El bufete de abogados (11 - 2p)

Aquella noche antes de dormir le dijo a Víctor que no pensaba volver y le pidió por favor a su marido que tampoco lo hiciera él, le contestó que de momento no podía hacerlo, que tenía que encontrar una solución. Samanta se dio cuenta que lo tenía controlado...

Cap. XI - 2ª parte -

Aquella noche antes de dormir le dijo a Víctor que no pensaba volver y le pidió por favor a su marido que tampoco lo hiciera él, le contestó que de momento no podía hacerlo, que tenía que encontrar una solución. Samanta se dio cuenta que lo tenía controlado, Cloe hacía lo que quería con él y no tardaría mucho en follárselo.

Víctor salió del despacho, se fue a comer solo pensando en lo que había pasado el día anterior en el apartamento de Cloe, nunca se imaginó que su mujer pudiera dar un paso así, a él le había encantado, ver en directo como Cloe hacía que se corriera le excito tanto que no le costó nada correrse él con una simple paja de Samanta.

Cuando acabó se dirigió como cada día a ver a Cloe, llamó a la puerta y se la abrió ella con mala cara, parecía dolorida.

VICTOR: ¿Estás bien, ha pasado algo?

A Cloe le cayeron unas lagrimas, llevaba puesto un batín que le tapaba todo el cuerpo, no le contestó, caminó con dificultad y Víctor se dio cuenta que algo había pasado, le agarró un brazo para pararla y Cloe hizo un gesto de dolor.

VICTOR: Párate, te ordeno que te pares y te abras el batín.

Cloe se giró con lágrimas en los ojos, se deshizo el nudo y abrió el batín, tenía todo el cuerpo de marcas rojas, Víctor miró a un lado y vio la fusta de domar caballos en el suelo, le dio la vuelta a Cloe y en la espalda le atravesaban latigazos por todos lados. Se asustó de verla así.

VICTOR: ¿Quién ha sido Cloe?, ¿quién te ha hecho esto?

Cloe lo miraba en silencio moviendo la cabeza de lado a lado dándole a entender que no se lo diría.

VICTOR: Ya sé quién ha sido, ¿puedo hacer algo por ti?

Cloe volvió a negarlo con la cabeza sin dejar de llorar.

Samanta había estado toda la mañana en el trabajo pensando que podía hacer para solucionar el “problema” que tenía Víctor y por tanto ella también. No pensaba dejar que una tía loca se lo quitara, tantos años juntos, con dos hijos, una buena familia hasta ese momento se podía ir a la mierda por las locuras de una mujer. Ella sabía que Cloe se iba al medio día del bufete a su casa, comía y se cambiaba esperando que llegaran ellos. Salió un poco antes del laboratorio, se subió al coche y condujo hasta el apartamento de Cloe.

Le abrió la puerta y se le notó en los ojos la sorpresa de verla sola tan pronto. Samanta la agarró por el cuello y la metió en su casa cerrando la puerta detrás de ella.

CLOE: ¿Has venido antes para que te vuelva a comer el coño sin nadie delante?

Samanta le soltó un bofetón.

SAMANTA: ¿Te crees que voy a dejar que te quedes con mi marido sin hacer nada, que te lo vas a poder follar cuando te dé la gana?, tú no me conoces.

CLOE: Es bueno ¿eh?, folla bien, te deja satisfecha siempre…

Samanta le acababa de dar otra bofetada.

CLOE: No te puedes imaginar las ganas que tengo que me folle, que me agarré los brazos con fuerza y me inmovilice, que me penetré, me parta en dos con su polla y me llene el coño de leche haciéndome correr como una loca.

Samanta vio encima de una silla la fusta, la cogió y empezó a darle golpes a Cloe con ella por delante, Cloe se encogió en el suelo para protegerse y Samanta le dio un golpe detrás de otro hasta perder las fuerzas, la odiaba, tenía ganas de matarla, de que no existiera y dejara tranquila a su familia. Dejó caer la fusta al suelo y se fue hecha polvo, nunca pensó que sería capaz de hacer algo así.

Cuando se fue, Cloe se levantó dolorida con una sonrisa, sabía que esa reacción la iba a ayudar, cuando llegara Víctor la vería así y le daría pena, solo tenía que llorar un poco para ablandarlo y habría dado un paso importante para llegar a su objetivo.

