El calor de un prostituto (parte 16)
Aiden huye de la cárcel entre folladas
El retumbar de la armadura de metal del orco con las rejas de la celda sonaba tan fuerte que en los momentos en los que me follaba con mayor intensidad pensaba que la cueva se vendría abajo. Había perdido la noción del tiempo ahí abajo, pero por los cambios de rodas diría que ya era el cuarto día. En todo este tiempo, no había hecho más que follar con los dos guardias cada vez que nos apetecía. La verdad que, si no fuera por esto, me habría dado algo del aburrimiento y el agobio de estar encerrado.
El guardia dijo algo mientras me follaba, pero no le entendí. Me agarró con una mano la cara, jugando con su dedo en mis labios y con la otra me agarró la cintura para poder mantenerme firme y follarme mejor. Su enorme y venosa polla entraba y salía de mi ano con fuerza rítmicamente, estuvo un rato, yo no paraba de tener sensaciones orgásmicas. Su polla me llenaba entero, si fuera por mi podía estar follándome todo el día. Pero, al contrario que deseaba, de repente la sacó de golpe, me acarició el cuerpo pasando sus manos con brusquedad por mi pecho y abdominales y sin acabar se fue al fondo a comer algo. A este orco le gustaba hacerlo así, follarme, dejar un rato, volver… y se pegaba así toda la guardia. Me ponía cachondísimo hasta que poco antes de irse me pegaba la follada final y los dos acabamos con orgásmicas corridas.
Me quedé a cuatro, esperando que terminara de comer para que siguiera conmigo. Escuché como otra voz hablaba con el guardia y se acercaba a mí. Miré hacia atrás y vi otro orco que, al verme a cuatro se disponía a penetrarme. SIn dejar de hablar con el guarda, metió su polla con delicadeza, como tanteando si estaba abierto. Al darse cuenta de que estaba perfectamente dilatado, la metió de golpe y empezó a follarme con gusto. Aunque me costaba reconocerlo por la penumbra, me sonaba su polla y actitud, diría que ya había follado con este.
El guardia, al acabar de comer se acercó y mostrando su polla empalmada se puso a mirar cómo me follaba su compañero. Se tocaba la polla sin quitar ojo deseando que acabara para continuar lo que había dejado a medias. El que me follaba aumentó la intensidad, me agarró el culo y como si tuviera prisa, se corrió en mi interior con un sonoro orgasmo que resonó por toda la cueva al que le siguió un golpe seco, aún a cuatro, miré hacia atrás para ver qué había pasado y veo que el guarda estaba inconsciente y otro orco armado lo agarraba. Me levanté, sacando la polla del orco de mi culo y los miré asustado.
Aiden, ¿Dónde estás? - sonó la voz de Rauork al fondo que inmediatamente me calmó.
¡Aquí! - dije acercándome a la reja.
Aparecieron Rauork y Koriok junto a otros orcos. Traía unas ganzúas, una espada y se les veía nerviosos. Koriok se acercó, me acarició y fue a donde estaba el guardia inconsciente. Vi cómo le clavó algo, cogió la llave y volvió a abrirme la puerta.
- Sal, rápido. Iban a venir a matarte, hemos decidido liberarte y aparentar que fueron humanos. - dijo Rouork mientras me abría la puerta de la celda.
Cuando abrió, Koriok entró y lo primero que hizo fue abrazarme y acariciarme. Se le notaba aliviado, quizás pensaba que había llegado tarde o algo. Mi corazón desbocado y la sonrojes de mis mejillas dejaban claro que le había echado de menos. Mi polla, terminó de empalmarse de nuevo en medio del abrazo. Koriok la notó crecer en sus piernas, a lo cual se separó ligeramente para mirar y confirmar lo que sentía y me sonrió con picardía y morbo.
Ahora no, vamos que pueden llegar en cualquier momento- Dijo Rouork percatándose de la situación.
¿Y ellos? - pregunté señalando a los otros orcos.
Amigos que estaban de acuerdo en liberarte y querían ayudar. - me dijo mientras empezábamos a salir de allí.
Estaba algo confundido ¿por qué quieren matarme si más que una amenaza soy un beneficio para sus pollas? ¿Tanta rabia tienen algunos contra los humanos? Al momento salimos de la cueva, la luz del sol del mediodía me encandiló interrumpiendo mis pensamientos, pero lo agradecía infinitamente junto a la sensación de la brisa en mi cuerpo desnudo que era tan agradable que podría haberme quedado un rato simplemente sintiéndola, pero al enfocar la vista vi que dos guardias de la entrada también estaban dormidos, lo que me devolvió a la realidad. Ambos tenían una especie de dardos clavados en el brazo. Muy similares a los que llevaban algunos cazadores humanos para dormir grandes animales.
Los otros orcos se alejaron de la cueva y se pusieron a ojear por si veían a alguien. Rouork y Koriok, rebuscaron detrás de unas vasijas y sacaron mochilas y ropas.
