El calor de un prostituto (parte 17)

Koriok y Aiden llegan a su destino, donde junto a una cálida bienvenida reciben una buena follada

Caminamos durante varias albas siguiendo el riachuelo. Estos días junto a Koriok me habían hecho ver una de sus facetas que antes solo intuía, pues cada vez que follábamos me mostraba que podía ser cariñoso y atento a la vez que juguetón y salvaje. Una combinación que me tenía encantado. Ayer mismo me había follado contra unos árboles con la suficiente rudeza como para extasiarme del morbo, pero con la suficiente atención para envolver y jugar con sus manos por todo mi cuerpo. Habíamos probado todo tipo de posturas, incluso utilizando árboles y roca de apoyo. Muchas veces los animales del bosque eran cómplices distantes y silenciosos de nuestras placenteras folladas, pero sin duda la que más me gustaba es cuando me follaba mientras me agarraba en el aire sujetándome con la mano y el brazo la cabeza y espalda y con la otra mi culo dejándome a merced de su polla.

Pero aparte de las increíbles folladas, Koriok se esforzaba por hablar y aprender mi idioma. Todo esto mientras veía asombrado cómo el paisaje se transformaba, pues el espeso bosque había cambiado a una zona más árida, llena de piedras enormes con sinuosas figuras entre las que crecían enormes árboles que parecían estar petrificados, tan inmóviles e inmutables como las propias rocas.

Koriok se paró de golpe y me hizo un gesto con la mano para que parara. Siempre hacía igual cada vez que escuchaba u olía algún peligro. Aunque hacía bastante de la última vez que ocurrió, y al final solo eran un par de jabalíes jugando entre matorrales. Pero esta vez era diferente, al concentrarme pude escuchar el retumbar del metal. ¿Una batalla? Koriok estaba alerta y empezó a avanzar con suma cautela para averiguar de qué se trataba. Yo le seguí con cuidado a cierta distancia para no delatarnos pues soy mucho más patoso que él. Estábamos ya bastante cerca y vi como Koriok relajaba su postura y salía al descubierto hacia el sonido.

  • Llegamos- me dijo al darse cuenta que le miraba extrañado.

  • ¿Por fín? ¿Y qué pasa con ese ruido? - le contesté adelantándome al ver lo que era.

  • Trabajadores.- Respondió caminando hacia el sonido.

Al fondo se podía ver centenares de personas trabajando en lo que parecía una gran cantera donde la tierra y las rocas tenían intensos colores. El ruido que nos pareció de batalla no era otra cosa que el eco de los picos impactando contra las piedras. A medida que nos acercábamos pudimos confirmar que era nuestro destino, pues todas las personas que habían allí eran semihumanas, mediobestias y toda clase de mestizos. Trabajaban sin descanso, picando, llevando piedras y clasificándolas. Cuando estábamos a pocos metros de la cantera Koriok empezó a buscar a alguien con la mirada, y por su expresión no parecía encontrarlo.

  • ¿A quién buscamos?- le dije

  • Semiorco, sabe mi idioma. - contestó sin dejar de otear a los trabajadores. - Si no encontrar, habla tú. Buscamos a Ulry.

  • Vale- le respondí.

Estuvimos un rato mirando pero como ví que Koriok no encontraba a esa persona me adelanté al ver un grupo de 4 trabajadores que parecía descansar a la sombra de unas telas. A su alrededor había todo tipo de herramientas que no conocía y grandes vasijas de agua. Ellos estaban sentados en el suelo, los cuatro como todos en la cantera estaban sin camisa dejando al descubierto sus cuerpos fuertes y llenos de tierra del trabajo en la cantera, pero sí que llevaban protecciones en codos y rodillas y unos pantalones desgastados del trabajo con una especie de cinturón donde tenían herramientas. Si no me equivocaba eran dos semibestias, un semielfo y al otro no lo terminaba de encajar, el cual me daba la sensación de que me miraba con mucho interés.

  • ¡Hola! ¿Qué tal? Estoy buscando a Ulry - les dije mirando a Koriok para confirmar que ese era el nombre del que buscábamos.

  • ¿El Jefe? Pues por ahí viene- Respondió uno de los semibestias señalando a nuestra espalda.

Nos giramos y vimos a un semibestia corpulento y algo gordo que llevaba un camisón y unos pantalones morados que venía hacia nosotros moviendo el rabo a un ritmo bonachón.

!Pero si son mis amigos! - dijo gritando y abriendo los brazos.

Se acercó y nos abrazó a los dos a la vez.

  • ¡Y tu debes ser Aiden, el pobre humano al que iban a ejecutar! - dijo dándome palmadas en la espalda. - y tú Koriok

  • ¿Cómo saber? - dijo Koriok poniéndose a la defensiva.

  • No te asustes, Rouork me dijo en la carta que veníais y no hay muchas parejas de humanos y orcos por esta zona. ¡Y menos con la guerra! - dijo entre carcajadas - Venid venid que aquí solo os vais a llenar de polvo.

