El Caballero de los Cuervos 5

Una lanza... Y un exiliado... Las culpas y las penas... La ira y el deseo incontenible de dos amantes...

El Caballero de los Cuervos 5

Los puños del cuervo vs La lanza del cuervo...

La suave brisa, acariciaba los terrenos de una cabaña pérdida entre el bosque.

El bambú plantado frente al porche, se mecía suavemente y las campanas de viento tintineaban al ritmo de la liviana pero reconfortante brisa que bailaba en el lugar.

Gale, había descubierto que le gustaba sentarse en el columpio del frente y quedarse sentado ahí, con los ojos cerrados, sintiendo la briza matinal acariciar su cuerpo lentamente.

Pero en ese momento, él no estaba disfrutando de la suave brisa, ni de la cómoda cama ni nada por el estilo; él veía un brillante amanecer blanco.

Era muy entrada la noche, pero aún así, toda la zona resplandecía con fuerza, como si un sol blanco se hubiera posado en la tierra para brillar salvajemente.

Persival estába sentado, con las piernas cruzadas, en medio del claro que había frente a la cabaña; solo llevaba puesta su camiseta gris sin mangas y los pantalones de cuero.

Entre sus manos, su amada lanza, Lirio de Plata, brillaba con fuerza y palpitaba sin parar, como si fuera un corazón.

Gale observó en silencio, como hacía todas las noches, el entrenamiento de su lancero, sirviente y hermano de sangre, Persival Brimhal.

Ellos llevaban cuatro días ocultos en la cabaña, protegidos por una magia que separaba la cabaña del horizonte humano, permitiendo la entrada a los terrenos, mediante un portal de uso exclusivo de Persival.

Una vez que él despertó, su lancero le había explicado que el maná de toda la zona, se había vuelto muy inestable debido a su asedio al muro de la sinceridad, y que por ello, las habilidades de rastreo no servirían para nada, por lo que podian ocultarse ahí el tiempo que fuera necesario.

Persival ya había curado las quemaduras físicas que aquel gato le había propinado; no obstante, el lancero había preferido esconderse ahí, con tal de despistar a las espadas, y en parte, para poder entrenar un poco, también que Gale necesitaba recuperarse del daño espiritual.

Gale había sido quemado por Minmin, un espíritu de fuego con apariencia de gato. Aunque Persival lo curo con una poción de restablecimiento absoluto, Gale era consciente de que los espíritus no solo dañaban el cuerpo físico, sino también el espíritu; en especial los espíritus de clase ígnea.

Aunque no tenía heridas visibles, Gale estaba completamente vendado... Si esas vendas fueran retiradas, se podría observar claramente, como su piel, antes muy suave, hermosa y clara... Ahora era rugosa y amoratada en donde antes solo hubo quemaduras y heridas.

Gale se sentía siempre muy cansado y débil, así que le agradeció a Persival por tenerlo en cuenta. El lancero no tenía pociones que curaran tanto daño espiritual, así que tardaría en estar lo suficientemente fuerte como para seguir el viaje.

Durante ese tiempo, Persival apenas le había hablado solo para decirle lo estrictamente necesario, como las horas de comer o cuando preparaba el baño... Su lancero no era capáz de mirarlo al rostro, lo que preocupaba mucho a Gale.

Antes del asedio al muro, Gale le había pedido que Persival que no le hiciera daño a nadie, para mantener sus nombres lo más limpios posible.

Pero justo al final, cuando ya estaban rozando la meta, él fue golpeado por el fuego espiritual de ese gato, cayendo así inconsciente, casi muerto.

Ante eso, Persival perdió el control y casi los mató a todos, incluyéndo a Gale mismo.

Él lo sabía, eso era lo que más atormentaba al lancero; el casi haberlo asesinado de verdad al haber perdido el control... Y Gale no sabía que hacer para levantarle el ánimo.

Él se balanceó lentamente sobre el columpio, observando como la luz salía disparada de las manos de Persival y entraba directamente en la lanza.

