El cálido viento del Este 08 El consuelo de Mikel

-Venga Iker, no me jodas, tú lo estas deseando igual que yo, te conozco, nos conocemos, te estás muriendo porque te meta la polla.

Ha llegado el domingo y mi padre tiene que partir de nuevo a su trabajo,  junto con mi tío. El sábado y el domingo, Idoia ha venido a visitarme y a estar un rato conmigo, ahora está menos tiempo, Edur y Mikel vienen también. Mikel es el que más tiempo pasa a mi lado, entreteniéndome y haciéndome reír.

Alberto no ha venido en estos días a verme, estoy empezando a preocuparme y quiero preguntarle a mi prima por él. Mi cuerpo va mejorando, han pasado cuatro días y puedo empezar a levantarme a ratos sin sentir mucho dolor.

El lunes a media mañana llega Idoia, se tira en la cama a mi lado, viene con bañador, camino de la piscina y a recoger a mi madre supongo. La dejo que juegue un poco conmigo, como siempre besándome y dándome mimos, aunque a veces me queje un poco.

-Como van las clases de natación de los niños.  –la pregunto indirectamente.

-Varios niños ya se sostienen y flotan solos, y alguno mayor ha comenzado a nadar.

-Ahora tendrá mucho trabajo Alberto, como no estoy yo para ayudarles. –la miro a los ojos, y una sombra nubla su mirada tan bonita, como la de Mikel su hermano.

-Hay otro chico que les ayuda, Alberto me ha preguntado por ti, quería saber cómo te encuentras.

-¿No quiere venir a verme?, le produciré miedo.  –emito una suave risa que Idoia no secunda.

-Sus padres no le permiten que venga a verte. En la urbanización hablan cosas muy feas de ti.

-¿Cosas feas de mi?, ¿qué cosas pueden decir?, si llevo encerrado cinco días sin salir.

-Es sobre tu caída, nadie lo cree, dicen que andas con muchachos malos, de mala vida, y que lo que te ha pasado ha sido una pelea entre chicos.

A la tarde es Mikel el que viene a estar un rato conmigo, para entretenerme dice él, llega en traje de baño y en chanclas con una toalla al hombro, oigo a Ramoni que le riñe desde abajo, alguna trastada que le habrá hecho.

Se tiende a mi lado en la cama, pone sus manos detrás de su nuca, me llega el leve olor de su sobaco, me giro para mirarle, resulta todo un cuadro erótico, me tiraría sobre él y me lo comería entero, y… volveríamos a lo de siempre, a que me follara lo que quisiera sin llegar yo a disfrutarlo, a servirle de objeto para que él se desahogue.

Me hacen gracia mis propios pensamientos y de mi boca sale una risita, vuelve su cuerpo y clava su mirada tan verde en mi, alarga su mano derecha y pasa, con suavidad, la yema de sus dedos por mis labios.

-Ya se te han curado, es una pena que te rompieran estos labios tan bonitos.

-No empieces de nuevo Mikel los labios me los rompí yo, al morderme, ¿has hablado con Fidel?

Vuelve a su postura anterior y queda pensativo.

-El sábado hable con él, estando sereno, me dijo que te diera las gracias por no presentar una denuncia contra él.

-¿Y qué más? ¿Solo le preocupa su seguridad?

-Te va a dejar tranquilo, me lo ha prometido, pero la verdad es que no me fio de él.

-¿Y quién ha lanzado la noticia de que yo he tenido una pelea?

-Él lo ha hecho, tenía que defenderse, cuando se le pasó la borrachera y Sergio le contó lo que había ocurrido, no sabía cuál iba a ser tu reacción, y para cubrirse las espaldas, por si le ponías una denuncia, lanzó el bulo de que habíais tenido una pelea, el pueblo al conocerle sacó sus conclusiones, ya se imaginó el motivo.

-¿Por drogas?  -lo pregunto y se cual será la respuesta.

-Así es, para cuando termine el verano todo se habrá olvidado y para el año que viene no se acordará nadie.  –mientras Mikel me iba hablando pensaba que no era extraño que los padres de Alberto, reaccionaran como lo habían hecho, que no le permitieran a su hijo que se tratara con un tipo como yo, si suponían que todo eso era cierto.

-Y el mal que me ha causado, ¿quién lo reparará?

-Eso ya no tiene arreglo, ¡pero coño!, eres el primero que se ha atrevido a enfrentársele, has cogido, en poco tiempo, fama de duro en el pueblo. Será difícil que ahora se meta cualquiera contigo.  –emite una risita de regocijo.

Quedamos en silencio un momento, Mikel se vuelve a mirarme, con su mano acaricia mi rostro y la introduce por el hueco que queda entre los botones de la camisa, acaricia mi pezón izquierdo y va descendiendo con su mano por mi cuerpo. Se lo que pretende y yo lo deseo, pero no lo quiero, no como lo hacíamos hasta hace bien poco.

-No, Mikel, no sigas, todo ha cambiado.

