El bufete de abogados (19)

En la segunda cita volvieron a su casa...

Cap. XIX

En la segunda cita volvieron a su casa, consiguió que ella se corriera comiéndole el coño, que se volviera a correr cabalgándolo, y acabar a cuatro patas, mientras le daba golpes con su pubis en el culo le metía la punta del dedo gordo en el ojete suavemente, a ella le daba un gusto tremendo, cuando se corrió por tercera vez, giró la cabeza mirándolo.

CRISTINA: Te mueres de ganas de metérmela en el culo ¿eh?

Víctor se excitó tanto de pensarlo que solo le pudo responder moviendo la cabeza.

CRISTINA: Pues hazlo sin pedir permiso.

Se la metió con cuidado y al rato estaban los dos gritando de gusto, él se corrió dentro gruñendo y gimiendo.

Víctor estaba contento de nuevo con su vida, había conseguido algo que hacía mucho tiempo que le faltaba, alguien en quien confiar que le daba amor, Cristina era muy cariñosa con él porque se sentía correspondida. Se veían varias veces durante la semana y los fines de semana que él no tenía a sus hijos. Había vuelto a tener confianza en él y ya era capaz de desenvolverse sin problemas en el sexo.

No hacía mucho tiempo que iba con Cristina, pero cada vez que salían acababan en su apartamento, se besaban, se acariciaban todo el cuerpo, se palpaban sintiéndose la piel y follaban, y de qué manera, los dos estaban encantados, Cristina conoció al verdadero Víctor, un hombre fogoso que le arrancaba las bragas y se la comía entera, que la follaba con fuerza, con decisión, utilizaba su fuerza para conseguir formas de follar que ella alucinaba, las empotradas contra la pared la volvían loca. Víctor encontró en Cristina una amante incansable, todo lo que le proponía lo aceptaba disfrutándolo y hacía algo que siempre había pensado en hacer y nunca se atrevió, a correrse en su boca, ella se la comía de forma espectacular y cuando se corría se lo tragaba todo o lo dejaba caer entre sus labios poniéndolo a cien.

Cristina casi por casualidad conoció a un hombre del que se estaba enamorando. Tenían conversaciones muy interesantes, podía comentarle problemas de su trabajo y él al ser abogado sabía perfectamente de que le estaba hablando, la ayudaba en todo lo que podía y era una persona sensible. Follando se transformaba, seguía manteniendo las formas pero la fuerza que emanaba, como la abrazaba, la levantaba con facilidad o la colocaba le hacía perder la cabeza y entregarse a él sin restricciones, en aquellos momentos él mandaba y ella se dejaba hacer, valía la pena, sabía cómo lo hacía y porque lo hacía, los orgasmos que acababan llegándole eran tan fuertes que no podía pedirle más.

Samanta se sentía liberada al no tener que ver a Víctor, vivía más tranquila, solo la idea de que algún día pudiera arrepentirse de no volver con él la ponía nerviosa, pensaba, ¿y si Marga tenía razón?, pero era incapaz de pensar más allá. Desaparecieron las visitas sexuales a sus amantes, no las disfrutaba y después se sentía mal. Con quien volvió a establecer una amistad fue con Dani, el posible novio que nunca lo fue, volvieron a acercarse en el trabajo y volvieron a salir a cenar algunas veces, siempre como amigos para hablar un rato y tomar alguna copa.

Al primer niño que tuvieron le llamaron Víctor porque a Samanta le hacía ilusión que se llamara como su padre, como el amor de su vida, a Víctor no le importó, nunca le gustó la idea que los hijos se llamaran igual que sus padres pero si se lo pedía su mujer como le iba a decir que no, pues se llamó Víctor y punto, le llamaban Junior para que no se confundieran los nombres. Al segundo le llamaron Mario, cuando Samanta le dijo que le hacía ilusión que se llamara como su padre Víctor tampoco le puso ninguna pega, la quería tanto que no la iba a contradecir por ponerle el nombre al niño aunque a él no le gustara mucho.