Si entrecerraba los ojos y observaba fijamente, podía notar, cómo cientos de círculos mágicos aparecían y desaparecían sin parar, escribiéndose en el aire para luego desaparecer. Él había leído sobre este fenómeno; el ver los procesos de la magia en forma de sellos, era la habilidad llamada ojos de la verdad. Había comenzado a desarrollarla desde que había despertado en la cabaña; notando que, poco a poco, podía ver cómo la magia se formaba alrededor de Persival cada vez que este se ponía meditar.

Gale no sabía usar magia, pero sí sabía mucho sobre ella; y, en la meditación de Persival, podía ver cómo este desarrollaba conjuro tras conjuro sin parar, entonando muy suavemente cada uno de ellos. La brisa que hacía mecer todo, en aquel terreno, provenía de las palabras que Persival cantaba sin parar.

Para Gale, aquel espectáculo de luces y sellos, era hermoso e inquietante... Y a la vez, era entrenamiento para desarrollar su visión y aprender a diferenciar cada hechizo y reconocerlo. Cuando Persival terminaba su meditación, Gale acababa con los ojos cansados.

Luego de medía hora más, en que la brisa sopló suave y constantemente, se detuvo. Observó cómo Persival se levantaba lentamente, mientras Lirio de Plata, brillaba cada vez más trémula hasta apagarse.

Solo entonces, por primera vez desde que ambos habían llegado a esa cabaña, Gale tuvo el valor de acercarse a su lancero.

—Estuvo increíble lo que hiciste, Persi —animó a su hermano, dándole una bota de agua que preparó con anterioridad.

Persival se mantuvo cabizbajo, titubeando un poco antes de tomar el obsequio.

—Fue muy impresionante el cómo cantaste conjuro tras conjuro sin detenerte; en verdad tu maná es inagotable.

Ante sus palabras, aunque Persival no mostró nada en su rostro, sus mejillas se tornaron sonrojadas.

—Gracias, señorito —dijo simplemente, observando la bolsa con el líquido.

—Vamos, toma agua, la necesitas; debes de estar muy cansado. —Gale se devolvió a la cabaña antes de detenerse unos segundos—. Ah. Por cierto, ya hice la cena.

Entonces Persival sí que lo miró, sorprendido, y dijo:

—Usted... ¿Realmente hizo la cena?

—E-eh. Estaba algo aburrido y quería hacer algo para ayudar —se justificó rápidamente—, así que hice la cena, n-no sabe mal... Creo; y, s-solo necesita-

—Vamos a comer —le interrumpió el guerrero, caminando rápidamente hacia la cabaña.

Gale quiso decir algo, lo que fuera para aliviar la culpa del lancero, pero sus labios no soltaron nada más que silencio cuando esté paso a su lado; solo pudo suspirar y seguirlo.

La mesa colocada perfectamente; el estofado manteniéndose caliente, en las brasas apagadas; un bol con ensalda silvestre de bayas y el vino ya servido. Gale había preparado todo tan cuidadosamente que rayaba en lo perfecto; todo en su afán de lograr sacar, aunque sea, una simple sonrisa el pétreo rostro de su lancero.

Pero Persival solo se dirigió a la cocina y sirvió el estofado en cuencos, la ensalada en platos y los puso en la mesa, disponiéndose silenciosamente a comer.

A Gale se le achicó el corazón un poco más al ver la expresión sombría e impenetrable de su guerrero.

Una vez terminaron, Persival agradeció por la comida, le pidió que descansara y salió de la cabaña nuevamente, perdiéndose en el bosque que rodeaba la cabaña esta vez.

Observó impotente la ida del lancero. Durante esos cuatro días, Persival no había dormido en absoluto, a veces ni siquiera comía, simplemente entrenaba sin parar, una y otra y otra vez.

Persival no podía cansarse y era capáz de mantenerse con vasto poder de su maná... Pero él podía intuir que la mente de su guerrero, estaba al borde del colapso.

Gale trató de dormir, pero el sueño se burlaba de él, así que se mantuvo revolviendo entre las sábanas de la cama, hasta que un grave graznido le detuvo.

El enorme cuervo de ojos morados, Medianoche, lo observó fijamente desde un escaparate, con los ojos en finas rendijas púrpuras.

Era como si dijera: "Si tanto te molesta la situación actual, entonces has algo y deja de quejarte".

Gale bufó y se levantó, observando al cuervo, quién, al poco de haber llegado a la caballa, parecía practicamente como nuevo, como si esa flecha no lo hubiese atravesado de lado a lado.

