El Calcetín
Compartimos risas, sueños, inquietudes, deseos... Sexo. Fue para mí mucho más que sexo, mucho más, a pesar de los muchos kilómetros de distancia que nos separaban.
No sé si te habrá ocurrido alguna vez. A mí me suele ocurrir. Estas doblando la ropa de la última colada y emparejas los calcetines, uno dentro de otro y a veces queda un calcetín suelto, sin pareja, solo, sin el otro que le abrace.
A veces me siento como ese calcetín.
Fue difícil, muy difícil para mí volver a confiar en los hombres después de que mi pareja rompió mi corazón cuando de la noche a la mañana me dejó por otra chica a la que había dejado embarazada. No puedes imaginarte cómo me sentí. Ahora puedo escribirlo fríamente, pero en esos momentos confieso que me hundí.
Sí, me hundí. Naufragué en ese pozo oscuro, siniestro, con un poso de fango inmundo donde flotaban rencores, odios, lágrimas y que cada vez estaba más encharcado por las inseguridades y la baja autoestima. Nunca podré agradecer esos brazos, esas manos de familiares y amigos que tiraron de mí hacia arriba, poco a poco, centímetro a centímetro, día a día, hasta que al final llegué a la superficie y emergí de nuevo a la luz del sol.
Y bueno... mis amigas, fantásticas ellas, lo sé, y con la mejor intención del mundo, me planeaban citas a ciegas con conocidos suyos para que no me sintiera sola, pero he de reconocer que todas fueron un auténtico desastre. Podría contarte lo que pasó en alguna de ellas. ¡Qué horror! Seguro que te reirías. De hecho yo ahora me río. No es que les culpe a ellos, probablemente la culpa estaba en mí, que no me apetecía nada, nada de nada.
Dejé pasar el tiempo, mi corazón se recompuso y un día mi cuerpo despertó de su letargo. Y despertó hambriento, muy, muy hambriento. Pasé de una completa inactividad sexual a un estado de casi permanente excitación. La autosatisfacción fue mi recurso durante algún tiempo, pero necesitaba más, necesitaba a un hombre, así que, harta de que me buscaran citas patéticas, me decidí a salir a buscar por mí misma.
Pero claro, aunque físicamente he de admitir que no estoy nada mal, la verdad es que ligar no es fácil para mí. La mayoría de hombres de mi edad que me gusten suelen estar ya casados o comprometidos. Tuve algunas relaciones esporádicas con chicos más jóvenes que yo, pero qué quieres que te diga... No. No me sentía cómoda. Posiblemente es que en el fondo despertaban un instinto más maternal que sexual en mí. Lo cierto es que en esas ocasiones fingí orgasmos que no tuve por no incomodar al chico en cuestión y me impacientaba porque se corriera ya de una vez y poder volver a casa a leer un buen libro.
Era viernes y esa noche estaba indecisa. Mis amigos tenían una cena prevista, pero no me apetecía ser otra vez el número impar en una cena de parejas. Tampoco tenía muchas ganas de arreglarme para salir, así que decidí entrar en un chat, a ver qué pasaba. Tenía conexión a internet desde hacía poco tiempo y nunca lo había hecho. Me parecía algo ridículo, como el recurso de los feos o de los desesperados, pero bueno... Tampoco se perdía nada por probar. Igual hasta podría ser divertido.
El aluvión de ventanitas que no daba a basto a contestar me aturdió. ¿Tienes cam? ¿Estás depilada toda? ¿Quieres ver mi polla? Ufff... Estaba a punto de cerrar cuando apareciste. Tu nick me hizo gracia, vaya, qué casualidad, y te contesté.
Ya sabes todo lo que vino a continuación. Me hiciste reír con tus ocurrencias y te agregué a mi cuenta del msn. Ahí nos vimos las caras en nuestras fotos por primera vez. Tu letra azul, la mía rosa. Y me gustaste. Ya lo creo que sí. No sólo físicamente, fue todo. Tu gracia, tu forma de ser, tus chistes malos... Hablábamos todas las tardes, tú me hablabas de tu trabajo, de tu ex novia, de todo. Yo suelo ser una persona tímida y reservada, pero contigo me solté. Te confesé cosas que ni siquiera mi ex o mis amigas más íntimas saben de mí.
