El butanero hace el favor de metérmela
Un juego de palabras divertido y una gran follada.
Aprovechando que tenia el día libre decidí hacer limpieza, así que me puse cómoda con uno cultote de ciclista sin tirantes que se ajustaba perfectamente a mi figura, mas aun al no ponerme bragas debajo. Me puse una camiseta larga y ancha de mi marido Jordi, y debajo un sujetador deportivo. Cada vez que pasaba por delante del gran espejo del pasillo de casa, me miraba, me subía la camiseta a la cintura, y me decía, para tener 34 años y haber parido hace tan solo 3 años tienes un cuerpo que quita el hipo, no estaba mal empleado el dinero del gimnasio. Recordé que la bombona de butano de repuesto estaba vacía, normalmente esperaba al sábado para pedir que me trajeran una, pero aprovechando que estaría en casa llame al almacén para que me la trajera. Deje la bombona vacía en la entrada con la puerta encajada. A media mañana, a eso de las once llamaron al timbre.
- El butanero – dijo una voz desde la puerta.
- Isidro métemela hasta el fondo – dije desde la cocina.
Isidro era el butanero que normalmente traía las bombonas y me las entraba hasta casa. Pasados unos minutos Isidro no entro, así que salí a ver que sucedía
- Isidro que sucede, tu sabes donde tienes que meterla – dije.
Mi sorpresa fue total, Isidro un hombre cercano a los sesenta años, bajito, pelo canoso, y muy encorvado, y en la puerta el que estaba era un joven alto, atlético, mas cerca de los veinte que de los veinticinco.
- No eres Isidro – dije tontamente.
- Si que soy Isidro, pero hijo, mi padre lleva unos días pachucho y le estoy echando una mano – dijo el joven.
- Bueno, como ya se quien eres te enseñare donde tienes que meterla... – me di cuenta que la expresión daba lugar a equívocos, así que rectifique – la bombona – la rectificación aun fue peor, me puse nerviosa.
- Comprendo – dijo sonriendo.
- Me la metes... la bombona, aquí en la cocina – nuevamente me había expresado mal y el intentar corregirlo había sido peor.
Isidro dejo la bombona en el lugar indicado, le acompañe a la puerta donde me cobro la bombona, le di una propina.
- Gracias – dijo Isidro.
- Gracias a ti por habérmela metido... – en esta ocasión no llegue a rectificar.
- Ha sido un placer metérsela – dijo con cierta ironía, haciendo que me pusiera colorada.
Vi como se marchaba, lo observe por detrás, era un buen ejemplar de macho, pensé si tuviera algunos años menos, no estuviera casada y con una cría de tres años, otro gallo cantaría. Cuando pase junto al espejo del pasillo me mire nuevamente.
- No hace falta tener menos años, con los que tengo estoy bien – dije en voz alta.
Se me fue la mañana volando, incluso no me dio tiempo a comer, tuve que ir a buscar a mi hija a la guardería, por el camino me cruce con el camión del butano, lo conducía Isidro, saco la mano y me saludo, le devolví el saludo, sentí en mi estomago como un pellizco, mis pensamientos volaron, mi calentura aumento hasta el punto de sentir como mi coño se humedecía. Llevaba 20 días sin follar, los mismos que llevaba mi marido de viaje.
Recogí a la cría de la guardería, al llegar a casa la lleve a su habitación par que durmiera la siesta. Aun me sentía excitada, me metí en el baño, rebusque en un cajón del armario hasta que localice una caja, dentro tenia un consolador regalo de mis compañeras de trabajo, me desnude, me acaricie los pechos y pezones, puse la pierna izquierda encima de un taburete y lentamente metí el consolador en mi vagina, con movimientos lentos lo metía y sacaba, no era la primera vez que lo usaba, aunque si la primera pensando no en mi marido sino en Isidro, imaginando que tendría las medidas del falo de goma, unos minutos después mis piernas temblaron, perdieron fuerza casi me caigo, sentí un orgasmo tan fuerte que di un grito, si hubiese sido amortiguado por las paredes del baño abría despertado a mi hija.