—No es tan fácil, Medianoche, la situación es más delicada que antes... Si digo algo malo o si me expreso mal, podría terminar empeorando mi relación con Persival. —Gale apretó entre sus dedos la sábana, frustrado—. Él es consciente de que desobedeció mis órdenes y se descontroló por completo, casi matándonos con ello... No entiende que no necesita ser perfecto, que cualquiera puede cometer fallos —suspiró—. Ojalá estuviera mi padre aquí, él sabría que decir.

Medianoche parpadeó un par de veces hacia él, antes de soltar un par de graznido.

Diciendo: "Creo que te complicas demasiado. ¿Has pensado en decirle simplemente lo que crees de todo corazón?, si lo haces, estoy seguro de que tú voluntad le alcanzará".

Gale lo observó dubitativo unos segundos.

—¿En verdad crees eso?

El cuervo soltó un breve graznido: "Estoy seguro. Vé e inténtalo"

Él se sintió seriamente cerca de la locura, porque esta vez, casi sintió una voz en el fondo de su cabeza, diciéndole esas palabras.

... Aunque, Medianoche era una criatura maldita, así que tal vez en verdad podría estar comunicándose con él.

Gale no pensó mucho en ello, solo decidió, por extraño que pareciera, seguir el consejo del cuervo e ir a buscar a Persival.

Se colocó una suave y holgada camisa blanca; unos pantalones grises y sus botas, así salió a los terrenos colindantes de la cabaña. No tuvo que buscar mucho entre el pequeño bosque; el ruido de golpes; el silbido del viento al ser cortado y los gritos de Persival y las explosiones, lo hicieron fácil de encontrar; estaba en el borde del recinto, en una pequeña planicie llena de árboles cortados y quemados, seguramente a causa de su lanza y su poder.

Gale observó unos segundos, como el guerrero, el Destello de Luz, dió un rápido giró seguido patada que casi arrancó un árbol desde la raíz. Él tragó en seco y carras-

—¿Ocurre algo, señorito? —preguntó Persival, de espaldas a él.

Gale observó el suelo, tratando de encontrar las palabras para hablar.

"Dile lo que sientes..." Recordó las palabras del cuervo.

Entonces se decidió.

—Persival... —Gale levantó su mano derecha y lo señaló con ella. Persival se volteó así él, atónito—. Yo Gale Brimhal, te libero de todo deber-

—¡¿Q-qué está diciendo?! —exclamó el lancero, alterado. Gale no lo escuchó.

—Para conmigo, tu caminó es libre de-

Persival corrió hacia él, golpeó suavemente su mano y le tapó la boca.

—¡Basta! ¿En qué rayos piensas?, ¡¿por qué quieres deshacer nuestro acto de devoción?! —dijo Persival, totalmente exaltado—. Sé que lo he hecho mal, pero no te tomes nuestro acto de devoción tan a la ligera, ¡no tomes mis sentimientos a la li-!

Persival se calló cuando él le propinó una cachetada con todas su fuerzas. Para un guerrero del calibre de Persival, eso fue nada, es más, Gale se sintió como si hubiese golpeado una un árbol o una piedra, ni siquiera le marcó la mano en la mejilla; todo el daño lo recibió Gale.

Aún así, su guerrero estaba impactado por el golpe.

—¡Tú eres él que no toma mis sentimientos en cuenta, idiota! —gritó, totalmente desatado—. ¿Crees que me siento genial en toda esta situación?, ¿crees que yo no entiendo cómo te sientes?, ¿realmente crees que no tengo voz ni voto en la situación? ¡Tú me desobedeciste!, ¡fuiste en contra de mis deseos!, y, aún así, pareciera que quién cometió el error, ¡fuí yo!

Persival solo lo observó, sosteniéndose la mejilla. Gale se masajeó la mano distraídamente.

—Ni siquiera tratas ni un poco de preguntarme ni de hablarme respecto al tema, solo te pasas hundido en tu lamentación y desdicha. No eres capáz de pensar ni por mísero un segundo, que yo realmente no te culpo de nada, ni que nadie tiene derecho a juzgarte por lo que hiciste... Persival, tú realmente no me tomas en cuenta para nada.