ROMEO dice:
**oye ke te cierro k mañana trabajo
JULIET dice:
Si yo tb tengo k madrugar**
Pero la despedida se alargaba otro rato más, y otro... y seguíamos hablando y riendo hasta altas horas de la madrugada.
Una tarde empezamos a comentar nuestras fantasías sexuales y nos fuimos calentando, y calentando... Yo era ya como una olla a presión a punto de estallar. Mi pc temblaba sobre mis piernas en la cama, contagiado por mis estremecimientos de deseo. Tú sabías que no tenía cam, pero no te importó. Me dijiste que podríamos escribirnos. Por turnos. Te dije que sí.
Oh, Diooossss... Qué manera de escribir tenías... Qué morbo... No voy a repetir nuestras conversaciones, que fueron muchas y variadas. Pero te puedo decir cómo me sentí al leerte, mi excitación, la humedad de mi sexo, mi mano abriendo el elástico de mis braguitas, mi dedo corazón acelerándose al unísono con mi respiración al acariciar mi clítoris. Te imaginaba y te sentía...
Verdaderamente te sentía en todas y cada una de tus palabras de fuego que me encendían cada vez más, que penetraban en mi mente invadiendo mis pensamientos, como si tu polla invadiera mis carnes hasta lo más profundo de mi ser, hasta que explotaba en un orgasmo increíblemente largo e intenso que me dejaba casi sin respiración. Ni remotamente imaginé que podría sentir algo así, tan fuerte, tan salvaje, tan intenso.
Luego seguía yo. Me encanta escribir, imaginación no me falta y experiencia sexual tampoco. Fui tanteando terreno y tocando las teclas que más te excitaban. Mis dedos volaban en el teclado, imparables, hasta que leía:
ROMEO dice:
mmmm yaaaaaaa diosssssssss
Y así todas las tardes. Volvía rápido del trabajo para conectarme. Allí estabas, esperándome. Simplemente al oír el tintineo, tu nik en la barra inferior, abrir tu ventanita y ver el emoticono gracioso de tu saludo ya hacía que me humedeciera toda. Y esa tarde tenía una sorpresa para ti. Me había comprado una web cam.
Clicaste en aceptar y nos vimos. Lo primero que hiciste fue mandarme un beso al aire sonriendo. Yo te saludé con la mano, sonreí e hice lo mismo. Luego nos miramos fíjamente, sin sonreír, sin teclear. No era necesario. Yo ardía por verte y tú también. Dejé a un lado de la cama el portátil y luego incliné la cámara, enfocando mi cuerpo.
Desabroché despacio los botones de mi ridículo pijama de ositos, ese que llevaba la primera vez, cuando me preguntaste qué llevaba puesto. Me bajé el pantaloncito corto y las braguitas de algodón. Podía ver la expresión de deseo en tu cara, la lengua que relamía tus labios cuando acaricié mis pezones rosados que se endurecieron con el contacto. Sé que deseabas fundir tu boca con ellos, rozarlos con tu lengua, chuparlos y lamerlos hasta hacerme enloquecer.
Bajaste el objetivo de la cam. Te quitaste el boxer y pude contemplar tu polla erguida, dura y tu mano rodeándola desde la base, moviéndose despacio, rítmicamente. Nunca pensé que podría excitarme tanto simplemente viendo a un hombre masturbarse en una pantalla, pero es que eras tú, era tu polla, eras tú...
Y deseé desesperadamente estar allí, contigo. Deseé lamerte todo el cuerpo, empezando por los lóbulos de tus orejas, mordisquearlas ligeramente, besar tu pecho, detenerme en tu ombligo un rato, seguir bajando poco a poco, pasar mi lengua por la puntita, sentir el sabor de tus primeras gotitas fruto de la excitación, seguir lamiendo despacio, mi lengua por tus testículos, subiendo y bajando por esa vena tan sensible y pronunciada, y luego toda tu polla en mi boca, que fuera mi boca y no tu mano, tocarte los testículos con suavidad, yendo hacia atrás, rozándote el ano con mis dedos, tu mano acariciando mi cabeza y guiándome en lo que te aseguro que iba a ser la mejor mamada de toda tu vida.