Una tarde sobre las seis estaba Víctor en su despacho hablando con Lidia del trabajo que quería que le hiciera el día siguiente, sonó el teléfono y al mirarlo encima de su mesa vio el nombre de Samanta, le hizo un gesto a Lidia para que lo dejara solo y cerrara la puerta.

Contestó algo nervioso sin tener ni idea porque lo llamaba después de tanto tiempo sin un puto mensaje ni siquiera.

SAMANTA: Estoy en el hospital, han atropellado a Junior en la bicicleta, no sé qué hacer estoy muy nerviosa Víctor.

VICTOR: Ahora mismo voy.

Colgó la llamada sin esperar ninguna respuesta y salió corriendo del despacho. Se encontró con Samanta y su hijo pequeño en la sala de espera, ella cuando lo vio se puso de pie y se acercó rápida a él pasándole los brazos por la espalda apoyando la cabeza en su pecho.

SAMANTA: Perdona que te haya molestado pero estoy desesperada.

A Víctor le sorprendió, colocó sus manos en la espalda de Samanta y se quedaron un ratito abrazados.

VICTOR: Soy su padre Samanta, es normal que me hallas llamado a mí.

Se separaron y se sentaron en las sillas.

SAMANTA: Cuando han llegado del cole me ha pedido permiso para salir en bicicleta, lo hacía muchos días desde que hay sol a estas horas, se retrasaba mucho y yo ya estaba preocupada, me ha llamado la policía para decirme que lo estaban trayendo al hospital, que nervios me han cogido Víctor, no encontraba las llaves del coche, casi me voy dejando a Mario solo. Cuando he llegado una enfermera me ha dicho que ha llegado inconsciente y que le estaban haciendo pruebas, que lo normal es que tarden un par de horas, no sabía qué hacer.

Samanta lloraba por su hijo.

VICTOR: Has hecho lo correcto, tranquila.

Le pasaba el brazo por encima y ella dejaba caer la cabeza en su hombro llorando. Estuvieron un rato así hasta que ella se fue calmando.

VICTOR: Samanta este no es un buen sitio para un niño, ¿si van a tardar tanto que te parece si llevo a Mario con mis padres y vuelvo?

Samanta apartó la cabeza tapándose la nariz con un pañuelo de papel. Le dijo que era una buena idea pero que volviera y no la dejara sola. Víctor llamó por el camino a su madre para decirle lo que había pasado y que le llevaba a Mario para que cenara y seguramente tuviera que dormir en su casa.

Ya de vuelta Samanta seguía muy preocupada pero no se volvió a acercar tanto a Víctor. Cuando se quedó sola se pudo tranquilizar un poco, pensó lo que había hecho, lo había abrazado, había vuelto a sentir aquel cuerpo musculoso entre sus brazos, había vuelto a oler su piel y le vinieron a la cabeza imágenes de hacía años volviendo a llorar, se dijo a si misma que no lo volvería a hacer, no le podía dar señales de debilidad.

Salió el doctor para decirles que el niño estaba bien, algunos arañazos nada importantes, lo que más les preocupaba era un golpe en la cabeza, en las pruebas no había salido nada raro pero tendrían que tenerlo en vigilancia durante dos días y si no pasaba nada volver a hacerle las pruebas para asegurar que ya se le podía dar el alta.

Los acompañó una enfermera a la habitación del pequeño, Samanta lo abrazó llorando, Víctor le dio un beso en la frente, tenía que luchar para no llorar también, se sentaron uno a cada lado de Junior. El niño parecía que estaba bien, algunas heridas superficiales que le habían tapado con una venda y un chichón en la cabeza que era lo más preocupante.

SAMANTA: Ya puedes irte, yo me quedo con él el tiempo que haga falta.

VICTOR: Eso no te lo crees ni tú, esta noche me quedo yo también.