Samanta llegó a su casa y se duchó, como si aquella ducha le pudiera hacer olvidar lo que había hecho, no pudo comer, se estiró en la cama intentando relajarse. Se durmió y la despertaron los gritos de Víctor desde la planta baja, se encontró con él en las escaleras.

VICTOR: ¿Qué coño has hecho?

SAMANTA: No se dé que me hablas.

VICTOR: Lo sabes perfectamente, ¿cómo has podido darle esa paliza, estás loca?

Samanta se alteró levantando la voz.

SAMANTA: Se lo merece, no voy a dejar que nos destroce la vida una puta como esa.

Víctor se abalanzó sobre ella.

Samanta se giró intentando subir corriendo las escaleras pero él fue más rápido, la agarró por la cintura y la estiró en los peldaños poniéndose encima, le metió la mano por debajo de la camiseta y le agarró el coño. Ella notó la mano de su marido y suspiró.

SAMANTA: Fóllame cariño, fóllame como tú sabes.

Víctor le arrancó las bragas, se bajó la cremallera del pantalón y se sacó la polla, se escupió en una mano y se la pasó por el ojete del culo lubricándolo.

SAMANTA: Cariño, ¿qué haces?

VICTOR: Algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo.

Le apuntó la polla en el agujero y apretó un poco metiéndole la punta dentro del culo.

SAMANTA: Víctor por favor, que no lo hemos hecho nunca.

VICTOR: Pues ya va siendo hora.

Se dejó caer un poco más metiéndole la mitad de la polla, Samanta dio un grito de sorpresa y escozor en el culo, se quedó callada, sabía que cuando Víctor estaba tan excitado no lo iba a parar, él poco a poco se la metió entera, la saco un poco y la volvió a meter, resoplaba de la excitación, Samanta pensaba que dejándole hacer le demostraría que ella era tan buena como cualquier otra, nunca ninguno de los dos había pedido hacerlo por detrás pero ella tenía claro que si él alguna vez se lo hubiera pedido no se hubiera podido negar, el culo se le dilataba y lubricaba quedándole solo una sensación extraña de notar la polla de su marido follándoselo, él la agarraba fuerte por la cintura moviéndose encima cada vez más rápido, notaba como le entraba justa y apretada, se estaba volviendo loco de morbo y placer, se corrió abundantemente dentro de ella, apoyó los brazos en la escalera y se incorporó un poco resoplando recuperándose de la corrida, Samanta se salió de debajo, se puso la mano en el culo para que no cayeran los flujos y se fue a duchar otra vez sin decir nada.

Cuando le caía el agua por encima entró Víctor en la ducha y la abrazó por detrás, ella se giró y se besaron, le acariciaba el pelo y se miraban a los ojos, Samanta veía los ojos enamorados de su marido, los mismos ojos de siempre, eso le daba esperanzas, sabía que la seguía queriendo.

VICTOR: Un día de estos te tienes que disculpar con Cloe, le has hecho mucho daño.

A ella no le gustó nada que se lo pidiera, pero en el fondo se sentía culpable de haber hecho algo malo.

SAMANTA: Deja que pase algunos días vale.

VICTOR: De acuerdo.

Se abrazaron, se sintieron los cuerpos desnudos cayéndoles el agua por encima, Samanta lo agarraba con fuerza, como queriendo que no se separara de ella nunca, que no fuera a ninguna parte, él la apretaba entres sus brazos, sabía que así ella se sentía protegida, no estaba de acuerdo con lo que le había hecho a Cloe pero en parte la entendía y la quería, la quería mucho, como nunca podría querer a nadie más.

Con Cloe seguían trabajando en sus casos de manera profesional sin ningún comentario fuera de lo que era el trabajo, el caso de los ingleses estaba muy bien encaminado y se ganaría, Víctor notaba que no se movía con la soltura que lo hacía normalmente por los latigazos de Samanta del día anterior. Cuando le abrió la puerta de su apartamento seguía haciendo mala cara, se había intentado vestir sexi y se le veían las marcas rojas por todo el cuerpo, Víctor la acompañó despacio y no dejó que se sentara en el suelo, hizo que se estirara en el sofá para que descansara sus heridas y él se sentó en el sillón a su lado.

