El cálido viento del Este 04 Conociendo a...

-Detente, detente que me corro y quiero probar otra cosa.

Al final Laura ha tenido que dejar parte de las maletas y bolsas para que las lleve papá cuando vaya el viernes. Mi prima Idoia está ya en casa, la ha traído su padre, mi tío. He hecho una serie de llamadas rápidas para despedirme, a Julio, a  Jesús, a Tomás y otros varios más, y de cualquier forma, sin darle importancia, he recogido mis cosas personales, las que me quiero llevar, las he metido en una bolsa y a caminar, de la ropa y el calzado ya se ha encargado Ramoni que está abrazada a su hermana despidiéndose de ella. Me introduzco en el coche y me coloco el cinturón, en la parte de atrás, justo detrás de mí se sienta Idoia, lo primero que hace es abrazar mi cuello desde atrás y me deshago del abrazo, que me asfixia. Ramoni se coloca a su lado y mamá de capitán, piloto y directora. Papá ya se ha ido a trabajar hace horas, había que darse prisa según mamá, y son las 11 de la mañana.

El viaje se ha iniciado y las vacaciones también, putas vacaciones las que me esperan con lo que dejo aquí. No voy a ponerme melodramático, ya sé que dentro de quince días, ni Julio, Jesús y Tomas van a estar en la ciudad, ni mis primos, pero hay quince días al menos que mi madre me ha jodido.

Me dispongo a escuchar música, olvidarme del mundo y de lo que me rodea, es hora y media de viaje que a Laura se le convertirán en dos horas largas, conduce como Fittipaldi pero al revés. Adele llena el vacío que siento al dejar a mis amigos, su música me envuelve y noto la sinceridad de su voz, en esos concursos de la televisión se descubren nuevas voces.  No llevamos ni diez minutos de viaje e Idoia no puede pararse quieta. Vuelve a abrazar mi cuello a pesar del reposacabezas y me acabará por ahogar.

-Iker, Iker escúchame a quien tienes en tu reproductor que parece que sueñas.  –a duras penas consigo escucharla.

-Adele, es Adele y cállate.  –dura poco el efecto de mi orden, al cabo de un momento la tengo estrujando mi cuello otra vez.

-Iker, cantemos una canción nosotros, como antes. -¿a qué llamará ella antes?, ¿a cuando yo tenía diez años y ella siete?

-Hazle caso a tu prima, antes eras más alegre y divertido y te estás volviendo un gruñón, venga cantemos todos.  –mi madre parece estar de guasa, ella será la primera que nos diga que callemos.

Idoia insiste y persevera y es imposible resistirse a sus reiterados deseos. Dejo de escuchar mi música.

-Vale, tú ganas princesa, comienza.  –Poco tiempo ha transcurrido y cantamos a coro los dos, a grito limpio, ensordeciendo al habitáculo de que disponemos y logrando que Ramoni tape sus oidos para no quedarse sorda.

Como si hubiéramos vuelto a ser niños, como locos, probando a ver quien levanta más la voz. Una canción y otra y otra, del tiempo de la tarara, cantamos hasta “el  cochecito leré” y reímos como tontos. Idoia mete su cara entre los dos asientos para besar mi rostro.

-Idoia, para, para, ¡joder!, deja de besarme ya.

Se reclina en el asiento, se que le va a durar muy poco pero el viaje está para terminar, estamos entrando en el pueblo, Idoia ve algún conocido que saluda con la mano y llegamos a la urbanización donde está ubicada nuestra casa y la de mis tíos los padres de Idoia. Mamá deja el coche en la calle, luego lo meteré yo en el garaje, no se atreve a bajar por la rampa tan pronunciada que tiene.

Laura abre la puerta del jardín y luego la puerta de la casa. Se va a organizar el zafarrancho de limpieza y Ramoni se prepara y estudia su estrategia y táctica para emprender la guerra. Antes de que coja su armamento, mamá que hace de general da la orden.

