El bufete
Javier descubrirá que su jefe y sus compañeros de bufete le ocultan demasiadas cosas. Le mostrarán demasiadas cosas en un fin de semana de puente.
No buscaba nada. Hacía mucho tiempo que no lo hacía. Lo que trataba de encontrar con desesperación desde hace años no aparecía, se consideraba un ser distinto a los demás y había tirado la toalla.
Aún joven, rondaba los cuarenta, deportista, guapo, culto y educado, Javier era un tipo admirado entre sus compañeros de trabajo por el éxito que tenía entre las mujeres. Llamaba la atención y él lo sabía.
Tenía amistad con todos en la oficina menos con Andrés, su jefe, y el soplapollas de Felipe. Éste era el lameculos del jefe y a Andrés parecía gustarle la situación. Andrés, rondando ya la cincuentena era un hombre corpulento, masculino, de ideas muy derechistas e incluso se comentaba entre los más antiguos que del Opus. Casado desde muy joven tenía aún cierto atractivo y se mantenía haciendo mucho deporte. Felipe era otra cosa. Joven, alto, rubio, guapo hasta decir basta, pero insoportable. Engreído y lameculos del jefe era lo menos que se podía decir de él.
Javier era el último en llegar al despacho. El resto de compañeros eran gente legal, con sus manías y aspiraciones, pero ninguno parecía mala persona, todos trataban de ayudarle e integrarle en sus conversaciones. Eso sí, todos parecían tiarrones sin un gramo de grasa. Solían realizar deporte conjuntamente e incluso ir de acampada como forma de compañerismo laboral. A Javier, nuestro protagonista, todo esto le parecían chorradas.
El ambiente en la oficina, un despacho de abogados afamado, era agradable. Por tradición sólo trabajaban hombres y las pocas veces que alguna mujer presentaba un simple curriculum éste no era ni archivado.
Volvamos al principio. Javier era un hombre atormentado. Le atraían los hombres, había tenido algún escarceo sexual, pero nada era lo que buscaba. Se masturbaba con frecuencia, tenía una polla considerable y unos huevos grandes, muy grandes a decir verdad. Cuando se masturbaba se solía atar los huevos con un cable hasta el dolor y sólo entonces se corría abundantemente. A veces se comía su propia corrida y se sentía culpable por ello. Su vida sexual había sido un desastre, su apocamiento le perjudicaba y nunca daba el paso para cruzar la línea.
Él aún no lo sabía, pero su vida cambiaría muy pronto. Y no cruzaría la línea sólo. Le ayudarían, y de qué forma. Nunca sería el mismo.
Andrés reunió al personal del despacho. Llegaba el puente de la Constitución y quería activar un poco el despacho. Desde hace meses venía observando cierta dejadez y quería que eso cambiase. No era obligatoria la asistencia, pero aquellos que quisiesen estaban invitados a una convivencia en una casa rural de las afueras de Madrid. Estarían viernes tarde, sábado, domingo, lunes y el martes recogerían todo y hasta el miércoles nuevamente en la oficina.
A Javier no le apetecía nada, pero al ver que todos (con el jefe eran 8 abogados incluyendo a Javier) aceptaban y celebraban el ofrecimiento, no pudo negarse.
Llegaron entrada la tarde, habían salido directamente de la oficina. La casa era agradable, un gran salón central y habitaciones alrededor de éste, cada una con su propio baño. Una amplia cocina y un sótano donde se guardaban víveres y cajas. Todo estaba muy limpio y decorado con gusto. Estaban solos, entre todos prepararían las comidas. Alrededor de la casa no había más que naturaleza y aire puro.
Andrés tenía habitación propia, los demás compartirían salvo Felipe, que curiosamente tenía asignada una habitación individual, pero nadie decía nada y Javier no era capaz de opinar en alto.
Javier compartía dormitorio con Juan José, un tío varonil, velludo y calvo pero que a Javier en silencio le daba mucho morbo, era callado y muchas veces parecía ausente, eso a Javier le ponía a mil. Los otros dos dormitorios eran ocupados por Jorge y Joan, y por Luis y Alberto. En quince minutos habían quedado de estar cambiados y en el salón, fuera corbatas y ropa cómoda.
