El bufete de abogados (24)

Víctor vivía en una nube, Samanta estaba eufórica por lo que había conseguido, y los dos se sentían contentos, cuando el lunes se lo explicó a Teresa quedaron el siguiente viernes para cenar juntos y celebrarlo, sin niños, como dos parejas...

Cap. XXIV

Víctor vivía en una nube, Samanta estaba eufórica por lo que había conseguido, y los dos se sentían contentos, cuando el lunes se lo explicó a Teresa quedaron el siguiente viernes para cenar juntos y celebrarlo, sin niños, como dos parejas.

A las siete y media la llamó Víctor como hacía cada día sin saltarse ninguno, se saludaron riendo, los dos pensaban en el fin de semana pasado.

SAMANTA: Hemos quedado con Teresa en cenar el viernes los cuatro sin los niños, los dejaremos con tus padres o mi madre.

VICTOR: Me encanta, ¿el miércoles podré verte no?

SAMANTA: Había pensado en algo, y si vienes cada día.

VICTOR: ¿Te gustaría verme cada día?

SAMANTA: ¿Si a ti te va bien?

VICTOR: Si quieres voy hoy mismo.

SAMANTA: ¿Y cenamos juntos?

VICTOR: Y lo qué tú quieras, claro que sí.

Salió corriendo todo lo que le daban las piernas, se saludaron con un beso en los labios y entraron en casa agarrados de la mano. Cada día que pasaban juntos Samanta intentaba dar un pasito adelante, se besaban sin darse la lengua, se abrazaban estrechándose los cuerpos uno contra el otro, lo disfrutaban sin buscar ir más rápido de la cuenta, cuando se despedían más de un día se acababan haciendo unas pajas monumentales, en el momento que estaban juntos no lo pensaban, pero cuando se separaban y recordaban en lo que había pasado se ponían calientes como estufas, a Samanta se le mojaban las braguitas en tiempo record y a Víctor se le ponía la polla tiesa y dura como una piedra. El jueves antes de despedirse Samanta le recordó que al día siguiente tenían la cena con los amigos.

SAMANTA: He hablado con mi madre y se quedará el fin de semana con los niños, ¿te quedarás a dormir?, no quiero que conduzcas si hemos bebido.

Víctor sabía que era una escusa tonta, pero a él le pareció estupendo.

SAMANTA: En la habitación de invitados claro.

VICTOR: Si quieres en el sofá, me da igual si estoy cerca de ti.

Se dieron el beso de despedida, se miraron a los ojos sonriendo y se volvieron a ver el viernes por la tarde, Víctor dejó la bolsa en la habitación de invitados y ayudó en preparar la cena, se hicieron bromas y rieron, Samanta se fue a cambiar para la cena, Víctor la esperó sentado en el sofá mirando sin demasiado interés la televisión, apareció con un vestidito muy corto sin sujetador que dejaba ver el tipazo que tenía, se pintó un poco la cara y se había peinado a conciencia, estaba preciosa, Víctor se levanto abriendo los ojos sin poder dejar de mirarla, Samanta reía viendo como la miraba, se puso delante de él y dio una vuelta para enseñarle el modelito, Víctor la cogió de las manos, le dijo que estaba guapísima y se abrazaron. Llamaron sus amigos al timbre.

Se sentaron uno al lado del otro con Tomás delante de Víctor y Teresa de Samanta. Samanta no paraba de hablar de cómo habían avanzado como pareja, estaba eufórica de sus avances, de vez en cuando giraba la cabeza y besaba en los labios a Víctor, parecían unos novios que acababan de empezar. Cuando acabaron de cenar Teresa y Tomás se despidieron para dejarlos solos, sabían que todavía les quedaban pasos que dar en su relación.

Cerraron la puerta y se miraron.

VICTOR: ¿Qué hacemos, miramos una película?

Samanta le miraba fijamente a los ojos, le agarró una mano y caminó, Víctor la seguía, subió por las escaleras y él se dio cuenta a donde lo llevaba, en el piso de arriba solo había su habitación, entraron, vio el vestidor, cuánto tiempo sin entrar en aquella estancia, Samanta estiró de su mano y se pararon delante de la cama, Víctor se empezó a poner nervioso, ella le pasó los brazos por el cuello, él le rodeo la cintura con los suyos. Samanta le susurró.

SAMANTA: La última prueba.