Gale se giró y comenzó a caminar hacia la cabaña, molesto y herido, sintiendo su interior vacío de todas esas cosas que quería decirle... Sintiéndose hueco y adolorido.

Sintió como Persival dió un paso hacia él.

—S-señorito... Yo-

—No tienes derecho a llamarme así —espetó Gale, deteniéndose—. A partir de ahora, no tienes que hacer nada por mí y no tienes que preocuparte por fallarme de nuevo; tú ya no eres mi lanza ni mi guerrero, eres libre de ir a dónde quieras.

—Seño-

—Si quieres usa el apellido Brimhal, no me importa... No importa ya. Yo seguiré mi camino, solo.

Esta vez, cuando él retomó su camino, Persival no lo siguió.

Llegó rápidamente a la cabaña y recogió lo poco que sabía que Persival había designado como suyo. Arriba del escaparate, Medianoche lo observó fijamente.

—Nada salió como dijiste que saldría —acusó al cuervo cuando terminó de recoger sus cosas.

Él cuervo graznó lentamente: "Te dije que le dijeras lo que había en tu corazón. No que fueras impul-"

—¡Lo sé! ¡¿Vale?! ¡Lo sé! —gritó Gale levantándose de golpe—. ¡Sé que no sirvo como señor!, ¡no tienes porqué tú también echármelo en cara!

El cuervo se agitó y salió disparado por la ventana, parecía ofendido. Gale solo observó la ventana unos segundos, sintiendo cómo incrementaban sus ganas de llorar.

Terminó de recoger todo y salió por la parte trasera de la cabaña. Antes de irse, tomó una cubeta con agua y metió su mano dentro de ella, gruñó débilmente mientras sentía el dolor desaparecer en su entumecida mano por el agua helada.

No pudo aguantar más y comenzó a llorar.

—Lo siento, padre... Yo realmente no sirvo para esto —susurró cansado.

Desde que había comenzado su viaje, nada salía bien. Apenas llevaba una semana en medio de ese lío y nada salía bien, siempre había algún maldito detalle que lo dificultaba todo.

Tal vez, él estaba destinado a fallar, a perecer junto a su padre; tal vez, él debió de haberse consumido en el fuego junto a la ciudad que tanto amó, eso haría todo más simple.

Después de todo, si ni siquiera podía mantener una relación de amo-sirviente estable con Persival y este era el guerrero que mejor conocía, ¿cómo reclutaría a Hannibal Crow?, ¿cómo mostraría su señoría con él?

Ese hombre seguramente se reiría en su cara, o peor aún, simplemente lo mataría antes de decir nada.

"No puedo buscar a esa persona; yo... Voy a entregarme" Pensó por un segundo, y no le pareció mala idea.

Sí él se entregaba a las autoridades, ellos lo llevarían ante el rey y así, podría abogar por su padre y limpiar el apellido Brimhal. Sería difícil, pero lo lograría; Gale no tenía muchas influencias políticas en el reino, pero, él era considerado un erudito y muchos acudían a él por su conocimiento en las fiestas. Él podría halar de esos hilos para obtener el apoyo que requería.

Gale nunca había jugado a lo política, pero él lo haría con tal de recuperar el legado de su padre.

Con ese plan comenzando a formarse en su mente, Gale sacó su mano de la cubeta de agua helada y la volvió a vendar.

El graznido del cuervo sonó sobre él, pero no le hizo mucho caso; solo estaba decidido a-

Antes de darse cuentas, el mundo se veía al revés.

—¿E-eh?, ¿q-qué?

—No irás a ningún lado, Gale —espetó Persival fríamente.

El lancero lo llevaba en su hombro hacia la cabaña nuevamente.

—¿Qué haces, Persival? ¡Suéltame!

Pero el lancero no le hizo caso, incluso cuando comenzó a patalear y a gritar.

—Persival, ¡suéltame!, ¡debo irme y no tengo tiempo que per-!

—¡No te vas a ir! —gritó Persival seriamente, pero Gale siguió revolviéndose.

Él pataleó, gruñó y hasta mordió a Persival, pero lo único que ganó, fue que este lo tirará con fuerza en el cama. Soltó un grito ahogado mientras rebotaba un par de veces en la colcha.