-Venga Iker, no me jodas, tú lo estas deseando igual que yo, te conozco, nos conocemos, te estás muriendo porque te meta la polla.

Se soporta sobre su codo, tiene su cara muy cerca de la mía y su saliva microscópica me salpica, baja su cabeza y cubre mi boca con la suya, otra sorpresa que recibo, sus labios saben deliciosos, siempre he deseado que esto sucediera y hasta ahora no lo había conseguido. Le aparto sin violencia, empujándole del pecho.

-No, te he dicho que no, no voy a volver a dejar que me folles, y cuando te has corrido me dejes tirado como un trapo sucio, eso se acabó.  –me siento en el borde de la cama, él continua tendido.

-Me gustas Iker, ¡joder!, si hasta ahora no hemos tenido problemas y creía que te gustaba como te lo hacía, que disfrutabas con ello, nunca dijiste nada y ahora me sales con éstas.

-Creo que debemos pensar las cosas más despacio, ahora es mejor que te vayas a dar un baño, a eso ibas.  –señalo su toalla y el traje de baño que lleva puesto. Suelta una carcajada.

-No, te equivocas, no era mi intención darme un baño, me he vestido así para provocarte. –continúa riendo sujetando sus abdominales y no tengo más remedio que secundarle en su risa.

-Eres terrible Mikel.  –pero lo cierto es, que se está produciendo un cambio asombroso en mi primo, nunca antes habíamos tenido esta confianza, ni una charla de este tipo, ni había recibido por su parte atención alguna, ni un beso. Alargó sus brazos y me sujetó por la cintura, me tiro encima de él, puso su rostro pegado al mío y volvió a besarme los labios con un beso suave y divino.

-Te deseo Iker, pero me marcho, no quiero que te enfades conmigo, que pienses que solo te quiero para follarte. Ven a dar una vuelta por el jardín, acompáñame.

-Mañana, ahora quiero descansar. Gracias Mikel.

-Gracias a ti pequeñín.  –me da otro pequeño beso, ahora en la mejilla y marcha hacia la puerta contoneando su cuerpo, para causarme la risa y lo logra.

A la mañana siguiente me decido, después de desayunar,  sin hablar,  no sé qué sucede, ahora nadie habla en la mesa, en las comidas, como antes, las dos están serias, mamá y Ramoni no se hablan ni entre ellas.

-Voy a dar una vuelta y tomar un baño ahora que es temprano y no habrá mucha gente en la piscina.

-Aún tienes marcas en el cuerpo, ¿así vas a ir, a que te vean?  -me quedo sorprendido, de repente me he convertido en un apestoso al que nadie puede ver.

-Laura, yo no he hecho algo malo. –miro apenado a mi madre.  –No tengo algo que ocultar, bueno igual si, por el sol que no es bueno para los moretones de los golpes que recibí.  –Ramoni ríe la gracia y mamá la mira censurándola.

Llevo una camisa puesta, suelta, sin abotonar, pero es posible que Laura tenga razón, tampoco hay que andar enseñando  lo que no es agradable recordar. Es pronto, no hay mucha gente aún, no han llegado los niños para la clase de natación. David está comprobando la temperatura del agua y los resultados de los análisis que suele hacer. Cuando llego donde él levanta la mirada del termómetro que está dentro del agua en el vaso de la piscina.

-Vaya Iker, ¿ya estás bien?  -se pone en pie y me mira francamente a los ojos.

-Las clases…, se ha ofrecido otro chaval para sustituirte.  –se queda pensativo sin saber continuar.

-Me lo ha dicho mi prima, ¿y qué tal va todo? Dice que los chicos son listos y van progresando.

-¡Joder! Iker, no sé lo que ha sucedido, las madres no quieren que sus niños estén contigo y a mí me importa una mierda, tu eres un tipo estupendo, alguna ha soliviantado a las demás diciendo que eres una mala influencia.  –parece que le iba a dar un ataque el pobre David. Le sonreí y choqué mi puño con su hombro.

-Tranquilo David, no pasa nada, no he venido a retomar mi puesto. Tú tienes que realizar tu labor como se te pida, he venido para hablar con Alberto y a echar un vistazo a los chavales. No pasa nada.

-Es que no entiendo lo que sucede en este pueblo, menos mal que yo no vivo aquí. Verás no puedo evitar que hables con Alberto como pretende su padre, que se ha creído que yo soy una autoridad, pero no quiere que hables con él ni que te acerques.  –cerré mis dietes con rabia, le miré y susurré más que hablé.

-Me importa una mierda lo que piense el padre de Alberto, allá él con sus pensamientos, quiero saber su opinión, lo que opina sobre mí, es lo único que tiene importancia ahora.

-Pero le vas a poner en un compromiso si le hablas y alguien lo ve y se lo dice a su padre.

La conversación se interrumpió, llegaban unas madres con sus niños, que al verme, corrieron hacía mi para abrazarse a mis piernas. Una de ellas les llamó, reclamándoles que volvieran, las demás callaron, los niños no obedecían y con suavidad les aparté de mi para que volvieran donde se encontraban sus madres.

