El brujo N`Songo

Mar es una acomodada ama de casa con una tranquila vida que se tuerce con la llegado de unos extraños vecinos

EL BRUJO N`SONGO

Mar tenía una vida idílica, se acercaba a los cuarenta, pero no aparentaba su edad. No haber tenido

hijos ni haber tenido necesidad de madrugar para ir a trabajar la habia ayudado a ello. Casada con

un profesional liberal de altos ingresos, con un piso en una zona residencial de la capital de clase

alta. El mayor riesgo de Mar era que pudiese aburrirse. Su ocioso tiempo lo ocupaba en mantener su

cuerpo, voluptuosa, de larga melena rubia, una amplia y perenne sonrisa de dientes perfectos y

blancos cubiertos por una nariz respingona y unos grandes ojos castaños. Su ocioso tiempo lo

gastaba acudiendo regularmente al gimnasio, cuidando de su casa y quedando con sus amigas. Nada

la angustiaba ni la preocupaba, vivía en la más absoluta tranquilidad. Pero la paz no es eterna, y en

alguien que vive sin preocupaciones el más nimio de los cambios provoca algo parecido a una

hecatombe. Para Mar fue la aparición de los nuevos vecinos. Una buena mañana, volvia de su visita

al gimnasio y se cruzó en el portal del bloque con 2 hombres jóvenes de color que descargaban

cajas de una furgoneta, donde otro hombre negro de más edad permanecia sentado, mirando al

infinito, sin rasgo que identificase su estado emocional en el rostro, estaba impertérrito, lo cual

causaba desconcierto a todo aquel que lo hubiera mirado. Mar se extrañó del hecho de que alguien

se mudase al bloque, sólo habia un piso vacio, en la misma planta que el piso de Mar, y el

propietario se habia negado tajantemente a alquilarlo.

Durante todo el tiempo que Mar permaneció en su casa, oyó todo el ajetreo del movimiento de

enseres y muebles. Al caer la tarde decidió presentarse a los nuevos vecinos, salió de su piso y

llamó a la puerta de enfrente, abrió la puerta un hombre joven alto y negro. Mar se sorprendió

mucho.

– Buenas tardes, me preguntaba si está la señora o el señor de la casa.- Mar creia que estaba

hablando con un operario de mudanza.

– El señor la atenderá con mucho gusto. - dijo el hombre con un fuerte acento africano- Pase

por favor.

Mar entró al recibidor, pudo contemplar que estaba amueblado con una mesa baja que soportaba

unos adornos estilo africano. En la pared colgaba una máscara tribal. Salió a recibirla el negro de

más edad, Mar quedó descolocada.

– Perdone que le haya molestado – dijo Mar medio balbuceando- Sin duda me he equivocado

de piso, ruego me perdone.

Y salió de allí tan rápido como sus pies le permitieron. Buscó rápidamente el teléfono del

propietario del piso para avisarle de que, según su firmen convicción, el piso habia sido ocupado

ilegalmente.

– ¿Paco? Soy Mar, la del tercero c, mira, acabo de ver que en tu piso se han metido 3 negros, y

como tú nunca lo has querido alquilar me ha dado la impresión de que son okupas.

– Tranquila Mar, todo está correcto – respondió Paco en un extraño tono monocorde.

– ¡Ah! Vale, vale. No te molesto más entonces.

Mar colgó el teléfono con una expresión de intranquilidad. Esperó a que volviera su marido, que

solia regresar casi entrada la noche, para contarle todo lo que habia pasado.

– No te preocupes Mar, si Paco te dice que todo está bien es que todo está bien. Serán gente

con pasta y le habrán pagado bien.- dijo Jose Luis, el marido de Mar, en un tono cansado,

intentando quitarse el asunto lo más pronto posible para poder descansar.

– Mira Jose Luis, yo no me quedo tranquila, hay algo en esa gente que no me gusta.

Jose Luis no quiso discutir mas y se fueron a dormir. Pasaron unos pocos dias y Mar quiso

averiguar algo sobre el asunto, se paró a fijarse en el buzón, pudo leer: Maestro N´Songo, experto

en rituales y magias africanas. Mar no cabia en su asombro, no podia entender como alguien así

podia haber conseguido entrar en un bloque de viviendas casi exclusivo, como el suyo. Decidió

hablar con la vecina del segundo, justo la que vive debajo de sus extraños vecinos.

– Hola Maria, ¿qué tal?- saludó Mar con un tono jovial.

– Hola Mar, como tú por aquí

– Mira Maria, he visto que tenemos vecinos nuevos, y me parecen un poco extraños ¿tu has

oido algo raro?

– Pues la verdad, aparte de la música de tambores que se oye de vez en cuando yo no he

notado nada raro, algún cántico tambien... pero por ahora no me quejo.

– Vale, Maria, gracias por la información.- respondió Mar, y se fue a su casa profundamente

insatisfecha.

Mientras ocurria este dialogo, una sombra escuchaba atentamente desde el descansillo de la

escalera. Pasaron unos dias, Mar siguio con su rutina, más ociosa que otra cosa, sin ningún

sobresalto, hasta que acaecieron los hechos que Mar jamás pensó que pudieran ocurrir. Volvia Mar

de su sesión en el gimnasio, con ropa deportiva pero que le daba un aspecto sexy, llevaba mallas

ajustadas y un top que marcaba sus grandes pechos, el pelo recogido en una coleta permitia mostrar

la delicadeza de su cuello. Mar se disponia a entrar en el ascensor cuando justo coincidió con sus

tres vecinos africanos. Los dos más jóvenes no apartaban la vista del cuerpo de Mar, se podia notar

auténtica lujuria en su mirada, el maestro N´Songo permanecia impertérrito. Mar se sentia

profundamente incómoda se giró con rapidez sin poder evitar chocar con uno de sus vecinos,

dejando caer una botella de agua y un coletero que llevaba en su bolsa de deporte. Ni se molestó en

recogerlo, y sin decir palabra subió rapidamente por las escaleras. Los tres hombres de color

miraron la escena no sin sentirse molestados por la reacción de Mar.

