El calor de un prostituto (Parte 12)

Sin esperarlo, Aiden se ve envuelto en una orgía que disfruta como nadie

La orgía Orca

Los días pasaron más o menos siguiendo la misma rutina. Me levantaba, si no estaban muy cansados o atareados follaba con Luio, Areo y,o, Eriot. Luego iba a la tienda donde directamente me desnudaba y me ponía a comer pollas aprovechando los momentos en los que no había nadie para organizar y contabilizar los baúles. Ya incluso reconocía las diferentes pollas y me había aprendido qué forma de mamar excitaba más a cada uno. De vez en cuando, los soldados que entraban material o los guardias me pegaban una follada o se corrían sobre mi mientras aún comía polla. Había aprendido que en el ejército lo importante era el placer rápido pero intenso, las tareas, entrenamientos y órdenes no dejaban lugar para follar con tranquilidad. Pero eso no impedía que disfrutaran de sus corridas y orgasmos.

Al octavo día, nos desplazamos a una zona ligeramente alejada de la ciudad. Me habían comentado que habría una batalla en nada, pero no estaba preocupado porque me aseguraron que yo me quedaría en la tienda haciendo mi trabajo. En cambio, sí que podía notar hasta en las folladas y mamadas que hacía el mar de emociones que una batalla conllevaba. Algunas pollas de las que mamaba les costaba más correrse o notaba que no disfrutaban tanto.

  • Perdona, no estoy a tope hoy- me dijo Dakarg interrumpiendo mis pensamientos al ver que llevaba un rato follándome sin poder correrse.

  • Tranquilo, puedes tomarte tu tiempo, no creo que venga nadie hoy.-le respondí

  • Recuerda que yo también tengo que ir.- Acercó su cara a mi cuerpo y olió con fuerza.- Tienes un olor muy morboso, tienes algo… es como si hubieras nacido para esto.- Me dijo sin dejar de follarme.

Dakarg era el soldado que más grande la tenía del campamento. Estaba follándome en la posición del misionero, solía colarse a primera hora de la mañana aprovechando que todo el mundo solía estar ocupado a esta hora para estrenar mi culo. Estaba enganchado a mi, ya que debido a que este semiorco  tiene una polla enorme normalmente tenía problemas para follar con otros. Pero desde que descubrió que se la podía mamar a la perfección, empezó a venir todos los días hasta que se coló en la tienda y me propuso que me dejara follar por su tremendo rabo. Aunque me costó metérmela, terminó entrando entera y al descubrir que mi culo la tragaba sin problemas, empezó a visitarme todos los días. Solía follarme con intensidad y correrse en abundancia al instante, su musculatura ligeramente exagerada, su cuerpo corpulento de un tono ya de por sí oscuro, pero con un matiz casi indistinguible esmeralda me encantaba, pero ahora este medio-orco estaba penetrándome sin disfrutarlo, se notaba que su mente estaba en otro lugar.

  • ¿Puedo?- le dije mientras me sacaba su polla para ponerme en otra postura a ver si así captaba su atención.

No me dijo palabra, pero de su ruda cara salió una sonrisa morbosa. Le empujé para que se sentara y me coloqué sobre él para empezar a cabalgar. Me agarró con fuerza, una mano sobre el culo y otra jugando con mi pecho. Le cabalgué como mejor sabía, casi como si le bailara sobre la polla. Su respiración y mirada cambiaron, había conseguido captar toda su atención y, entre fuertes respiraciones, empezó a follarme a la vez que cabalgaba para que a los pocos minutos notara como su gruesa y gran polla soltaba lefa en mi interior.

  • Ten cuidado hoy.- me dijo con su voz grave aún con su polla en mi culo. - Posiblemente ataquemos, y aunque creemos que vamos a ganar con facilidad, nunca se sabe.

  • Sí tranquilo- le respondí mientras me la sacaba y se vestía. - Confío en ustedes.

  • Si pasara lo peor, intenta huir sin miedo. Ni pienses en luchar, pues los enemigos no tienen compasión.

  • Tranquilo, no pensaba hacerlo.- le dije mientras me limpiaba y preparaba para mamar pollas, aunque hoy era la guerra y creo que no tendría mucho movimiento. Al ver a Dakarg salir de la tienda no pude evitar pensar en la primera vez que me folló. Me dejó con las piernas temblando pero lo disfruté como nadie. Ahora, gracias a que me folla todos los días, cualquier polla me entra con facilidad, incluido la suya.

