El callejón

No mires la oscuridad o te devorará

El callejón

Mi nombre es Sabrina, estudio en un instituto privado, tengo pelo largo con coleta, tras mis gafas redondas están mis ojos castaños, tengo cara redonda y labios carnosos y un poco de papada, senos grandes con pezones grandes de un color case idéntico al de mi piel, soy un poco gordita pero estoy haciendo deporte.

No, nunca tuve novio ¿Quién querría estar conmigo? Si, no tengo mucha autoestima por mucho que mis amigas intenten levantármela.

Lo que paso es… ¿por donde empiezo?

En el trayecto a un centro comercial, una de mis amigas pidió que cambiásemos de ruta, la otra también afirmó que debíamos hacer lo mismo.

Yo no entendía eso y pregunté.

Me señalaron un callejón.

-Sabrina, en las noticias pusieron que allí… cinco hombres violaron durante horas a una mujer, que no contentos por…. Eso, la golpearon hasta desfigurarla.

Eso me espantó.

-yo oí que desaparecieron cuatro chicas al entrar allí, que según dicen ahora son prostitutas en un país asiático.

Les hice saber a mis amigas que quería irme lejos de ese sitio esas historias me dejaron aterrada.

Y así lo hicimos, fuimos al centro comercial y disfrutamos del día.

El resto del día fue normal hasta… la noche.

No dejaba de pensar en ese callejón, me daba miedo, pero… algo me obligaba a pensar en ese sitio, sentía que me mojaba, inconscientemente me toqué el vello púbico y… lentamente…. Mi clítoris.

Intenté imaginarme al capitán del equipo de futbol, cielos, que bueno estaba ese cabrón, que abdominales tenia, que paquete, mi dedo acariciaba mi clítoris con ganas mientras me lo imaginaba tomando con fuerza mi virginidad.

Silencié un orgasmo y me dormí.

Pero soñé algo, soñé que la novia del capitán que me abofeteaba mientras sus amigas cheerleaders me inmovilizaban, me dijo que era una puta y que tenia que irme a mi sitio.

Me empujaron al callejón, donde salieron decenas de manos agarrándome, arrastrándome a esa oscuridad mientras esas arpías se reían, tras entrar en ese callejón, caí sobre un mugriento colchón y las manos me arrancaban la ropa, da igual cuanto me resistiese, esas manos me mantenían quieta, entonces un mendigo borracho se acercó a mi, con la polla, Diós ¿Qué le pasaba a esa polla? Era asquerosa.

Se acercaba a mi con una sonrisa, apoyándose sobre mi concha.

Desperté gritando, me toqué abajo, cielos, era un sueño, era un puto sueño, ¡Gracias a Dios!.

Pero… ¿Por qué estaba tan mojada?

Por la mañana en el colegio, varias chicas hablaban de ese callejón, yo escuchaba atentamente cada historia, cada detalle.

Lejos de espantarme, me… excitaba, cada historia cada escena que describían, si es enfermizo, pero me excitaba.

Durante toda la clase no podía pensar en ese callejón, en la sensación húmeda de mis bragas, en mis pezones que se clavaban en mi sujetador.

Por la noche descargué una película antigua, antigua, pero violenta, “i Split in your grave”, no podía evitar llorar al ver lo que le hacían a la pobre porta, pero cuando me di cuenta, vi mi dedo metido en mi interior y mi camisa del pijama subido con mis pechos descubiertos.

Me sentía enferma, pero no podía dejar de mover el dedo dentro de mi, no podía dejar de tocarme, Dios, me doy asco, pero estaba llegando a un orgasmo brutal, me convulsioné un poco y recobre el aliento, apagué de inmediato la peli y borré los archivos.

¿Qué me estaba pasado?

Los días siguientes me acercaba al callejón, con miedo, las historias que se oían eran de pesadilla, pero no podía evitarlo, parecía ese foso profundo que daba miedo mirar.

Pero mirabas, no podías evitarlo, mirabas de manera hipnótica esa oscuridad, esa profundidad.

Esta noche… esta noche me hundiré en la oscuridad.

Me di una larga ducha de agua caliente frotando mi cuerpo con la esponja, limpiando cualquier sitio de mi piel me concentré en la cara, quería despejarme, quería pensarlo mejor.

Pero no… ese sitio me llamaba.