Javier terminó de cambiarse y Juan José aún estaba en el baño. Al salir al salón sólo estaba su jefe, vestido de calle parecía otro, mucho más atractivo a sus ojos.
- "Pareces otro". Se le escapó casi sin querer.
- "No sé si tomármelo a bien o a mal". Le contestó Andrés.
- "Perdón" " "ah...bien, por supuesto"
- "Si es así, gracias eres muy amable"
Javier se había ruborizado, se le escapo el comentario y por un momento pensó que su jefe se había dado cuenta de que su paquete había sido objeto de análisis por éste.
Gracias a Dios el momento de apuro se rompió con la aparición de Felipe. Mejor dicho Javier se quedó mudo. Felipe apareció con un collar de cuero negro al cuello y un slip de cuero también negro y más hermoso que nunca a ojos de Javier. No pudo pensar, la visión era surrealista para él. Andrés al ver su cara intervino:
- "Felipe, sirve a Javier un copa". "Debo explicarle algo y debe beber algo"
- "Si mi amo". Contestó Felipe sin mirar a los ojos a Javier.
- "Lo siento" "lo siento", "no entiendo " Es lo único que pudo esbozar Javier, Andrés le interrumpió
- "Siéntate" Le ordenó
En ese momento aparecieron el resto de compañeros del bufete. Y Javier se dejó caer sobre el sofá todos estaban vestido con trajes de cuero, la escena era totalmente surrealista para él. Nunca había tenido fetiches ni se había adentrado en los submundos del sexo.
Juan José se acercó a él y sin mediar palabra se sentó y le ofreció la copa que Felipe había preparado.
- "Bebe" le dijo "te sentará bien"
Javier tomó el vaso y tragó. Mil preguntas le asaltaban, no sabía si salir corriendo, llamar a la policía o cerrar los ojos y pensar que todo era un sueño.
- "Tranquilo" Tomó la palabra Andrés. Su jefe parecía controlar el grupo. "Tranquilo, Javier no te pasará nada malo
En ese momento su vista comenzó a nublarse. La bebida tenía algo y no podía fijar la vista, intentó incorporarse y no pudo. Lo intentó de nuevo y Juan José lo tomó del brazo y lo atrajo hacia sí. En ese momento se desplomó sobre éste.
Sus ojos se abrieron poco a poco, veía sólo un poco de luz y la imagen era borrosa. Intentó moverse pero no podía, algo o alguien le sujetaba los brazos y las piernas. No tenía frío, pero se sentía desnudo. Fue despertando y cuando por fin pudo ver con claridad le vio. Andrés y el resto de compañeros del trabajo le estaban mirando. Estaba encima de una mesa y sus pies y manos sujetas con cuerdas, no podía moverse, desnudo. Cuando trató de gritar fue Felipe el que le introdujo un trapo en la boca con fuerza.
- "Hazlo con cuidado" Con tono imperativo gritó Andrés.
El jefe del bufete estaba cambiado, Javier con los ojos buscando respuestas miró a su alrededor y allí le vio enfundado en un traje de cuero y con una fusta de piel en la mano. A su lado el resto del bufete excepto Felipe que subía las escaleras del sótano ¡ESTABA EN EL SÓTANO! Aquello no era el salón, un espacio amplio, despejado. Tenía poca visión allí acostado, pero atisbaba cadenas y una especie de potro una celda pequeña con barrotes y poco más.
Sus compañeros le observaban, no hablaban. Tan sólo miraban su cuerpo desnudo. El trapo en la boca le molestaba y hacía intentos de escupirlo, además estaba húmedo y sabía a orina. Intentó zafarse de las ataduras pero no pudo, mientras lo hacía nadie parecía inmutarse sólo le miraban.