-Vamos a meter las cosas dentro de casa y nos vamos a comer que ya es tarde.

Hace un calor que achicharra, el restaurante donde solemos ir no está lejos pero una vez vacío el coche lo volvemos a coger y que nos lleve, bañados en el aire fresco y refrigerado.

El dueño está en el asador, como siempre y Laura se detiene para hablar con él, a mi me cae un poco desagradable, su hijo es otra cosa, está o estaba el año pasado para comérselo. Subimos las escaleras, la rubia y despampanante mesera nos recibe con sonrisas, ya sé de dónde ha sacado la belleza su hijo, y si antes Laura se ha entretenido ahora pueden caer chuzos para lograr moverla de la charla.

Nos sentamos los tres y la esperamos, está el camarero del año pasado, un chico de treinta y pico años, ni guapo ni feo, de buen cuerpo, enfundo en el escuro uniforme y no dejo de mirarle su recortada barba, hilitos de pelos que le bajan y se juntan debajo de su barbilla y me sonríe cuando ve que le miro, Tiene el culito apretado en el ajustado pantalón y se le marca un bultito apetitoso por delante.

Llega Laura que, al final, es la que va a pedir la comida para todos, ella ordena y manda.

Cundo volvemos a casa me subo a mi habitación, vuelvo a escuchar mi música tirado en la cama. Al cabo de un rato entra Idoia, vestida con su traje de baño y la toalla al hombro. He de reconocer que tengo una prima guapísima y, si no fuera gay, me la comería de la cabeza a los pies.

-Iker vamos a tomar un baño y ver quienes están en la piscina.  -le hago señas para que se vaya sola y que salga de mi cuarto. Al cabo de un rato pienso que hubiera sido mejor haberla hecho caso. Ramoni está dispuesta a limpiar la casa en media hora, atrona el silencio con su aspiradora de tres kilovatios de potencia.

Me dispongo a trabajar, bajo para meter el coche en el garaje, voy montando las bicicletas, para hacer tiempo y ver si se puede estar en a casa sin ruidos. No hay dios que aguante el ruido, me visto un culote de medio cuerpo negro y rosa que me sienta como un guante, se me nota hasta el glande de la polla y una camiseta suelta de tirantes, cojo la bici y me voy a dar una vuelta.

Hoy se nota el cálido viento del Este, no cesará de soplar intermitente todo el verano y que, en algunos momentos, llegará a ser tórrido y sofocante; ese viento maléfico que te calienta la sangre y te envuelve deseándote follar todo lo que pilles y que te vuelve loco hasta desear matar.

Como no me apetece nada subir las cuestas, cojo el camino de la llanada, hacia el río y emprendo la marcha, salgo del pueblo. Como a dos kilómetros y medio está la báscula municipal, veo una furgoneta todo terreno, descubierta, de esas que sirven para llevar fardos de hierba y para trabajos del campo.

Hay un camión que está sobre la plataforma de la bascula, lo deben de estar pesando, dos hombres hablan entre ellos, me voy acercando, dos tipos, uno de unos cuarenta años y otros de veinte pocos. El de los cuarenta recoge un papel que le entrega el otro, le da la mano y luego se la coloca en el hombro, poco a poco su mano se va escurriendo, hasta quedar más debajo de la cadera y creo ver como una tenue caricia que le hace en el culo del joven, este se vuelve hacía él y no parece que le haya disgustado el gesto.

Voy disminuyendo la velocidad y cuando llego a la altura de la báscula sale el camión, el chico joven me observa. No hay más de diez metros de distancia que nos separan y ahora puedo verle con detalle. Lleva un buzo de esos que se abren por delante, con cremallera que le parte del hombro izquierdo hasta más abajo del paquete, es de color gris perla y la cremallera muy brillante. Nos contemplamos los dos como si nos estuviéramos estudiando.

-Venga acércate que no te voy a comer.  –se dirige a mi haciendo un gesto con su mano llamándome.