Toma.- dijo Rouork dándome una mochila, te puse todo lo que se me ocurrió, Koriok va contigo. Os dirigis a una aldea de semihumanos al este.
¿Y tú, ustedes?- le pregunté mientras procesaba lo que estaba pasando.
Yo me tengo que quedar, sería sospechoso si me fuera. Koriok tiene la excusa de que hoy le tocaba volver a la ciudad.
Koriok se estaba colocando una armadura ligera de cuero y metal que le quedaba bastante sexy. Quizás lo veía así porque aún estaba cachondo ya que me había dejado a medias. A mí me dio una ropa que me quedaba ligeramente grande, un camisón y pantalones de lino marrón y unas piezas de armadura de cuero. Al vestirme no pude evitar sentirme incómodo, todo me rozaba y molestaba. Uno se acostumbra rápido a la comodidad de la desnudez. Cuando acabamos de prepararnos Koriok se colgó la maleta y le dijo algo a Rouork. Por sus expresiones se estaban despidiendo.
Es una pena que no haya podido ser de otra forma.- Rouork se me acercó y me abrazó con fuerza.- Cuando todo pase y se rebaje la tensión entre nuestras razas, ven a verme a la ciudad.
Claro, ¡Eso no lo dudes!- Aunque lo dije con ánimo, en ese momento empecé a sentir tristeza e incluso un nudo en mi estómago, pero el cálido abrazo me aliviaba.
Rouork se alejó, vigiló la entrada, miró a los otros para confirmar que no había nadie y con un gesto nos dio la señal de que podíamos irnos. Koriok se recolocó la espada, me agarró del brazo y empezó a caminar hacia el bosque.
Nos metimos entre árboles y matorrales sin mirar atrás. Koriok se paraba cada poco para escuchar con atención y olisquear el aire. De repente se paró en seco, me hizo un gesto seco con la mano y parecía que había dejado hasta de respirar. Le imité sin saber que pasaba, hasta que al momento vi dos orcos pasar. Empecé a temblar, Koriok que se percató me puso la mano sobre el hombro y apretó con suavidad calmándome. Los orcos pasaron sin darse cuenta y nosotros seguimos nuestro camino. Al rato, junto a unas matas Koriok se volvió a parar en seco. Pero esta vez le noté nervioso. Al escuchar con atención percibí una especie de gruñido que se acercaba. Koriok se llevó la mano a la espada y contuve la respiración. De detrás de unos árboles apareció un orco que nos había detectado. Gritó algo al aire y enseguida Koriok le respondió, lo que relajó el tenso ambiente e hizo que se levantara para hablarle mejor, parecía que se conocían. Aun así, por el tono y las señas algo pasaba.
El amigo, ayudar, pero querer compensación - me dijo Koriok mirando con cautela los alrededores.
¿Y cómo puedo compensarle? - le dije sabiendo a lo que se refería, pues su amigo me estaba mirando con deseo.
Quiere probar culo. Rápido.
Aún estaba algo inquieto de la huida como para follar así como así, pero me acerqué y al ver como el orco soltaba el arma que llevaba y se le empalmaba su venosa polla empecé a encenderme. Al llegar a él, me arrodillé a mamar, sabía algo a sudor y tenía el cabezón más grande de lo normal, lo que le daba un aspecto gracioso. Aunque mi intención era seguir mamando un rato, parece que el orco quería probar mi culo ya, pues me levantó y me giró bajandome los pantalones para poner su polla en mi trasero. Por suerte, aunque era larga era fina así que se fue abriendo camino fácil. Me concentré y respiré con profundidad para relajar el ano y que entrara mejor, lo cual hizo efecto pues fue entrando poco a poco. Me tiraba un poco, pero ya estaba cachondo y ahora solo quería que me follara, lo cual, una vez que la metió entera, empezó a hacer sin dudar. Me agarró del pecho y sin dejar de follarme me puso contra un árbol apretándose contra él y follándome con más fuerza. La corteza húmeda y aterciopelada por el musco acariciaba mi torso cada vez que el orco empujaba su polla en mi interior. Koriok miraba de vez en cuando y aunque la tenía empalmada, se centraba en vigilar los alrededores. El orco me agarró del pelo tirando hacia atrás para dejar mi cuello a merced de su lengua. Empezó a moverla con fuerza llegando hasta mi cara donde la pasó por mis labios. Yo le correspondí buscando el beso y en medio de la unión de nuestros labios noté como de su polla salía semen con intensidad en mi interior. Mientras aún me besaba, paró de golpe cubriendo mi cuerpo con sus brazos para terminar de disfrutar del orgasmo. Al rato salió de mi mirándome con aprobación y, diciéndole algo a Koriok, cogió su arma y siguió su camino ahora con una sonrisa en su cara.
Miré con morbo a Koriok, por si quería disfrutar de mí también, pero como me hizo un gesto para seguir avanzando, me recoloqué los pantalones con decepción dispuesto a seguir mientras el otro nos hacía una seña ya a lo lejos indicando que el camino estaba libre.