Caminamos dejando la cantera atrás por medio de un camino que conectaba con una ciudad al fondo. Al acercarnos pude ver como las viviendas se amontonaban mezclando estilos de construcción tan variados que parecía que algún niño había tirado sus juguetes por el valle. Y aun así el pueblo no tenía mal aspecto, al contrario, se notaba que rebosaba de vida y que cada casa, aunque había sido construida donde encajaba, estaba cuidada al detalle.

  • Bienvenido a nuestra pequeña comuna.- dijo Ulry al ver que me había parado a ver la ciudad.

  • ¿Comuna? - pregunté sin saber a lo que se refería.

  • Pensé que lo sabíais - dijo parando y mirándome con curiosidad.

  • No, es la primera vez que sé de todo esto. - le respondí llevándome la mano a la cabeza.

  • Bueno, digamos que es bien sabido que nosotros los mestizos no somos muy bien recibidos por ninguna de nuestras mitades.- empezó a contar mientras gesticulaba mucho con las manos.

  • ¿No? - le dije dándome cuenta de que no me había fijado mucho en eso, aunque es verdad que la gente suele hablar raro de ellos

  • No, la mayoría son rechazados de sus casas o no consiguen encontrar buenos trabajos, así que hace ya años montamos este pueblo con un grupo de amigos para todo los semihumanos con problemas.- Empezó a caminar mientras seguía hablando- Trabajamos principalmente en la cantera y todo se comparte. La única norma que tenemos es aceptar a todo el mundo, da igual su historia o de donde venga y ayudar a la comunidad.

  • ¡Pues qué bien! - le dije impresionado.

Nos adentramos a la ciudad, las casas estaban pintadas y decoradas con estilos de diferentes culturas, pero cada una con mucha personalidad y entre ellas, había todo tipo de plantas y árboles que no solo decoraban los espacios que quedaban sino que eran frutales. Nunca había visto tanta variedad de razas mestizas juntas. Además todos parecían bastante alegres, animados y fuertes, imagino que por el trabajo en la cantera.

Seguimos caminando hasta llegar a lo que parecía que era una plaza central. Allí en el medio había una especie de mercadillo de comida y utensilios bajo un techo de madera decorado con enredaderas florales, pero al fijarme me di cuenta que nadie pagaba, si no que cogían lo que querían.

  • Podéis quedaros allí.- dijo Ulry sacándome de mi asombro y señalando a una gran casa en un lateral de la plaza. - Son habitaciones que les damos a los nuevos hasta que se construyan su casa si es que deciden quedarse. Pasado mañana por la mañana sale un cargamento en dirección a la capital humana, pero si tenías pensado quedarte más vuelve a salir otro al semana que viene.

  • Muchas gracias, de verdad.

-Nada, el placer es nuestro. Podéis estar aquí sin problema, Y si por casualidad decidís quedaros hablad conmigo para buscaros un trabajo. Cualquier cosa que necesitéis de mí, suelo estar por aquél edificio, es donde administramos las cosas de este lugar- dijo señalando a un gran edificio de piedra que, por el estilo con imponentes columnas denotaba que era de los más importantes del pueblo.

  • Perfecto, muchas gracias- Dijo Koriok sorprendiéndome.

  • ¡Adios! - le dije al ver que se despedía.

La casa donde nos dijo Ulry que nos quedáramos tenía un aspecto muy cuidado. Múltiples ventanales brillaban dejando entrever a personas con sus quehaceres. Al acercarnos me di cuenta que este quizás es uno de los primeros edificios que se construyeron, pues aunque estaba reluciente, se notaba que lo habían arreglado y pintado varias veces.  Al entrar dimos a una sala principal llena de sillones y mesas bajas como para decorar y enseguida fue a dar con nosotros una mujer bastante arreglada. Por como movía su rabo atigrado, parecía que estaba encantada de vernos.

  • ¡Buenos días! No os conozco, deberéis ser los invitados que Ulry me comentó. -dijo con mucho ánimo invitándonos a pasar.

Al fondo pude ver como habían varios grupos de semihumanos hablando, de los cuales destacaba uno de semiorcos que miraron con intensidad a Koriok.

  • Muchas gracias por recibirnos. En principio nos quedaremos aquí hasta poder ir a la capital humana.

  • Claro claro, podéis quedaros lo que guste y perdonad a algunos de nosotros por nuestro comportamiento, muchos guardan recelo aún, otros interés- dijo refiriéndose a los semiorcos que nos miraban- Es raro ver por aquí personas que no sean Ajin.

  • ¿Ajin? -dije extrañado ya que no conocía el término.

  • Ah claro, ustedes nos llamáis semihumanos o cosas por el estilo, pero eso es un poco… bueno… ofensivo. Así que si podéis llamarnos mejor así cuando os referiais a nosotros. Luego hay un par de estudiosos que nos han dado nombres más precisos dependiendo de qué parte de nosotros sobresalga más, pero bueno eso es otra historia y no quiero entreteneros.