Bajo de la bici y voy andando los metros que nos separa, hace un calor que achicharra, tengo el culote negro pegado a mi cuerpo y hasta los huevos me pican. Llego hasta donde está el, esta sujetándose en el quicio de la puerta de la caseta, la que contiene los mecanismos de la báscula.

-Me resultas conocido, tú no eres nuevo. Venga, ven y pasa  nos moriremos de calor aquí fuera.

Se mete dentro de la caseta, dejo la bici apoyada en la pared y le sigo, dentro de la caseta se está bien tiene un ventilador y el aire discurre entre las pequeñas ventanas que tiene en las cuatro paredes. Se sienta en una de las sillas que hay, junto con una mesa pequeña y me señala la otra silla.

-Me llamo Fidel y soy el responsable de la báscula.

-Yo me llamo Iker y a ti ya te conozco.  –vaya, creo que he metido la pata al decir que le conozco.

-¿De qué me conoces, si puede saberse?  -se sonríe poniendo cara cabrona.

-Te he visto en las fiestas, corriendo las vaquillas.

-Vayamos por partes, ¿tu donde vives?, ¿dónde está tu casa?

-En el Náutico, cerca de aquí.

–Ya sé dónde está el Náutico, conozco gente de allí, conozco a un tal Mikel que resulta muy parecido a ti.

-Es primo mío.

-Vaya, vaya, primo tuyo ya me parecía a mí, te pareces a tu primo, en lo guapo.  –Mira mi cuerpo con lascivia, su mirada es lujuriosa. Tiene pinta de rudo, es muy alto y moreno, le asoma una mata de pelo moreno y crespo por la cremallera de su buzo, es un chico atractivo, como muy macho, o acciones de macho son las que frecuenta hacer por el pueblo, lo he visto más veces, no solamente en las vaquillas.

Saca un pañuelo que pasa por su cara para quitarse el sudor, abre una pequeña nevera a su lado y saca una lata de cerveza. Me la alarga con su mano

-Quieres una, esta fresquita.

-No, no quiero, prefiero agua, si tienes.  –saca una botella grande, de esas de dos litros, ni sé cómo puede caber en el frigorífico.

-A veces he estado con tu primo por ahí, en alguna fiesta del verano, en los pueblos cercanos, ¿tú no sales de fiesta?

-De momento no, no me dejan, igual este año consiga que algún día me permitan salir fuera.

Se ha puesto de pie y se acerca hasta tocar con sus piernas mis rodillas.

-Realmente estás muy bien puesto, tienes un buen cuerpo, ¿haces deporte?

-Lo normal, bici, natación y lo que nos obligan en el instituto.  –se le nota que algo le crece en la entrepierna, justo donde finaliza la cremallera de su buzo, se aproxima un poco más y me parece notar que me llega el olor de su sexo.

-Oye Iker, ¿a ti que te va? Es que te veo muy mono sabes y nunca está mal un poco de diversión.

Me está poniendo caliente, si antes se me notaba la polla en el culote, ahora lo voy a romper, si me pongo de pié va a ser muy obvio.

-En tu urbanización vive un primo mío,  Malder, igual le conoces de la piscina o de otras cosas, es de tu edad más o menos. Vive en la casa de tus primos en el tercero, el bloque número dos de los tres que hay, el resto como son chalets.  –claro que conocía a Malder, no había hablado con él, era muy reservado, pero verle, ¿quién no lo veía?, siempre depilado y perfecto, guapo a rabiar con cara de crío pequeño.

-Le he visto por ahí.

-¿Y  qué te parece?, me refiero a su físico, porque a ti te van los tíos, se te nota.  –señala sin disimulo el bulto que esconde, pero no muy bien, mi culote.  –Me pongo de pie para estar a su altura, estamos a diez centímetros de distancia, huelo su aliento dulzón a cerveza y mi vista queda clavada en la mata de pelo que le sale del buzo, deja la lata de cerveza sobre la pequeña mesa y dirige su mano al la cremallera la descorre hasta más de la mitad de su recorrido, ahora puedo observar que su vello cubre todo su torso y baja hasta dónde puedo ver, mis manos van a sujetar las suyas y le quito la anilla de la cremallera, la descorro hasta bajarla del todo, lleva un slip azul cielo todo tirante, no puede contener lo que se esconde allí dentro.