¡Joder!, ¿qué me pasa? , pensó estaba acojonado, asustado, no sabía qué pasaba y de pronto se dio cuenta de que tenía una erección descomunal los ojos de Juan José sobre su polla le hicieron percatarse de la reacción de su cuerpo. Andrés sonreía.
- "Ya os lo dije" fue lo único que dijo Andrés, eso y gritar llamando a Felipe (el único que vestía distinto)
Bajaba las escaleras de madera con una palangana entre las manos, bajaba con cuidado, intentando que no se derramara su contenido. Su slip de cuero apenas podía contener su polla y unas pinzas unidas por una cadena unían sus pezones, lo llevaba con naturalidad.
- "Hazlo con cuidado, quiero que quede perfecto" El único que parecía dispuesto a hablar era el jefe del despacho y cada vez que lo hacía Javier intentaba mirarle suplicante, buscando respuestas, buscando un sentido a todo aquello.
Los demás miraban, sólo miraban y se tocaban los paquetes. Los pantalones de cuero siempre le habían dado morbo, seis tíos a su alrededor de esa forma era demasiado, pensó.
Felipe colocó la palangana en una mesita que colocó al lado de la mesa en la que se encontraba, pero de tal forma que podía verla. Estaba llena de agua humeante. Se alejó y regreso con una maquinilla en sus manos y un tubo de crema de afeitar.
Comenzó mojando un paño en el agua y lo pasó por su pecho ligeramente velludo. Lo hizo con cuidado, el agua estaba caliente y el trapo estaba empapado el agua resbalaba por los costados. Una vez terminó tomó el frasco de crema, colocó una cantidad abundante en su mano y la extendió por su pecho. Javier entendió lo que pasaría y trató de revolverse.
- "No te muevas" "Si lo haces probarás la fusta" y con un golpe seco le dio en el talón derecho Javier entendió, no sería necesaria una nueva advertencia.
Felipe afeitó con cuidado su pecho, tenía experiencia, lo había hecho ya varias veces. A continuación le tocó a las piernas en una rato estaban completamente depiladas por delante, lo hizo todo lo mejor que pudo.
- "Ahora te desataremos, procura no resistirte" el único que hablaba seguía siendo Andrés.
Cuatro de sus compañeros estaban desatando las ligaduras, la mente de Javier iba más rápido de lo que podía controlar, mil ideas le asaltaban. Pero sin saber por qué decidió dejarse hacer, su polla seguía erecta, sus huevos duros y húmedos restos del agua del afeitado habían bajado por sus ingles se sentía húmedo, de la punta de la polla un líquido transparente descendía capullo abajo. Le daba vergüenza verse así ante sus compañeros, pero a quien más miraba era a Juan José.
Con fuerza le llevaron hasta la zona de la que colgaban las cadenas. Ahora veía con claridad, en el suelo había grilletes al igual que en el extremo de las cadenas que bajaban del techo.
- "Antes de colocarle postrarle en el suelo". Entre los cuatro le sujetaban, Javier decidió dejarse hacer. "Felipe, quítale el trapo"
Felipe retiró el trapo. Javier aspiró con fuerza, era un alivio pese a la situación no intentó gritar, sus ojos ya lo hacían, pero nadie parecía apiadarse de su situación.
- "¿Tienes sed? Preguntó con autoridad Andrés.
- "Sí, mucha" "Pero "
Andrés no le dejó continuar, le fustigó en el pecho y Javier no pudo evitar gritar, la marca de la fusta le atravesaba el pecho.
- "¿Tienes sed? Esta vez fue mucho más autoritario
- "Sí"
- "Abre la boca y cierra los ojos"
Javier dudo, fue un leve instante, pero a Andrés le pareció lo suficiente para fustigarle nuevamente el pecho. El dolor era insoportable, las marcas eran casi paralelas y su pecho recién afeitado parecía un lienzo. Abrió la boca y cerró los ojos.
Se hizo un silencio. Sentía las manos de sus compañeros como apretaban aún más sus hombros, el suelo estaba frio y su polla a pesar del dolor seguía con una erección que le desconcertaba.
