El Cadejo (08)

Mi alianza comercial con Evelyn me convierte en un sexo servidor de lujo, lo que me lleva a conocer a una nueva clienta. Por otro lado, en mi casa, mis peores temores se hacer realidad, el Sr. Davidson va a regresar (Trío bisexual, dominación y voyerismo; sexo con una madura).

Capítulo VIII

Luego de ese primer trabajo juntos (que nos reportó a cada uno un poco más de lo que ganábamos en un mes entero de trabajo), seguimos haciendo pareja de putos profesionales. El éxito fue instantáneo, solos ganábamos muy bien, pero juntos valíamos una fortuna. Claro, pocas personas podían darse el lujo de contratarnos juntos, pero quienes lo hacían quedaban sumamente satisfechos

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

¡Dale duro a esa perra!… ¡dale duro!

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Me encontraba pasándole por encima a Evelyn ante la atenta y descompuesta mirada de nuestro cliente. Ese era el tipo de trabajo por el que más nos contrataban como pareja, a muchos clientes les gustaba vernos coger, ver a una mujer como ella siendo poseída y sometida por un hombre tan imponente como yo les producía mucho morbo y pagaban muy bien por ese servicio.

Ataviada con un apretado corsé rojo que realzaba su piel blanca y rosada y su cabello rojizo, y que también realzaba el tamaño de sus senos (el mismo que usó en la orgía de David Vaca-Spross), me recibía con toda mi potencia. Sus manos se aferraban a la cabecera de la cama, sus tobillos se mantenían separados y de su boca salían largos y profundos gemidos de placer. Así le gustaba estar, sometida y a la merced de su amo de turno. Yo me encontraba arrodillado en medio sus piernas, hincándole la verga entre su enrojecida raja mientras la levantaba asiéndola de las rodillas. Mi gran macana atravesaba sus suaves y delicadas carnes mientras berreaba como una desesperada, gozando intensamente de este maltrato, es una puta muy dura… casi tanto como yo.

El cliente seguía mirando fuera de sí, estaba desnudo, con la verga tiesa e hinchada y loca por entrar en acción. Se la meneaba buscando placer, pero no quería terminar así, no, "¡Deme espacio!" me ordenó y me quité. Llegó y ensartó a la mujer que seguía recibiendo palo. Yo hice que el tipo se colocara de costado sobre la cama, frente a ella, volteándola y poniéndola a su vez de costado. Luego me posicioné detrás apuntando a su ano. Eve sabía lo que me proponía y se alegró de ello, le gustan los sanguchitos.

Despacio, pero sin detenerme, empalé analmente a mi compañera, que comenzó a gemir y a jadear como si estuviera pariendo enanos, recibiendo ambos penes dentro de su cuerpo, completamente indefensa.

¡Sí! ¡Sí! ¡Sufre perra, sufre!

¡¡AAAHHH!! ¡¡AAERRGGHHH!! ¡¡AAAHHH!!

¿Así le gusta?

¡¡¡SSSIIIIII!!! ¡¡¡ASÍ ME GUSTA FERNANDO!!!… ¡¡¡MÁTENME SOY UNA PERRA SUCIA!!! ¡¡¡MÁTENME!!! ¡¡¡RÓMPANME EL CULO HIJOS DE LA CHINGADA!!! ¡¡¡AEERRRRRGGGG!!! ¡¡¡AAAHHH!!! – Evelyn sudaba a chorros, la teníamos completamente abierta por todos lados y en todos sus orificios, sentía que la queríamos matar, la estábamos llevando a los extremos del placer.

¡Perro!… ¡quiero que me posea!… – me exigió nuestro cliente.

Me salí de las suaves entrañas de mi amiga y me coloqué detrás del hombre, que no dejaba de penetrar furiosamente a la mujer de mi amigo. Esa no era una petición común para mi, por lo general me contrataban para recibir palo, no para darlo, pero bueno, a estas alturas ya no iba a despreciar un hambriento culo necesitado.

Posicioné mi pene en la entrada del ano y presioné hasta que entró la cabeza. Estaba bastante estrecho, casi mugió del dolor inicial pero el seguía pidiendo más. Terminé de empalarlo por completo con mis 18 gruesos cm. metidos bien adentro. Empecé a cogérmelo y él a bramar, a gemir y a aullar por el dolor del principio y el placer del final. Penetrando como un animal y siendo penetrado igual, lo tenía gozando como un energúmeno.