De pronto, el lancero se le montó encima y le apresó las muñecas por encima de él, atrapándolo al fin.

—¡Suéltame de una buena vez, Persi-!

—¡CÁLLATE! —gritó con el lancero lleno de cólera. Gale por fin se calló, sorprendido.

Persival también lo observó en igual condición, ni él mismo se había imaginado el gritarle de esa forma.

Gale exhaló con fuerza y cerró los ojos, volteando el rostro. La conexión entre los dos estaba totalmente rota... Si es que alguna vez existió tal cosa.

El silencio los envolvió, llenando a Gale, a su vez, con una insípida decepción. Sintió cómo Persival apoyó la frente en sus clavículas.

—No puedes irte, Gale, no puedes romper nuestro acto de devoción. —Persival pasó de sujetarlo a acariciar sus muñecas—. Es lo único que tengo, por favor, no nos hagas esto.

Los ojos de Gale se llenaron de lágrimas al escucharlo.

—Persival... Nuestro acto de devoción, desde un principio, no debió de ocurrir; yo no sirvo para ser un amor, tú mereces a alguien que sea algo más que una carga... Todo lo que ocurrió en Caruso fue mi culpa.

—No, no es así, Gale. —Persival levantó la mirada con el ceño fruncido—. Yo fuí quién perdió el control, yo y nadie más. Cuando te ví tirado en piso, tan quemado y-y... Yo solo quería morir a tu lado.

Pero, si yo hubiese sido un verdadero guerrero, un hombre digno, me habría dado cuenta de que seguías vivo... ¡Yo pude haberte matado, Gale! —Los ojos de Persival, se llenaron de atormentadas lágrimas—. Si hubieras tardado un par de segundos más en levantarte; con mi dolor y mis penas, hubiese arrasado con todo el reino Primura y hasta más.

Gale se quedó sin aliento al escuchar eso.

Borrar un reino de un golpe. ¿Hasta tal punto llegaba el poder de su lancero?

—... Pero nada de eso quita el hecho de que fue mi culpa todo lo que ocurrió. —Gale, se revolvió entre las manos del lancero, frustrado—. ¡Yo debí de detenerte antes de que soltaras esa luz!, ¡yo debí de haber estado a la altura del momento!; yo, Gale Brimhal, debí de haber mostrado valor y poder, debí de haber ejercido mi orden y desplegar mi magia y luchar codo a codo contigo.

Pero lo único que hice, para lo único que serví, ¡fue para estar guindado a ti como un maldito saco! —gritó molesto—. ¡No pude proteger nada!, ¡ni siquiera a ti!

Persival abrió los ojos completamente, sorprendido y dijo:

—T-tú, ¿deseas protejerme?

Gale desvió la mirada y se mordió el labio inferior, sintiéndose expuesto.

—Claro que deseo protegerte... Tú lo eres todo para mí ahora mismo.

Persival lo soltó las muñecas como si quemara, pero no se levantó de su regazo, solo se mantuvo ahí, cabizbajo y con el rostro sonrojado; parecía estar en shock.

Gale se sentó también. El lancero lo tomó suavemente de las mejillas.

—No tienes que protegerme, no necesitas ser más fuerte —susurró Persival lentamente—. Yo soy tu lanza y eso bas-

—Entonces, ¿me negarás que las cosas hubiesen salido mejor, si yo me hubiera podido cuidar solo? —preguntó lentamente. Persival se encogió ante ello y mantuvo silencio. Gale suspiró—. Esta relación no servirá, si todo el peso de la cosas recaen en ti, Persi, eso fue bastante claro en el muro.

Persival suspiró y lo soltó, elevándose en toda su envergadura; lo miró con gesto triste.

—Si te vuelves fuerte, si te conviertes en un guerrero... Me vas a dejar a un lado —susurró este, lentamente—. Yo quiero ser tu lanza, pero pareciera que mientras más tiempo pasamos juntos, te doy más razones para dejarme de lado. Estoy mellado.

Gale lo observó unos segundos... Antes de echarse a reír. Persival lo miró confundido, con el rostro cada vez más sonrojado.

—¿Q-qué ocurre?, ¿acaso dije algo que fuera motivo de burla? —El lancero frunció el ceño, enojado.