  • No pasa nada, no queremos molestar tampoco.- le dije para restarle importancia.

  • Pues seguidme, os acompaño a vuestro cuarto.

Subimos unas escaleras de madera en caracol dos plantas y nos guió a una de las habitaciones que estaban vacías. Había bastante movimiento, parecía que casi todos los cuartos estaban ocupados y no paraban de entrar y salir Ajin de todo tipo. Me hacía gracia como todos los Ajin orcos miraban a Koriok, algunos con curiosidad, otros con recelo o agresividad. Pero el resto pasaba de nosotros más que para asombrarse durante algunos instantes de ver a personas que no fueran Ajin.

Al llegar a la habitación nos dio la llave y la mujer se fue, cuando fui a entrar vi que Koriok estaba mirando a un Ajin orco que le observaba con morbo.

  • Ahora venir.- me dijo Koriok dándome su maleta sin quitarle el ojo a ese Ajin. Parecía que tendría diversión.

Yo entré al cuarto y lo primero que hice fue dejar las maletas a un lado y tumbarme en la cama, hasta ese momento no me había dado cuenta de lo cansado que estaba de caminar. Me tumbé boca arriba y me dejé medio dormir. Pero al momento, o al menos me parecía que no había pasado mucho tiempo, interrumpió mi siesta el brusco sonido de Koriok abriendo la puerta de un portazo, fui a decirle algo para que tuviera más cuidado pero estaba besándose y sobando al Ajin que habíamos visto antes y ambos estaban desnudos. Era un poco más pequeño que Koriok pero frotaban sus fuertes cuerpos con pasión. Al moverse pude ver sus pollas, la del chico, aunque era más pequeña, no tenía nada que envidiarle al pollón de Koriok. Se besaban los cuerpos con mucha intensidad, recorriendo cada uno de sus músculos hasta que el Ajin acercó la boca al pene de Koriok y se lo empezó a mamar con movimientos amplios. Pensé que se atragantaría con la polla de Koriok, pero parecía que la aguantaba bien pues se la tragaba casi entera.

Se me había empalmado, ellos seguían con las mamadas y yo quería unirme, pero a saber cómo reaccionarían ante mí.

  • Aiden, ninguno querer hacer de pasivo, pero tú genial culo. ¿Gustaría?- me dijo como si hubiera leído mis pensamientos mientras el otro aún le comía la polla.

Mi respuesta fue desnudarme, bajarme de la cama y apoyarme en ella dejando mi culo en dirección a ellos dos. Koriok se acercó, se arrodilló y empezó a hacerme un beso negro. Me encantaba su lengua, tenía tanta fuerza que podía ser follado solo por ella.

El Ajin se acercó y se arrodilló en la cama ofreciéndome su polla para una mamada, a lo cual no tardé en reaccionar metiéndomela en la boca, la lengua de Koriok jugaba con mi ano dejándolo preparado para la follada. Estuvimos así un rato hasta que Koriok decidió que mi culo estaba preparado, le dijo algo al otro con su lengua y este sacó su polla de mi boca, se bajó de la cama, me agarró de los glúteos y con un fuerte empujón me la metió de golpe. Solté un intenso gemido pues no me lo esperaba, y agradecí el trabajo de la lengua de Koriok ya que si no me hubiera roto el culo. Empezó a follarme con la misma fuerza con la que me había penetrado. Koriok miraba con morbo como me follaba y se sentó al lado pasándome la mano por la cara y jugando con los dedos en mis labios.

El Ajin dijo algo a Koriok sin dejar de follarme, este le contestó, lo que hizo que sacara la polla y le ofreciera mi culo a Koriok, el cual, con mucha más sutileza que el Ajin, me penetró y empezó a follarme. El Ayin se sentó enfrente mío y me metió la polla en la boca, pero me presionaba con las manos para que no pudiera mover la cabeza, por lo que no podía mamarsela, si no que simplemente la mantenía en mi interior. Estuvimos así hasta que Koriok aumentó el ritmo y entre sonoras respiraciones se corrió a mi interior, a lo que reaccionó el Ajin sacándola de mi boca, cogiéndome del culo de nuevo y follándome con fuerza. No tardó mucho en correrse y en dejar su corrida en mi interior junto a la de Koriok. Al cabo de unos segundos la sacó y despidiéndose en el idioma orco se fue de la habitación.

  • Perdón por rapidez, él tiene trabajo y llega tarde. - me dijo Koriok acostándose a mi lado.

Yo, que aún estaba con el culo empinado me dejé caer sobre la cama al abrigo de Koriok, aún tenía el pulso acelerado de la follada, pero el cansancio atacó de nuevo y no tardé en dormirme mientras sentía como el semen de los orcos se deslizaba por mis glúteos.

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Continuará...

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