Se besaron suavemente, Samanta le puso la mano en la cara acariciándosela, se volvieron a besar abriendo los labios, ella apresó el labio superior de Víctor en medio de los suyos, se separó un poco mirándose a los ojos, los volvieron a juntar esta vez chupándoselos, él le ofreció la punta de su lengua y ella abrió la boca aceptándola, se abrazaron con más fuerza y las bocas se empezaron a mover comiéndose la del otro.

A Samanta le latía el corazón con fuerza, sentir la saliva de Víctor volviendo a saborearla, sus labios y su lengua la estaba poniendo caliente, se mojaba las bragas y lo notaba. Víctor había soñado tantas veces con aquel momento que le comía la boca como si no hubiera mañana, subió lentamente una mano por la cintura a las caderas y de las caderas la pasó a su barriga, Samanta estaba expectante a aquella mano de Víctor que se movía por su cuerpo, siguió subiendo y se paró acariciándole la parte baja de una teta con suavidad, Samanta puso su mano encima subiéndosela para que se la agarrara con toda la mano, él se la apretó y ella dejo ir el aire de excitación, Víctor se lanzó a amasársela, a frotarle los pezones poniéndoselos duros y salidos, Samanta jadeaba, dejó de besarle los labios pasándolos por su cara llegando al cuello entreteniéndose en chuparlo y lamerlo, ella le abrazaba la cabeza apretándosela contra su cuello, levantaba la vista al techo resoplando, se estaba poniendo a mil, deseaba ser suya otra vez, disfrutar de su cuerpo desnudo encima de ella follándosela. Víctor siguió con su recorrido con los labios, le desabrochó por detrás el vestido bajándoselo a las caderas entreteniéndose en comerle las tetas, Samanta seguía con sus brazos alrededor de la cabeza de él respirando con la boca entreabierta, los ojos los abría o cerraba dependiendo de la excitación, le lamía los pezones, le olía la piel, una avalancha de sensaciones invadían el cerebro de Víctor, bajó por la barriga arrodillándose delante de ella, le puso una mano en cada lado de los muslos y le subió la falda del vestido viéndole las braguitas, se miraron a los ojos, las caras de excitación de los dos era tremenda, Samanta le acariciaba la cabeza, Víctor acercó sus labios a un muslo subiendo, ella separó los pies para dejarle espacio donde tenía que llegar y él contactó con sus labios encima de las bragas, olió su coño otra vez, notó lo mojadas que tenía Samanta las braguitas y se abrazó a ella apoyando la cabeza de lado encima de su barriga rodeándola con sus brazos.

VICTOR: No puedo Samanta, no puedo.

A Samanta le bajó la excitación de golpe, se arrodilló con él cogiéndole la cara con dos manos mirándole a los ojos.

SAMANTA: ¿Qué te pasa cariño, que es lo que no puedes?

VICTOR: No sé qué me pasa, me he excitado, pero no llegó a la erección, tengo miedo de seguir, ¿y si no te gusta?, ¿y si te defraudo?

Samanta se levantó ayudándolo a él a hacerlo, lo abrazó y le dijo con una voz dulce.

SAMANTA: Tranquilo, no pasa nada.

Siguieron abrazados un rato, se separaron.

SAMANTA: Vamos a desnudarnos y nos metemos en la cama.

Lo fueron haciendo, Víctor no se perdía detalle de cómo se bajaba las bragas, se observaron uno al otro desnudos, él pensó lo idiota que era por no poder disfrutar de aquel cuerpazo y ella se daba cuenta porque no pudo olvidarse de él, lo quería con locura y le encantaba su cuerpo.

Se metieron los dos en la cama, él boca arriba pre ocupado y ella a su lado le acariciaba la cara.

SAMANTA: Tranquilo cariño, tenemos mucho tiempo para ir avanzando.

VICTOR: Ya lo sé, lo que me preocupa es que…

Movía las manos en el aire apuntándose la polla con ellas.

VICTOR: …esto no me vuelva a funcionar contigo, no lo soportaría.

SAMANTA: Calma Víctor, calma, todo a su tiempo, relájate.

El respiró profundamente intentando calmarse y ella le acariciaba el pecho, le dio un beso en los labios y desplazo su boca al oído susurrándole.

SAMANTA: Nunca me he podido olvidar de ti, intentaba olvidarte, pero cuando me estiraba en esta cama para masturbarme tú eras quien aparecía en mi cabeza…

Víctor la escuchaba con los ojos abiertos, ¿de verdad me va a decir cómo se hacía las pajas?, pensaba, se empezó a excitar, la mano de Samanta le apretaba los pectorales.