El sonido de la bragueta abriéndose le hizo confirmar lo que temía. Allí estaba, de rodillas, sujeto, a medio afeitar su cuerpo y rodeado de todos sus compañeros de trabajo humillado.
El líquido caliente le llegó directamente a la garganta, cerró instintivamente la boca. La fusta atravesó nuevamente su pecho, esta vez con más fuerza que las dos anteriores.
- "Como cierres la boca de nuevo te saco la piel a tiras".
El dolor era insoportable y por un momento se olvidó de la orina en su boca abrió todo lo que pudo la boca de nuevo.
Andrés con la polla en la mano dirigía su meada a su boca, no la podía tragar del todo y bajaba por su pecho y sus piernas sus huevos se llenaban de orina. Allí arrodillado, sujeto y rodeado de tíos, con el pecho marcado y tragando orina su polla parecía reventar.
Le levantaron y le pusieron los grilletes. Primero las manos y después los pies. Le habían dejado en cruz, las piernas abiertas. Se apartaron y le miraron, en ese momento Felipe se acercó y colocando la palangana en el suelo siguió con su trabajo.
Primero terminó la parte trasera, espalda y piernas y luego luego se empleó a fondo con su pubis, huevos...lo hizo a conciencia, la cara de Felipe cada vez que sujetaba la polla en sus manos era un poema.
- "Deja de babear y acaba de una vez" Andrés parecía impaciente.
Allí estaba, en cruz, sujeto por tobillos y muñecas, completamente depilado. Su polla se erguía como nunca la había visto, la miraba y no la reconocía con el pubis y huevos completamente depilados.
Fueron sólo instantes, pero al mirar la cara de sus compañeros de trabajo se sintió poderoso en lugar de atado, era una extraña sensación. Esos ojos que le miraban lo hacían con más deseo del que nunca encontró en sus múltiples encuentros sexuales. Esos ojos no eran amenazantes, no lo eran. Las braguetas de los pantalones de cuero de todos sin excepción parecían a punto de romperse, Felipe dejaba escapar la punta de su polla por encima del slip de cuero, Andrés miraba las marcas de su pecho con una sonrisa la situación parecía una pesadilla pero Javier se sentía eufórico, más vivo que nunca.
No lograba entender lo que le pasaba. En esos instantes, que Andrés con su silencio propiciaba, Javier no se preguntaba por su futuro inmediato, no estaba asustado por lo que le fuese a pasar, estaba confuso por lo que sentía el silencio se le estaba haciendo interminable.
- "Sólo te lo voy a preguntar una vez". Rompió el silencio Andrés para comenzar con un discurso más largo de lo habitual hasta ahora. "A partir de este momento puedes decir que NO, puedes parar en cualquier momento lo que pase, desde el momento en que lo hagas te desataremos, te pediremos disculpas y podrás seguir con tu vida" "No te pasará nada que no quieras, créeme, pero necesito oír tu consentimiento".
Se hizo un silencio, Javier escucho como en un sueño, todo aquello le sonaba irreal, su polla llevaba contestando desde hace mucho tiempo ya, pero tenía miedo. Miedo a continuar con algo para lo que no estaba preparado, miedo a parar y dejar de sentirse como se sentía, miedo a que todo acabase de pronto, quería seguir deseaba seguir, quería adentrarse en lo que estaba por llegar y hacerlo ya el miedo le ayudaba a decidir. Dudaba, tenía miedo, es cierto, pero quería seguir con aquello, miraba a Juan José, al resto de compañeros del bufete y su corazón se aceleraba aún más. Quería seguir, no sabía hacia dónde, pero en ese momento seguir era lo único que le importaba.
- "No quiero sufrir, pero quiero continuar no sé lo que pretendéis, pero quiero continuar" Javier tenía sólo un hilo de voz, una voz que parecía tan ruborizada como las marcas de su pecho.
- "Sólo hablarás para decir NO entonces" "Elige bien tus negativas, hazlo porque serán cumplidas a rajatabla" Andrés como siempre, utilizó un tono autoritario y nadie dijo nada. Sus compañeros parecían convidados de piedra, contemplaban la escena, miraban su cuerpo desnudo, su polla erecta, las marcas en su cuerpo, la tirantez de sus músculos, pero nadie decía nada.