Cloe había estado exagerando sus movimientos toda la mañana para darle pena a Víctor, cuando entró en su casa y le dejó estirarse en el sofá tuvo claro que había cumplido su objetivo, él la estaba cuidando y eso era otro paso para conseguir lo que buscaba.

Ese día Víctor le dio conversación, intentó disculpar a Samanta y le dijo que un día de aquellos vendría a pedirle perdón. La conversación se fue alargando, le preguntó cómo había llegado a ese punto de sumisión, cómo se metió en ese mundo y Cloe le respondió a todo, le explicó quien era Sebástien y como había influenciado en su vida, le dio datos de lo que se puede llegar a sentir, como el placer y el dolor se juntan teniendo una experiencia como nunca antes. Víctor la escuchaba descubriendo un mundo nuevo para él, no se había parado a pensar que se pudiera llegar a vivir así y que hubiera gente que lo hiciera.

Un par de días más tarde se presentaban Samanta y Víctor en el apartamento de Cloe. Samanta iba con intención de disculparse aunque no estaba arrepentida de lo que hizo, estaba convencida que aquella puta que quería quitarle a su marido se lo merecía. Víctor intentaba que su mujer quedara bien delante de Cloe y darle una imagen de unión del matrimonio, lo que no sabía de él mismo es que estaba cambiando, todo aquello le estaba afectando pero él no se daba cuenta. Cloe sabía que vendrían los dos y había preparado como parte de su estrategia una “pequeña” sorpresa.

Entraron y se sentaron en los sitios habituales, estaban los tres en silencio, Víctor miró a Samanta haciéndole un gesto para que hablara.

SAMANTA: Cloe, yo sé que lo que hice no estuvo bien, pero tú también tienes que reconocer que me provocaste, de todas maneras te pido disculpas.

CLOE: Eres mi ama y puedes hacer lo que quieras conmigo.

Samanta miró a su marido, no se podía creer que aquella tía estuviera tan mal de la cabeza, Víctor le sonreía, él estaba empezando a entender de que iba aquello.

CLOE: Como sabía que vendrías te he preparado una sorpresa, un regalo para que lo disfrutes.

SAMANTA: ¿A mí?

CLOE: Sí, a ti.

Les pidió permiso para poder levantarse del suelo y entró en su habitación, Samanta y Víctor se miraban sin tener ni idea a que se estaba refiriendo Cloe con lo del regalo. Salió acompañada de un negro enorme, musculado, bien fibrado, se parecía a Víctor en la gran musculatura pero con la piel oscura y brillante parecía que estuviera más fuerte, estaba desnudo con un collar de cuero en el cuello y tenía una polla enorme, le colgaba flácida y le llegaba a medio muslo, Samanta abrió los ojos como platos, Víctor se incorporó un poco para mirarlo con más atención.

CLOE: Aquí lo tienes, este es tú regalo, puedes hacer con él lo que quieras.

Samanta se quedó sin palabras, ¿le estaban ofreciendo a un tío con una pollón para que se lo follara?, ¿era eso?, miraba a Víctor totalmente contrariada. Víctor acercó su boca al oído de su mujer.

VICTOR: Si quieres hacerlo por mí no hay ningún problema.

Samanta se levantó de golpe asustada.

SAMANTA: ¿Me estás diciendo que no te importaría verme follar con ese tío, que te importa una mierda que otro se folle a tú mujer, y delante de ti?

VICTOR: Sería excitante y una experiencia diferente.

En cuanto se lo dijo Víctor se dio cuenta que la había cagado, le salieron las palabras sin pensarlas mucho, por deseo, sabía que se habría puesto cachondo viendo a Samanta follar delante de él, y se dio cuenta que algo le estaba cambiando por dentro, antes jamás lo hubiera permitido.

SAMANTA: Iros todos a la mierda, estáis como una puta cabra.

Salió del apartamento caminando rápido, Víctor detrás de ella, bajaron en el ascensor en silencio, todo el camino en coche sin decirse nada, entraron en su casa y en medio del salón Samanta se giró mirando a su marido a los ojos.

SAMANTA: Esto ha llegado demasiado lejos, tú puedes hacer lo que quieras. Te pido que duermas en la habitación de invitados, si no quieres lo haré yo, mañana recoge algunas cosas y vete por favor, no puedo seguir haciendo vida contigo en esta casa.

