empecé a sentir como si algo de Erio emanara del collar hacia mí y cierta parte mía fuera hacia él. Se sentía algo incómodo, una emoción que fluía del uno al otro; pero en la que estaba claro que se ataba a mi ser. Y, mientras aún reflexionaba sobre aquella sensación, todo acabó de golpe con un sonido sordo, como de cerradura, a la vez que sentía cómo se rompía algún tipo de lazo con el mercader. Desde luego, no estaba acostumbrado a la magia.
¡Listo! - Dijo el hombre al ver que el collar se había hecho invisible.- Bueno, ha sido un placer; pero tengo que irme ya que he perdido más tiempo del que pensaba… La verdad que voy a echar de menos las folladas con este pelirrojo- comentó en voz alta sobando la polla de Erio con la tranquilidad y pasión de quien disfrutaba por última vez de un manjar.
¡Espera!- Le dijo con energía Erio, quien me miró y recordó que había acordado juntar dinero para liberar a sus amigos.
Me gustaría que nos reservara a los otros para comprarlos en cuanto consigamos el dinero- le dije directamente.
La cara del hombre se iluminó y nos miró con interés.
Lo intentaré, pero si me ofrecen un buen trato no puedo asegurar nada. Bueno… - se quedó pensativo…- en el caso de que llegue a venderlos, os diré a quién fue para que podáis recuperarlos.
Gracias…- le dije con un poco de desilusión ya que no era exactamente lo que esperaba escuchar.
El hombre se marchó con rapidez, movilizando su carruaje con una agilidad que no esperaba. Imagino que es lo normal cuando se lleva una vida nómada de compra-venta.
Erio, al ver que la carreta desaparecía por el camino se giró, me miró emocionado y, casi entre lágrimas de agradecimiento, empezó a besarme y acariciar mi cuerpo con intensidad. Sus labios jugueteaban con los míos excitados hasta que decidió ir bajando con ellos por mi barbilla, pasando por el cuello donde, entre besos, me susurró un “gracias”. Le fui a decir algo; pero me hizo tumbarme en el suelo y con agilidad sacó mi pene del pantalón. Se dio la vuelta sobre mí colocándome el culo en la cara y metiéndose mi polla en la boca.
Empecé a comerle el culo con ansias pues era perfecto, no solo en proporciones; sino en la impoluta limpieza y depilación, algo raro de ver. Él mamaba como si no hubiera mañana. Fui jugando con la lengua en su ano, que se estaba dilatando de lo lindo entre sus gemidos de placer y gusto mientras le agarraba las nalgas con fuerza separándolas para comerle mejor el culo. Al rato se levantó y se posó sobre mi polla. Me miró, miró a Koriok, que se había sentado a masturbarse mientras nos miraba, y, con un gesto y elegancia morbosa, la dirigió hacia su ano dilatado, donde entró con suavidad provocando una intensa sensación de placer. No tenía el culo muy prieto, se notaba que se lo habían follado hasta el hartazgo; pero aun así se sentía increíblemente cálido y placentero. Quería follármelo y disfrutarlo como nadie, pero tenía él el control y empezó a moverse sobre mí, como si hubiera nacido para ello y yo no cabía más en mí. Sus movimientos rítmicos hacía que la follara y la sensación de mi polla en su culo se sintiera increible. Alcé una mano para acariciarle el torso notando con precisión su musculatura que tenía tensa del placer de la follada.
Koriok se levantó y mientras Erio me cabalgaba con pasión, se colocó sobre mí y le puso la polla delante para que se la mamara. A lo cual accedió gustoso, sincronizando la follada que me estaba dando con la comida de polla a Koriok. Miré alrededor y me di cuenta que varias personas nos miraban. Me había dejado llevar y estábamos al lado del camino; los más curiosos paraban y miraban con discreción. Los más atrevidos se acercaban y masturbaban viendo la escena; mientras que los que iban con prisa simplemente pasaban mirando con morbo y rubor la escena; la cual estaba llegando a su fin, Miré a Koriok, desde abajo podía ver sus enormes testículos que, cuando le agarró la cabeza a Erio y empezó a follarle la boca, le golpeaban la cara a Erio, lo que parecía que a los tres nos ponía pues Koriok no tardó en correrse entre sonoras respiraciones. Salió de su polla una abundante corrida que resbaló por los labios de Erio y acabó en mi pecho, lo que hizo que del morbo me acercara al orgasmo.
Estaba encendido, la llama en mi interior podía conmigo. Le froté los pezones a Erio con fuerza y, leyéndome la mente, aumentó el ritmo de la follada, yo que no cabía más del gozo, empecé a moverme follándole con brutalidad. Mi polla en su húmedo interior junto al semen de Koriok en mi pecho acabó haciendo que llegara a un intenso orgasmo. Empujé mi polla con fuerza en su culo para llenárselo de una abundante corrida que también hizo que él se corriera. Su semen salió disparado cayendo sobre mi cara mientras yo aún me corría en su interior y, como seguía disfrutando, seguía moviéndome pero con más calma, regocigándome en mi orgasmo y la corrida que le estaba dando. Pasé la lengua sobre su semen en mis labios, sabía dulce y olía algo amargo. Se fue a levantar, pero le hice un gesto para que esperara un poco, pues aún estaba disfrutando del orgasmo. Miré alrededor, muchos de los que nos miraron ya habían acabado y seguían su camino. Koriok acarició la cara de Erio y se dirigió a seguir preparando las cosas para irnos. Yo, respiré honda y plácidamente y con una palmada en las nalgas le indiqué a Erio que se levantara. Me reincorporé y me besó con pasión.
Gracias, de verdad- me dijo aún medio empalmado.
Nada Erio. Además, me está encantando follar contigo y creo que a Koriok le pones muchísimo- le comenté con sinceridad mientras me incorporaba y miraba mi cuerpo manchado de semen.
Así, después de limpiarnos, seguimos nuestro camino. Intenté convencer a Erio de que usara ropa como nosotros; pero, por lo visto, el contrato que habíamos establecido le imponía ponérsela. Nos contó que si era necesario podía, pero empezaría a molestarle el collar invisible. Sabía que una manera de marcar a los esclavos sexuales era con su desnudez y con la cinta translúcida; pero nos explicó que dependía del tipo de contrato que se establecía al colocar el collar por primera vez. De todas formas, parecía que se había acostumbrado al nudismo, pues mostraba su cuerpo con orgullo y se exhibía sin problema a aquellos que le miraban con interés. Yo no dejaba de darle vueltas, odiaba que existieran personas forzadas a follar, tenía claro que el sexo es para disfrutarlo con libertad en todo momento. Pero la mirada interesada de otros viajeros me distrajo de mis pensamientos. Parecía que Erio y yo no íbamos a tardar mucho en empezar a sacar dinero y yo, como siempre insaciable, estaba empalmándome de nuevo.
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Continuará...
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