Aquella era una escena de lo más caliente, seguramente. El tipo hundía su cara entre los hermosos senos de la puta, lamiéndolos y mordisqueándolos mientras gemía y gruñía con fuerza. La chimada duró unos 10 minutos más, hasta que el dijo que iba a terminar. Se puso de pié y le quité el condón (sin dejar de cogerlo) y comencé a pajearlo hasta que se vació dentro de la boca abierta de mi compañera, la cual casi se rebalsa de semen.

El hombre me pidió continuar y no parar hasta terminar en su boca, por lo que lo puse en el suelo, lo coloqué en 4 y le seguí dando duro como a un perro por otro rato, incluso tuvo otro orgasmo solo por sentir mi gran pene adentro, horadándole las entrañas. 15 minutos después acabé, derramé mi leche en su boca como me lo había pedido, casi lo rebalsé.

Al final se vistió mientras lo veíamos sobre la cama, mi amiga aun escupía leche. Nos dejó un sobre con la cantidad acordada y salió. Nosotros nos quedamos sobre la cama un rato más, en silencio, solo se escuchaban los sonidos de chapoteos de ella que saboreaba y jugaba con el semen que todavía no se le había caído de la boca, o que no se había tragado aun. Al rato apareció Julio que venía por nosotros. Poco a poco se estaba convirtiendo en nuestro administrador y representante, uno muy bueno y eficiente, por cierto.

Así, al poco tiempo de empezar a trabajar con ellos, fui contratado por una dama de alta sociedad gracias a las amplias recomendaciones que Ochrier dejó de mi (tienen negocios juntos) y al trabajo de representante de Julio, además era la madre de David Vaca-Spross. Eugenia Salam, viuda de Vaca-Spross, madura dama de sociedad (46 años) cuyo difunto esposo le dejó empresas y propiedades que otros administraban mientras ella gozaba de sus rentas. Aficionada a los vicios de la carne, era una mujer madura de piel morena y ojos oscuros, cabello negro oscuro con rayos azules. Estaba algo pasada de peso, por lo que sus senos tenían un gran tamaño.

Se reunió conmigo en un lujoso hotel de la zona 1, pero pequeño y discreto para no llamar la atención. Yo estaba en la habitación esperándola cuando ella llegó, quedó fascinada por mis imponentes y peludos 1.80 mt. Pectorales amplios, hombros muy anchos, abdominales grandes y bien marcados, amplia espalda, piernas musculosas y un trasero redondo y muy firme, además de grande. Y todo eso cubierto por una espesa capa de pelo.

Mi hijo no me mintió cuando me habló de usted… ¡uy, ese francés de Phillipe me enoja!, yo nunca encuentro hombres así… ¿de verdad tiene 30?

Si, 30

¡Es joven y hasta parece de menos! Ojalá mi difunto marido hubiese estado así

Hizo que la tomara y copulara con ella como un energúmeno. Desde que me vio, se mojó y se me tiró encima, quitándome como pudo el bikini de color azul que cubría mis partes más íntimas y metiéndose entre la boca el grueso falo que de allí salía. Al mismo tiempo me acariciaba y amasaba las nalgas, impresionándose de lo duras y grandes que eran. Sus labios y lengua también pasaban sobre las 2 pelotas peludas que por testículos tengo.

Pronto yo estaba prendido de las chichotas de la mujer, chupándolas ávidamente mientras metía sus manos entre sus nalgas e introducía un dedo entre su ano. La señora Vaca-Spross estaba como en otro mundo, gimiendo ruidosamente mientras mi otra mano se colaba entre los pliegues de su sexo y yo no dejaba de morderle los pezones. La puse boca arriba en la cama y la ensarté, hincándole la paloma hasta lo más profundo de su ser, hasta sentir que topaba en el fondo. La tomé como un animal, ella seguía gritando como una desesperada, pidiéndome más y más, berreando y chillando al sentirme adentro de su cuerpo.

¡¡¡¡MÁS!!! ¡¡¡¡MÁS!!! ¡¡¡¡DEME MÁS!!! ¡¡¡¡UUOOOAAAAAAGGGGHHHH!!!

¡Perra sucia!… ¡Perra sucia!

¡¡¡¡POR…¡¡¡¡POR FAVOOOOOOR!!! ¡¡¡¡AAAAGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡MÁS!!!! ¡¡¡¡MÁS!!!! ¡¡¡¡AAAAAHHHHHHGGGGG!!!