Estaba en el recinto cerrado con barandilla y me dirigí al otro extremo para salir por el acceso contrario. No quería que hubiera un encontronazo con esa madre. Salí del recinto de piscinas y extendí la toalla en el césped y me tumbé sobre ella sin quitarme la camisa. Pensé que Laura había tenido razón y que había hecho muy bien en llevar mi camisa puesta, para que no se vieran las consecuencias de aquella pretendida pelea.

Durante un rato estuve con mi mente en blanco, mirando al cielo, a las golondrinas volar muy bajo, seguían aún bebiendo de la piscina en sus vuelos rasantes. Oí los primeros chapoteos, risas y quejas de los niños al entrar en el agua, las clases comenzaban. Giré mi cuerpo para colocarme boca abajo y levanté mi cabeza. Nuestras miradas se encontraron, se había puesto más moreno y su rubio pelo brillaba como el oro, deslumbrante,  y los zafiros me miraban angustiados, no sonreía y le temblaban los labios.

Y entendí, en ese momento, que debía alejarme, ¿qué coño hacía yo allí, complicando la vida a los demás? Aquella gente había ido allí para pasar dos meses tranquilos, sosegados, para disfrutar de unas vacaciones por las que suspiramos todos cada año. Los padres de Alberto, que le querrían lo indecible, y sufrirían de igual forma al pensar que a su hijo pudiera pasarle algo.  Recogí mi toalla y me alejé del recinto de piscinas, me coloqué detrás de unos arbustos donde solo escuchaba el chapoteo de los niños, sus gritos maravillados, cuando uno conseguía dar una brazada sosteniéndose en el agua y alguna vez la voz de Alberto, de David, del otro chico dando alguna orden. Y el bendito sueño, vino en mi ayuda, a salvarme, a evadirme de mi paraíso ganado y perdido en unas horas.

Me despertaron las caricias en mi rostro, cuando unos suaves labios me lo besaron todo y al mirar me encontré con el verde chispeante de la mirada de Idoia.

-Llevaba un rato buscándote y no te veía por parte alguna, te estás poniendo rojo, voy a buscar el protector.  –no me dio la oportunidad de decirle sí o no, corrió, imagino que iba donde se encontraba mamá para coger la pasta protectora.

Cuando volvió la aplicó y extendió sobre mi cara, con sus deditos tan suaves, tan delicados, desabotonó mi camisa y lo mismo hizo con mi pecho, poniendo especial cuidado donde se veía una parte de la piel morada. Termino y se tumbo cobre el verde colocando su cabecita sobre mi cadera.

-Iker, Alberto y yo no creemos lo que cuentan de ti, ellos se han inventado esa historia y Mikel le decía a mamá que tú eras el chico más bueno que él conoce y que eso era un infundio. Nosotros te creemos Iker.

Acaricié con ternura su pelo y así permanecimos un rato. De repente sujetaron mis manos y tiraron de mí, me pusieron en pie a la fuerza. Mikel y Edur, riendo ambos tiraban de mí hasta ponerme derecho, también estaba Malder que reía contagiado y un par de chavales más, la clase de los pequeños había terminado. Mikel pidió permiso a David para usar una pelota y jugar en el agua, lo concedió pero siempre que alguna otra persona no quisiera bañarse. Solo había mujeres, que a lo sumo, impelidas por el calor, se acercaban a tomar una ducha refrescante.

Estuvimos bastante tiempo nadando y jugando;  en la orilla de siempre, con la  mirada triste, moviendo con desgana sus pies dentro del agua permanecía Alberto, mirándonos como jugábamos y algunas veces algo le hacía gracia y esbozaba una sonrisa. Luego llegó Idoia que se sentó a su lado y al rato reían los dos. Bendita Idoia, en ese momento le hice un altar en mi corazón.

Esa tarde Mikel vino antes de la cena a mi casa, mi madre le invitó para que se quedara a cenar, llamó a su madre y se quedó, después de la cena.

-Tía vamos a ir un rato al pueblo.  –mi madre se nos queda mirando y me mira interrogativamente, yo me encojo de hombros, no tengo deseo alguno de ir.

-Venga tía, no le vas a tener prisionero todo el verano.  –Mikel se pone en pie y va donde mi madre a abrazarla, bueno, Mikel es la debilidad de mi madre, ¿qué digo Mikel?, a sus tres sobrinos les quiere con locura. Mimoso le da un beso en la mejilla y ella le espanta, Ramoni gruñe, en lugar de decir su parecer gruñe, y todos sabemos que no está conforme ni con Mikel ni con mi madre.

Además de Fidel hay otros grupos de chicos, más normales, después de dar una vuelta por la plaza nos encontramos con Malder, su amigo el de los pantalones pitillo y las botas militares, tiene una lonja, es de su padre, pero él la utiliza para reuniones y esas cosas, como un club de jóvenes, con butacas viejas que han recogido de alguna casa que no las querían, algún otro mobiliario y, eso sí, un aparato de música que lo habrán robado, porque debe valer una fortuna y un plasma de cuarenta pulgadas.