SAMANTA: …me acordaba de estos pectorales tan fuertes…

Bajaba la mano a los abdominales pasándosela de arriba abajo siguiendo los músculos con los dedos.

SAMANTA: …y estos abdominales, con estas montañitas...

Bajó la mano entre los muslos y le agarró los huevos.

SAMANTA: …y de estos huevos tan bien puestos…

Le besó sacando la lengua que Víctor chupó. Le cogió los dedos y se los puso en su chocho.

SAMANTA: Me acariciaba por el medio del coñito sin poder dejar de pensar en ti, me frotaba el clítoris pensando en tus folladas, igual que hago ahora con tus deditos, como me hacías gritar de gusto, después me metía dos dedos dentro del coño follándome.

Se metió dos dedos de Víctor en la vagina sacándolos y metiéndolos poco a poco.

SAMANTA: Así, así, que bien lo haces, no te tenía conmigo pero pensaba que eras tú el que me penetrabas, gritaba del placer que me daba…

Víctor con los ojos cerrados se la imaginaba en aquella situación con sus dedos mojándose de flujos y le empezaban a subir los sudores, abrió los ojos de golpe, Samanta le había agarrado la polla y la tenía tiesa, pero que muy tiesa.

SAMANTA: Ves cariño como no ha costado tanto.

Reía mientras bajaba la cabeza besándole el cuerpo, llegó a la polla y se la metió en la boca chupándosela y pegándole un par de succiones que hicieron que Víctor levantara el culo de la cama dejando ir un gemido.

VICTOR: Madre mía como me estás poniendo.

Samanta intentaba meterse toda la polla en la boca, la sacaba y se la volvía a meter, se la estaba dejando toda llena de saliva, él seguía moviendo los dedos dentro de su coño haciéndola jadear. Le cogió la polla con la mano y se la fue pajeando, se puso encima de él con una pierna por cada lado, volvió a acercar su boca a su oído susurrando de nuevo.

SAMANTA: He sido muy injusta contigo, perdóname por favor.

Víctor le buscó la boca y le metió la lengua, le miró a los ojos.

VICTOR: Estás más que perdonada mi vida, fóllame amor, fóllame y no acabes nunca de hacerlo.

Samanta dejó caer un poco el culo apuntándose la polla en la entrada de la vagina, lo fue dejando caer penetrándose, los dos se miraban a los ojos, cuando se la metió entera dejaron ir a la vez un gemido. Ella apoyó sus manos en los pectorales de Víctor y se empezó a mover, al principio lentamente, poco a poco fue haciéndolo más rápido agarrándose con más fuerza a su musculatura. Esta vez sí era real que lo tenía con ella, se lo estaba follando, notaba su polla en su coño, aquella polla “perfecta para ella” que siempre había pensado que era, gemía mirándole la cara a su marido, una cara que siempre le pareció guapa, unos ojos que la miraban deseándola, y unas manos que le agarraban el culo acompañándolo en sus movimientos con sus caderas. Víctor se había olvidado de su impotencia temporal aquella noche y miraba a su mujer como se lo estaba tirando, tenía que repetírselo a él mismo para creérselo, Samanta me está follando se decía continuamente, sin pensarlo le acariciaba el culo y le seguía el ritmo moviéndose él también. Se excitaron como no recordaban, tuvieron un orgasmo a la vez que les hacía gritar sin dejar de mirarse, al acabar Samanta se tiró a su boca para besarlo, él le acariciaba la espalda cerrando los ojos recordando lo que acababa de pasar. Se levantaron para lavarse y volvieron a la cama, se besaron, Samanta apagó la luz y abrazados se quedaron dormidos.