Víctor se entristeció de oír aquellas palabras, le temblaba la voz.

VICTOR: Por favor Samanta, no saquemos las cosas de quicio, hablemos.

SAMANTA: Ya hemos hablado de esto, te lo estoy diciendo desde hace mucho tiempo, que la dejes, que pases de ella, pero me doy cuenta que tú no puedes hacerlo, necesitas verla y cada vez te tiene la cabeza más liada, por favor vete y aclárate.

Cogió las llaves de su coche para ir a buscar a sus hijos, Víctor se quedó solo en su casa, pensó que tal vez Samanta tuviera razón y necesitara reflexionar sobre todo lo que había pasado en los últimos tiempos, recogió unas cuantas cosas y se fue a un hotel, si se tenía que ir de su casa mejor hacerlo cuanto antes, convivir en la misma casa con su mujer sin poder tocarla y con malas caras no podía ser bueno para nadie. Para Samanta no fue nada fácil tomar aquella decisión, esperaba que Víctor reaccionase, que pasara una noche fuera de casa y se diera cuenta de la tontería que estaba haciendo con Cloe, que a ella la echara tanto de menos que volviera siendo el marido de siempre.

Samanta llegó y encontró todas las luces apagadas, sus hijos se fueron a cambiar y hacer los deberes de la escuela, ella entró a su habitación y vio que faltaban cosas de Víctor, estaba claro que había hecho una bolsa y se había ido, se sentó en la cama y lloró amargamente, era una pesadilla tremenda, ¿cómo llegaron a esa situación?, cómo una persona como Víctor, responsable con su familia, que los quería tanto a todos se pudo meter en la mierda que se estaba metiendo, le dolía el pecho y las lágrimas resbalaban por su cara.

Cloe cuando el matrimonio se fue de su casa con prisas le entró la risa, todo iba como ella quería, con suerte había conseguido que discutieran y eso la beneficiaria. Miró a su amigo de color comenzando por la cara bajando la vista despacio repasándole los músculos, se quedó con la vista fija en la polla, se la agarró con la mano y la empezó a pajear, se acercó a él y se besaron.

CLOE: Tú y yo vamos a pasar un buen rato antes de que te vayas.

Lo llevó hasta su cama, lo estiró y ella se puso al lado sentada sobre sus talones, le hizo abrir las piernas y le agarró los huevos con fuerza amasándolos, bajó la cabeza y se metió aquel capullo de su polla grande en la boca siguiendo con la paja, lo estaba empalmando, se le endurecía y crecía, se metió un huevo en la boca apretándolo, él dio un gemido medio de placer medio de dolor, se escupió en la mano para que resbalara por todo el tronco de la polla suavemente pero con energía, se quitó las bragas metiéndoselas en la boca al tío, se subió encima como el que se sube a un caballo sujetándole el pene tieso apuntándolo a la entrada de su coño, fue dejando caer el culo metiéndose la punta de aquella polla dentro, resopló de notarla entrar tan ajustada, empujó para abajo con su culo y se metió la mitad dando un grito de gusto, volvió a apretar y la introdujo hasta que le hizo tope en la vagina, no le cabía más y le faltaban dos dedos de polla por meterse, le miró a los ojos y le soltó una ostia en toda la cara, el amigo gimió, se fue moviendo arriba y abajo follándose un pollón que pocas veces se veía, le agarró los pezones con los dedos retorciéndolos, el tío pegó un grito de dolor y ella aceleró sus movimientos de caderas y cintura gritando también pero de gusto, cuanto más rápida se movía dándose placer más le apretaba los pezones, los dos gritaban, él por la combinación de dolor y placer y ella por aquella enorme polla negra dentro de su coño que se lo estaba dilatando como nunca antes lo había hecho, se corrió con la boca abierta mirando al techo con los ojos en blanco, cuando acabó le pegó otra ostia al tío, se salió de encima y le agarró la polla estrujándosela y pajeándola con una fuerza que él pensaba que se la iba a arrancar, se corrió gritando ahogadamente por las bragas de Cloe en su boca, pegó unos lechazos enormes manchado todo lo que había a su alrededor, Cloe le sacó las bragas de la boca tirándolas al suelo.

CLOE: Dúchate y vete.

Se estiró en la cama descansando pensando en Víctor y Samanta con una sonrisilla maliciosa.