Hay media docena de chavales, salvo a Mikel y a Malder al resto solo les conozco de verles por las calles o en la plaza. Todos me saludan y parecen sentir, o yo lo noto así, un cierto respeto hacia mí al estrechar mi mano, vamos que todos me reciben encantados y me miran curiosos pero no preguntan nada de lo que, a no dudar, flota en el aire, la dichosa pelea que ha conseguido que en algunos círculos no me quieran y en otros les caiga bien.

Hablan de las fiestas, no solamente de las del pueblo, también de las de los pueblos limítrofes, del dinero que tienen reunido para gastar en ellas, de las chavalas que les van, de follar y sus planes para esas noches con unas y con otras. Malder y Mikel me miran y me guiñan un ojo, sacan unas cervezas, hay que pagarlas, a precio de supermercado, yo no tengo en el bolsillo ni un euro, nadie me ha dicho que había que poner dinero, Mikel lo pone y paga mi cerveza, solo voy a tomar una, será la sexta cerveza que tomo en mi vida. La charla va discurriendo aderezada por alguna palabra soez, un conato de pelea por lo que uno dice de la hermana de otro y risotadas que van subiendo de volumen, para que no se oigan, le dan volumen a la música y pienso en cómo es posible que no se quejen los vecinos.

Cuando van por la tercera cerveza, le hago señas a Mikel y a Malder para que miren la hora de su reloj, a mi me van a echar la bronca del siglo, son las 12 de la noche. Vamos los tres de vuelta, van un poco mareados y en un momento Mikel me coge por la cintura y abraza mi cuerpo.

-Malder, ¿qué te parece mi primito?  -Malder se ríe y también me sujeta por el otro costado, la verdad es que creo que el que les sujeto soy yo.

-Iker es un chaval de los que no hay, no como tú que eres un cabronazo.  –reímos los tres.

-Podíamos follárnoslo, aquí, en un descampado.  –Malder se ha dado cuenta de la metedura de pata que ha tenido.

-Perdona Iker, es una broma y no quería decir eso.  –parece preocupado. Me deshago del abrazo de ambos.

-Ya lo sé, no tiene importancia, venga, os hago una carrera hasta la entrada de la urbanización.

Al principio corren detrás de mí y luego se detienen y se pasan sus brazos por los hombros, les espero.

-Ahora nos vendría bien un baño en la piscina para espabilar.  –sugiere Mikel.

-Si no tenemos traje de baño.  –Malder se muere de risa.

-Pues en pelotas.  –ni con traje de baño, ni en pelotas, les llevo hasta el portal, me despido de ellos y me voy para mi casa.

Cuando paso ante la puerta de la casa de Alberto, me entra un poco de congoja, con mi proceder le he fastidiado las tardes que se pasaba tan bien, disfrutando en la plaza, debajo de los castaños.

Pasan los días con pocas variaciones, la amistad con los chicos amigos de Malder se va afianzando. Algún día he visto a Fidel, no me dirige la palabra y su amigo tampoco, solamente Sergio me sonríe y me saluda, Mikel se llega hasta ellos y habla un momento antes de volver donde nosotros.

En estos diez días no he cruzado una palabra con Alberto, ahora han vuelto a dejarle que salga, que venga hasta los castaños, con un horario muy restringido y acompañado de Idoia y Edur. Podría haberme acercado a él y haberle hablado, pero tengo miedo de que alguien se lo pueda decir a sus padres y volver a fastidiarle, si alguna vez veo que se acerca demasiado le doy la espalda o marcho para otro lado. Es terrible lo que me duele hacer esto, y más cuando alguna vez he visto su mirada lastimera, pero así debe ser.

Mi padre y mi tío se habían incorporado a la familia, ya habían cogido sus vacaciones. Ahora la rutina había cambiado, estaba Asier y con él había que hacer deporte como fuera.

Todas las mañana tempranito, había que coger la bicicleta, mis primos y mi tío, Malder con un vecino de otro de los portales, Miguel con una edad entre mi padre y Mikel, de unos veinticinco o años. Asier en cabeza, tiraba de todo el grupo, hasta que nos devolvía a casa derrotados. Era el primero en permitirnos salir a las noches pero decía, que el que puede trasnochar también tiene que estar dispuesto a madrugar.

Ese día nos había exigido más que otros y luego nos acabó de matar en la piscina, después de comer estaba rendido, mis padres se fueron a la piscina y Ramoni quedó para terminar de recoger antes de ponerse a ver sus series de la tarde, que no se perdía pasara lo que pasase.

Subí a mi habitación y con el traje de baño me tiré encima de la cama, al poco tiempo estaba dormido profundamente. Me despertó una agradable sensación de placer y los suspiros que yo mismo emitía.