– Haré que surta mi magia para que le llegue su escarmiento. - dijo N¨Songo a sus dos acólitos

Aquella misma tarde, en el piso de el brujo N¨Songo comenzó un extraño ritual. N`Songo puso el

coletero de Mar en una bandeja y lo roció con el agua de la botella que habia perdido por la

mañana, cerró los ojos y comenzó a repetir una y otra vez las mismas palabras rituales, palabras que

solo el comprendia, ni siquiera sus dos acompañantes que le observaban desde un respetuoso

silencio.

Mientras esto ocurría Mar se encontraba en su casa, tirada en el sofá, durmiendo una plácida siesta,

vestia de la forma mas comoda posible para estar en casa, con una sencilla camiseta y un amplito

pantalón de chandal. Se despertó en estado de confusión, como si realmente no hubiera despertado

del todo, se sentia acalorada y con una extraña excitación, notaba que su sexo desprendia humedad,

en su cabeza oyó una voz profunda y dominante, - ven- le decia. Sintió que debia obedecerla. Salió

de su casa y caminó hasta el piso de enfrente, empujó la puerta que estaba entreabierta y la cerró

trás de si. Avanzó por el pasillo y se encontró de frente en el salón, donde estaban los dos africanos

jóvenes cubiertos unicamente por un taparrabos tipo tribu de la sabana, y al brujo en estado de

trance. Mar avanzó hasta el centro de la habitación, los dos negros la rodearon, le soltaron el pelo,

mientras uno le quitaba la camiseta el otro le bajaba los pantalones. Mar quedó unicamente vestida

por un sujetador y unas bragas de tipo deportivo. Uno de los negros la empezó a besar en el cuello

mientras el otro se agachaba y le empezaba a acariciar los muslos. Mar era incapaz de rechazar los

tocamientos que le estaban realizando, no tenia capacidad para oponerse a lo que estaba

sucediéndole. Uno de los negros liberó del sosten a sus grandes pechos, se situo a su espalda y

comenzó a manosearlos a la vez. Mientras tanto el otro hombre le bajó las bragas y comenzó a

acariciar su sexo con el dedo indice. Lejos de sentirse agredida, Mar notó como el calor subia a sus

mejillas, sonrojándola, exhaló un tímido gemido, sentía una excitación sexual que no dominaba, ni

siquiera sabia de donde surjia. Los negros la obligaron a ponerse de rodillas, se desprendieron de

sus taparrabos y salieron a la luz dos enormes penes, largos y gruesos, de un tamaño que Mar jamás

habia visto. En cualquier otro momento, Mar, se habria asustado por el tamaño de esos penes,

habria dado por sentado que le habrian causado un gran dolor en sus genitales, pero en ese momento

era incapáz de sentir nada que no fuera excitación, estaba dominada por un poder incontrolado. Los

cogió a la vez y empezó a masturbar a los africanos, mientras se endurecian en sus manos crecian

todavia más, sin sentir el más mínimo reparo introdujo uno en su boca, todo lo que pudo, quedando

mas de la mitad del pene fuera. Paseó su lengua de arriba a abajo, en toda su longitud, primero uno

y luego el otro, prestando especial dedicación a la cabeza de los penes, lamiéndolas con fruición.

Cuando se cansaba de lamer se metia el pene en la boca y sorbia con toda la fuerza que podian sus

pulmones. Uno de los negros se colocó detrás de ella, la obligó a ponerse a cuatro, el otro negro se

agachó para permitirla que pudiera seguir chupandole el miembro. El que estaba detrás empezó a

empujar su pene en su húmeda vagina, mientras que el que estaba delante la agarró por la cabeza y

le introdujo el pene en la boca todo lo que pudo. Así empezaron los dos su frenético movimiento de

caderas, mientras el de detrás la follaba con un ritmo imparable el otro ahogaba los gemidos de Mar

con su enorme pene. Mar nunca habia sentido un miembro tan grande en su vulva, notaba que no

daba más de si, y a la vez que jamás podria excitarse mas de lo que estaba en ese momento. Las

embestidas, fuertes y rápidas, durando un largo rato, el africano que estaba frente a ella no aguantó

mas, sacó el pene de la boca de Mar y eyaculó abundantemente sobre la cara de Mar. El semen se

esparció sobre su nariz y su boca. A Mar no le causó repugnancia, al contrario, sacó la lengua y

degustó el que tenia más próximo a su boca. El que estaba detrás viendo la escena, no aguantó mas,

sacó su pene de la vulva de Mar y la regó con su semen por toda la espalda, fue una corrida

abundante que dejó casi toda la espalda de Mar cubierta.

Sin que nadie dijera una sola palabra, Mar se levantó, cogió su ropa y volvió a su casa, se duchó, se

vistió y volvió a tumbarse en el sofá, donde se quedó dormida. Un largo rato después se despertó,

esta vez por completo, y en su cabeza, aún recordando los hechos, fue incapaz de distinguir si habia

sido un sueño o real.