En ese momento Andrés pasó la fusta a Felipe quien la colocó encima de la mesa donde había estado atado. Encima de la mesa había ahora una serie de utensilios que no atisbaba a ver, así como una caja de cartón. Se acercó a Javier, le pasó la mano por las marcas que había dejado la fusta. El cuerpo de Javier reaccionó con un escalofrío de placer y al notarlo Andrés nuevamente esbozó una leve sonrisa.
Tomó sus huevos en la mano y los acarició, la piel de éstos se encogió y Javier suspiró, cerró por un instante los ojos. Sus compañeros se tocaban el paquete a través de la piel de sus pantalones tratando de colocarse la polla, pollas que con evidencia trataban de salir. Escupió en su mano y con ella acarició la polla, las venas parecían reventar, el suspiro fue esta vez más largo.
Javier no era capaz de hablar. Andrés se arrodilló, metió aquella polla en su boca y lamió, lamió líquido que salía de ella, la trataba de tragar completa ante los ojos de sus empleados. Pubis y huevos depilados, aquella boca ya babeante tragándose de forma insistente la polla una y otra vez, sus compañeros tocándose la polla a través del pantalón y Felipe ya con la polla fuera del slip y pajeándose ofrecían una imagen de la escena que Javier no podría aguantar mucho más.
Andrés se detuvo y desde abajo miró la cara de Javier, sus ojos gritaban NO TE PARES, SIGUE, pero era incapaz de hablar.
- "Será la última vez que tenga tu polla en la boca". "Lo que te voy a hacer ahora te dolerá un poco, pero si quieres que pare ya sabes cómo hacerlo"
Se acercó a la mesa y tomó un frasco y la caja que parecía contener algo pesado porque la cogió con las dos manos. Mientras se acercaba y sin mirar a nadie
- "Desnudaos"
Sin esperar una nueva orden fueron despojándose de las ropas todos, todos menos él. Andrés continuó vestido. La imagen de sus compañeros desnudándose era demasiado para Javier. Todos tenían las pollas en plenitud, sus cuerpos parecían distintos a cómo los había imaginado.
Juan José llevaba una argolla en la polla, tenía una polla especialmente gorda. Nunca antes había visto una polla tan gorda. Nadie tenía una polla descomunal, la suya parecía la más grande pero Felipe tenía un culo de escándalo, los demás se lo tocaban con una naturalidad a la que Javier no estaba acostumbrado aún. Su jefe intervino de nuevo.
- "Cada uno de ellos te comerá la polla ahora, procura no correrte, si lo haces recibirás más de lo que puedes resistir".
Joan se agachó y sin preámbulos metió la polla en su boca. Lo hizo con cuidado, lamiendo para tratar de alargar el placer, Javier cerró nuevamente los ojos y un apretón de huevos de Andrés le hizo abrirlos de golpe. No hacía falta decir nada, tenía que abrir los ojos.
Andrés tomó el frasco de la mesa, lo abrió, contenía una crema blanca que éste tomó y extendió por el culo de Joan. A éste no parecía importarle. Miró a Juan José y sin necesidad de nada más éste se colocó detrás de Joan y trató de meter la polla de un solo golpe, no fue posible. En un segundo intentó entró, el grito de Joan resonó en el sótano, Javier miró su cara y se olvidó de lo mucho que necesitaba correrse.
La polla de Juan José entraba y salía del culo de Joan, los gemidos le impedían comerse la polla que tenía delante, se mordía el labio inferior con cada acometida. Notaba como la argolla le rozaba en cada movimiento, sentía aquella polla abriéndole el culo. Javier no entendía cómo le podía entrar, era demasiado gorda. En breve entendería muchas cosas.
Javier notaba su polla distinta, las venas parecían más desafiantes que nunca. La miraba porque Joan había dejado de prestarle atención. Le resultaba imposible mamar aquella polla con lo que estaba sintiendo en su culo.