—¿Eso era lo que te molestaba?, ¿él que pudiera dejarte de lado? —preguntó divertido.

Persival gruñó por lo bajo, cuando Gale tiró de él y le besó suavemente de imprevisto.

—Persi, yo nunca te dejaría tirado por algo tan absurdo como el poder o la habilidad —refutó divertido. Persival frunció el ceño nuevamente.

—¡Allá afuera estuviste a punto de romper nuestra unión! —exclamó el guerrero.

—Porque quería hablar contigo y tú siempre te negabas. Necesitaba encontrar una forma de alcanzarte y esa fue la única que se me ocurrió. —Gale se encogió de hombros.

Persival lo observó horrizado unos segundos, para luego tomarlo del cuello.

—¡Eres un bastardo, Gale Brimhal! —gruñó Persival aterradoramente, zarandeándolo sin parar—. ¡No vuelvas a jugar así con nuestra conexión! ¡NUNCA!

—¡Ah! ¡Persi! ¡Cuello, mi cuello...!

Él se quejó por el zarandeó sin parar, hasta que Persival se detuvo. Gale nunca perdió su sonrisa.

—Pero lo digo en serio, Persi... Yo jamás te dejaría a un lado por nada, no importa qué hagas —suspiró—, Siempre me tendrás a tu lado... Te amo demasiado como para dejarte.

Persival dejó de respirar unos segundos.

—... No digas... Esas palabras tan a la ligera —susurró el lancero entonces.

—¿Eh?

—No hable de amor tan simplemente, señorito; el amor no es algo tan fácil de decir o expresar —explicó el lancero con una mirada de nostalgia que Gale no pudo entender.

—Claro que sí se puede decir, Persi; yo te amo, creo que es obvio a estas alturas. Tú eres alguien muy importante para mí —y para recalcar la fuerza de su convicción. Gale besó lentamente a Persival.

El lancero lo tomó fuertemente de la nuca y profundizó el beso, pero luego se separó.

—No quiero seguir fallándole... Perdóneme, por favor —susurró Persival. Gale lo acarició suavemente.

—Está bien cometer errores, Persi; la cuestión es, qué hacer con eso esos errores; cómo los enfrentamos y enmendamos. —Le sonrió brillantemente a su sirviente.

Persival lo observó unos segundos antes de suspirar.

—Realmente no sé qué creer sobre usted, señorito, a veces parece tan sabio... Y otras veces tan inmaduro.

—¡O-oye!

Antes de que Gale pudiera decir algo más, Persival chasqueó los dedos.

La ropa de ambos se dispersó en partículas de luz para luego aparecer doblada encima de la cómoda. Gale sintió como su rostro se tornó caliente.

Persival pasó los dedos por su vendajes levemente y dijo:

—¿Le duele mucho? —Persival frunció el ceño, aunque su gesto era de dolor. Gale negó con la cabeza.

—No, no; solo me siento algo cansado; honestamente, duele muy poco —aseguró rápidamente y era así; ya apenas le dolía.

—Debo aprender a lidiar con esto, el verlo tan lastimado —susurró el lancero lentamente—... Debemos de aprender sobre nuestros límites, tanto de guerreros, como de amo y sirviente; debemos de aprender a caminar juntos, Gale. —sonrió con nostalgia.

Gale apretó los labios; estaba seguro de su lancero estaba recordando los viejos tiempos con su padre.

—Juntos —repitió suavemente, ganándose una sonrisa un poco más viva de su guerrero.

Entonces Persival se sentó con propiedad, arqueando su espalda y fregando un poco su miembro contra las piernas de Gale, que sintió un calambre de luju-

—Así que a partir de mañana, empezaré a entrenarle como guerrero, le enseñaré a usar el maná y a manejar perfectamente la espada a la hora de batalla —indicó serio el de ojos plateado, colocando sus manos en sus caderas.

A Gale se le cayó la quijada al suelo.

—¡¿Nos desnudaste solo para decir eso?! —exclamó todavía en shock.

Persival se carcajeó unos segundos, para luego tomarlo de las mejillas, abrir su boca y meter su lengua en su interior.

Gale gimió satisfecho, sosteniéndose de los fuertes hombros de su guerrero, amando la sensación y el sabor de la lengua de Persival, que se frotaba insistentemente con la suya.