-Parece que a ti también te van los tíos según veo, vi como te tocaba el culo el camionero y no parecía disgustarte.  –coloco mi mano encima del tremendo bulto que tiene en la entrepierna.

-Como está visto que a los dos nos gustan los tíos vamos a aprovecharlo.

Coloca sus manos sobre mis hombros y ejerce su poderío, me empuja para que me arrodille ante él y lo hago. El olor de su cuerpo me embriaga, un poco ácido pero no es desagradable. Justo delante de mis ojos el color azul celeste, tiene una mancha de humedad donde se dibuja la punta de su polla. Saco mi lengua y lamo la mancha. Fidel emite un hondo suspiro, vuelvo a pasar mi lengua y la dejo allí un momento para que la note su verga que responde poniéndose más rígida. Subo mis manos para sujetar con delicadeza la cinturilla del slip y se lo voy bajando, su polla queda enganchada, tengo que meter mi mano para deshacer el enredo, encierro su polla en mi mano, está caliente como un pan recién sacado del horno, bajo su slip hasta sus rodillas y veo el prodigio de la naturaleza de que está dotado Fidel.

Su verga es impresionante de no menos de veintidós centímetros, gorda, gruesa pero de igual diámetro en su recorrido salvo el capullo que parece una fresa y que vierte un chorrito de precum que queda colgando, con una gota más gruesa en el extremo del hilo, el olor es embriagados a sexo maduro, preparado para comer y saborear y es lo que realizo, con mi lengua limpio el precum que le cuelga y me sabe delicioso, le doy dos lametones y con mi mano tiro de su pellejo para dejar al aire todo su rojo capullo que brilla con deslumbrantes destellos rosa y blanco, acerco mi boca y le rodeo con mis labios y le mojo con mi lengua. Fidel ya no suspira, berrea.

-Mételo dentro putita, chúpalo y sácale la leche.

Sus palabras me ponen a mil y aprieto la corona con mis labios y, en el calor de mi boca, mi lengua juega abrazando su capullo y voy dejando que vaya resbalando dentro de mí, cuando llega a mi glotis hago un esfuerzo y permito que lo traspase hasta que entierro mi nariz  en el negro vello de la base de su verga y mi barbilla en sus huevos.

-¡Joder! cabrón, como mamas. -la voy sacando para que no me asfixie y noto el mayor diámetro de la corona del capullo resbalando por mi garganta hacia fuera.

-Espera un momento Fidel.  –me pongo de pie y bajo mi culote, retiro mi slip y quedo desnudo de cintura para abajo, luego retiro mi camisa y quedo totalmente desnudo ante él que está parado, observándome.

-¡Joder! qué cuerpo tienes chaval, estás mejor de lo que creía.  Retiro su buzo de sus hombros y se lo bajo, ahora me ayuda él, queda desnudo ante mí, también me gusta lo que veo, un macho de los que se ven pocos, peludo y con el cuerpo bien puesto y esa barra de carne entre sus piernas que nace en la frondosidad negra de su vello y los dos rotundos cojonazos, duros y llenos de esperma.

Toma asiento en la mesa, me inclino y vuelvo a degustar el manjar de su polla y juego con sus huevos que sopeso para comprobar su suavidad y dureza, al cabo de unos minutos de sacar y meter su verga hasta el fondo de mi garganta y de jugar con mi lengua en su tallo, en sus huevos y su capullo, Fidel retira mi cabeza, suda como un cerdo y el sudor corre por su cara.

-Detente, detente que me corro y quiero probar otra cosa.