Javier contemplaba la escena. Desde su posición, encadenado, tenía una imagen perfecta de las acometidas de Juan José, veía como este empujaba con rabia su gorda polla dentro del culo de Joan, veía como este se apoyaba en el suelo con sus brazos. La pelvis de su follador le golpeaba con tanta fuerza que debía empujar hacia detrás. Joan disfrutaba, estaba claro.
De pronto Juan José paró con la polla completamente dentro y miró fijamente a los ojos de Javier. Sintió como si le metiese la mirada hasta lo más profundo, era un gesto de deseo y rabia que no podía explicar, una mirada que hizo que se olvidara por un instante del resto de compañeros que rodeaban la escena, del resto de compañeros que se pajeaban de forma suave aún.
Andrés con gesto contrariado cortó de raíz. Tomando la fusta de nuevo se acercó y con un golpe seco y fuerte azotó el culo de Juan José. La cara de éste reflejó el dolor al instante.
- "Te lo advertí". "Te dije que todo a su tiempo, que te controlases"
- "Lo siento" llegó a decir Juan José.
Un nuevo fustigazo, esta vez en el pecho cortó la conversación. Javier no entendía el por qué. El por qué de aquella pasividad por parte de todos, aquel seguimiento absoluto a Andrés. Era el jefe del bufete, pero aquello era demasiado. A pesar de ello, Javier estaba absorto con lo que sucedía, por nada del mundo quería estar en otro lugar.
- "Vete de aquí". "Sube y ponte lo que ya sabes, cuando lo hayas hecho bajas de nuevo".
Como un autómata Juan José sacó la polla del culo de Joan, se incorporó y subió las escaleras del sótano. Los ojos de Javier le acompañaron hasta que desapareció. Pudo contemplar su trasero, era verdaderamente atractivo a sus ojos. En ese momento se hubiese ido con él.
Joan en el suelo se quedó inmóvil. Parecía esperar a que le llenasen nuevamente.
- "No te preocupes". "Te has comportado, te daré lo que quieres".
Se acercó a la caja de cartón, de su interior sacó dos consoladores de goma. Los dos eran demasiado enormes para que pudiesen entrarle en el culo a alguien, pensó. Sus ojos parecían haber visto algo sobrenatural, pero al mirar al resto de compañeros nadie parecía sorprendido.
- "Javier, mira con atención lo que va a suceder te lo haré a ti antes de que acabe el fin de semana". "Felipe, prepara a Joan"
Era imposible que lo que insinuaba fuese cierto, era imposible que a él, que en sólo una ocasión le habían follado, y contra su voluntad, pudiese tener dentro aquello. La violación que sufrió le había marcado y lo sabía. Sólo él lo sabía. Lo sabía porque cuando se masturbaba era en lo que pensaba, cuando veía su leche salir lo que deseaba era sentirla en su culo, pero nunca se había atrevido a nada más que a eso, a imaginarlo.
Felipe se embadurnó las manos con la misma crema que había utilizado su jefe antes. Jugó con su mano en el culo de Joan, introducía los dedos con maestría. Joan parecía tranquilo, disfrutaba. Cuando casi entraban todos los dedos se levantó a buscar algo en la caja. Javier embobado no sabía que era aquello que traía Felipe en la mano.
Joan abrió la boca, le colocaron la mordaza y agachó la cabeza apoyándola en el suelo. Javier sabía lo que ocurriría a continuación, su corazón parecía tener vida propia, deseaba verlo. Andrés al verle la cara gritó:
- "Vendadle los ojos"
Felipe fue nuevamente el encargado de tomar el mismo trozo de tela, húmedo y con restos de orina que había tenido en la boca, para vendarle los ojos. Javier por dentro se resistió, quería ver, quería compartir lo que ocurriría, pero la intención de Andrés era otra.
Escuchaba la respiración de sus compañeros, sonidos de manos masturbando pollas, olía el trapo que tenía en su rostro, sentía su polla erguida, la sentía.