Abrí los ojos y mi vista se clavó en el verde de la mirada de Mikel, estaba arrodillado en el suelo, en el lateral de la cama, pasaba con suavidad su mano sobre mi verga que asomaba por la pernera del traje de baño, detrás de él veía otras piernas, elevé la mirada, Malder estaba detrás de él en traje de baño también. Cerré mis ojos dejándome durante unos instantes embriagar  del placer del roce de su mano por el tronco  de mi polla.

-No Mikel, no.  –protesté intentando cerrar mis piernas.

-Shissssssss. Calla, disfruta, lo necesitas, no pasa nada.  -volví a abrir mis ojos, él bajó su cabeza y pasó su lengua enroscándola en el capullo de mi verga. Un hondo suspiro escapó de mi garganta, desde lo que ocurrió con Fidel no había tenido relación de ningún tipo y eso había sido hacía más de quince días. Mi vista se extravió y abrí la boca para aspirar oxigeno. Malder había tomado asiendo en el otro lateral de la cama, y note como cerraba mi boca con la suya.

Un lamento escapo de mi pecho y luego otro, y se perdieron en la boca de Malder cuando Mikel metió mi polla en su boca y sentí la caricia del calor húmedo de su mucosa bucal. Deslizó mi traje de baño por mis piernas y lo retiró, sin abandonar mi polla, con una mano se quitaba su propio traje de baño. Me separó las piernas y accedió con sus dedos a la entrada de mi culo y comenzó a acariciarlo, las yemas de sus dedos masajeaban con delicadeza mi entrada y después de besar, chupar y lamer mi polla se la metió en su boca hasta la garganta. Malder solamente me prodigaba besos, a veces sonoros y otras veces quedos.

Llegó un momento en que estuve a punto de correrme.

-Mikel, me voy a correr en un segundo como sigas así.  –no lo decía porque no quisiera correrme, que era lo que estaba deseando hacer, era más bien para avisarle de que me vaciaría en su boca, es esta la primera vez que mi primo me hace una mamada, hasta ahora el mamón había sido yo y no sabía si le gustaría recibir mi esperma en su garganta.

La sacó, toda ella chorreando salivas y baba y la dejó abandonada apuntado hacia el cielo. Sus labios rojos y carnosos competían con los de Malder en besar todo mi cuerpo, acariciaba mis abdominales ligeramente marcados con las yemas de sus dedos y a continuación los lamía con la lengua, levanté mi brazo de la cama donde reposaba, buscando la cabeza de uno de ellos para llevarle hacia mí, necesitaba que uno besara mi boca con fuerza y para incitarle mordí sus labios, sin palabras Malder entendió lo que le pedía, estaba desesperado y necesitaba correrme, llevé mi mano a la polla y otra mano me la retiró.

Mikel tiró de mis caderas y elevo con sus brazas mi culo para dejarlo a la altura de su boca, y enterró allí su cara y me besaba sonoro chupando la entrada de mi culo y luego pasaba con fuerza la lengua, así estuvo un tiempo, Malder había colocado su polla cerca de mi rostro, dejó de besarme, se la sujete y la llevé a mis labios, para besarla e ir relamiendo y saboreando sus jugos, la saqué para pedir, para rogar, para suplicar a mi primo.

-Mikel, por favor, por favor, métela ya.  -se puso de pié en la cama y sujeto mis tobillos, tiro de ellos hasta dejarme colgado, apoyando tan solo la cabeza en la cama y fue dejándome caer conservando la postura de un ovillo, con mi polla apuntando a mi cara y el culo hacia el techo, pasó una de mis piernas entre las suyas, como si estuviera cruzando dos tijeras, en esa posición le miraba y su verga y su huevos me parecían mayores, más grandes, magníficos, forzó con la mano su polla que apuntaba casi al cielo y la dirigió a mi entrada, la deposito allí, jugó dándome golpes en la entrada y se dejó caer de golpe entrando en mi hasta sus huevos, tuve que morderme la mano para  acallar el grito de dolor que pugnaba por salir de mi boca. Estuvo un momento parado, sujetaba con mis manos sus pantorrillas para evitar que se moviera y el dolor se fue pasando, en realidad había conseguido bajar algunos grados mi temperatura.

Sabía lo difícil que es soportar la polla de Mikel entera en mi interior, pero en esa posición es la primera vez que me la mete y entra hasta lo más profundo de mi, se movió con suavidad, luego con fuerza y al final la sacaba del todo y la volvía a meter de golpe, ya no me dolía, el placer era total y note como la leche corría por mi verga y salía disparada en mi cara y en mi pecho.