Al ver que no había peligro seguíamos avanzando sin descanso. Aunque estaba nervioso por la fuga, no podía evitar admirar lo bien que le quedaba la armadura. En otras condiciones, incluso podría ser un perfecto traje erótico. Tenía ganas de follar con él, pero ahora lo primero era encontrar esa aldea.
A medida que avanzábamos el bosque cambiaba, empezamos a encontrar enormes rocas de cuyas grietas se elevaban pinos de montaña y otros árboles que habían echado raíces y crecido con la brutalidad de un bosque ancestral. Sus ramas y troncos se doblaban sobre un río, que comenzamos a seguir, hasta casi tocar el agua. Nuestro avance era cada vez más lento y difícil, no tanto por Koriok, sino porque a mí me costaba moverme con su agilidad por la ribera, la enmarañada vegetación silvestre y los pastizales. Por suerte parecía que nos encontramos en una zona del bosque que nadie solía visitar, por lo que la calma empezó a sustituir mi nerviosismo.
No dejamos de caminar hasta que la noche empezó a caer. Yo no aguantaba las piernas y agradecí ver que Koriok se paraba cerca de un riachuelo que serpenteaba ya lejos del río principal. Dejó la maleta en el suelo y yo le imité, aunque mi mente estaba más calmada, mi cuerpo seguía en tensión. Notaba en la mirada y los movimientos de Koriok lo inquieto que estaba, imagino que no debe ser fácil hacer lo que está haciendo. ¿Por qué arriesgarse tanto por mí? Podía haberme dejado ir y ya está, si le pillaban ahora conmigo estaría en problemas.
¿Cómo estás? ¿vamos a dormir aquí? - dije vocalizando mucho para que me entendiera bien.
Bien, bosque… peligroso en noche. Descansar. “No distancia hasta pueblo saber”- dijo con preocupación. - ¿Tú?
Me duelen un poco los pies, pero no pasa nada - dije llevándome la mano a la cabeza a modo disculpa, ya que sabía que habíamos ido más lentos por mi culpa.
Koriok me miró con ternura y se acercó. Se sentó a mi lado e hizo un gesto para que le imitase. Al sentarme, se giró hacia mí y cogió mis pies, para no perder el equilibrio me apoyé con las manos mientras él me los examinaba con curiosidad. Con una mano empezó a masajearlos mientras con la otra rebuscó en su maleta y sacó un bote con una crema de aspecto pringoso. Me puso un poco en los pies y las piernas y masajeó con una delicada fuerza. Le miré con ternura, la verdad que le había cogido bastante cariño a Koriok. Me alegraba que decidiera venir conmigo. No sé hasta cuándo estará junto a mí, pero tengo claro que disfrutaré todo el tiempo que esté a mi lado.
Me tumbé dejándome caer hacia atrás, Koriok aumentó la fuerza que ejercía en mis pies y fue poco a poco subiéndome por la pierna relajándome los gemelos. Sin darme cuenta, se me había empalmado. Yo cerré los ojos concentrándome en disfrutar de sus intensas manos. Las cuales, poco a poco, fueron subiendo hasta meterse por debajo del pantalón y masajear mi polla. Fui a levantarme, pero Koriok me lo impidió poniéndome una mano en el pecho, parecía que quería encargarse él de todo. Sin dejar de masajearme, me bajó el pantalón dejando al aire mi pene totalmente empalmado. Se acercó y se colocó encima mío, aún con la armadura puesta, podía notar el calor de su cuerpo. Pasó su lengua por mi cuello, levantó la camisa y fue bajando lentamente por mi torso, hasta llegar a mi miembro el cual empezó a lamer con rapidez. En respuesta, moví mis pies aún algo aceitosos y los llevé a su enorme polla, la cual empecé a masturbar con ellos. Parecía que le excitaba pues empezó a lamerme y mamarme mi polla con mayor intensidad. Cuando estaba bien empapada, con una de las manos, empezó a masajear con la palma la cabeza de mi polla en círculos. Empecé a sentir chispas de placer por todo el cuerpo, no podía evitar agitarme del gusto. Él, mientras tanto, bajó la cabeza hasta mis huevos y su lengua se entretuvo con ellos mientras no dejaba de frotarme la polla. Tenía todo el cuerpo en una placentera tensión, no me faltaba mucho para correrme y Koriok, al notarlo, aumentó la intensidad con la que frotaba la cabeza de mi pene y acercó su boca colocándola abierta estratégicamente. Al momento, no pude contenerme más y toda la tensión acumulada estalló en una potente corrida que acabó dentro de la boca de Koriok, el cual se relamió al terminar de recibirla. Yo, que aún tenía los pies en su polla, se la toqué con mayor rapidéz. Él se tumbó a mi lado acariciándome el torso disfrutando de lo que le hacía. Al momento empezó a respirar con fuerza, aumente un poco la presión de mis pies en su pene y este empezó a lefar enérgicamente. El éxtasis y placer de los orgasmos nos dejaron completamente relajados lo que, junto al cansancio, hizo que no pudiera evitar quedarme dormido al abrigo del calor del cuerpo de Koriok.