Me pasé el día organizando el inventario, pues ninguna polla más apareció por allí. Por los gritos y sonidos parece que se preparaban para el ataque. Aproveché para echar un vistazo hacia fuera, y pude ver como justamente se marchaban todos los soldados en perfecta formación. Me metí de nuevo en la tienda y seguí organizando. Pasaron las horas en una extraña tranquilidad. La tensión en el campamento era palpable. De vez en cuando se escuchaban ruidos, órdenes y algún que otro temblor, seguramente por las catapultas.

Al rato empecé a escuchar muchos gritos, golpes, sonidos de metal chocando y madera crujiendo. Instintivamente me escondí entre unas cajas.

  • ¡Aiden, no salgas. Están atacando el campamento! - Escuché al guardia de la tienda gritar mientras peleaba con alguien.

Tenía el corazón desbocado, me sudaba todo el cuerpo y no podía pensar con claridad. El ruido no paraba de aumentar, entre los gritos reconocí algunas voces y me empezó a llegar el olor a humo. Al fijarme, pude ver llamas al fondo que a los pocos segundos se pasaron a la tienda en la que estaba. Tenía que salir de allí.

Salí de la tienda y corrí como un desalmado intentando ir por donde parecía más seguro. A los pocos metros, vi a varios de los guardias tendidos en el suelo. No me había dado cuenta que el suelo que pisaba estaba manchado de sangre. Me paralicé, no podía ver bien del humo y el estrés pero distinguía las figuras al fondo de los enemigos, eran orcos que luchaban sin descanso y quemaban las tiendas del campamento. Pude ver como uno olisqueaba el aire, eran famosos por tener un buen olfato. Y como si fuera a mí a quien olía, me miró fijamente desde la distancia. La parálisis se quebró y empecé a correr por instinto, mi cuerpo reaccionaba solo queriendo ir al bosque que había al fondo para esconderme allí. De una tienda salió un soldado que combatía contra un orco. Me miró, había terror en su mirada. Seguí corriendo, pero dos orcos me cortaron el paso. Uno se abalanzó sobre mí pero un soldado llegó justo a tiempo, me empujó para protegerme. Mientras caía al suelo pude ver cómo bloqueaba el golpe del orco. Noté como mi cabeza chocó contra algo duro y todo se volvió negro y silencioso.

Me despertó un extraño olor, intenté moverme, pero una cadena en mi pierna me ataba a una viga de madera. Al tomar consciencia pude ver que estaba en medio de una especie de campamento lleno de orcos. Había muchas casetas puestas de forma desorganizada con telas de animales y símbolos tribales pintadas en ellas. Entre ellas, había orcos alrededor de las hogueras, estaban desnudos comiendo y bebiendo de platos de cerámica  bellamente adornados. Parece que celebraban algo pues se les veía de buen humor. Yo estaba desnudo y cerca mío había una especie de inciensos que parecía que eran afrodisíacos, pues de solo olerlos me estaba empalmando. Habían curado el golpe en mi cabeza, pues tenía algún especie de ungüento que me relajaba la zona. Al levantarme noté que tenía algo viscoso en el culo. ¿Me habían estado follando mientras estaba inconsciente? Al ser consciente de la situación empecé a sentir una mezcla entre miedo y morbo, esto último seguramente por culpa del incienso. ¿No me habían matado? ¿Ahora era un prisionero? ¿Qué estaban celebrando? ¿Qué van a hacer conmigo?

Empecé a agitarme. Me levanté e intenté caminar pero la cadena que me sujetaba hizo su efecto y caí contra el suelo. Por suerte era mullido y no me di. Cogí la cadena con las manos e intenté safarme. Un orco se dio cuenta y al verme despierto fue a avisar a alguien. Yo me pegué al poste con mi respiración agitada, aunque me fui calmando poco a poco, parecía que el incienso era también calmante.

Al rato se acercaron varios orcos, todos desnudos menos uno en el centro, un poco más pequeño que sus compañeros y vestido con pieles de animales y collares traía un plato con hierbas y un bastón densamente decorado en la otra mano. Se adelantó y empezó a hablar con dificultad.

  • Tú… No tenga miedo, nosotros no mata a encantados. Tú eres valioso. Tú trofeo de guerra, humanos no te merecen.

Por mi cara de estupefacto se dio cuenta de que no le entendía.

  • ¡Tú! - dijo señalándome con una vara decorada en exceso.- Tú bendecido por la tierra- señaló al suelo y luego a mí. - Tú tienes gran regalo de la tierra. Tu regalo “e” sexo infinito. - terminó de decir señalando a mi polla semi-empalmada por los inciensos.

