El calentón lo pagó mi mujer

La luz que llegaba del exterior hacia que su figura se dibujase nítidamente a través de la liviana tela. Tenía las piernas ligeramente abiertas y me dejaba ver el triángulo que se formaba entre el inicio de sus muslos y su coño.

Cuando llegue a casa esa noche me faltaban extremidades para meterle mano a mi mujer. Yo creo que se extrañó de mi fogosidad, pero no preguntó nada. Es cierto, que es habitual que anduve todo el día tocándole culo, levantándole el vestido para bajarle las bragas o sobándole las tetas. Es una forma de calentarla, de intentar calentarla, para lograr un polvo nocturno, aunque a decir verdad no siempre funciona como yo quisiera.

Pero esa noche el acoso fue tremendo. Mientras se duchaba me asomé a la puerta del cuarto de baño para observarla. Ella hizo como que no se percataba de que la estaba mirando, pero es evidente que lo sabía. Al cabo de unos segundos me sonrió y me dijo. “Me duele la cabeza, te aviso por si acaso”. Yo sabía que no era verdad por la forma de decírmelo, era sólo una manera de ponerme más caliente, algo habitual. Me temía, sin embargo, que no iba a ser sencillo que abriera las piernas esa noche, tendría que pelearlo con imaginación.

Después de que los niños cenarán y se acostarán decidí que era el momento de poner toda la carne en el asador. Aunque se me había bajado la erección que me provocó Dita en el bar, el calentón seguía muy presente y sólo con recordar la escena volvía a subir el ánimo de mi rabo. Tera había salido a la terraza a tomar el fresco y estaba de espaldas. Con un camisón y sólo las bragas. La luz que llegaba del exterior hacia que su figura se dibujase nítidamente a través de la liviana tela. Tenía las piernas ligeramente abiertas y me dejaba ver el triángulo que se formaba entre el inicio de sus muslos y su coño. La redondez de su trasero se distinguía, exuberante. El largo del camisón, algo inclinada como estaba sobre la baranda, no tapaba más allá de medio muslo, algo muy decente dirán, pues a mi me estaba poniendo como un animal en celo.

La escena me trajo a la mente el recuerdo de una noche especial. Estábamos de vacaciones y Tera estaba en una posición muy similar. No era una terraza individual si no el descansillo que servía de terraza compartida a cuatro apartamentos. Llevaba puesto sólo un pareo, sólo. La verdad es que aparentemente no había nadie por la zona así es que llegué desde atrás le levanté el pareo dejando su culo al aire y empecé a sobarle el coño. Rápidamente abrió las piernas y me dejó meterle un dedo. Estaba empapada. Me saqué la polla y la acomodé entre sus nalgas. Tera elevó un poco el trasero y me permitió meterle el rabo de un solo empujón hasta los huevos. Soltó un gemido de placer y entrecerró los ojos. Empecé a moverme con lentitud y ella me agarró el culo para presionar más. Entendí que quería más caña. Los dos perdimos la noción del lugar en el que estábamos. Creíamos que no había nadie mirando pero no teníamos seguridad. Fue uno de los polvos más excitantes que hemos echado, aunque lo terminamos en la cama, sin prisas.

Pero esta noche no podía repetir aquella escena. Aquí nos conocía mucha gente. Estábamos en casa, sin embargo, no pude resistirme y metí mi mano por debajo del camisón y le abrí un poco los labios para ver como estaba el ambiente. Me sorprendí al notar más humedad de la que esperaba. “A ti no te dolía la cabeza”.

  • Y me duele. Pero cualquiera te para a ti esta noche.

En ese momento le metí un dedo en el coño y ella se encogió levemente, pero abrió más las piernas. Estaba empezando a pensar que esa noche sí me la follaba, además, tenía en mente algo especial. Mientras le estaba dando dedo, una pareja de vecinos pasó por debajo y saludaron a mi mujer, que estaba ligeramente inclinada sobre la barandilla. “Buenas noches”, contesto y me agarró la polla. En ese momento supe con certeza que teníamos fiesta.

-Aquí vamos a dar un espectáculo. Vamos a cenar y ahora seguimos.

Durante la preparación de la cena no dejé de rozarle el culo con la polla aún tiesa, de bajarle las tirantas del camisón para que se le escapara una teta. No quería, por nada del mundo que se enfriara. Ella, muy digna, siguió con la tarea mientras yo preparaba unas tapas, ligeras y rápidas, preparó unas copas para el vino y nos sentamos a cenar.

  • ¿qué te pasa esta noche, te veo un poco más sobreexcitado de lo normal y mira que ya estás siempre pensando en lo mismo?

  • Será que está más sexy de lo habitual y no puedo resistirme a tus encantos.

  • Será eso.

Mientras apurábamos el vino me lancé a por su coño, iba a ser mi postre. Me apetecía mezclar el sabor del vino con el de los jugos de su raja. Sé que a algunos les produce rechazo, pero el sabor y el olor del coño me resulta un manjar insuperable. Paseo mi lengua por los labios y succiono con energía el clítoris. Esa se contorsiona por el placer. Ahora está caliente y mojada, tanto que sus jugos ya le han empapado el culo. En ese momento le meto el dedo corazón por el culo, sin dificultad. –Hoy te la voy a meter por el culo-, ya veremos, contesta ella. Antes de abrirme el culo tengo que ofrecerle un par de orgasmos y el primero lo consigo comiéndole el coño.

Tras recuperarse se sienta en el sofá y me agarra la polla con fuerza. –Me toca- y se mete de golpe la mitad del rabo en la boca. Durante un buen rato juega con la lengua, haciendo círculo alrededor de la cabeza de mi polla y de golpe vuelve a introducirse todo lo que puede en la boca y mueve la cabeza adelante y atrás. En ese momento, le pongo fin a la mamada, no sea que me estropee los planes. Espera un momento, le digo, y me acerco a por un juguetito al cajón. Un consolador de buen tamaño, pero sin abusar. –Voy a necesitar ayuda, así es que métetelo-.

Después de un rato jugando con el vibrador se coloca a cuatro patas, y me dice que quiere correrse conmigo. Se la vuelve a meter y bombeo con fuerza, con rabia, agarrado a sus caderas. Le abro las nalgas para observa el agujero de su culo y veo que sigue dispuesto, así es que le meto de nuevo el dedo. En ese momento, empieza a mover el trasero con más energía hasta que vuelve a correrse. Esta vez no la dejo descansar y sigo dándole por el coño, -Ahora me toca abrirte el culo- . Le sacó el dedo y apoyo la cabeza de mi polla sobre su agujero ya dilatado, ella no quiere usar cremas. Con un leve esfuerzo ya está la cabeza dentro de su culo. Empiezo a moverme, suavemente y con cada embestida avanza unos milímetros dentro de su culo hasta que se ha comido media polla. –Ahora viene la sorpresita- Enciendo el vibrador y lo apunto hacia su coño. –Quiero que sientas dos pollas dentro de ti, aunque una sea de goma- . Al principio me cuesta que entre pero poco a poco, el coño de Tera vuelve a abrirse y ella empieza a gritar sin control. No duró mucho, lo suficiente para corrernos los dos y para que su corrida empapara el sofá.

-Mañana lo limpiaremos-