Me coloca con los brazos en la mesa, mi culo apuntando al cielo y muy abiertas las piernas, se coloca detrás de mí, se agacha y siento su lengua intentando entran en mi interior, me relajo para que lo consiga, trabaja concienzudo el fruncido de mi ojete, lamiendo y mordiéndome el culo y arrancando algunos pelos con sus dientes y por fin su lengua hace el milagro, se cuela dentro de mí y acaricia las paredes de la entrada de mi recto, Suspiro ruidosamente y tiro el culo para abras y lo abro más para ofrecérselo.

-Sí, sí Fidel, sigue, sigue.  –permanece otro momento dejándome que alcance el cielo con sus lamidas y luego se pone de pie, se escupe en la mano y en su verga y la humedece, noto la punta en mi entrada, empuja, le ayudo tirando para tras mi culo yendo a su encuentro y no sé si es él  el que me la mete, o soy yo el que me la he metido pero la tengo toda dentro. Mi recto la envuelve y la acaricia para adaptarse a ella y muevo mis caderas para que quede bien encajada, me siento lleno y como si me hubieran colocado un tapón en la entrada de mi culo pero el placer es soberbio, sentir ese rabo de carne caliente, vibrando y palpitando en mi interior.

Fidel empieza a bombear, tira de mis caderas para entrar y las empuja para salir, me hace daño con sus manos de lo fuerte que me agarra, sus huevos golpean sobre los míos con gran fuerza y noto la almohada de sus vellos que le impiden entrar más adentro, tuerzo mi cabeza  para ofrecerle mis labios, necesito que me bese antes de irme y me besa con el olor embriagante de su aliento y sabor a cerveza, abro mi culo al máximo y separo mis piernas para que entre más, para que se meta él en mi interior y de repente se clava y se queda quieto y noto los torrentes que se derraman en mi vientre, que me llenan desbordándose y de mi verga empiezan a salir trallazos de semen que van debajo de la mesa.

Mete y saca su polla para dejar dentro de mí lo poco que le resta de salir, quiere llenarme pero creo que estoy lleno y se pega a mí, como temeroso de que expulse su esencia, nos vamos calmando y voy expulsando su polla que se va escurriendo y cuando sale la acompañan borbotones de su leche que riegan el suelo cubierto de polvo, recoge papel higiénico y me ofrece para que me limpie.

-Iker, estás cañón, mejor que tu primo Mikel.

-Te has follado a mi primo.

-Me lo he follado y él me ha follado a mí.  –joder lo que hace la gente, se me ocurre pensar.

-¿Qué hay sobre ese primo tuyo que vive en el edificio de Mikel?

-¿Malder?, ¿te refieres a él?

-Si, a ese mismo, me gusta tu primo aunque tú estés buenísimo y folles como los ángeles.

-Pues si te soy sincero, yo ya me lo he tirado muchas veces y tiene un culo de muerte, pero peor que el tuyo.

-¿No hay nada más por el pueblo?

-Ya te iré diciendo, porque nos volveremos a ver, ¿no?

Seguimos hablando un rato y luego me despido de Fidel, no ha habido paseo de bici pero he tenido algo mejor. Quedamos en que nos veremos y seguiremos hablando de lo que nos interesa, follar.

Cuando llego a casa, cojo mi toalla y voy a la piscina, ya es tarde queda poca gente y el socorrista se ha marchado ya, veo a mi prima jugando con otras muchachas. Me zambullo de cabeza y nado unos largos, ensayando todos los estilos hasta que no puedo más.

Estamos los cuatro sentados en la mesa, Ramoni nos acompaña a cenar.

-Se te ve contento Iker, ¿has encontrado amigos ya o el paseo ha te ha reservado sorpresas?

-Nada de eso mamá, me he dado cuenta de que tenías razón, ¿qué más da aquí que allí si estamos de vacaciones?

Esa noche, en la cama, en recuerdo de Fidel tengo que hacerme una paja, me ha sabido a poco la follada que me ha dado.