Samanta lo miró con mala cara, a él no le importaba como lo mirara, su hijo estaba en aquellas condiciones y no los iba a dejar solos, hablaron con el niño y no se volvieron a dirigir la palabra, pasaron la noche y al día siguiente.

VICTOR: Vete a casa, dúchate y cámbiate, yo me quedo con él y cuando vuelvas me voy yo.

SAMANTA: ¿Te crees que puedes decirme lo que tengo que hacer?

VICTOR: Si quieres lo hacemos al revés, me voy y vuelvo quedándome con él todo el día, ya vendrás a relevarme esta noche.

Samanta lo miró enfadada, le estaba dejando todo el día para estar con su hijo y pasar la noche él que era lo más pesado, pero darle la razón le tocaba las narices. Le dio un beso y abrazó a su hijo despidiéndose hasta dentro de un rato, pasó por el lado de Víctor.

SAMANTA: No tardaré mucho.

VICTOR: El tiempo que necesites, no te preocupes.

Se fue cabreada, no quería que él fuera amable con ella, no quería tener que agradecerle nada. Samanta se duchó, descansó un poco, comió algo y fue a ver a su hijo Mario que estaba con sus suegros sin ir al colegio llevándole ropa para que se cambiara, al medio día volvía al hospital, Víctor estaba en la habitación dándole conversación a Junior, la madre llegó con mala cara sabiendo que él estaría allí, esperó que se despidiera de su hijo y que saliera al pasillo.

SAMANTA: Ya te puedes ir que hueles mal.

Evidentemente Víctor llevaba toda la noche con el mismo traje y resto de la ropa desde el día anterior, no es que hiciera mucho olor pero Samanta le hizo el comentario para ofenderlo. Víctor le miró los ojos, lo había captado, ella estaba enfadada con él y seguramente lo estaría siempre, por eso lo apartó cuando quiso acercarse.

VICTOR: Pasaré más tarde.

Samanta le iba a decir algo pero Víctor ya se había girado y caminaba, lo miró por la espalda y entró a la habitación.

Se fue a su apartamento, se duchó y se vistió cómodo con los tejanos rotos y el jersey habitual, comió algo ligero en un bar cerca de su oficina y arregló algunos asuntos con Lidia que eran urgentes, habló con Cristina explicándole lo que había pasado y que de momento no se podrían ver hasta que su hijo saliera del hospital, probablemente el fin de semana lo podrían pasar juntos, fue a ver a su hijo pequeño para tranquilizarlo y explicarle que todo iba bien.

A media tarde entraba en la habitación del hospital, Junior dormía y su madre estaba sentada al lado de la cama vigilándolo, giró la cabeza, lo vio y la mala cara hizo acto de presencia, se levantó y le hizo un gesto para que saliera al pasillo.

SAMANTA: Has venido demasiado pronto, él se encuentra bien, ¿Por qué no te vas y si pasa algo yo te llamo?

VICTOR: También es mi hijo Samanta, quiero estar a su lado.

Samanta miró al suelo, él entró a la habitación sentándose al lado de la cama, ella apoyó la espalda en la pared triste, pensaba, “Si te hubieras preocupado de tus hijos cuando trabajabas con aquella cerda no hubieras hecho lo que hiciste cabrón”. Sabiendo que el niño estaba acompañado se fue a la sala de espera a sacarse un café de la máquina malo a rabiar, se lo estaba tomando cuando vio a Marga que entraba, había hablado con ella por teléfono cuando Junior se quedó dormido. Se abrazaron y le agradeció la visita, estuvieron sentadas un rato mientras Samanta se acababa el café y fueron a la habitación, Víctor se levantó al verla, Marga lo abrazó y le dio dos besos, miró al niño como dormía y salieron fuera con Samanta que no quería estar al lado de su ex pareja.

MARGA: Que pena que tenga que pasar algo así para que os veáis vosotros.

SAMANTA: No empieces otra vez por favor, no me interesa verlo para nada.

MARGA: No me dirás que no está guapo, seguro que ya has pensado que te lo follarías por todos lados.

