El bufete de abogados (13)

A partir de ese momento Samanta sabía que tenía que ser fuerte, por ella y por sus hijos...

Cap. XIII

“SAMANTA: Lo mejor es que nos separemos definitivamente, no puedo vivir pensando en que estarás haciendo con ella o no, ya no tengo confianza en ti. Mejor separados que hacernos daño.

Samanta dejó caer el teléfono y se estiró en la cama llorando desconsoladamente, daba por acabada una relación maravillosa hasta hacía poco tiempo.”

A partir de ese momento Samanta sabía que tenía que ser fuerte, por ella y por sus hijos que no se merecían sufrir por los errores de sus padres, intentó hacer vida normal cuidándose de ellos, haciendo que fueran el centro de su vida. Trabajaba por las mañanas y se buscaba cosas para hacer para distraerse y no pensar en Víctor, muy difícil a principio, más de un día acabó llorando sobre la bicicleta estática mientras sudaba o cuando miraba la hora y era la que llegaba él habitualmente, delante de sus hijos siempre se hizo la fuerte, habló con ellos para que entendieran la situación, tranquilizándolos de que verían a su padre siempre que quisieran.

Ella dio la cara con su madre explicándole la nueva situación y también quiso hacerlo con sus suegros. Los padres de Víctor hablaron con él, intentó tranquilizarlos, decirles que lo de Samanta lo arreglarían, que estaba en un mal momento pero intentaría solucionarlo, a su padre no se la coló, sabía lo enamorados que estaban y para que Samanta diera ese paso tenía que pasar algo gordo. Víctor no quiso dar más explicaciones de las necesarias.

Marga y Gabriel en cuanto se enteraron de lo que había pasado se presentaron en casa de Samanta sin dejarla un momento sola, Marga se convirtió en su sombra, la animaba, la consolaba cuando tenía un momento de bajón dejando que llorara en su hombro. Cenaban con ella los fines de semana y le facilitaban la vida todo lo que podían.

Samanta pensaba mucho, recordaba mentalmente lo sucedido, en algún momento de desesperación se había arrepentido de no haber matado a Cloe, después se arrepentía de haberlo pensado, en la cárcel sin ver a sus hijos estaría peor que en ese momento. Necesitaba encontrar una razón, una sola, del porqué Víctor le había hecho algo así, había llegado a tener plena confianza en él, le veía en los ojos el amor que le profesaba, se adoraban los dos, disfrutaban sexualmente, nunca tuvo un no para él ni él para ella, ¿qué coño le dio Cloe para quitárselo?, ¿cómo pudo un hombre responsable e inteligente como Víctor caer en las redes de semejante tía?, ¿porqué fue más fuerte lo que fuera que le diera o dijera que toda una vida juntos con ella y con hijos a los que adora?. Eran demasiadas preguntas sin respuesta, alguna vez había pensado en ir a buscarlo y hablar con él, que le diera un explicación convincente del porqué, pero nunca encontró la fuerza para hacerlo, sabía que al verlo no podría aguantarse las lágrimas y le haría daño, mucho daño, si no era capaz de pensar en él sin sentirse mal como lo iba a poder tener delante, se desmoronaría, ya se le había desmoronado toda la vida, y tenía que mantenerse fuerte por sus hijos, al menos cuando estaba delante de ellos.

Con la ayuda de Marga y Gabriel fueron pasando las semanas y los meses, no tuvo ninguna noticia de Víctor que no fuera un mensaje cuando quería pasar por el colegio a buscar a sus hijos, desde que le dijo que era mejor separarse él no le volvió a preguntar cómo estaba ni intentó un acercamiento, tenía noticias de él por Gabriel cuando ella le preguntaba, Gabriel sabía que le hacía daño hablar de Víctor y nunca le explicaba nada del trabajo ni de él si no era ella quien le preguntaba.

Casi había pasado medio año cuando un compañero de trabajo también separado en un descanso le preguntó a Samanta si querría cenar con él, le pidieron una cita, la primera cita después de tantos años, él último que se la pidió fue Víctor, se puso colorada y se aturulló la cabeza solo de pensarlo, le dio una escusa y no se la dio. Era un hombre atractivo, buena persona y lo conocía de hacía muchos años, le pidió perdón por haberla molestado, ella le dijo que lo sentía pero era culpa suya, que no se había planteado nada parecido.

Cuando se lo explicó en confianza a Marga esta le dijo que a lo mejor no era mala idea, había pasado tiempo y salir con alguien no significaba que tuviera que acostarse con él, podía distraerse y pasar un rato agradable e ir conociéndolo poco a poco sin prisas. La convenció bastante, Samanta había asociado una salida a cenar con el sexo y una relación y no tenía que ser así si lo aclaraba antes con él, que no tuviera esperanzas ni se le pusiera pesado buscando algo que ella no le podía dar en ese momento.