Pasaron los días y aquel incidente paso al recuerdo, hasta que tuve que llamar para que trajeran una bombona de butano, mi marido nuevamente estaba fuera y la cría se la había quedado mi madre, inconscientemente me vestí de manera sexi, falda corta y ajustada, una blusa traslucida con un gran escote, como la mujer que espera a su amante para una noche de lujuria y sexo. Estaba tan excitada que sentí por momentos que se me humedecían las bragas, el tiempo pasaba muy despacio pero por fin el timbre sonó, mi desilusión fue ver que era Isidro padre el que trajo la bombona.
- Isidro me alegra verle, su hijo me dijo que estaba algo pachucho – dije desilusionada.
- Si que lo estuve, pero ya me encuentro mejor – dijo.
El pobre hombre se le iban los ojos mirando mi cuerpo, eso me halagaba, y a la vez me excitaba más.
- Dele recuerdos a su hijo – dije sin pensar.
Cuando se fue tuve que subir al baño, cogí nuevamente el consolador, me desnude y me tumbe sobre la cama y pensando en Isidro hijo, me masturbe, nuevamente el orgasmo alcanzado fue bestial. No me vestí simplemente me puse una bata de estar por casa, algo corta pero al estar sola me valía.
Tras comer recogí la mesa y me puse a ver una película de la televisión, el sopor me invadió, fue el timbre de la puerta lo que hizo que me despertara, estaba desorientada, me levante del sofá y me dirigí a la puerta, al abrir estaba Isidro hijo
- Buenos tardes señora Matilde – dijo tragando saliva como si le costase hablar.
Mi corazón y todo mi ser dio un vuelco, delante mío estaba mi objeto sexual más deseado. Me quede muda, sin saber que decir, era un sueño, me mire pensando que estaría hecha un adefesio, pero lo que vi es que la bata estaba fuera dejando ver mas carne de la que hubiera deseado, comprendí la cara de asombro y el tragar saliva de Isidro hijo. Me recoloque la bata.
- Buenas tardes, Isidro..., que deseas – termine diciendo con dificultad, intentando mostrar la indiferencia que no tenia.
- Al mediodía mi padre me dijo que le había dado recuerdos para mi, como tenia que pasar por aquí venia a agradecérselo.
- No tenia importancia no tenias por que haberte molestado – nuevamente intente comportarme fríamente, aunque por dentro ardía.
- Bueno, pues nada, solo era eso – se giro para marcharse.
Que me pasaba estaba haciendo todo lo posible para que se fuera, pero lo que realmente quería era que se quedara, me estaba comportando como una adolescente, y lo peor es que si se marchaba, tendría que volver a utilizar el consolador. Debía atreverme.
- ¡Isidro! Perdona que haya sido tan desconsiderada, pero era a la última persona que esperaba ver, entra y tomate algo – salió de lo más dentro de mí ser.
Isidro se giro pareció dudar, me miro a los ojos.
- No se si será lo mas correcto pero si que me gustaría entrar – dijo con voz apagada.
Era toda una declaración de intenciones, y a mi me valía.
- Siéntate, ¿Qué quieres tomar? – dije siendo cortes, intentando buscar la forma de decirle que quería que follásemos.
- Cualquier cosa, un café mismo.
- Vale espera un momento – me dirigí a la cocina – Isidro que edad tienes – supongo que el se sorprendería de la pregunta pues yo misma me había sorprendido al hacerla.
- Tengo 21 años, dentro de un mes cumpliré los 22.
Pensé que jovencito, es un yogur-in .
- ¿Tienes novia? – nuevamente me sorprendí al hacerle aquella pregunta.
- No, bueno si.
Salí de la cocina, al pasar por el pasillo me mire en el espejo, no llevaba ropa interior eso hacia que estuviera mas excitada, me recoloque la bata haciendo que el escote fuese mas pronunciado.
- ¿Y eso como es?
Para colocar las cosas en la mesa baja de centro me agache dejando que mi escote se abriera, dejando ver claramente mis tetas. Dio resultado, vi como bizqueaba intentando apartar la mirada de mi escote, pero volvía a mirar.
Volví a la cocina, sonriendo.
- Salgo con una chica, pero...
Volví al salón con el café, le serví una taza y yo otra, cogí una silla y me senté frete al el. Hice un cruce de piernas de lo más sensual, estaba decidida, la cuestión era saber si aquel pastelito estaba preparado para algo más.