SAMANTA: Cállate coño.

La miraba cabreada cuando apareció Gabriel y salvó una situación tensa, saludó a Samanta, hablaron un poco y entró a ver a Junior y Víctor, Samanta volvió a mirar a Marga con mala leche y esta levantó las manos como rindiéndose.

MARGA: Está bien perdóname, no vuelvo a abrir la boca sobre el tema.

Entraron las dos en la habitación.

MARGA: Iros los dos a tomar el aire un rato, ya nos quedamos nosotras.

Salieron y fueron a tomar algo a una terraza que había cercana.

GABRIEL: ¿Cómo están las cosas con Samanta?

VICTOR: No están, si nos hemos visto es por lo que ha pasado, ella no me quiere cerca, supongo que no me puede perdonar lo que pasó y cuanto más lejos me tenga más fácil será para ella olvidar, tampoco me extraña y se lo respeto.

GABRIEL: ¿Y a ti como te van las cosas?, en el trabajo ya sé que bien.

VICTOR: Estoy medio saliendo con una mujer, no es que tenga intención de momento de vivir con ella ni nada de eso pero estoy contento.

GABRIEL: ¿Tienes una relación?

VICTOR: Llevamos un tiempo, no sé si llamarle “relación”, pero estoy bien con ella cuando nos vemos.

Marga y Samanta estaban sentadas una a cada lado de la cama de Junior cuando se despertó, las dos le dieron unos besos, Marga le hizo alguna broma para hacerlo reír y Samanta estaba contenta de verlo bien.

MARGA: Que pena Samanta, que pena.

SAMANTA: No vuelvas con el temita por favor.

MARGA: Vale, vale.

JUNIOR: ¿Pasa algo mamá?

SAMANTA: Nada cariño, cosas de Marga.

Entraron Víctor y Gabriel, se juntaron todos hablando y animando a Junior, siempre con Marga y su marido entre medio de los dos. Al rato se fueron y se volvieron a quedar ellos solos, hablaban con su hijo sin mirarse entre ellos.

Entró el doctor en la habitación y les dijo que se iban a llevar al niño para hacerle una prueba, querían verificar que no se le había hecho un coágulo por el golpe en la cabeza, dos enfermeros se lo llevaron en una camilla. A Samanta le volvieron a caer lágrimas, estaba nerviosa esperando que Junior estuviera bien, Víctor levantó una mano para colocársela en el hombro para consolarla y Samanta se apartó alejándose de él sentándose al lado de la cama. Que Marga le hiciera aquel comentario no le había ayudado mucho a soportar la presencia de Víctor, se enfurecía más porque Marga no iba del todo desencaminada, no había pensado en follárselo pero sabía que cuando se masturbara pensaría en él, volver a verlo con aquellos tejanos rotos de los cojones que siempre llevaba le hacía recordar buenos momentos con él, volver a oler aquel perfume que utilizaba que siempre le había gustado tanto tampoco ayudaba.

Víctor se quedó en el pasillo apoyándose en la pared, él nunca le llegó a proponerle a Samanta de volver con ella, tampoco tuvo muchas oportunidades para hablar de eso, desde el primer momento que le dijo de separarse no había podido hablar con Samanta con tranquilidad, no es que quisiera volver y juntar a su familia como en un cuento, pero le hubiera gustado mantener una relación más o menos agradable para poder comer todos juntos algún día o simplemente poder verse para comentar cosas de los niños, veía una tontería tener que estar él en el pasillo y ella dentro para no verse. Otra cosa era como estaba Samanta, la encontraba tan guapa como siempre, a él también le venían a la cabeza los buenos momentos con su ex mujer y se entristecía.

Cuando volvieron con Junior el médico les dijo que todo estaba bien, que al día siguiente por la mañana le volverían a hacer otra vez la prueba y si salía bien lo dejarían ir a casa, esa fue la única alegría del día. Se quedaron los dos a pasar la noche, sin hablarse, uno a cada lado de la cama con la vista adelante mirando a su hijo, echaron alguna cabezada en aquellas sillas tan incomodas y a media mañana del día siguiente se iba Samanta con su hijo después que la última prueba saliera bien para recoger al pequeño y llegar a su casa, Víctor los despidió saludando con la mano.