Dani era un hombre tranquilo y educado con todo el mundo, Samanta hablaba mucho con él en los descansos y más o menos le conocía el carácter, no parecía ser un hombre muy echado para adelante, seguro que le debió de costar mucho decidirse para pedirle ir a cenar.

Una mañana mientras hablaban antes de volver al trabajo Samanta se disculpó de nuevo por cómo había reaccionado cuando le pidió la cita, le dijo que ella en ese momento no buscaba ni una pareja ni un ligue, pero si quería ir a cenar para hablar y pasar un rato como amigos que a ella no le importaría. Dani se llevó una buena sorpresa y por supuesto le aceptó la cena como amigos, hacía mucho tiempo que se había fijado en ella, por edad podía ser una buena pareja para él y atractiva lo era un rato, sabía que tenía una familia y nunca se atrevió a decirle nada pero una vez enterado que estaba separada y había pasado un tiempo prudencial pensó que era el momento de dar algún pequeño pasito acercándose a ella.

Quedaron un viernes en un restaurante, cuando ella llegó él la estaba esperando en la puerta, se la abrió muy amablemente para que Samanta entrara primero, estuvieron hablando de diferentes temas, él se preocupó de darle conversación agradable e incluso hacerla reír como no lo había hecho en mucho tiempo, pasaron un buen rato, a Samanta le pareció mucho mejor persona de lo que ya sabía que era, no le hizo la más mínima insinuación de nada, la trató como a una buena amiga y eso le gustó. Pagaron la cuenta a medias aunque Dani insistió caballerosamente en invitarla, se despidieron en la puerta del restaurante confirmando los dos que se lo habían pasado bien y que lo volverían a repetir, no se dieron ni dos besos, se despidieron hasta el lunes en el laboratorio y se fue cada uno por un lado.

Samanta se lo pasó bien y no le disgustó nada la presencia de otro hombre cenando con ella, en ese momento no se planteaba ni remotamente llegar a algo más con él pero había sido agradable. Dani estaba seguro que había conseguido que ella se lo pasara bien, veía que de momento no conseguiría nada serio con ella pero si iban saliendo de vez en cuando y se lo trabajaba quien sabía. Tenía claro que no podía ni tener prisas ni forzar lo más mínimo, si la cosa iba bien ya caería por su propio peso.

También animada por Marga y Gabriel, Samanta salió varias veces a cenar con Dani, en la cuarto cita le aceptó después tomar una copa. Lo seguía viendo como un buen amigo pero en algún momento empezó a pensar que tal vez él le pediría algo más, las dudas le empezaron a llegar a su cabeza, ¿sería capaz de acostarse con él?, ¿podría disfrutar del sexo con otro hombre que no fuera Víctor?, o incluso con el tiempo tal vez hasta podría rehacer su vida con él. Samanta no quiso darle más vueltas al asunto y dejar que el tiempo fuera pasando, si todo lo que le venía a la cabeza tenía que pasar esperaba que fuera llegando de forma natural sin forzarlo.

Pasado un tiempo en una de las salidas con Dani después de cenar fueron a tomar algo, era un local tranquilo con música no muy fuerte y lenta, había una pista de baile que la gente se agarraba para bailar. Dani dio un paso adelante atreviéndose a pedirle para bailar, a Samanta no le pareció mal la idea, él le puso las manos en la cintura y ella le rodeo el cuello con las suyas, no se engancharon mucho, los cuerpos no llegaron a tocarse pero estuvieron más cerca que nunca habían estado, Samanta pudo olerlo, una fragancia cara y suave, pudo sentir su piel del cuello en sus manos y el contacto de las suyas en la cintura, se le veía un hombre delicado.

Fueron pasando las semanas y lo fueron repitiendo, cada vez se acercaban más el uno al otro, Dani se atrevía a rodearla con sus brazos y Samanta apoyaba su cabeza en su cuello, los cuerpos se tocaban, él podía notar los pechos de ella en contacto con su cuerpo y ella le olía la piel, al acabar una de las canciones se quedaron mirando a los ojos, se pusieron serios y Samanta le besó los labios, Dani abrió los ojos de la sorpresa volviéndola a besar, se estrecharon en un abrazo besándose mientras empezaba una nueva canción, Samanta se separó de golpe volviendo a la mesa a sentarse, él le pidió disculpas por si la había molestado y ella le dijo que no se preocupara, que le había gustado pero no quería tener prisas. Ese día se despidieron con un piquito en los labios, la relación avanzaba y a los dos le parecía bien como lo hacía.