Me senté en el váter y apliqué crema de afeitar en mi zona púbica, con cuidado y lentitud… desnudaba mi intimidad, pasada tras pasada, allá donde había pelo, ahora había piel, algo irritada por la cuchilla, pero suave como el caramelo.

Salvo cuando era pequeña, nunca lo vi… desnudo, parecía el de una niña así de cerrado.

¿seré todavía una niña?

Aproveché para depilarme también las piernas y las axilas.

Al salir del baño, fui a ponerme mis bragas más sexis, las que reservaba para mi… primera vez.

Pero… las dejé, también el sujetador, la falda iba a ponérmela.

Pero la dejé, decidí ir con calzado deportivo y gabardina.

Antes de irme me miré en el espejo.

-es un error, es un error, es un error, es un error, es un error, es un error - me decía a mi misma de forma obsesiva.

Pero como si fuera una autómata salía a la calle.

Bajo esa gabardina estaba desnuda, indefensa, cualquiera podría acercarse y hacerle lo que se le antoje y no podría decir nada ¿Por qué iba con esas pintas? Ni siquiera he salido a la calle y ya me tiemblan las piernas, pasar al lado de gente me daba sensación de ahogo y me apartaba sin dudarlo, no podia pensar en si me pillaran, porque esa idea me daba una sensación de vértigo que casi me desmayo, pero cuando casi chillo es cuando salió mi madre de una tienda, menos mal que estaba distraída con el móvil por que si me viese con estas pintas y supiese lo que iba a hacer…

¡me moriría!

Era invierno, debería hacer frio, pero yo sudaba nerviosa, miraba a la gente ¡lo saben! ¡seguro que lo saben! Seguro que piensan que soy una cochina que se prostituye.

Me sostengo en una pared, me esta faltando el aire, pero al levantar la vista, lo vi.

El callejón, esta frente mio, mi objetivo.

Estoy temblando como una hoja, no puedo moverme, quiero irme a casa, quiero irme a mi cama con veinte pijamas puestos, quiero ponerme un burka y nadie me vea desnuda.

Cierro los ojos me absorto en mis pensamientos, tras eso, veo que estoy dentro del callejón, no estoy lejos de la via principal, pero…

He de seguir, un simple paso me cuesta todo el esfuerzo del mundo, el callejón esta lleno de grafitis intimidantes, basura tirada, olor a meados, mendigos que dormían.

Mi cerebro no paraba de imaginar que alguno se despertara y supiese que estoy desnuda, que se lanzarían a por mi y abusar de mi, una violación interminable que acabaría enferma, embarazada y traumatizada, uno tras otro me violarían varias veces sin ninguna consideración, turnándose con mi inmaculada vagina mientras uno pisaba mi cuello o peor, que todos lo hicieran a la vez con todos mis orificios y me dejasen abandonada en un charco de semen que seguramente me obligarían a beber .

No paraba de llorar, quería salir de ese lugar, quería correr, quería no haber tomado esa decisión en toda mi vida.

Caí de rodillas llorando, quería que esto acabase, quería que me usasen de una vez, solo para acabar con esa angustia.

No paraba de hiperventilar, intento levantarme, mis piernas no responden, veo a alguien caminar, viene a por mi, no quiero, no quiero, no quiero TT.

-¿esta bien? - Me preguntó ese hombre.

Levanté la mirada y casi me caigo del susto, tenia piercings y tatuajes y una cresta de mohicano.

Quería hablar, pero solo balbuceaba, el hombre me miraba raro.

-¿llamo una ambulancia? – preguntó el mohicano.

-n-no, estoy bien – le respondí más calmada.

El me ayudó a levantarme y me acompañó a la salida del callejón.

Al verle mejor, veía que era muy fornido y a pesar de los piercings es guapo,.

-¿duelen los tatuajes? - pregunté.

-me los hice yo mismo, soy tatuador ¿te interesa un tatuaje? – me respondió.

Nunca lo habría pensado, había visto amigas con tatuajes guais, otros más discretos, incluso la jodida jefa de las cheerleaders tenia un conejo tatuado en el pubis.

Creo que me tocaba a mi.

Cuando salimos del callejón intercambiamos los números de teléfono y me dijo donde tenia su local, me sentí tan aliviada que le di un beso en la mejilla y tras despedirme de el me fui a casa.

Cuando llegue a mi habitación, me quité la gabardina y me miré en el espejo y empecé a pensar ¿Qué me tatuaría?