Estaba cansado de aquella noche tan incómoda, por no poder dormir ni descansar y por la tensión de estar al lado de Samanta sin poder mirarla o hablar con ella. Era viernes, llamó a Cristina y quedaron para salir de la ciudad y pasar el fin de semana en la montaña, necesitaba descansar y sentir que alguien le daba cariño.

Escogió un hotel spa para relajarse, Cristina estaba contenta que después de pasar unos días sin verlo quisiera ir con ella de fin de semana, cuando la llamó aquella misma mañana para proponérselo no tardó nada en decirle que sí, que podían ir donde él quisiera, cuando la pasó a buscar por su apartamento se enteró de donde iban, él se había cuidado de todo.

Llegaron tarde, cenaron algo y se fueron a la habitación, Cristina se metió en el cuarto de baño y salió en sujetador y bragas muy sexis, Víctor estaba sentado en un sillón mirando el móvil, la miró sonriendo y ella se le puso encima besándolo, las bocas abiertas se juntaban dándose la lengua el uno al otro, Cristina le puso una mano en la cara con los dedos acariciándolo por detrás de la oreja, con la otra se sujetaba a su hombro, él le acariciaba una pierna con una mano y con la otra le agarraba el culo, le quitó la camiseta y le pasó la mano por el pecho y los abdominales mientras se arrodillaba en el suelo y le desabrochaba el pantalón para bajárselo. Víctor respiró profundamente apoyando la espalda en el respaldo del sillón sacando el culo hasta el borde, Cristina le quitó las zapatillas con los calcetines y el pantalón con la ropa interior, le miró a los ojos agarrándole los huevos y la otra mano le cogió la polla, notó como crecía y se ponía tiesa, él volvió a cerrar los ojos, se dejaba hacer, intentaba solo sentir, relajarse y notar lo que le hacía Cristina. Le amasaba los huevos y le hacía una paja lenta, Víctor sentía la suave piel de su mano como lo pajeaba lentamente y como le apretaba los huevos, de pronto notó algo húmedo en la punta de la polla que se movía alrededor y los labios de su amante rodeándole todo el glande, la lengua seguía moviéndose dándole vueltas al capullo mientras se la sujetaba por debajo, le seguía amasando los huevos y un dedo le iba pasando alrededor del ojete, aquella humedad en su glande iba bajando, se la debía de estar metiendo más profundamente y cuando llegó a tocarle con los labios el pubis le metió la punta del dedo en el culo, Víctor se agarró a los reposabrazos del sillón con fuerza del gusto gimiendo.

VICTOR: ¡Diooosss!

Cristina le apretaba la polla con la boca medio ahogándose sacándosela, siguió con la paja, a los oídos de Víctor llegaba el sonido de su mano resbalando por la polla totalmente mojada de saliva, la punta del dedo seguía moviéndose en la entrada de su culo y de golpe notó como ella con su boca se lo estaba follando, se la metía y sacaba profundamente a buen ritmo sacándole de la garganta un gemido detrás de otro, de pronto todo se paró, Víctor abrió los ojos y Cristina se había levantado y se estaba bajando las bragas.

CRISTINA: Cariño no puedo más.