El lancero comenzó a hondular su cadera, haciendo que su, cada vez más grande pene, se frotara con el suyo, llenándolo lentamente de fluídos.

Persival lo tomó de la nuca con fuerza y aumentó la fricción entre ambos, usando una mano para retorcer sus pezones. El placer explotó dentro de Gale, sientiendo todo su ser temblar ante el rústico pero delicado contacto.

Lo empujó hacia abajo y se dejó hacer, teniendo a su lancero encima de él, respirando profundamente.

Por unos instantes, sus ojos ambarinos conectaron con los ojos plateados. Persival se agachó un poco y mordió suavemente su labio inferior chupándolo.

Al mismo tiempo, sintió como este tomó su miembro y lo puso entre sus glúteos, frotando su cabeza contra la entrada. Gale gimió impaciente, deseando entrar en su guerrero.

—Déjame hacerlo todo por mí —gruñó levemente su hombre antes de autopenetrarse.

Él soltó un fuerte gemido mientras sentía, cómo las entrañas de Persival lo recibían como si siempre hubiese estado ahí; entrando suavemente, para luego sentir cómo su miembro fue firmemente tomado las paredes. Gale se sostuvo instintivamente a las caderas de lancero.

Persival se elevó y soltó un suspiro, haciendo que sus entrañas se apretaran rítmicamente. Él tubo serios problemas para no venirse con ese estímulo.

El guerrero se elevó y comenzó rotar lentamente sus caderas, frotando el miembro de Gale contra sus entrañas, para luego apoyarse en su pecho y comenzar a subir y bajar el trasero. Gimiendo en cada embestida.

Gale se dejó hacer, dejando que Persival hiciera lo que quisiera con su falo, gimiendo sin parar y concentrándose en no acabar tan rápido, sentía cómo las entrañas palpitaba como locas, como un caballo desbocado.

Entonces se sentó y comenzó a lamer las finas líneas en el pecho del lancero para luego morder sus grandes pezones. Persival gimió y trato de agarrase su miembro, pero Gale no lo dejó; en cambio, este fue quién lo sostuvo, recogiendo con sus dedos, todo el riachuelo de fluídos que salían de la punta y tomándolo, para luego acercar el rostro del guerrero y compartir sus dulces fluídos.

Persival gimió complacido, succionando sus juegos de su boca mientras se penetraba a sí mismo. Gale le frotó con fuerza la cabeza del falo a la vez que le pegó una nalgada; el lancero se encogió de placer y gimió con fuerza.

—G-Gale, hazme el amor... —pidió el guerrero con la voz ronca y necesitada. Él en respuesta tragó en seco.

Hacer el amor, algo que solo se hacía con la persona especial, con la persona elegida.

... Él podía darle eso a Persival, podía dárselo todo y más.

Gale empujó a Persival hasta que lo acostó, sin salirse de él. El lancero, con el rostro enfiebrado, cruzó sus piernas por su cadera con fuerza y rodeó cuello con su brazos, comenzando a besarlo con fuerza. En respuesta, le embistió con fuerza y profundamente, haciendo que Persival solrara un gruñido de placer dentro de su boca.

Las caricias se hicieron más intensas y el placer aumentó, mientras Gale sentía cómo al entrar y salir, la cabeza de su falo se frotaba contra un bulto que hacía que Persival jadeara y sueltara gemidos sin control. En un punto siente como todo el cuerpo de su guerrero le aprisiona con fuerza a la vez que gritó sin control.

Sin siquiera tocarse, Persival se vino entre sus cuerpos, bañándolos con su semilla.

Las entrañas de Persival le aplastaron el pene al punto de casi hacerle daño, lo que hizo que todo su cuerpo vibrara de placer a la vez que todo desapareció a su alrededor, Gale solo podía sentir cómo sus testículos vibraban y su falo se hinchaba cada vez que soltaba su simiente dentro de Persival; bañando sus entrañas.

Gale cayó por completo sobre el cuerpo del lancero, ambos jadeantes y sudorosos; el sueño llenó a Gale por completo y rápidamente cayó dormido.

Y no pudo escuchar, cuando Persival susurró un suave "Te amo", en medio de la noche.