A la mañana siguiente no me levanto hasta tener encima el zumbido de la aspiradora de Ramoni, me tapo la cabeza con la almohada e intento aguantar un rato más pero es imposible, ese zumbido me vuelve loco, noto que un cálido y suave cuerpo se tira encima del mío, no necesito darle muchas vueltas a la cabeza para saber quién es, mi prima Idoia esta encima de mí, intentando retirar la almohada de mi rostro e intento resistirme hasta que, ya cansado, le permito que lo haga. Sentada sobre mi abdomen, sosteniendo en lato el trofeo que acaba de ganarme me sonríe divertida, tira la almohada y se inclina para frotar su nariz con la mía, la dulzura de su aliento me embriaga y mi polla da un respingo.  –si a mí no me gustan las chicas, es imposible lo que me sucede-. Es tan bella, tan sensual en su infantil inocencia.

-¿Iker, me acompañarás hoy a la piscina?  -tiene su boca prácticamente pegada a la mía, su cálido aliento me quema, huele a queso fresco, a mantequilla, a fresa, a cacao.

-Vale, vale Idoia, pero bájate que voy a ir al baño a prepararme para desayunar.  –se hace de rogar un poco y juega a hacerme cosquillas, sus largas piernas juegan volando en el aire hasta que consigo estar encima de ella, sujetando sus manos encima de su cabeza. Los dos reímos histéricos, ella pateando con sus muslos mi culo.

-Bien, bien, me rindo si prometes ir a la piscina conmigo.  –no me queda más remedio, tengo mi polla encima de su estómago toda tiesa, necesito vaciar mi vejiga.

-De acuerdo  tú ganas.  –suelto sus manos  y voy a retirarme de encima de ella,

-¡Iker, Iker!  -su rostro está rojo como una amapola y con su dedo señala la pernera de mi pijama. Mi verga con una tremenda erección asoma la punta toda brillante y roja.  Me bajo la pernera del pijama y avergonzado le digo.

-Perdona, Idoia, ha sido involuntario.  –me dirijo hacia la puerta del baño.

Después de desayunar me dirijo a mi habitación para asearme y vestirme, cuando salgo del comedor, la voz de Idoia me llama, durante el desayudo ha mantenido su cabeza baja y ha hablando muy poco, avergonzada sin duda de lo que le he mostrado.

-No olvides tu promesa de ir conmigo a la piscina.  –lo dice muy sería, como una persona mayor y no una cría de catorce años.

-No lo dudes, siempre cumplo lo que prometo.  –Laura, sin saber a cuento de qué se dirige a su sobrina.

-¡Ayy!, cariño, consigues de él lo que no consigo yo.  –sujeta la mano de Idoia y la lleva hasta sus labios, Idoia, vuelve a sonrojarse y me dirige una tierna sonrisa que le devuelvo, de mis tres primos es a la que más quiero aunque su hermano me folle cuando quiere.

-Yo iré luego, un poco más tarde, cuando caliente el sol, tú puedes ir antes.  –me mira rogando con su mirada.

-Iré, palabra de honor.  –elevo mi mano, en un juramento implícito.

Tumbado en mi cama una vez finalizado mi aseo llamo a Julio, para contarle la experiencia que tuve con Fidel, el chico de la báscula. Creo que le he jodido un poco pero me ha devuelto la pelota, ha estado con Tomás y me cuenta la tarde que han pasado. Hubiera sido mejor no llamarle, me está bien empleado por intentar presumir.

Me visto uno de los trajes de baño que Laura me ha comprado, me llega hasta la rodilla, lo prefiero por si hubiera algún incidente y tuviera que ocultar mi polla.