Mikel salió de mí sin correrse y dejó que mi cuerpo volviera a la horizontal, comenzaron de nuevo a besarme todo el cuerpo y a limpiarme con sus lenguas, me había desilusionado un poco el que no se corriera en mi interior. Mikel se tendió a mi lado y me deslicé para dejarle más sitio de la cama, Malder ahora le besaba a él y le comía su boca, comencé a acariciar sus  pezones, me puse de rodillas y se los chupe haciendo ruido y Mikel comenzó a emitir grititos de gozo que a Malder excitaban y le veía su polla a reventar, es más pequeña que la mía y por supuesto, mucho más pequeña que la de Mikel pero se parece mucho a la de Julio  y eso es genial. Malder separó las piernas de mi primo que se dejaba hacer y comenzó a comerle el culo y los huevos, yo llegue a su cara, tenía los ojos cerrados y la saliva se le escapaba de la boca, quería que me mirara, bañarme en la profundidad del verde  y cuando los abrió me encontré unos maravillosas esmeraldas muy oscuras, me miraba asombrado con los ojos ahora muy abiertos y sus labios formando una O y ahora sí que le besé y chupe de su saliva, luego fui bajando por su pecho lamiendo sus pectorales hasta llegar a sus abdominales más marcados que los míos y me retiré de él.

Me asombré al ver en él el retrato de mi padre, y el mío en nuestras diferentes edades, éramos casi clavados y me envolvió la ternura, el placer de pensar que era a mi mismo a quien estaba besando.

-Malder, ¿quieres metérmela?  -Malder levantó su cabeza y abandonó su trabajo, me miró y yo le miré a él.

-Pero a ti no te han dado nunca por el culo.  –Malder me miraba azorado y nervioso.

-Venga, ¿quieres o no quieres?, prefiero que la primer vez sea contigo y no con éste.  –giró la cabeza para mirarme y lanzarme una de sus sonrisas, que te impiden decir que no a cualquier cosa que te pida.

-Ponte de culo que no quiero ver tu cara.  –Mikel obedeció, saco mucho su culo y lo movió provocativo haciendo que Malder sonriera. Estuvo haciendo saliva en su boca, yo también y la escupimos ambos en su mano, saliva blanca de la espuma que tenía con globitos, llevó la mano al culo de Mikel y la dejó resbalar, luego se lo acarició  y comenzó a meterle los dedos,  a veces se quejaba y otras pedía más, según que le doliera o no y al final Malder se decidió, colocó la punta de su nabo en la entrada y comenzó a apretar.

La cara de Mikel era un poema, quise ayudar un poco y metí mi cabeza debajo de su verga que penduleaba, abrí mi boca y la lamí acariciándola, la tenía un poco flojilla pero desmesurada, la metí en mi boca y dejé que me follará, no sé si era él o eran las embestidas de Malder, pero su polla tomó la consistencia y dureza que le es habitual. Y comenzó a suspirar como antes, de placer.

-Sí, sí, Iker, métela hasta el fondo. –era Malder el que le follaba y me pedía a mí que se la metiera más, lo que sí que hice fue subir mis brazos y abrazarlos a su cintura, e impulsar más fuerte su cuerpo cuando bajaba en su movimiento, consiguiendo que su verga se enterrara mas en mi, en lo más profundo de mi garganta hasta que noté como el geiser iba a reventar, a salir a la atmósfera y retraje mi cabeza para recibirlo sin tragarlo. Primero fue Malder el que se corrió dando bufidos de gozo y clavándose en profundidad, y la verga de Mikel hizo el mismo juego y se vino, se corrió entre estertores en mi boca, y me llenó, y le envolví su polla en su leche para que resbalara como gelatina, y fui tragando poco a poco hasta dejársela limpia y brillante.

Descansamos un rato, Mikel entre nosotros dos, la cama es grande, pero para tres personas resulta pequeña,

-Qué ganas tenía Iker, dime que tú también, ¿no estarás arrepentido o enfadado?

-No, no lo estoy, ¿tenía que estarlo?  -se inclinó sobre un codo y beso mi mejilla.

-Así te quiero primito que te vayas reponiendo,  que lo vamos a pasar chachi.

-Tenemos que vestirnos, van a terminar los seriales de Ramoni y seguro que subirá para ver lo que está pasando. Fuimos al cuarto de baño para limpiarnos un poco.

-¡Joder!, ya vuelvo a tener ganas otra vez.  –habló Mikel y nosotros nos reímos, pero yo continuaba teniendo ganas también.

Bajamos a la plata baja, Mikel descendía las escaleras dando saltos y haciendo mucho ruido. En la sala estaba Ramoni, la distrajimos un momento para decir que nos marchábamos. Fuimos al jardín y nos encontramos con otros amigos, David no nos deja  jugar en la piscina ahora está en su apogeo, con mucho público y no podíamos molestar a los bañistas.

A la mañana siguiente vamos a dar nuestra vuelta e bici, cuando llegamos al río Miguel dice que le esperamos un momento, tiene que recoger una cubierta de la bicicleta para enviarla a reparar. Se aleja un poco y nos hace señas para que le sigamos, vamos por un camino al lado del río hasta llegar a una caseta de madera oscura, de esas que se usan para contener herramienta de huerta.

El lugar es muy bonito y nos bajamos de las bicis, hay zonas de verde donde te puedes tumbar y el río discurre cantarín y con sus aguas muy limpias. Mi padre y mi tío está con él en la caseta y nosotros tres nos sentamos para tirar piedras al cauce.