No terminaba de entenderlo aún. ¿Será que les gusto y quieren follarme? ¿Qué es eso de la tierra y regalo?

  • ¡Tú bendecido pero tonto!- gritó al ver que seguí sin entenderle. El grito había captado la atención de todos los orcos que ahora me miraban fijamente.

Dijo algo en su idioma al orco que tenía a su derecha y empezó a agitar el batón que al chocar con los collares hacía un sonido casi musical. El orco se acercó, su polla se empezó a empalmar a medida que se aproximaba, por lo cual pude entender lo que quería. Su polla, como la de todos los orcos que podía ver era enorme, más o menos como la de Dakarg, algunas un poco más pequeñas y otras más grandes, pero todas tenían venas muy marcadas. Al llegar a mi me olió con fuerza, me dio la vuelta poniéndome contra el poste y puso su polla en mi culo.

-  Tranquilo, ya te hemos probado ¿Puedo?- me dijo al oído.

Me sorprendió, pues no esperaba que hablara mi idioma ni que pidiera permiso. Tardé en reaccionar y me quedé como bobo mirando su polla.

  • Relájate, estás tenso. Así no vas a disfrutar. No te preocupes por el tamaño, tu culo puede y las plantas ayudan- hablaba mi idioma con un acento extraño pero se le entendía perfectamente.

Respiré hondo y me centré, notaba como el incienso entraba por mis pulmones al respirara y hacía su efecto. Ahora que estaba más calmado la situación me estaba dando mucho morbo. Empezó a acariciarme el cuerpo con suavidad, lo que ayudó a relajarme. Por lo que me decía estaba claro que quería follarme, así que me di la vuelta con cuidado y empujé mi culo contra su polla, señal que entendió a la perfección metiéndomela entera. Ahora mismo agradecía infinitamente que Dakarg me follara casi a diario en el campamento, pues el pene de este orco era más grande que el de él y me hubiera hecho un destrozo al penetrarme si no fuera porque había estado follando con él. Aun así, su polla era más suave de los que me esperaba, pero se notaba ardiente y morboso. Empezó a follarme con movimientos irregulares pero intensos mientras me acariciaba. Todos los orcos nos miraban, a algunos se les empezó a empalmar mostrando orgullosos sus perfectos penes.

  • ¿Aún no lo entiendes?- me volvió a decir al odio.

  • ¿Soy vuestro esclavo ahora, no?- le dije entre gemidos de placer.

  • No… -dijo sin dejar de follarme. -Tú tienes un don, regalo de la tierra. Puedes follar lo que sea el tiempo que sea y encima a cualquier persona le da un morbo enorme follar contigo. Los guerreros que te capturaron no pudieron resistirse en probarte.

  • ¿Cómo?- le pregunté mientras apretaba el culo contra su pelvis, para que me penetrara más profundamente pues me estaba encantado.

  • Ustedes los humanos sois toscos… No podéis oler las esencias de los demás.

Me folló con fuerza, cogiéndome de la cintura e incluso levantandome ligeramente en el aire para, luego de unas estampidas, sacar su polla con lentitud. Se puso delante mio y me obligó a ponerme a cuatro para que le mamara la polla. En la boca se sentía aún más cálida que atrás.

  • Nosotros, por el olor sabemos la bendición de tierra que recibe cada ser. Algunos más fuerza, otros más inteligencia, otros agilidad, otros el don de la palabra, tú el don del sexo. Pero lo tuyo no es normal, nunca habíamos visto a nadie como tú… y menos siendo humano

  • “¿Po….Qué?” - intenté decir, pero con su polla en mi boca solo me salió a medias.

  • Los humanos sois una raza que no suele tener muchas bendiciones.

Empezó a follarme la boca con intensidad y al poco rato se corrió abundantemente en mi boca y cara. Nada más acabar pude escuchar como el orco del bastón lo agitaba y otros orcos se acercaban, me rodearon y empezaron a follarme de golpe por atrás y por delante. Al fondo pude ver cómo dos comenzaban a follar también. Había escuchado que los orcos eran de las razas más sexuales y por ello eran bastante demandados en los prostíbulos,  pero por la guerra nos habíamos distanciado de ellos.

