El calor de un prostituto (parte 2)

Aiden, busca ganarse un dinero con unos mercaderes que llegan al pueblo. Una polvo que le cambiará la vida

El placer de los mercaderes

La posada olía a flores y cereales, parece que estuvieron limpiando para la llegada de los mercaderes. Como de costumbre me coloqué en una mesa discreta, pero visible desde la barra y la entrada. Desde ahí podía ver todo lo que ocurría sin llamar mucho la atención y si alguien me buscaba podía encontrarme rápido. Luisa, que se encargaba de la barra, su hija e hijo no paraban de un lado para otro sirviendo bebidas y comidas. En la otra punta del local, algo apartada hay dos chicas que como yo, querían sacarse un dinero de los nuevos invitados. Se les acercó un hombre del pueblo, creo que era de los que trabajaba en los campos, pero las muchachas lo rechazaron. El hombre se molestó, pero antes de que alguna palabrota pudiera salir de sus labios comidos por el sol, varias personas entraron en la taberna hablando alegremente en voz alta. Captaron la atención de todo el mundo pues su acento y ropas indican claramente que no eran de por aquí, eran como unos 10 y vestían camisones rojos bordados con motivos de algún gremio o ciudad y gorros de un color azulado. El que parecía el líder de ellos hizo varios gestos mientras decía algo y unos se sentaron en las mesas y otros se quedaron en la barra hablando con la posadera. Ahora que habían llegado los mercaderes, solo quedaba esperar que se les antoje un buen polvo y que alguno de ellos tenga preferencia por los hombres. Mientras tanto, me dedicaba a beber tranquilamente, no sé si era cosa mía pero la cerveza aguada que me sirvieron estaba más dulce de lo normal.

Al cabo de un rato, vi como el líder se levantaba junto a otros cuatros y se dirigían a hablar con Luisa. Llevaban un rato mirando a las muchachas que estaban por el local, así que había llegado el momento. Por el bullicio, no alcanzaba a escuchar que decían, pero por los gestos y por cómo Luisa señaló a las dos muchachas que estaban esperando lo mismo que yo, parecía que esta noche no iba a pillar nada. Dos de los hombres caminaron hacia las muchachas mientras los otros tres comentaban algo y sonreían. Al llegar los dos hombres con ellas les invitaron a unas bebidas y empezaron a hablar. Aunque no escuchara nada, estaba claro que ya habían conseguido trabajo. Estaba por irme, o hacer algún acercamiento arriesgado por si conseguía llamar el morbo de alguno cuando vi cómo Luisa me señalaba a mí y los tres hombres, después de mirarme y comentar algo, se acercaron a mi mesa.

-Hola muchacho.- Dijo con una voz confiada el líder mientras me ofrecía una jarra de cerveza.- Me chivaron que puedes hacernos pasar una buena noche.

Me gustaba que fueran directos, además, a pesar de que seguramente hayan venido de un largo viaje, parecían limpios. Su piel era algo más clara que la mía y sus facciones más redondeadas, me dio la impresión de que venían de alguna gran ciudad. El líder, aunque no es el más alto de los tres, sí que es el que más imponía y transmitía confianza. Bajo los camisones, menos el más alto que incluso parecía que la ropa le quedaba algo justa y se marcaban sus músculos, intuía que no tienen cuerpos muy fuertes, seguramente, con su trabajo nunca habían hecho grandes esfuerzos.

  • Todo depende de cuánto podáis pagar.- Le dije con una sonrisilla pícara, ya que eran directos, yo les seguiría el juego.

  • Todo depende de que puedas con los tres. No todos son capaces de aguantarnos - me contestó con ligera ironía.

  • Hasta el amanecer y sin descansos si sois capaces de aguantar.- le dije confiado.

  • Perfecto ¿tienes casa propia? No me apetece hacerlo a la intemperie.- Respondió con una sonrisilla morbosa.

  • Sí, podemos estar allí sin que nadie nos moleste.- Mientras decía esto noté como empezaban a mirarme morbosamente, parecía que me los estaba ganando, aunque el más grande me miraba algo indeciso.

  • Soy Roan por cierto, y estos son Algade y Leo -Dijo señalando al más alto y luego al bajito.

  • Yo Aiden. ¿Cuánto podéis pagar? - Por experiencia sé que es mejor dejar que ellos digan primero un precio para regatear, sobretodo si son extranjeros. Roan miró a sus compañeros y al confirmar que querían seguir adelante me dijo:

  • ¿Qué te parece una moneda de plata por cada uno y nos dejas dormir en tu casa?

