El bukake de Amelie

Amelie es guiada por su Amo en un bukake ciego pero delicioso.

Una tira de seda negra tapaba mis ojos mientras D me introducía en el coche. Después de unas palabras tranquilizadoras, mi cabeza gacha, se pone en marcha. No tengo ni idea de hacia donde nos dirigimos. D me habla de vez en cuando, que tal el día, como te sientes… Pese a tener una fe ciega en El, sentía un nudo en el estomago y los nervios empezaban a consumirme.

Antes de salir de casa, me bañe y perfume a conciencia, me arregle el pelo, y maquille en mi ritual de aseo.

Después de eso mis ojos fueron cegados y D se dedico a vestirme. No se como es el vestido que me puso, no se su color ni sus adornos, solo que se que es de tirantes, con un gran escote, a medio muslo y con mucho vuelo.

Llevo medias de liga y zapatos de tacón pero salgo de casa sin ropa interior.

No se cuanto tiempo tardamos en llegar al lugar donde me llevaba. Me ayudo a bajar del coche y me deje dirigir por El.

Me agarraba de la cintura y me susurraba al oído que no me preocupara, que era una sorpresa y que seguro que me gustaría.

Subimos unas escaleras y pasamos por varias puertas hasta llegar a una sala, desconozco el tamaño que tendría pero debía ser bastante grande ya que varios pasos me separaban de la cama en la que me sentó.

Las sabanas eran suaves y calidas y la cama era redonda y grande.

-Perrita, espero que te portes bien y no me dejes mal. Tu solo relájate y disfruta.

Pasó su pulgar por mis labios y le sonreí a modo de contestación.

Empecé a escuchar voces masculinas a mi alrededor, mis nervios se dispararon, note la boca y el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

Llegaban hasta mi trozos sueltos de sus conversaciones, todas sobre mi que no contribuían a tranquilizarme.

-D, te has lucido, se la nota buena perra.

-Muchas gracias J.

-Mira esas caderas, que bien se marcan sobre el vestido.

Unas manos se posaron sobre mi y varios pares mas se unieron. La cremallera del vestido bajo por mi espalda hasta el culo y con delicadeza me fueron quitando la poca ropa que cubría mi cuerpo.

Varios dedos recorrieron mi piel, acariciando mis pechos, pellizcando mis pezones. Separaron mis piernas despacio, como recreándose en la visión de mis muslos abriéndose para ellos.

Un par de manos acariciaban mis piernas desde los pies hasta las ingles por encima de las medias. En ese momento no podía contar las personas que había, por las voces y las manos suponía que unas 6.

Me encantaba esa sensación, entregada para ellos, tocada por todos, lamida por todos. Algunos empezaban a llevar mis manos hacia sus miembros por encima de los pantalones.

Empezaba a excitarme muchísimo, aquello fue mi fantasía durante mucho tiempo y no podía creerme que estuviera pasando. Aunque no pudiera verlo, podía sentirlo todo. Mis sentidos estaban muy sensibles, cualquier roce o susurro lo sentía muy intenso.

Los hombres que estaban a mi alrededor se fueron animando y perdiendo la vergüenza, abrieron sus pantalones y sacaron sus penes duros y erectos, rozando con ellos mi cuerpo.

Alguno cogía mi mano y la llevaba a su polla para que les masturbara.

-Chicos, recordar, nadie se corre en su boca salvo yo.

La voz de D me estremeció, saber que estaba ahí, mirando como varios hombres mas me tocaban y usaban me excitaba mucho.

Unas manos que no reconocí me voltearon dejándome a cuatro patas mientras varias mas acariciaban mi cuerpo note como alguien se colocaba detrás de mi entre mis piernas.

Notaba su polla dura apretando en la entrada de mi coño, abriendo mis labios y penetrándome despacio, abriendo mi vagina poco a poco hasta que estuvo por completo dentro de mí.

Supe que era D, no dejaría que ningún otro me follase. Note que colocaban algo debajo de mi pecho, suave y blando. Supuse que eran cojines.

Así pude dejar mis manos libres para masturbar a dos hombres mientras un tercero se colocaba frente a mi para meter su polla en mi boca.

Sensaciones increíbles, mientras D me penetraba con suavidad me esforzaba por lamer y chupar bien la polla que tenia en mi boca y masturbar a los dos hombres que tenia a mis lados.

Se iban cambiando, las pollas que pasaron por mi cada vez eran diferentes, mas gruesas o finas y de diferentes longitudes.

El tiempo pasaba muy deprisa, demasiado. Algunas veces el chico tenía que retirarse para no correrse todavía.

No pude evitarlo y un orgasmo atravesó todo mi cuerpo pero no pude chillar ya que mi boca seguía ocupada. Pero D lo noto, ya que en lugar de aminorar el ritmo, lo aumento para alargar mi placer.

Cuando termine de correrme paro y se acerco a mi oreja, me mordió el cuello suavemente para que supiera que estaba ahí y yo ronronee bajito.

-Lo estas haciendo muy bien Amelie, mi putita. Ahora llega el gran final así que cómeme la polla como solo tu sabes.

Me tumbaron boca arriba y D metió su polla en mi boca. Me esforcé aun mas que de costumbre en darle placer.

Tenia que agradecerle el regalo que me había hecho mi señor. Abrí bien la boca para que pudiera metérmela hasta el fondo y cada vez que salía mi lengua le acariciaba el glande hasta que note el primer chorro de semen cayendo en mi boca.

Lo aguante ahí y cuando su polla abandono mis labios abrí la boca para que viera su corrida en mi lengua.

-Genial putita, trágatelo y espera a que ahora el resto se corran sobre ti.

Me dio un beso en la boca y se fue.

Escuchaba las respiraciones de los demás hombres a mi alrededor, pajeandose sobre mi y yo esperando ansiosa sus corridas.

La primera cayó sobre mi cara, mojando parte de la seda que aun se mantenía bien apretada sobre mis ojos.

El resto fueron mojando mi cuerpo a voluntad, mis pechos, mi tripa, uno de ellos se corrió frotando su polla contra mis medias, manchándomelas de semen.

Quede tirada en la cama mientras el resto se despedían y felicitaban a D por la buena puta que había compartido.

Se acerco alguien a mi y con manos suaves me quito la venda. No pude ver durante unos segundos, la luz se me hizo demasiado fuerte para aguantarla y tuve que cerrar los ojos para ir acostumbrándome poco a poco.

D estaba a mi lado, mirándome con una sonrisa orgullosa en la cara. Acerco su mano a mi cara para acariciarme la mejilla.

-Muchas gracias mi señor. Ha sido un regalo fantástico.

-Me alegra que te haya gustado perrita. Vamos a asearte un poco y nos vamos para casa.

Cuando íbamos a salir, volvió a taparme los ojos y no me quito la venda hasta llevar la mitad del trayecto.

No pude evitar quedarme dormida con la cabeza apoyada en el cristal. D me despertó en la puerta de mi casa y yo me quede allí de pie, viendo como mi Amo se iba una vez más.

Mientras caminaba hacia mi casa me sentí mas puta que nunca, pero es que yo siempre he sido una puta feliz.