Dos o tres salidas más tarde estaban en el sofá de aquel local morreándose como dos adolescentes, Samanta creía que había llegado el momento de dar el paso, se había comprado un conjunto de lencería y un vestido bonito, lo provocó un poco mientras bailaban y acabaron comiéndose la boca el uno al otro. Dani le pidió con nervios si querría ir a su casa a tomar algo, los dos sabían de sobras lo que se iban a “tomar” en su casa. Samanta le dijo que sí y salieron de allí. Dani vivía en uno de los barrios en las afueras de la ciudad, en unos apartamentos que no hacía mucho tiempo que se construyeron, entraron en su casa y él nervioso le preguntó si quería tomar algo, Samanta se le acercó y lo besó, lo había conocido lo suficiente en ese tiempo para saber que ella era la que tenía que dar los pasos, él por miedo a que lo rechazara no se atrevía a lanzarse. Se besaron, Samanta le preguntó donde tenía su habitación, entraron quedándose de pie al lado de la cama, ella se desabrochó el vestido lentamente quitándoselo, Dani la miraba con los ojos abiertos, el cuerpazo de Samanta en sostén y bragas era impresionante, tenía la polla tiesa dese hacía un buen rato, solo de imaginarse lo que podía pasar en su casa ya fue motivo para empalmarse hasta arriba. Ella le desabrochó la camisa y lo fue desnudando sin prisas, en ropa interior los dos se dejaron caer en la cama besándose, ella le fue tocando una pierna subiendo la mano hasta agarrarle la polla por encima del boxer, entonces se atrevió él a apoyarle una mano en la cintura moviéndola para ponérsela encima del coño, movía los dedos nervioso pero a Samanta le daba gusto por el tiempo que hacía que no estaba en aquella situación, se quitaron la ropa interior uno al otro y Dani se fue metiendo en medio de las piernas de ella, Samanta le pasó los brazos por el cuello y esperó que él la penetrara, estaba mojada y excitada, era como volver a la juventud nerviosa por descubrir a su amante, le metió la polla empezando a moverse, ella abrió las piernas todo lo que pudo y él se fue acelerando, le empezaba a subir un poco de gustito a Samanta haciéndola gemir cuando Dani resopló y se corrió dejándose caer encima de ella disculpándose, ella le besó la cabeza y se salió de la cama vistiéndose, se despidió y quedaron en que ya se verían.

Caminando a buscar su coche para volver a su casa Samanta se sentía excitada y caliente, la había puesto así y la había dejado con la miel en los labios, mientras conducía no pudo evitar pensar en los polvazos que pegaba con su ex marido, llegó a su casa y se desnudó estirándose encima de la cama, se empezó a frotar de lado el clítoris, tenía el coño todo mojado, los dedos se movían cada vez más rápidos haciéndola gemir, se mojó dos dedos de la otra mano metiéndoselos en la boca y los bajó para metérselos en la vagina sin dejar de apretarse y frotarse el clítoris con los otros, le venía a la cabeza Víctor, su cuerpo, su fuerza y resistencia, como se la follaba y la hacía correrse varías veces antes de hacerlo él, como le hacía gritar de gusto, le subió un tremendo orgasmo haciéndola gritar mientras se penetraba ella misma y se frotaba el coño como si no hubiera mañana, sabía que estaba sola en su casa y no se preocupó de bajar el volumen de sus gritos, se quedó relajada en la cama, se tapó e intento dormir, se dio cuenta que no había pensado sexualment en Víctor hasta ese día, se había masturbado otras veces pero nunca pensó en él hasta ese momento, tal vez por la pésima experiencia de la primera vez con Dani, dándole vueltas a la cabeza se durmió.

Víctor una noche estaba solo en casa, tenía hambre y pocas ganas de cocinar, pensó en salir al centro a un restaurante que preparaban comida para llevar, llamó para que le prepararan la cena y al rato salió en el coche para ir a buscarla. Conduciendo por una calle le pareció ver a Samanta, aparcó el coche para mirar mejor y sí, era ella, iba cogida de la mano de un hombre atractivo y reían, él le abrió la puerta de un restaurante y ella entró primero mirándole con una sonrisa, la sonrisa que tantas veces le había hecho a él, la sonrisa que lo tenía enamorado, aquella manera que Samanta le sonrió mirándole a los ojos a aquel hombre le hizo daño, fue como si le clavaran un puñal en el corazón que se lo atravesó, le pasó por la cabeza como una película su vida con ella, no pudo evitar llorar, recapacitar de lo que había perdido, lo gilipollas que llegó a ser y lo que nunca más podría volver a tener.