-Estaba diciéndoles a vuestros padres que el jueves es la fiesta en un pueblo cercano, es muy divertida, se sale al campo y todo el mundo se tiran vino unos a otros, y que podíamos ir y pasar la mañana allí, podemos llevar las sulfatadoras que tengo, que os parece a vosotros, ellos no quieren ir.

-Sí, sí, dice Malder, yo quiero ir, estuve el año pasado y te lo pasas muy bien.

Mikel me mira y yo me encojo de hombros.

-Venga, vamos a ver de qué trata eso.  –Mikel ha tomado la decisión.

-Tenéis que llevar ropa que sea para tirar, cuando esté llena de vino no se podrá limpiar.

Tiro mi última piedra a lo más profundo del cauce y vamos a recoger nuestras bicis que están esparcidas por el suelo.

Esa tarde, veo de lejos a Alberto, Idoia está haciendo un buen trabajo y no le deja solo. A última hora viene donde estamos Mikel y yo, se pone de rodillas a mi lado, baja su cabeza y susurra en mi oído.

-Alberto quiere verte y hablar contigo.  –No contesto y espero que continúe.

-Cuando volvamos del pueblo a la noche, no se enterará nadie. Por favor, di que sí.

-Vale, pero no tiene que saberlo nadie.  –me planta dos besos en la cara y se levanta.

-A ver Idoia, ¿quieres más a tu primo que tu hermano?  -se había puesto de pie y va donde Mikel y le da un par de besos también a él.

-Esa tarde en el pueblo, antes de ir a la lonja del amigo de Malder, estamos en la plaza de los castaños, Alberto no aparta su mirada de mí y me mira constantemente.

Después de divertirnos un rato en la lonja, le digo a Mikel que me voy a retirar un poco antes, está entretenido y no me habla, me dice que si con un gesto de su cabeza.

Abandono la lonja y me despido de todos, Malder y Mikel irán más tarde, voy haciendo el camino de vuelta lentamente y cuando llego a la entrada de mi casa me meto en el jardín común, doy unos pasos y  escucho que me llaman chistándome, en un rincón, donde no llega la luz de las farolas, la luna está oculta por nubarrones negros, están Idoia y Alberto.

-Yo me voy para casa, le he dicho a Edur que venía a acompañar a Alberto hasta su casa y ya ha transcurrido bastante tiempo.  –Idoia nos da un beso y se marcha corriendo.

Miro a Alberto pero no puedo verle, todo son sombras y sus ojos que brillan cuando algunas luz les alcanza.

-Ya me tienes aquí, ¿para qué me querías?  - mi pregunta suena un poco seca, a él le tiembla la voz cuando habla.

-Se que no quieres estar conmigo para no causarme problemas con mi padre.  –calla un momento.

-Después de las fiestas nos marcharemos.  –lo que acaba de decir me sorprende y hago un movimiento para acercarme a él.

-¿No os vais a quedar hasta finales de Agosto?  –creo que se nota la preocupación en mi voz.

-Tenemos que realizar un viaje, no se adonde y luego ya volveremos a casa.  –nos quedamos de nuevo en silencio y siento su mano cogiendo la mía, la tiene muy fría.

-Seguramente ya no volveremos a vernos. -envuelvo su mano con las dos mías para transmitirle un poco de calor.

-Vivimos en la misma calle nos veremos alguna vez.  –solloza y me abraza con fuerza sujetando mi cintura. Se va calmando y voy acariciando su espalda.

-Sí, nos volveremos a ver, de acera a acera, y nos diremos adiós con la mano.

-Iré a verte a tu casa, y pasaré ratos contigo, no llores y no te preocupes.

-Te echaran, no te permitirán verme.  –bajo mi cabeza y deposito mis labios en los rizos de su pelo, cuando nota mis labios en su pelo y mi aliento en su piel gira la cabeza, su aliento se mezcla con el mío, sube sus manos a mi cuello y me obliga a que baje mi cabeza  hasta que nuestros labios se encuentran.

Permanecemos minutos unidos por nuestros labios, los suyos saben a lágrimas, salados y amargos, le abrazo con fuerza y le pego a mí como si fuéramos un solo cuerpo, es tan agradable, se siente tan bien el tenerle de esta manera. Cuando nos separamos para respirar y aspirar el aire cálido de la noche, con el rostro levantado, imagino que me está mirando.

-¿Tu me quieres Iker?  -no le contesto, le abrazo más fuerte y beso su frente.

-Yo sí que te quiero, te quiero muchísimo y deseo estar a tu lado, como ahora, para siempre.

-Somos muy jóvenes y tenemos que hacer lo nos digan nuestros padres, tú tienes que obedecerles. –hay un momento de silencio y la congoja le puede.

-Cuando seamos mayores, pero tú eres muy joven, solo tienes quince años.

-Entonces sí que me quieres, si vamos a estar juntos de mayores es que tú me quieres también.  –vaya, como lo ha razonado.

-Sí, creo, creo que yo también te quiero. –ahora vuelve a enlazar mi cuello y me besa más fuerte, sigue teniendo los labios húmedos, imagino que se le están escapando algunas lágrimas.

