El buen Hijos Cap. V
El travieso
CAPITULO V
EL TRAVIESO
Era temprano y no paraba de llover, una tormenta de verano, que abrió las ventanas de la galería de par en par, ese ruido alteró la paz de la casa. Milagros se levantó apresuradamente, y corrío al cuarto de Elias para despertarlo, una vez dentro bajo las sabanas para despertarlo viendo atónita, que se había acostado con un camisón suyo que posiblemente tomó de su tocador mientras hacia la cena. Incluso se había acostado con el sujetador puesto y sus bragitas, pero el juego había acabado. Ah…no…claro, no había acabado, debía repetir nuevamente las palabras.
Lo movió de forma insistente y cuando empezó a bostezar, dijo AS PLAY MIRROR, Elias la miró y le dijo – buenos días mama, ¿Qué hora es?
- Temprano, tienes que ayudarme a cerrar las ventanas el viento las esta golpeando
- Voy espera que me pon…. Ahh…se tapó con las sabanas,…yo…eh..no se que…sal por favor
- ¿No había nada mas que ponerte para dormir? Eh?, eres marica?, te gusta vestir de mujer?
- Yo…lo siento…no…no se porque,…el vino quizás,…
- Bueno eso no importa lo pasaremos por alto jovencito y ven rápido
Milagros comenzó a cerrar las ventanas sin parar de reir, una risa de triunfo que junto con sus brazos altos cerrando los ventanales, hacían bambolear sus senos que en solo dos días, ya habían sido tocados, besados, lactantes. Estaba encantada y el juego seguía.
Después del desayuno, y decirle a Elias, varias veces que olvidara lo sucedido que el alcohol ya se sabe, le pidió que le ayudara a ordenar los altillos de los armarios pues habría que hacer limpieza de ellos.
- Ok, me cepillo y visto y enseguida estoy
Milagros acudió a la carta y buscó,…Travieso (activación: INJURIOSUM RETINES PUERUM)
Se acercó sigilosamente al baño y lo llamó, Elias? – Si mama, y repitió en voz alta las palabras. No obtuvo respuesta solo un sonido como de caer algún objeto al suelo.
Se retiro a su habitación espero, al poco, lo oyó correr a su cuarto del que pasado un tiempo no había salido. Se acercó indignada – Elias no te he dicho que… Alli estaba tumbado en la cama jugando con el móvil y escuchando música
- Pero bueno ¿no me ibas a ayudar? Y estas aquí tirado
- Mama, hay tiempo, tranquila todavía quedan muchos días para que me vaya joder
- Eh, cuidado con esas palabras, y me da igual los días, te he dicho que lo hagas y lo haces
- Vaaale
A mala gana comenzó por el primer armario, iba tirando las cosas al suelo sin parar, su madre no hizo mas que enojarse, Elias estate quieto y ve diciendo lo que ves.
Una burla y siguió al mismo ritmo, hasta que la endeble escalera hizo un quiebro y casi tira a Elias, sino llega a ser por su madre, que lo sujeta por los muslos, hubiera caído.
Elias, estas bien? Menudo susto y todo por hacer el tonto, sigue que yo te aguanto así. Me oyes? Me oyes?
- Elias solamente dijo un si, seco y monótono
Ella seguía sosteniéndolo, pero como cada vez pesaba mas, notaba como sus manos iban entrando por dentro de su pantalón pues el peso de sus piernas hacia que sus manos se resbalaran. Continuó sacando bártulos, esta vez con toda educación preguntando a su madre a que montón lo llevaba. Su madre se colocó justo detrás de el para sujetarlo mejor, sin querer o no, sus manos cubrían todo su dulce y depilado trasero, las cuales separaban y unian sus nalgas en un movimiento lento y continuo. Cuando quedaba solo lo del fondo, le pareció que su hijo aprovechaba para uno a uno, estirarse y volver a casi sentarse en la mano de su madre, que lo esperaba con cuidado. Pero el esperaba su mano con deseo. Una flexión hacia delante y dejarse caer suavemente en la mano de su madre, una y otra vez
A Milagros la pareció que ya estaba bien y le ordeno que bajara, el contesto, lo que tu digas madre. Sin soltarlo, fue acompañando sus manos escalón por escalón, donde con sus uñas rozó y acarició el cálido naciente de sus testículos, sin soltar sus manos, lo miró y notó su rostro colorado y con la mirada baja, sin duda estaba caliente.
- Asi me gusta bien contestado, exclamó (mientras movió con maternal cuidado sus manos de atrás adelante, aprovechando para colocarle el bóxer, y sabiéndose controladora de la situación, rozar también su incipiente pene erecto.
- Ahora cariño vamos con el resto de los armarios y…(mientras sacudió suavamente la suciedad inexistente del pantalón de su hijo, con suaves caricias que hicieron que aumentará la sonrojez de su hijo, quien con tobo bajo y nervioso, afirmó sin levantar su rostro.)
- Ahora pórtate bien, ¿ok? Si eres un niño bueno, yo seré buena
Eias le llevó la mano al pantalón y luego a la camisa, sin duda había limpiado su liquido incipiente, que anunciaba un rio de amor incontrolable a poco que su madre, y la autoridad que le imponía lo requiriera.
Mientras fue a por algo de agua, bastos unos minutos, para al regresar encontrarse nuevamente al niño, esta vez recostado en el salón viendo la tele, no había forma, ni caso. En esta ocasión lo tuvo claro, tendría que llevarlo al límite para de esa forma conseguir sus propósitos, pero aunque le parecía como domesticar a un animal, le resultaba molesto, pues tenía que estar continuamente latente esa práctica para obtener frutos.
Queriendo terminar esta opción de su niño, pero antes con los roperos, se acerco al sofá, hábilmente descubrió tres botones de su blusa, lo justo para mostrar el escote generoso, que acariciando el pelo de su vástago, se limito a mirarlo, guiñarle un ojo y decirle con una voz suave - ¿quieres que mama sea buena?. En menos de una hora habían terminado con las tareas. Milagros pensó que sería suficiente con ver algo en la tele y terminar este día, pero se equivocaba
Eias, empezó a cantar en voz alta, a tomar comida de la cocina que sin terminar, dejaba tirada, revolver su cuarto, Milagros lo tuvo claro, esto si que no lo iba aguantar, tantos años de paz interior en su casa no lo iba a revolucionar un niñato por muy hijo suyo que fuera. No lo pensó, alcanzó a toma un brazo de su hijo y mientras este hacia oídos sordos con su mp3, ella lo colocó a su frente de pie, bajo su bóxer agarró su miembro y solo esperó.
Mientras a cada respiración se movía menos, sus palpitaciones saludaban la mano de su madre, que notaba como era bien recibida, así que saludo varias veces tal caballerosidad, estrechando y moviendo el miembro erecto de Elias que intentaba besar a su madre, pero esta separando su rostro y con mirada fija aceleró el movimiento, recibiendo una gran descarga en su mano.
El sudor placentero y la boca entre abierta de su hijo, eran señal evidente de que le había gustado, claro que le había gustado, ahora si una vez ya se hubo tendido en la cama, lo tomó por el cuello y le dijo con voz seria. – Ahora te portarás bien, duérmete.
Y así pasó la noche.
Milagros lo tuvo claro, no tenia cuerpo ni ganas par lidiar siempre con niño caprichoso que desobedeciera una y otra vez sus ordenes y quehaceres, ya no tenía edad para eso, así que al oído le volvió a repetir la palabra de activación y se retiró.