Flexioné las piernas y las fui abriendo poco a poco, para ofrecerte un primer plano de mi coño depilado, húmedo, latiendo de ganas por ti, muriendo de ganas por ti.
JULIET dice:
**stoy tan caliente k en cuanto me toke me voy a correr!!!
ROMEO dice:
no no te me corras aun. pls esperame ve despacio intenta retenerte tocare una tecla cuando me vaya a correr. kiero que nos corramos juntos**
Tus palabras me calentaron más si cabe. Pero hice lo que me pedías, fui muy despacio. Mi mano fue bajando y abrió mis labios vaginales. Mi dedo corazón me acariciaba suavemente y en mi mente era tu lengua la que me hacía sentir. Mmmmm... Y mientras me tocaba introducía dos dedos en mi coño imaginando que era tu polla, luego me los llevé a la boca y los lamí.
Eso sé que te excitó muchísimo, porque tu mano se aceleraba sacudiendo imparable y yo ya no podía soportarlo más. Mi vagina se me contraía de deseo ya cuando vi en la pantalla:
**ROMEO dice:
MMMMMMMMMMMMMMMMM**
Sí, sí, siiiiií... !Fue increíble! Tuve que hacer un esfuerzo y taparme la boca por no gritar. Al estar tan caliente y retener tanto el orgasmo, éste fue muy, muy intenso. Bestial. Mi cuerpo se sacudía estremecido por el placer mientras veía tu semen emergiendo en chorros en la pantalla y anhelé que te hubieras corrido en mi boca, en mi sexo, en mi cara...
Pero que hubiera sido en mí. ¡En mí!
Ansié haber sentido tu sabor al lamerte, haber aspirado tu olor, el calor de tus manos en mi piel, haber oído tu voz, tus jadeos, tus suspiros. Haber sentido el fuego de tu polla penetrándome con ganas hasta sentir dentro de mí tus palpitaciones fundidas con las mías. Pero sobre todo soñé que en mi cama vacía te hubieras recostado después a mi lado y me hubieras abrazado fuerte, sintiendo tu corazón latiendo junto al mío y... y que me hubieras besado.
Es extraño. Cuando hablamos de amigos (o de amantes) decimos los "reales" o los de inernet, pero yo te puedo asegurar que todo lo que viví contigo, todo lo que sentí por ti fue muy real. Completa y absolutamente real.
Sé que una de tus fantasías era practicar el sexo anal. Te excitaba muchísimo la idea porque era algo que nunca habías hecho, por eso cuando salí del trabajo fui a un sex-shop en la capital y me compré un consolador para nuestros momentos. Lo que más me excitaba era excitarte, ponerte a mil con mis palabras escritas, con mi cuerpo desnudo exhibiéndome ante ti y quería ofrecértelo todo, todo.
Por la tarde me preparé para la ocasión. Me duché, me depilé, me apliqué una irrigación anal. ¿Puedes creer que también me perfumé? Suena ridículo ¿verdad? En la cama me puse de rodillas de cara a la pantalla de mi portátil y con la cam detrás para que pudieras verlo todo bien. Esa noche conectamos también los micros. Lo hiciste por mí, porque eso sí que te cortaba muchísimo. Sí. Fue un gozo inmenso sentir tus suspiros unidos con los míos, cuando introducía el dildo lubricado poco a poco en mi ano y soñaba que era tu polla, que eras tú, que aunque nos separaran miles de kilómetros tú estabas ahí, follando conmigo. Y yo estaba allí, follando contigo.
Y escuchar tu voz profunda, susurrando en los auriculares, que me decía jadeando:
-Así... así... Muévelo así... mmm... Ay, nena... ¡Cómo me pones!.. ¿Cómo vaaas? Porque yo me voy a correr ya... ¡Me corrooo!