Y con una sonrisa se le sentó encima a horcajadas, le agarró la polla y se la metió en el coño, lo besó con pasión, él le quitó el sujetador y ella le acercó una teta a la boca para que se la lamiera y le chupara los pezones al mismo tiempo que empezaba a mover sus caderas follándolo, los dos gemían, Víctor le pasaba las manos por la espalda llegando al culo acariciándoselo mientras subía, bajaba y se movía adelante y atrás, ella le rodeaba con sus brazos el cuello acelerando los movimientos, el placer se apoderaba de ellos, se miraban y besaban sabiendo que de un momento a otro explotarían en un orgasmo, Víctor movía el culo siguiendo el ritmo de Cristina, el sonido del roce de la polla dentro del coño delataba que estaba muy mojado y empezaron los dos a gritar corriéndose, ella hacía movimientos cortos con sus caderas adelante y atrás abrazando la cabeza de él que se la apretaba contra el pecho, Víctor dejaba ir los tiros de semen dentro de ella con sus tetas en la cara y agarrándole el culo con fuerza, cuando acabaron de aquel largo orgasmo se relajaron sin moverse, él con la cabeza para atrás con los ojos cerrados y ella con la cara en su cuello rodeándolo con los brazos.

El domingo por la mañana después de desayunar, Víctor envió un mensaje a Samanta para saber cómo estaba su hijo.

VICTOR: ¿Cómo está Junior?

SAMANTA: Bien, no me envíes más mensajes. Lo verás el próximo fin de semana que estará contigo.

Tras lo ocurrido aquella semana en el hospital Samanta estaba muy molesta con Víctor, verlo era dar un paso atrás en su empeño por olvidarse de él, en dejar de pensar en su vida pasada con Víctor, el mensaje para saber cómo estaba su hijo la obligó a pensar cuando estaba pasando el fin de semana muy pendiente de Junior para que no se diera ningún golpe en la cabeza, desde que se despidió en el hospital había estado tan pendiente de su hijo que no tenía otra cosa en su mente olvidándose de todo, aquel maldito mensaje la devolvió a la realidad fastidiándola.

Víctor sonreía al saber que su hijo estaba bien, Cristina lo vio mirando el móvil sonriendo.

CRISTINA: Que sonrisita.

VICTOR: Sí, mi hijo está bien.

CRISTINA: ¿Has hablado con su madre?

Ella estaba interesada en saber qué relación mantenían, sus planes de futuro pasaban por ir compartiendo más cosas con Víctor y necesitaba tener información para no ilusionarse demasiado con alguien que tal vez no estuviera preparado para avanzar en una nueva vida.

Víctor le enseñó los mensajes que se habían enviado, Cristina los leyó y respiró tranquila, aquel rechazo a que le enviara mensajes denotaba que no quería nada con él.

VICTOR: Ya ves, no me puede ni ver.

Cristina le pasó el brazo por detrás de la cintura apoyando la cabeza en su hombro cariñosamente mientras salían a dar un paseo.

CRISTINA: Yo sí que te quiero ver cada día más cariño.

Víctor le dio un beso en la cabeza y se fueron a pasear cogidos de la mano.

Pasaron tres semanas y el episodio del accidente de junior ya estaba olvidado, Marga fue a ver a Samanta para darle las últimas noticias sabiendo que ya no estaba preocupada por su hijo, Víctor estaba iniciando una relación con una mujer.

SAMANTA: ¿Y qué?, es libre para hacer lo que quiera.

MARGA: ¿Y qué?, ya te lo dije que encontraría alguna, espero que no te acabes arrepintiendo porque lo pasarás fatal.

SAMANTA: Déjame tranquila anda, yo estoy bien.

Marga se dio cuenta que estaba intentando hacerse la fuerte y que no le importaba, pero su cara decía otra cosa, se fue y la dejó sola, sabía que Samanta necesitaba pensarlo.

Cuando se quedó sola lloró, Samanta no encontraba explicación, pero tenía ganas de llorar.

Un viernes por la noche Víctor recogía a Cristina para ir a cenar a un nuevo restaurante que habían abierto y todo el mundo hablaba muy bien de él. Tuvieron que esperar un poco en la cola para dar el nombre de la reserva, se había puesto de moda y estaba lleno de gente, un camarero los acompañó hasta una mesa bastante “apretujada” en medio de otras, se sentaron uno delante del otro, se sonreían abriendo las cartas para escoger la cena cuando Víctor al levantar la vista, se encontró directamente con los ojos de Samanta que estaba cenando con Dani cuatro mesas más adelante, se quedaron enganchados con la vista y sorprendidos, Cristina se dio cuenta que él estaba mirando algo fijamente girándose en su silla, cuatro mesas después un hombre también estaba girado mirando, y una mujer tenía los ojos clavados en Víctor, parecía que no podían apartar la mirada uno del otro.