- Y ese pero, ¿Qué significa?
- Que a mí me gusta, pero creo que yo para ella solo soy un amigo.
De un sorbo se bebió el café, aun estando caliente. Era el momento de ver hasta donde estaba dispuesto llegar aquel chavalito. Me levante y me puse enfrente de el.
- ¿Quieres algo más? – dije, dejando caer la bata al suelo, quedándome desnuda ante los ojos de Isidro.
- Señora Matilde – dijo Isidro levantándose.
- Puedes llamarme Mati, yo te llamare Isi.
Con mi mano derecha le cogí su mano izquierda, haciendo que esta se posara sobre mi pecho derecho, sentí como aquel grandullón tembló al contacto de su mano con mi teta.
- Ven, acompáñame – ya no había vuelta atrás a no ser que el chavalito se marchara.
Subimos a la habitación, me puse frente al el comencé a desnudarlo, cuando le quite el slip, su polla tiesa salió catapultada, una polla de no menos de 20 centímetros, y unos 4 o 5 centímetros de grosor (dimensiones mayores que las de mi consolador de plástico), la acaricie echando su pellejo hacia tras, apareció el calvo (glande), lo bese, con la lengua acaricie su rajita (meato), mientras con la otra mano acariciaba sus testículos, estaba temblando, puso sus manos en mi cabeza; le mire, tenia entrecerrados los ojos, y se mordía el labio inferior, comprendí que no era virgen pero su experiencia con las mujeres era muy limitada, con pequeños chupetones en la cabeza de su pene su excitación iba en aumento, debía parar o se correría, me levante me separe para tumbarme en la cama.
- Ven acaríciame – dije abriéndome de piernas, cogiéndome los extremos de los labios vaginales, para que se viera el inicio de la vagina y el clítoris.
Me sorprendió al introducir su cabeza entre mis piernas, y sentir como sus labios chupaban mi clítoris y su lengua algo áspera pasaba por los labios vaginales, el clítoris y la entrada de mi vagina, aquella acción inesperada hizo que me excitara mas, le pedí que me la metiera, pero no lo hizo siguió chupando y metiendo los dedos en mi vagina, cruce mis piernas tras su cabeza, era increíble, como aquel chaval inexperto estaba haciendo que me corriera, sentí flojear mis piernas, alcance un primer orgasmo bestial.
Entonces Isidro se levanto, se acerco mas, haciendo que su polla rozara mi coño, y lentamente me la metió, al sentir aquel pollón entrar me pareció que algo estallaba en mi cabeza, grite pidiéndole que la metiera entera, pues solo había metido la punta, sus dedos seguían acariciando mi clítoris, cruce las piernas en su espalda y apreté, sentí como su polla entraba hasta el fondo.
Con sus manos me cogió de la cintura y con pequeñas sacudidas hacia que su polla recorriera mi vagina, estaba a punto de alcanzar otro orgasmo, y lo alcance al sentir su leche calentita en mi interior, soltó en abundancia, me sentí llena, se dejo caer sobre mi, quedando exhaustos los dos, permanecimos unidos hasta que su polla comenzó a deshincharse. Se coloco a mi lado.
Cerré los ojos, perdí la noción del tiempo, cuando desperté habían pasado un par de horas, era de noche, Isidro no estaba, tampoco su ropa. Baje al salón y tampoco estaba. ¿Tan mal había sido la experiencia, que se había marchado?
Me metí en el baño y me duche, estaba secándome cuando sonó el timbre de la puerta, mire sonriendo al espejo del baño, estaba desnuda, cogí el albornoz y baje, abrí la puerta y enfrente estaba Isidro.
- He salido a comprar algo para cenar – dijo entrando.
Casi con lágrimas en los ojos me eche sobre él. Llame a mi madre para decirle que aquella noche se quedara con mi hija, que yo iba a salir con unas amigas.
Tras la cena, Isidro se quedo a pasar la noche, pasamos toda la noche follando.
Mi relación con Isidro duro unos meses nada mas, yo sabía que era una relación abocada al fracaso, pero también coincidió que marcho a estudiar al extranjero.
Esta relación con Isidro marco el inicio de un nuevo sentir en mi vida, que años más tarde significaría la separación de mi marido.