Y mi vista fija en la pantalla viendo tu corrida explosiva, mi mano metiendo el dildo más profundamente, rozando ese cúmulo de nervios que me hacía vibrar, mi dedo incansable entre mis piernas, mis gemidos de placer, mi cuerpo derrumbado sobre la cama, piernas temblorosas, cuerpo perlado de sudor, y mis esfuerzos por recuperar el aliento mientras mi corazón amenazaba con salírseme del pecho después del orgasmo más agudo, más potente de toda mi vida.
Y luego, más tranquilos, nuestro cigarrito de después. Cuántos momentos así tuvimos. ¿Los recuerdas? Y cuántas risas, historias, deseos, inquietudes, compartiendo en la distancia.
Y una tarde ocurrió. Me dijiste que la habías vuelto a ver, a tu ex novia. Que habíais hablado, que te habías dado cuenta de que la seguías amando, que sí, que te lo habías vuelto a plantear y estabas de acuerdo en un compromiso más serio, que pronto te irías a vivir con ella, que eras muy feliz, que bueno, que nuestra relación había cambiado, pero que seguiríamos siendo amigos.
Y yo te respondí que me alegraba por ti, que a fin de cuentas lo nuestro no fue una relación sentimental, que fueron pajas compartidas, jajaja, que claro que seguiríamos siendo amigos.
Seguimos hablando un rato más, bromeando como siempre, y yo agradecí que en esos momentos no tuviera conectada mi cam, porque por mi rostro resbalaban las lágrimas disfrazadas en esas risitas que aparecían en la pantalla con forma de grotescos emoticonos.
Esa noche salí a un bar de copas, le sonreí al primer tío que me miró de arriba a abajo. Vivía cerca, nos fuimos a su casa. No fue nada tierno, casi me arrancó la ropa y me folló así, de pie, de espaldas contra la pared. Olía su aliento de alcohol, sus manos me apretaban los pechos, me follaba duro, su polla era enorme y me estaba haciendo daño, no paraba de embestirme con brutalidad, pero la verdad es que no me importaba, casi lo prefería así. Cuando se corrió, se quitó el preservativo y le hizo un nudo.
-¿Te ha gustado, zorrita? - se rió-. Dime si no tengo una buena polla. ¿A que sí? De aquí a un rato vuelvo a estar en forma y me la chupas, que sé que lo estás deseando.
Cuando salió hacia el cuarto de baño aproveché para ponerme la ropa y salir corriendo de allí. En casa, mientras me duchaba restregando fuertemente mi cuerpo con la esponja comprendí que no, que el hueco que quería llenar no estaba entre mis piernas, sino más arriba, en el centro de mi pecho.
Tú y yo hemos seguido hablando, nos saludamos, comentamos cómo nos va, pero poco más. La mayor parte del tiempo estás no conectado o no disponible. Ya no es igual que antes, no puede ser lo mismo. Tú lo sabes en el fondo tanto como yo.
Y si me he atrevido a contarte todo lo que sentía es porque sé que esto no lo vas a leer nunca, que no sabes que escribo para la página de relatos eróticos y ni siquiera sabes mi nuevo nik en el chat.
Sí, me cambié de nik, abrí otra cuenta de msn y sí, la verdad es que he seguido manteniendo relaciones sexuales virtuales de vez en cuando, pero siempre evitando que sean para mí algo más que lo que realmente son. Pajas compartidas. Sólo eso. Un simple desahogo sexual en mis noches solitarias, pero nadie como tú... Nadie.
Ahora veo mi calcetín de florecitas sobre mi cama. Ya hace tiempo que pasó la navidad y todos los adornos están en el fondo del armario. Aún así, cuelgo mi calcetín en un tirador del mueble el salón, donde suelo poner el árbol. Espero que ese calcetín encuentre algún día la pieza que le encaje. Tal vez en la próxima colada. Tal vez... Aunque... No sé. Tengo la impresión de que ese calcetín está condenado a acabar desahuciado en el cubo de la basura.
FIN