Samanta había quedado con su amigo Dani para aquella noche, necesitaba distraerse, tomar una copa y relajarse de las últimas semanas pendiente de Junior, cuando se encontraron le dijo que había reservado mesa en un nuevo restaurante, lo que no se podía imaginar Samanta es lo que se iba a encontrar en aquel restaurante, cuando acabó de leer la carta y tenía claro lo que iba a cenar esa noche miró el local y vio a Víctor sentado con una mujer riendo con ella, se quedó petrificada, abrió los ojos y clavó su vista en él, se encontraron las miradas y no pudo apartarla, estaba tan sorprendida, nunca se le había pasado por la cabeza que pasaría si algún día veía a Víctor con otra mujer.

Cristina se levantó y salió del restaurante, Víctor la vio pasar por su lado y volvió a mirar los ojos de Samanta que no los apartaba de él, dejó caer la servilleta en la mesa y se levantó saliendo del local, Cristina caminaba con la cabeza baja, Víctor corrió y la atrapó pasándole el brazo por el hombro.

VICTOR: ¡Eh!, ¿estás bien?

Lo miró y tenía los ojos llorosos.

CRISTINA: ¿Era tu mujer?

VICTOR: Mi ex Cristina, mi ex pareja, no quiere saber nada de mí.

Cristina lo miraba moviendo la cabeza de lado a lado.

CRISTINA: Esa mirada Víctor, sé que a mí nunca me vas a mirar de esa forma, y la de ella, que barbaridad, esa mujer está enamorada de ti joder y tú de ella, no entiendo que coño hacéis perdiendo el tiempo. Será mejor que coja un taxi y vuelva a mi casa.

VICTOR: Te llevo yo, yo te he recogido y yo te devuelvo.

Samanta cuando Víctor se fue del restaurante cerró los ojos, pensaba como podía ser que le hubiera afectado tanto verlo, al abrirlos vio la cara de Dani que estaba contrariado. Dani también se había dado cuenta, la manera de mirar Samanta a su ex era muy especial, el brillo de sus ojos, aquella cara de sorpresa y de amor que no pudo evitar, si en su interior le quedaba alguna brizna de esperanza de volver con ella se le desvaneció en ese momento.

SAMANTA: Será mejor que yo también me vaya, no estoy de humor para cenar.

Dani se levantó con ella y la acompañó al coche. Conduciendo, y ya pasada la primera impresión pensaba que no podía seguir así, no lo había pensado nunca pero era normal que él tuviera sus relaciones o líos con otras mujeres, al ser el padre de sus hijos tendría que aprender a soportarlo, el problema seguía siendo suyo, no era capaz de olvidarse y pasar de lo que hiciera Víctor o dejara de hacer. Se volvió a enfadar con ella misma.

Cristina aceptó, en el coche pensó que ya había descubierto el porqué un hombre así estaba solo, porqué le hacía falta cariño, y lo peor era que había salido con ella por su parecido con la mujer a la que amaba, no tenía ninguna duda, él nunca llegaría a quererla tanto como para mirarla como había mirado a aquella mujer esa noche. Lo que no entendía ahora era por qué una pareja que se miraba así no volvieran a estar juntos aunque en el pasado tuvieran algún problema. Víctor paró el coche delante de su bloque de apartamentos y se miraron a los ojos.

CRISTINA: Cuídate mucho, eres un buen hombre pero no confíes tanto en la gente.

VICTOR: No nos volveremos a ver ¿verdad?

Cristina le sonrió, lo negó con la cabeza y le dio un beso en los labios despidiéndose para siempre.