El buen hijo Cap. II

Algo le ocurre a su hijo que Amparo va a descubrir

Elias llegó a su habitación, abrió la cama y encendió la lamparilla de bordados de ganchillo en tono pastel, sus sabanas de raso, en tonos rosa palo y sus muebles veteados blancos, le hicieron sentir que estaba ciertamente en una habitación decorada por una mujer.

Quedo observando el amplio tocador lleno de perfumes , peines y cremas y quedo dormido.

Milagros tardó mas en dejarse vencer, realmente el trato amable, la compostura y sobre todo el beso de despedida le habían gustado, y le habían gustado mucho, sentimientos que creía olvidados retornaron, quizás por eso se había puesto el camisón negro de satén que tanto le hacia recordar sus tiempos de provocación y lujuria que practicaba con su marido, arte con el que conseguía casi todo de el. Se sentía renovada, y sobre todo ese beso la hizo sentir mujer

Como mañana de pleno verano, la luz entraba por la habitación a raudales, ya se notaba el calor, Milagros se levantó y se puso una suave bata de seda, corta de color blanco y tacto muy fino, avanzó por la galería, sin saber si despertar a su hijo, (estará cansado pensó, mejor lo dejo que se levante cuando quiera,…pero por esta vez) su genio aparecía, y pensaba que tendría que encomendarle tareas, no iba a estar tirado todo el día.

Entro en la cocina, ajustándose el pelo, cuando no salía de su asombro, la mesa puesta, el olor a café, zumo y unas tostadas.

-          Hola mama, espero que te guste, lo he preparado todo para ti, yo ya he desayunado. Me voy a ver la tele un poco si no te parece mal

-          Eh…? Claro, …que detalle por tu parte me encanta, hombres detallistas como tu ya no hay

-          Si los hay mama, si los hay y perdona, perdona (elias corrió a su madre con la cara baja)

-          ¿Qué ocurre, que ha pasado?

-          No te he dado un beso de buenos días, quiero dártelo, ¿puedo?

-          Que susto me has dado, pensé que era algo importante

-          ¿Esto, no lo es?, ..bueno

-          No, no quise decir eso, claro que me lo puedes dar, me encanta recibir tus besos

-          ¿Si, mamá?

Sus ojos se iluminaron y la miraron profundamente, un sudor frio corrió por la cara de Milagros, arrastraba las palabras al mirar a su hijo, esa mirada, esa cara tan dulce, ese rostro atractivo, su fruto, era suyo como no iba a recibir sus besos, pero ese sudor al sentirlo acercarse,…

Mama, buenos días, Elias se inclino y nuevamente beso su cuello, lento, muy lento, esta vez movió los labios hacia su mejilla. Milagros dejó hacer, le gustaba, sentía calidez y esta segunda vez, hasta se sentía extrañamente excitada. Su hijo la rodeo con sus brazos, por el cuello, y siguió besándola sin decir una palabra.

Ella lo rodeó por la cintura, su mayor altura se hacia evidente, su hijo casi colgada de ella, mientras notaba como los besos de sus labios de cuello a cara y de cara a cuello. Ella comenzó casi sin darse cuenta a acariciar su cintura, con insistencia de lado a lado. Su piel era suave, su espalda suave, sus besos suaves, miraba el reflejo de los dos en el espejo que preside la mesa del comedor y como quien observa un guiñol, imaginaba que podía manejar las poses, los movimientos, estaban bien abrazados, se sentía plena y se divertía, (podríamos pasar por chicas pensó, la vista que devolvía el espejo dejaba espacio a la imaginación, ese pelo largo de su hijo, ese cuerpo fino, y esos pantalones cortos, la hizo regresar a su infancia cuando con su mejor amiga, comenzaron a darse pequeños picos en sus labios vírgenes con el que se reían y descubrían poco a poco su vida adulta)

Elias, Elias ya vale, vale, buenos días, yo también – empujo un poco hacia atrás y mientras intentaba preguntarle su plan para hoy ambas miradas se fundieron

-          Mama te quiero,… y quiero que seas feliz el tiempo que pasemos juntos, el tiempo que tu quieras que pasemos…

-          Por supuesto que yo también cariño, todo el tiempo, como no, tenemos que aprovechar tu estancia.

Si mama, tenemos que aprovechar, y mientras contestaba a su madre, comenzó otra vez a acercarse a ella sin soltar sus brazos de su cuello, pero esta vez sin dejar de mirarla y frente a frente comenzó a acercarse mas y mas hasta que Milagros, en un rápido pestañeo que paró sin terminar, notó algo mas que el bóxer de su hijo, su respiración se agitó, y su hijo lo notó, quien sonrió un poco mientras su primavera buscaba calor en su madre.

Soltando sus brazos la agarró por la cintura, con tal fortuna que una de sus manos entró por debajo de la bata que en tanto abrazo había soltado su casto nudo.