El primer orco que me folló quedó cerca viendo como me follaban. Cuando me dí cuenta, aunque tenía a muchos a mi alrededor, la mayoría follaba entre ellos. Empezaron a follarme de dos en dos, pensaba que serían más salvajes, pero les gustaba mucho acariciarme y se tomaban su tiempo para disfrutarme. En comparación, los soldados eran los salvajes. Al acabar uno de ellos de correrse en mi boca, le sustituyó otro que me miraba con intensidad. Su cara me sonaba, creo que era uno de los que vi en el campo de batalla. Me acarició la cara con suavidad, intentó decirme algo pero no entendía su idioma. Señaló su pene y luego el mío mientras me hacía más señas, pero entre que no le entendía y que me estaban follando sin parar el culo, se me hacía imposible entenderle. El orco pareció cansarse de intentar decirme algo y simplemente me metió la polla en la boca para que se la mamara, era más suave y cálida que las que me habían metido hasta ahora estuvo un rato follándome la boca, acompasado con el que me follaba el culo y en todo el rato no dejaba de mirarme con intensidad. Al acabar, se retiró y otro orco enseguida ocupó su lugar sentándose delante mío, cogió mi cabeza con sus pies y empezó a follarme la boca empujándome la cabeza con ellos. Mientras, detrás seguían follandome sin parar, ya había perdido la cuenta de cuántos se habían corrido en mí, había perdido la noción del tiempo y yo no hacía más que disfrutar. La mayoría se tumbaba donde veía y se quedaban dormidos tras follarme, pero el orco que me había hablado en mi idioma y follado seguía mirándome, mientras hablaba con el que intentó decirme algo. Al rato parecía que ya habían acabado conmigo, pues no quedaba nadie alrededor salvo el que me estaba follando la boca. Al acabar se retiró también. Me puse boca arriba para descansar las rodillas y la espalda que me dolían de estar tanto tiempo en esa posición, mi cuerpo estaba muy pegajoso de todo el semen que habían soltado sobre mí.

Cuando pensé que habían acabado vi aparecer a unos orcos algo más jóvenes, diría que eran lo equivalente a adolescentes, pues casi parecían adultos sin llegar a serlo. Se fueron acercando con cuidado al ver que los adultos habían acabado conmigo. Tenían las pollas casi tan grandes como la de los adultos, incluso parecían algo desproporcionadas en comparación con sus cuerpos. Se acercaron, uno se arrodilló y empezó a follarme la boca aún estando boca arriba. Otro me levantó los pies con las manos y me metió la polla, me dio la sensación de que estaban compitiendo de alguna manera. Los otros se pusieron alrededor a masturbarse, así que alargué los brazos para echarles una mano. El que tenía en mi boca, que parecía además el que mandaba entre los jóvenes se corrió primero, tuve que tragar directamente su abundante semen para no atragantarme. Sacó la polla de mi boca, me puso los huevos en la cara y se quedó mirando como me iban follando sus amigos. Tenía el culo tan dilatado que todas me entraban con facilidad, ya no sé ni cuantas veces me había corrido yo del morbo, pero volví a correrme cuando uno de ellos empezó a follarme con maestría mientras me levantaba los pies con una mano y me pisaba el pecho, una pose extraña pero morbosa. Cuando se corrió en mi interior salió con cuidado, el que tenía los huevos en mi cara se levantó y se fueron hablando en su idioma.

El primer orco que me folló seguía ahí mirandome y al ver que se habían ido los demás se acercó.

  • Lo ves… nadie podría haber aguantado y disfrutando como tú lo acabas de hacer. La tierra te ha bendecido.

Se sentó a mi lado mirando mi cuerpo desnudo empapado de semen. Alargó la mano y de un cuenco sacó un tarro y unas telas.

  • Límpiate y ponte esto en el culo- dijo señalando al ungüento del tarro. Aunque quizás esto no sea nada para tí, te ayudará a que no tengas molestias.

  • ¿Qué vais a hacer conmigo? - dije al ver que se levantaba y se iba

  • No lo tenemos claro, normalmente liberamos a los benditos, pero con esta guerra todo ha cambiado…

  • Puedo follar lo que sea a cambio de no morir, o que me libereis cuando os aburrais de mí.- dije casi sin pensar, y al momento me di cuenta de lo ridículo o cobarde que había sonado.

  • Dudo que alguien pueda aburrirse de ti, pero mañana hablaremos.- dijo mientras se alejaba dejándome ver su ancha espalda y un culo digno de respeto.

Desde luego, la imagen que tenía de los orcos es muy diferente de la que estaba viendo. Eran mucho más guapos, morbosos y cuidadosos de lo que se decía de ellos. Quizás lo único malo es que parece que me iba a tocar dormir a la intemperie, por suerte hacía buen clima. Muchos orcos descansaban plácidamente no muy lejos, parece que era lo normal para ellos al igual que hacer vida desnudos. Pero yo no sé si podría dormir esa noche pues aún me duraba el morbo de la orgía de hoy.

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Continuará...

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