En unos instantes comenzó a escuchar leves gemidos de Joan, se imaginaba a este mordiendo el trozo de goma que tenía entre los dientes. Escuchaba lo que entendía que era el consolador entrando en el culo de Joan, los efectos del lubricante y de la inmensa polla. Intentaba poner imágenes a lo que escuchaba pero le parecía imposible que un culo pudiese ser follado con aquello.
Se hizo un silencio. Joan dejó de gemir. Sin lugar a dudas su culo estaba ahora vacio. Le pereció como si alguien estuviese cerca de él. De repente se escuchó la voz de Joan.
- "Por favor, por favor no me dejes aún quiero más"
Le habían quitado la mordaza. La voz de su compañero sonaba ansiosa, suplicante ¡¡¡joder!!! quería ver lo que sucedía. Un grito de dolor rompió el silencio.
"Esto es lo que querías" Casi grito Andrés.
"Sí" "Si" "Si" entre gemidos era lo único que Joan decía.
- "Quitadle la venda"
Cuando le retiraron la venda, cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo a la luz, Javier vio por primera vez algo que para él era nuevo.
La mano de Andrés se perdía dentro del culo de Joan. Los demás parecían acostumbrados y seguían con su masturbar acompasado, pero él no podía apartar sus ojos de la mano de Andrés, solo era capaz de escuchar los ruegos de Joan, parecía suplicar más.
El puño de Andrés entraba con facilidad, el ritmo era como el de una follada, los gemidos de Joan salían de su boca uno tras otro. Javier a pesar de la sorpresa, y sobre todo por la cara de disfrute de su compañero de bufete, deseaba que lo soltasen, deseaba masturbarse, deseaba correrse, y hacerlo ya.
- "Por lo que veo no me equivocaba contigo". El puño en el culo de su empleado y los ojos fijos en los de Javier. Andrés le sonreía mientras le hablaba.
Sacó el puño, se incorporó y con la mano chorreante se le acercó.
- "Ves mi mano" "¿La ves?" "Antes de que decida follarte con ella me lo pedirás tú créeme". Con esa mano que había sacado del trasero de Joan, lubricada como estaba, le rozó la polla. Un escalofrío recorrió su cuerpo.
El corazón estaba disparado. Sentía como su culo instintivamente se apretaba, pero deseaba con toda su alma que se apiadase de él, que le ayudase a correrse.
Andrés le miró. Con la mano comenzó un ligero masaje en los huevos, continuó con caricias leves a la polla cerró los ojos, esta vez no parecía importarle. Notó como se acercaba su rostro, sintió como le besaban en los labios, abrió la boca las lenguas se encontraron, la mano de su jefe le masturbaba mientras el beso se alargaba no aguantaría. Andrés paró. Se apartó un poco y miró a Javier. Le miró al igual que el resto de compañeros de su bufete, todos menos Juan José.
La cara de Javier era suplicante, sus ojos rogaban ahora más que nunca que se apiadasen de él, quería correrse, necesitaba sacar toda la leche, parar con aquello.
Andrés se acercó, instintivamente Javier abrió de nuevo su boca Andrés escupió dentro. Le cogió de sorpresa, pero trago, trago y abrió nuevamente la boca, quería más. Andrés le miró con ternura por primera vez. Se agachó y sin esperar a nada se metió la polla de Javier nuevamente en su boca.
Javier no pudo más y sin casi esfuerzo se corrió en la boca de Andrés, el orgasmo más deseado de su vida. La polla se perdía dentro de la boca mientras Javier encadenado se retorcía. Cuando Andrés se levantó le besó nuevamente, el semen de éste era saboreado por los dos, se mezclaba con la saliva de ambos. Javier besaba tratando de disfrutar de su propio semen.
La pelea de ambas bocas por comerse mutuamente había hecho reaccionar por primera vez al resto de compañeros del bufete y se masturbaban con fuerza. Felipe mientras el beso continuaba desabrochaba el pantalón de Andrés
CONTINUARÁ .SI GUSTA CLARO.