Milagros acarició el pelo de su hijo, cariño, siento mucho estos años, espero que se…. No digas nada mama, lo importante es este momento, (y fue abrazando mas y mejor las caderas y cintura de su madre, sus manos calientes no hicieron mas que agitar la boca y ojos de su madre, la cual comenzó a buscar en el, su mirada otra vez)

Elias,…yo…eres tan…bello, un beso en la frente, siguió a otro beso en cada ceja, el cual continuó con otro en su oreja, en barbilla, en su….boca

Mamá,…mmff….mmf… el sonido a agua bendita se manifestó cuando los labios se separaron, echa la boca agua, Elias giró su cabeza encontrando el seno de su madre, el seno que nunca tuvo para si, cerca de sus labios y lo chupo delicadamente con avidez.

Oh..para..esto no p… es que no…(demasiado tarde su forcejeo solo hizo que sus manos que cubrían la cintura de su hijo, ayudaran a bajar sus bóxer que cuando se quiso dar cuenta, estaban acariciando su pompis, lampiño, duro y apretado) intentando huir de tal zona y sin querer o no, ya no lo sabe ha ido rodeando su cintura hasta notar el miembro erecto de su retoño, primero con un ligero roce de sus dedos,  pero enseguida se descubre agarrando su pene con suavidad y calidez )

Milagros ha dejado de habar, solo ha posado sus labios en el cuello de su amado hijo, que exhausto de su pecho, busca con dulzura el otro. Ella  sigue un vaivén lento con su mano, desde hace rato esta masturbando a su hijo, sintiendo como se ha lubricado su pene y sintiéndose gozosa, pues se ha excitado y se siente bien.

Después de gemidos sin significado y alientos intercambiados, el cuerpo de Elias se agita, breves convulsiones, regalan a su madre licor caliente, esencia pura de un ser que la ama.

Recobrando el presente y sin decir palabra, ambos se separan, el se retira al baño, ella lava sus manos en la cocina y mientras repasa sus dedos una y otra vez, piensa en lo sucedido, se extraña, no tiene remordimientos no tiene dudas, le ha gustado, se ha sentido amada, deseada y querida, (¿tanto me ha echado de menos?, no ha conocido otra chica, supongo que no, claro es un internado masculino, pero ¿y ese aspecto andrógino?, ¿esa piel tan delicada? ¿esos modales tan cariñosos?)

Debe peinarse, pero se da cuenta que todavía no ha puesto jabón en sus manos,…

EL DESPERTAR

La mañana transcurrió casi en silencio. Había pasado algo extraño y aunque lo necesitaba no era precisamente como lo esperaba. Elias se había metido en su cuarto pero aunque no quería hablar del tema, entró para pedirle que saliera, deberían hablar de tareas por hacer, daría por no sucedido nada de aquello

Aunque era incapaz de levantar la mirada, le habló como si nada hubiera pasado, necesitaba que le ayudara en algunas cosas de la casa, que necesitaban un mantenimiento, y que si hacia todo, le daría un premio

En eso cambio su cara y aunque preguntó por el mismo, ya que no sabia que decirle lo mandó a callar ya lo verían más adelante, por ahora necesitaba, pintar la valla de la casa, ajustar alguna lámpara, varios cuadros por poner y alguna que otra cosa

Se vistió otra vez con pantalones cortos y camiseta ajustada y se puso a ello.

No habían pasado ni cinco minutos que pintaba el exterior, cuando Vero una de sus mejores amigas la llamó. (Vero es mucho mas lanzada que Milagros, muy atrevida y a sus años soltera, nunca ha querido atarse)

-          Vaya ya veo que hay chico nuevo en la oficina, jajajaja

-          No seas tonta, es mi hijo que ha vuelto de la residencia

-          Vuelto?, pero si tu lo habías hecho para…

-          Estaba en las condiciones, con su mayoría de edad, lo tendría una temporada y bueno… ya sabes

-          Y que tal?

-          Pues una maravilla, es hacendoso muy cariñoso

-          ¿Cómo de cariñoso?

-          Tonta, pues lo normal (no iba a explicar lo que había pasado)

-          Oye pues me pasare a tomar un café y así lo conozco

-          Bueno yo te aviso, primero queremos estar un tiempo juntos

-          Ok, parejita,…jajajaja

Los días pasaban y todo iba bien, a decir verdad, demasiado bien, las mañanas las pasaba con las tareas, yo cocinando o haciendo algo de la casa.

Veíamos alguna película por las tardes, me contaba cosas de la residencia, alguna trastada, yo le contaba mis cosas y alguna que otra picardía con los hombres…

Pero siempre había un punto en común, terminaramos lo que terminaramos, siempre acababa con un te quiero mama, y me besaba en el cuello. Confieso que me acostumbre y cuando por algún motivo se demoraba lo buscaba y le decía…

¿no se te olvida algo jovencito? El venia corriendo y me lo daba, pero siempre, estaba segura que en ese momento lo hacía con una erección evidente.

A decir verdad esas erecciones siempre las notaba cuando le advertía de algún olvido o le regañaba porque algo había hecho mal, estaba mal puesto el cuadro, etc…

Es decir siempre que le mostraba mi autoridad o le corregía…se excitaba