Me la cogí como por 20 largos minutos, la puse en todas las poses que conocía y le di tan duro como me fue posible, como ella me pedía. La doña gozó como loca, con orgasmos tras orgasmos. Al final, la puse en 4 y le metí la verga entre la boca sin condón a petición suya. Le hice una ruca irrumación casi sin dejarla respirar, hasta que terminé en largos chorros que se fueron dentro de su garganta. Quedamos tirados en la cama, ella toda desparrama y abierta, sudando cuantiosamente y con la boca llena de semen, estaba muy satisfecha.

Es… es… es usted… ha, ha, ha… es usted un gara… un garañón… – apenas logró decir.

Usted es… ha, ha, ha… también es muy buena

Gracias… gracias… amorcito… – me puse de pié y me disponía a irme, pero la señora me detuvo – ¿A dónde vas?

Bueno… pensé que se querría quedar descansando

Si, pero a la par tuya… ¡garañón!

Gracias señora

A propósito lindo… sos bastante musculoso, y también muy fuerte… hacés muchos deportes, ¿verdad?

Pues más o menos se hace la lucha

Mmmm… creo que nos vamos a llevar muy bien de ahora en adelante. - y nos llevamos muuuuy bien, ella se hizo una de mis mejores clientes desde esa noche, y no solo ella, pues tal y como me lo imaginé, era la matriarca de una extraña y retorcida familia.

Así era mi vida, en eso se había convertido, adoptó una marcha desesperanzada, triste y lúgubre que medaba miedo. Cada día veía más lejano el momento de volver atrás, aunque algo dentro de mi me decía que no podría, pero seguía aferrado. No lo niego, me gustaba tener una buen a talega horadándome, pero también me avergonzaba profundamente, porque me gustaba tanto. Gozaba siendo sometido y usado como una cosa, siendo vejado y hasta maltratado, pero en el fondo deseaba que mi vida regresara a lo que era antes.

Añoraba la vida que tenía antes junto a mi mujer y traicionarla de esta forma me mataba. Además la incertidumbre de no saber nada del negro me tenía mal. Pero esa incertidumbre acabaría al día siguiente, desperté tarde y encontré mal a Pame, noté en ella una profunda amargura, algo le preocupaba mucho.

El Sr. Davidson llamó hoy en la mañana… – un frío helado recorrió toda mi espalda.

¿Qué quería?

Me dijo que ya es hora de que comencemos a pagar por su ayuda

¡Al hijo de puta no le basta lo que te hizo aquella noche!

Claro que no, ¿cómo le va a bastar? – me replicó sin ánimos y con una sonrisa triste.

¿Y cómo quiere ese pedazo de mierda que le paguemos?

¿Y cómo creés tu? – callé, era una pregunta estúpida, pero ella me habló como una especie de reproche en un tono duro y áspero que ella nunca usaba conmigo – Quiere venir a cenar con nosotros hoy y que pase la noche con él… le dije que si.

¿Qué quiere qué?, ¿el hijo de puta lo dijo y tu aceptaste?… ¿por qué no me consultaste?

¿Para qué, qué otra respuesta le podíamos dar?

Pues no sé… tal vez hubiésemos podido negociar con él y

¡…y que dejara de pagarle el tratamiento de Fernandito!

¡O talvez conseguir un mejor trato!

¡No has entendido nada Fernando, nos tiene en sus manos, somos de él… DE ÉL!

¡No somos de nadie y esta mierda se va a acabar en cuando los doctores digan que el nene está curado! – en ese momento calló, no me dijo nada más, pero me dedicó una larga mirada de tristeza y compasión, sentí como que me miraba con lástima hacia mi.

Pensá lo que querrás pero no permitiré que mi sacrificio sea en vano, si he de volverme una perra sucia lo haré y le permitiré que me haga lo que se le de la gana… ¡pero no voy a poner en peligro a mi familia, jamás! – nunca antes su voz había sonado tan decidida y tan dura - ¡Mi hijo va a volver a caminar me cueste lo que me cueste!

¡Pero Pamela, Fernandito ya casi está bien…!

¡Quiero que dejés de intervenir, – me quedé frío – ya no tenés ni voz ni voto en esto!

¡¿Pero por qué?!

¡Porque yo soy la que se convertirá en una puta, yo soy la que se va a degradar y lo haré por amor a todos ustedes! ¡No lo arruinés mi amor, te lo suplico! - y se levantó, se dio la vuelta y se fue, dejándome con cara de idiota y sin saber qué decir o qué hacer.

Continuará

Garganta de Cuero

Pueden hacer sus comentarios y opiniones a mi correo electrónico, besos y abrazos.