Desciendo por la suave ladera del jardín que conduce a la zona de baños, hay muy pocos usuarios, es normal en estos primeros días de la temporada de piscina. Idoia está con un par de chicas y chicos de su edad, sentados en sus toallas, al lado de un grupo de niños pequeños. El socorrista, David, al que conozco de otros años, está en el otro extremo de la piscina de mayores, con una red recogiendo hojas que han caído, no tengo ganas de hablar y me hago el desentendido, un solo cuerpo se desliza en la lámina de agua sin moverla. El socorrista me sonríe desde la otra esquina y me saluda con la mano, saludo que le devuelvo, ya tendremos momentos para hablar.

Al lado de la escalera de acceso, de la zona más profunda, hay una toalla extendida, tomo asiento a su lado, con mi toalla en el cuello y las piernas metidas en el agua. Miro fijamente los reflejos y juegos de luces que hacen las suaves ondas del agua, sus reflejos me obligan a cerrar los ojos y repentinamente me sobresalto, a dos centímetros de la superficie del agua, sumergidos, unos azules ojos me observan y de repente salen a la superficie.

Es como si un ángel surgiera del agua, el rostro más bello que jamás haya visto, una mata de pelo acaracolado, rubio como los rayos del sol, a pesar de la humedad, descienden retorcidos hasta sus hombros y más cortos sobre sus frente; sus ojos, si debajo del agua eran azules, ahora son zafiros claros con luz propia, sus rojos y gordezuelos labios son el marco de unos dientes que brillan blancos como la nieve. Suena una cantarina voz de niño.

-¿No te bañas, el agua está deliciosa y ahora que no hay nadie se puede nadar con tranquilidad?

Me quedo callado, como tonto, sin saber lo que me ha dicho.

-¿Qué decías?  -debe haber tomado como una familiaridad mi respuesta y su dorada mano salpica agua que, aunque no hace frío, el contraste me estremece.

-Venga, échate al gua, te reto a una carrera  y te doy de margen que saltes en el agua y me adelantes un metro.

No me lo pienso más, ¿Qué se habrá creído este ángel surgido de las aguas?, me yergo y salto al agua esforzándome  en el salto para sacarle ventaja, cuando salgo a la superficie le veo parado y que espera a que avance el metro  que me ha regalado de ventaja, sonrío ante su bobería y braceó con energía, llegaré al otro extremo y él estará en mitad de la piscina. Me concentro en la carrera y no saco la cabeza el agua hasta llegar al borde y sujetarme en él, busco con mi mirada hacia el centro de la piscina al rubio nadador, no se ve nada y de repente estalla la risa que llena el aire. A mi izquierda, sujetándose en el borde esta el angelito rubio riendo con unas ganas terribles. Me quedo tonto mirándole, la risa le hace divino, con sus mojados rizos colgándole.

-Ahora ida y vuelta, te concedo dos metros de ventaja.  –y lo dice entre sus risas que casi no se le entiende. Me iba a negar, después de la lección que me ha dado sé que no tengo nada que hacer, pero decido aceptar mirándole serio.

-De acuerdo, cuando quieras.

-No, tú debes comenzar cuando lo creas oportuno.  –me es difícil apartar mi mirada de su rostros.

Decido iniciar la carrera y me esfuerzo en las primeras brazadas, luego dejo de nadar, saco mi cabeza del agua, ya me ha adelantado y lleva varias brazadas de ventaja, cuando llega al final da la vuelta como si fuera un nadador profesional, no saca su cabeza del agua más que para respirar cada cuatro brazadas, antes de que llegue donde yo permanezco inmóvil, sosteniéndome en el agua inicio la vuelta y al llegar le observo para ver su reacción. Cuando llega saca su cabeza, la sacude volviendo locos sus rulos y me mira con fijeza.

-Ahora el que ha ganado he sido yo.  –sonrío con suficiencia, entonces se da cuenta del engaño cuando observa que mi respiración está tranquila y estalla en sonoras risas que le ahogan.

-¡Tramposo!, mentiroso, has hecho trampa.  –y no para de reír mientras grita, como un niño que se divierte y con sus manos me salpica, me lanza agua y comienza a nadar hacia el otro extremo, donde están nuestras toallas. Le sigo ya  en calma, de vez en cuando vuelve su cabeza para mirarme, no compite y no se borra la sonrisa de su cara.