  • Vale, pero el desayuno y cena no están incluidos.- Una moneda de plata por cada uno era más de lo que podía sacar en el pueblo por meses de buscarme la vida, sin quererlo se me aceleró el pulso, no podía ni creerlo.

  • Tranquilo chaval, no vamos a vaciarte tu despensa- dijo entre carcajadas.- Leo, vete a pedir algo para comer y vamos ya a su casa.

Cuando Leo llegó con algo de comida envuelta en tela nos levantamos y salimos de la posada. Había tanto ruido de la gente chillando, cantando, hablando o jugando que casi nadie se dio cuenta de que salimos. De camino a casa, hablaban entre ellos de sus cosas, mientras yo les ojeaba de vez en cuando y yo no voy a mentir, me daban morbo estos extranjero, sobretodo la combinación ya que era uno alto y musculoso, otro flaquito algo más refinado y el más pequeño pero con algo más de cuerpo tenía aspecto de pillo. La noche estaba fresca pero yo sentía como el calor empezaba a subir en mi cuerpo y ya estaba prácticamente empalmado.

  • Qué rico huele, y está todo ordenado y limpio, no lo esperaba la verdad- Dijo Roan asintiendo al entrar en mi casa. Me había preocupado de limpiar todo justamente para dejar una buena impresión, además de que las velas que coloqué tenían una fragancia a flores afrodisíacas.

Mientras aún Roan miraba el cuarto y nos acercábamos a la cama, vi que Leo y Algade se estaban quitando la camisa. Aún, con toda la práctica que tenía, el momento inicial con alguien nuevo me ponía algo nervioso ¿Querrían que me desnudase yo, o les gustaría hacerlo a ellos? ¿Quieren que yo les desnude? Y como si me leyera el pensamiento Leo se acercó, metió las manos por debajo de la camisa y me la quitó mientras sobaba mi pecho. Seguidamente metió las manos por dentro de mi pantalón sobandome el culo y la polla que ya tenía bien empalmada y empezó a morrearme mientras me quitaba el pantalón. Sus labios eran algo ásperos pero no besaba mal. Se separó y tomó un segundo para contemplarme desnudo mientras seguía tocándome el culo. Algade y Roan ya se habían desnudado y estaban rodeándome. Leo volvió a besarme mientras pegaba su polla a la mía y las frotaba. Noté una mano grande en el bajo de mi espalda, Algade empezó a sobarme el culo y a jugar con mi ano. Leo siguió besándome el cuello y los pezones a lo que no pude resistirme y empecé a gemir. Al darse cuenta de lo que había logrado empezó a chuparlos con mayor intensidad mientras Algade empezaba a meter sus ensalivados dedos en mi culo. Roan, que hasta ahora había estado observando me cogió la cabeza, acercó la polla y bajé a comérsela. No era especialmente grande pero era suave y caliente. Se la mamaba metiéndomela completa en la boca, luego pasé a comerle la punta, iba cambiando hasta que fue él el que empezó a moverse para follarme la boca. En ese momento Leo estaba mamándome mi polla y Algade seguía jugando con mi culo, no sé cuántos dedos tenía ya metidos, pero de lo cachondo que estaba solo quería que me metiera la polla de una vez. Los tres estaban tan bien compenetrados que entendí que no era la primera vez, ni la décima que hacían esto y me estaban haciendo disfrutar de lo lindo.

Roan me cogió la cabeza con las dos manos y empezó a guiarme para que le comiera los huevos. Los tenía grandes pero podía meterme los dos en la boca sin problema. Con una mano empecé a tocarle mientras se los chupaba. Leo tenía buena garganta, pues estaba haciendo mamadas a garganta profunda mientras movía la lengua alrededor de mi pene. Noté que Roan estaba mirando a Algade, vi como se hacían un gesto y a la vez, él volvió a meterme la polla en la boca y a follármela con intensidad mientras Algade, después de comprobar que lo tenía bien dilatado, me metió su polla en el culo. Aunque no la tenía muy larga, sí que era gorda, pude notarlo cuando entró entera, sin ningún tipo de problema por lo cachondo que estaba. Empezó a moverse gentilmente, como mirando si sentía dolor o algo, y al ver que de mí solo salían gemidos empezó a subir la velocidad hasta igualarla con Roan. Leo se había apartado y estaba viendo como me follaban mientras se tocaba con rapidez. Algade me rodeó con sus brazos, noté como se tensaban y me levantó en peso mientras seguía follándome.