-Te quiero Iker, te he querido desde la primea vez que te gane en la piscina.  –su risa suena nerviosa.

-Creo que ahora debemos marcharnos, tus padres te van a echar en falta.

-Podíamos vernos todas noches, unos minutos como hoy.  -su voz suena implorante.

-Quiero lo mismo que tú deseas Alberto, pero no sé si estamos haciendo bien.

-Tampoco hacemos mal a nadie, ¿no es cierto? Me ha gustado mucho besarte y lo quiero repetir y estar así abrazados, unos minutos nada más.

Ahora soy yo el que le abrazo con desesperación, el que acaricia su espalda, y su rostro, y se lo cubro de suaves besos, terminando por arrebatar toda la sal y lo amargo de sus labios.

-Vamos, es tarde.  –Vamos cogidos de la mano hasta la cercanía de nuestras casas y allí me quedo envuelto en las sombras hasta verle traspasar el dintel de la puerta de su jardín.

Estoy henchido de gozo, pero a la vez triste, Alberto me quiere y como decía Mikel, todo se olvidará, como si no hubiera sucedido nada, y podremos ir cogidos de la mano, y pasar ratos en el jardín y besarnos con esos besos tan tiernos que me da. En esos pensamientos y otros iba divagando, entretenido con ellos.

Debo de llevar una cara de poema, Ramoni se me queda mirando y eleva los ojos hacia el cielo.

-¿Qué pasa, has encontrado algún ovni por la calle?  -no la hago caso, abro el frigorífico y me sirvo un gran vaso de leche, tomo asiento en una silla de la cocina y lo voy bebiendo lentamente sumido en mi ensoñación.

Escucho el murmullo de la tele en la sala, deposito el vaso en la fregadera y me encamino hacia allí, Asier y Laura están atentos a algo que están retransmitiendo, mirando la pantalla, tomo asiento entre los dos, Asier se vuelve a mirarme y lleva su dedos a mis labios.

-¡Papá por favor!  -me retiro de él.

-Oye, que solo quería quitarte la leche que tienes en los labios.  –le dirijo una sonrisa de compromiso y paso el dorso de mi mano por la boca.

Estoy un rato con ellos y luego me despido con un beso, procurando escapar de Asier antes de me sujete, subo a mi habitación, me lavo la boca y me desnudo, me coloco unos pantalones cortos de dormir y voy a la ventana que está abierta, coloco mis codos en alféizar y miro la luna llena que acaba de salir entre algunos nubarrones. Me siento como en un sueño, que delicados son sus labios, y su rostro, y sus manos tan frías aunque hace calor, y a la luz que inunda la habitación, de la luna que se asoma, me voy quedando dormido, arrullado por las cantarinas hojas de los álamos blancos, movidas por el viento, y el chirrido de los grillos.

Al levantarme noto el terrible calor que hace, cierro la ventana para evitar el asarme, y los labios de color rosa vuelven a mi memoria, y mi boca se abre en una sonrisa tonta, me ducho y visto; con el calor que hace y el cuerpo recién duchado es un ejercicio de maña y fuerza el meterme el culote.

Cuando llego al comedor de la cocina, están los tres desayunando, Asier me mira con cara de sorpresa.

-Hoy no vamos a correr, se me olvidó decirte ayer que vamos a ir con los tíos de compras. –yo encantado de quitarme el culote y ponerme el traje de baño.

-Hoy vamos a tener tormenta y de las gordas, todo el mundo tiene miedo del daño que pueda hacer a las cosechas. –Ramoni, que es la que ve la TV, sabe del tiempo, y de todo realmente.

-Voy a cambiarme de ropa.  –subo a la habitación, el culote se me ha quedado marcado en la piel, me pongo el traje de baño que es mucho más fresco y agradable, cojo mi toalla y marcho a la piscina.

Están comenzando las clases, ahora no voy a buscar un lugar escondido, Alberto sabe que no debemos hablarnos delante de la gente, me siento en la bandilla de la piscina que es muy incómoda y  les miro como imparten las clases. Alberto me mira y me mira y su rostro irradia felicidad y yo miro como maniobra, como sujeta a los niños, colocando sus manos debajo de sus espaldas y luego las va retirando y cuando alguno se asusta se abraza a su cuello compulsivo, le acaricia, le calma, le da un beso, todo con una ternura sublime, y estoy así, sin darme cuenta de que el tiempo va pasando, hasta que llegan mis primos.

Cada uno se pone a un lado mío, Idoia se cuelga de mi cuello y por poco me tira para atrás, se sientan igual que yo, la barandilla se comba y seguimos viendo las clases que es un espectáculo. Mikel me pasa un brazo por los hombros.

-Habrá que hacer algo, ¿no?  -giro la cabeza para mirarle y me señala con un gesto a Alberto, creo que me he puesto un poco colorado.

-Sí, habrá que empezar a trabajar, que no quiero que mi primito esté triste.

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