Dos horas más tarde Víctor se despertaba, oía la respiración de Samanta durmiendo entre sus brazos, entre mis brazos pensó varías veces, tanto que lo había deseado, sonrió, le fue acariciando la espalda, poco a poco la mano fue bajando hasta el culo, con la intención de ayudarle a dormir lo que consiguió es que se despertara. Samanta abrió los ojos y lo vio despierto en la penumbra, lo besó, lo volvió a besar separando más los labios, Víctor pasó su mano del culo a la parte delantera acariciándole el pubis rasurado, Samanta abrió las piernas y la mano de su marido bajó de inmediato frotándole suavemente el clítoris con dos dedos, jadeó volviéndolo a besar agarrándole la polla, la tenía tiesa, Víctor le pasó los dedos varias veces por el coño comprobando como se mojaba, ella no paraba de pajearlo, se incorporó y se metió en medio de las piernas, Samanta mientras las abría extendió un brazo encendiendo la luz, nunca lo habían hecho a oscuras y esa vez tampoco sería, lo pudo ver en todo su esplendor como se colocaba en medio de sus piernas, como la miraba con deseo, como aquel cuerpo musculoso y grande comparado con ella se le iba echando encima, rodeó con sus manos la espalda de Víctor apretándosela a la vez que abría los labios para recibir un beso suave y tierno, notó como la polla de su marido le buscaba el agujerito y como seguidamente la penetraba suavemente, la llenaba, el roce con las paredes vaginales le hacían gemir llevando la cabeza atrás, la volvió a besar y haciendo fuerza con sus brazos se aguantaba apoyado en la cama para levantar el tronco y penetrarla hasta el fondo, la hizo gemir, vio el cuerpo de Víctor y como se empezaba a mover dentro de ella, Samanta bajó las manos agarrándole con fuerza el culo comprobando lo bien que lo movía para darle el placer que le estaba dando, le sacó la polla hasta casi la punta y de pronto se la metió entera de un golpe seco, ella gritó moviendo todo el cuerpo del gusto, sintió que la partía, que la follaba el Víctor de siempre, volvía a sentir aquella fuerza, volvía a ver a su animal salvaje gruñendo follándola como tantas veces había deseado, no podía parar de gemir mirándole a los ojos agarrándole el culo, la polla le golpeaba el coño y ella se estaba dejando llevar por el placer, le llegó un orgasmo tremendo tensándole el cuerpo agarrándose con fuerza a Víctor que seguía a su ritmo, se corrió gritando rodeada de sus fuertes brazos, le miró y entendió que el animal salvaje no había acabado con su presa, Víctor se arrodillo la agarró por las caderas y en otra demostración de fuerza que tanto le gustaban a Samanta la giró dejándola a cuatro patas, se la volvió a meter de golpe, un latigazo le recorrió todo el cuerpo, tenía el chochete sensible del anterior orgasmo y la bestia que llevaba dentro su marido no la había dejado descansar, Víctor le fue metiendo y sacando la polla lentamente, ella volvía a sentir un placer tremendo gritando, se sentía invadida por él como si estuviera volviendo a recuperar y reconquistar lo que siempre tenía que haber sido suyo, le fue aumentando el ritmo de la follada, Samanta llegó a pensar que la iba a matar de placer al segundo polvo de su reencuentro, gritaba y movía todo el cuerpo sin control, le atravesó otro latigazo dejándola quieta con la boca abierta para coger aire, puso los ojos en blanco y se empezó a correr como no recordaba haberlo hecho en la puta vida, pegaba unos gritos que la debían de estar oyendo en toda la urbanización, sentir los lechazos de su marido en el coño y oírlo gruñir la acabó de rematar, un orgasmo largo y muy intenso la dejó estirada en la cama de lado recuperándose, Víctor seguía arrodillado cayéndole de la punta de la polla una gotita de semen a la cama, Samanta lo miraba orgullosa de su marido.

Víctor se salió de la cama y la cogió en brazos levantándola llevándola al cuarto de baño, Samanta en sus brazos con los suyos rodeándole el cuello le miraba los ojos enamorada, había recuperado a su gran amor, se ducharon y volvieron a la cama, no durmieron en toda la noche, se acariciaron y besaron hasta la saciedad, cuando estaban recuperados volvían a follar, se deseaban tanto que no encontraban el momento de parar, cayeron rendidos cuando el sol ya entraba por las ventanas durmiendo un buen rato.

Bajaron a la cocina bastante tarde a comer algo y recuperar fuerzas, estaban uno delante del otro.

SAMANTA: ¿Querrás ir a la piscina un rato?

VICTOR: Si vamos a la piscina te follaré dentro del agua.

SAMANTA (riendo): Pues mejor volvemos a la cama.

Víctor se lo confirmaba moviendo la cabeza, tenía la boca ocupada comiendo, Samanta reía, ella tenía tantas ganas como él de seguir con la locura de sexo que se había desencadenado a media noche.

VICTOR: ¿Y el próximo paso cual será?

Samanta lo miró con una sonrisa de oreja a oreja.

SAMANTA: Ya estás tardando en volver a esta casa, te quiero aquí, con nuestros hijos, donde siempre tenías que haber estado, quiero a mi familia otra vez unida y te quiero a ti, al amor de mi vida.