  • Ponlo a cuatro - Dijo Roan mientras gemía mientras me miraba junto a Leo.

Sin sacar la polla, Algade me bajó y me puso a cuatro, donde me siguió follando. Leo se  puso delante y me empezó a restregar la polla en la cara, de los tres era el que la tenía más grande, además, al ser el más pequeño parecía hasta algo desproporcionada en comparación con la de los demás. Algade paró y la sacó con sutileza. Entonces Roan se puso detrás mío y continuó follándome mientras yo le comía su gran polla a Leo. Como la de Roan no era tan gruesa como la anterior, entraba más fácil. Me agarró del pelo, Leo sacó la polla de mi boca y Roan tiró de mi cabeza ligeramente hacia atrás, puso la otra mano agarrando el culo y empezó a follarme, primero con gentileza y movimientos suaves pero fluidos. Me estaba poniendo mucho porque transmitía una dominancia enorme. Me tiró un poco más de la cabeza, agarró mi culo con más fuerza y empezó a moverse con más intensidad, su pelvis rebotando en mi culo resonaba en la habitación. Algade y Leo se tocaban mirando, parecía que disfrutaban de la escena y de mis gemidos. Roan empezó a jadear y en un momento todo su cuerpo se tensó, contrayéndose, apretando y noté como se corría dentro mío. Siguió moviéndose mientras aún se corría  y al acabar sacó la polla de golpe y, mientras se sentaba en la cama aún jadeando. Algade volvió a ponerse detrás mío y a continuar follándome. La metió con gentileza, pero una vez dentro no dudó en empezar a embestirme. Disminuyó el ritmo, colocó las piernas algo flexionadas, rodeó mi cuerpo con sus brazos cogiéndome por los muslos, cerca del culo y me levantó en peso, le costó un poco, pues la postura era algo complicada pero cuando me tenía sobre él, siguió follándome. Me la metía completa, la saca casi entera y volvía a meterla de golpe, pero todo con una gentileza que me encantaba. Cuando pensaba que iba a correrme sin tan siquiera tocarme, me la metió lo más profundo que pudo y noté cómo eyaculaba también dentro mío mientras respiraba intensamente. Me pareció que no salio mucho semen de él, algo curioso viendo el cuerpo que tenía. Se quedó unos segundo quieto, aún cogiéndome y con la polla dentro mío mientras seguía en el aire y me bajó con cuidado. Me sacó la polla con suavidad, me acarició el culo y se sentó también en la cama. Ahora solo faltaba Leo, el que más grande la tenía con diferencia. Se acercó a mí, me dio un morreo, me cogió del culo dándome la vuelta e hizo fuerza como para que me tumbara en el suelo. Cuando estaba completamente boca abajo me la metió de golpe, aunque estaba dilatadísimo de la follada de Roan y Algade, noté lo grande que era, sentía como apretaba la polla en mi culo y empezó a moverse rapidísimo, con intensidad pero con un ritmo irregular. Me cogío las manos y me las puso sobre mi cabeza comos si me esposaran. Me giró, poniéndonos de lado y con la mano que le quedaba libre me cogió mi polla y empezó a tocarme al mismo ritmo que me follaba. Parecía que quería que nos corriéramos a la vez. Apretó mis manos, y empezó a tocarme intensamente la polla hasta que empecé a correrme, y al notarlo en las contracciones de mi culo, sentí como se corría también en mi interior. No sé si era el morbo o el placentero calor que sentía, pero mi corrida había sido tan abundante que no solo Roan y Algade, se sorprendieron, yo también. Después de unos segundos, Leo sacó la polla, se sentó en el suelo y yo hice lo mismo.

  • ¡Arg! qué buena follada- exclamó Leo todo sudado.

  • Sí, y eso que al principio dudé de que pudieras con los tres, pero menudo culo- exclamó Algade mirándome con aprobación.

  • Gracias gracias- dije algo sonrojado. Se notaba que les había gustado, pero ellos no habían sido los únicos que lo habían disfrutado. Si todas las folladas fueran así de placenteras, todo sería otro cantar.

  • Saca la comida Leo, que una buena follada siempre me deja hambriento- dijo Roan señalando a donde habían dejado la comida.

Leo fue a por la comida, y aún los cuatro desnudos, empezamos en comer.

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Continuará...

Espero que os haya gustado, ¡cualquier comentario o sugerencia es bien recibida!