Me doy impulso apoyándome en el borde, elevo mi cuerpo y tomo asiento en la orilla, con mis piernas metidas en el agua, el sigue sosteniéndose, sin moverse, como un ave cuando planea y que no mueve sus alas.

-Me llamo Alberto, perdona que no me haya presentado antes.

-Mi nombre es Iker, encantado de conocer al chico más rápido nadando que jamás haya conocido.  –hubiera añadido, y más guapo, pero me contengo.

Alberto se acerca a la escalera de acceso, se sujeta en su lateral y con un impulso prodigioso, se alza y lo tengo en un segundo sentado a mi lado, salpicándome con el agua que aplasta al caer, me tiende su mano que estrecho. Los labios se le han vuelto morados del tiempo que debe llevar en el agua, sus manos largas y finas de color dorado se ven arrugadas, acorchadas por el agua. Antes le había visto solamente el rubio y ensortijado pelo, como los rayos del sol, y su bellísima cara y descendía en mi indecente inspección. Tiene un torso perfecto, con pectorales abultados, hombros anchos y musculosos, la cintura estrecha y el bañador de competición le marca la brevedad de sus caderas y…, entre la belleza suprema que he admirado, destaca su pierna izquierda atrofiada, de piel más oscura que la otra que es perfecta en toda su longitud, desde el pie hasta su ingle.

Elevo mi vista sorprendido y encuentro la suya, ahora ya no sonríe y parece avergonzado, tira de su toalla y se cubre las piernas con ella. Permanecemos en silencio, yo mirando sus rubios rizos, él con la cabeza agachada.

-Te repele, siento haberte incomodado.  –ha elevado su cabeza y me mira y parece no verme.

-No, no, ha sido que me ha sorprendido, no esperaba encontrarme…

-¿Un tullido?

-No de verdad, por favor, no te lo tomes así.

-En realidad no tiene importancia, todo el mundo, al principio, tiene la misma reacción, he sido yo que no me he dado cuenta de que no me conocías. Bueno ahora me tengo que marchar.

Hace una seña al socorrista que se acerca con una muleta en sus manos, Alberto se apoya en la escalera metálica y se pone en pie, parece que no tiene fuerza en su pierna izquierda y sigue apoyado con su cadera en la barandilla mientras se coloca la toalla alrededor de su cintura.

-¿Te marchas ya Alberto?, hoy no has dado muchas vueltas.

-Sí, David, es que me esperan en casa y tengo que regresar antes.

Sujeta su muleta que le alarga David, se apoya en ella y su cuerpo parece cobrar vida, como si hubiera recuperado su pierna, se aleja unos pasos, se detiene, vuelve su cabeza y ha recuperado su maravillosa sonrisa que le ilumina la cara.

-Espero verte a la tarde por aquí Iker, o mañana.

-Sí, nos veremos, encantado de haberte conocido Alberto.  –Le veo alejarse y perderse entre los setos del jardín, se me ha olvidado preguntarle donde vive, tampoco él me lo ha preguntado a mí.

Me pongo de pie y hablo con David un rato, sobre como ha pasado el año, sus estudios que tiene muy retrasados, tiene unos veintiocho años y no ha terminado sus estudios aunque por lo menos trabaja en algunas cosas.

-Ese chico, Alberto, no le había visto hasta ahora.

-Es el primer año que viene, vive a tu lado, vuestros jardines están uno al lado del otro, parece que los médicos han aconsejado a sus padres que le lleven a un clima seco y han alquilado la casa al lado de la vuestra, es un chaval estupendo, no da problema alguno y ya se ha echado amigos…, bueno los pequeños, con su impedimento no tiene amigos de su edad.

Me despido de David y voy donde se encuentra Idoia, está jugando con otras chavales, quiero que me vea, que he cumplido mi palabra, extiendo mi toalla y me tumbo al sol al lado de ellos.