El brujo n´songo 2

El brujo africano vuelve a usar su magia, esta vez domina a dos mujeres

EL BRUJO N´SONGO II

Mar llevaba un par de semanas alterada, apenas salia de casa. Se sentia confusa, tenia miedo de cruzarse con sus vecinos, no sabia si las imágenes que le venían a la mente eran producto de su imaginación o habian sucedido realmente, además, esas imágenes que deberían causarle repugnáncia, en el fondo, en lo más íntimo de su ser, le causaba una extraña excitación. Jose Luis, su marido se preocupó la primera semana, transcurrido este tiempo agradeció que su mujer no le molestase mucho cuando llegaba tarde a casa. No hacian lo mismo sus amigas, que notaban su ausencia de sus habituales reuniones vespertinas, y preocupadas la llamaban asiduamente, aunque Mar no solía coger el teléfono.

La mejor amiga de Mar era Patricia, una divorciada que pasaba ya de los 40, pero que hacia bueno el dicho de que quien tuvo retuvo. En su juventud fue elegida miss de una pequeña provincia, de larga melena castaña, pechos grandes pero aun firmes, grandes ojos de tono verdoso, piernas largas y una cara con una expresión que inspiraba dulzura, adornada por una blanca y perfecta sonrisa. Patricia era de carácter decidido y no toleraba un no por respuesta. Ante la ausencia de Mar de sus reuniones decidió llamarla para interesarse por su estado.

  • Mar, soy Patricia, ¿que te pasa que hace 2 semanas que no te vemos? - interrogó a su amiga por teléfono.
  • No te preocupes, no he estado con ánimos de salir, no me pasa nada.

A Patricia no le gustó la respuesta. Decidida a aclarar las cosas insistió en visitar a Mar esa misma tarde. Mar trató de evitarlo con malas excusas, pero ante el decidido carácter de Patricia no pudo si no fracasar. Sobre las 5 de la tarde Patricia llamó al portero automático de Mar, iba vestida de forma informal, con una camisa negra entallada y vaqueros, que resaltaban la perfección de su trasero y las curvas de su proporcionada cadera, sin duda Patricia era un bombón. Mientras Patricia esperaba la llegada del ascensor se le unió a la espera un hombre de color, entrado en años, de cabellos canosos, vestido con un llamativo dashiki. Patricia lo miró de reojo, con cierto desdén.

  • Buenas tardes.- Saludó N¨Songo, con un fuerte acento africano.
  • Buenas tardes.- Respondió Patricia en un tono nada amable.

Ambos subieron al ascensor y pulsaron el botón del mismo piso. Patricia se apartó del negro, pegándose a la pared y sujetando con fuerza su bolso. N´Songo la miró impasible, sin mostrar como le ebullia el cerebro ante lo que a él le parecía una falta de respeto. El, que estaba acostumbrado a ser adorado, respetado y temido en su tribu, no aceptaba que le mirasen como a un igual. Tal falta de respeto, a su parecer, merecía un justo castigo.

El ascensor se paró y Patricia salió primero, un tanto apresurada, sin perder de vista al africano, que se dirigió a la puerta de su casa sin prestarla atención. A Patricia le sorprendió que un sujeto como este viviera en un edificio como el de Mar, donde el vecindario podia considerarse como de gente pija.

Patricia llamó a la puerta y enseguida Mar le abrió. Mar tenia un aspecto un tanto pálido, estaba arreglada como siempre, y bien vestida, ya que esperaba la visita. Llevaba una camisa blanca, ceñida, que marcaba sus pechos, y unos pantalones vaqueros, tambien ceñidos, que resaltaban sus curvas femeninas. Hizo pasar a Patricia y se saludaron con dos besos. Ambas pasaron al amplio salón de Mar y se sentaron juntas en el sofá.

  • Mar, me tienes preocupada, hace casi dos semanas que no te vemos ¿te pasa algo? ¿estás enfadada con alguna de nosotras? ¿no será conmigo?
  • No, tranquila, no es por vosotras, no he estado con ganas de salir, estoy un poco de bajon.
  • ¿Y eso? ¿Tienes problemas con Jose Luis? Cuentame que te pasa, ya sabes que conmigo tienes total confianza para contarme lo que sea.- le dijo Patricia con el tono más cariñoso que podia.
  • No se como explicarlo, es muy extraño lo que me pasa, en realidad no es nada.

Mar le contó lo que le habia pasado cuando llegaron sus nuevos vecinos ,y que todo le habia parecido una alucinación, mas que algo que hubiera pasado realmente. Patricia la miraba perpleja, pensaba que su amiga se estaba volviendo loca, probablemente por falta de relaciones sexuales con su marido.

Mientras esto ocurria en el piso de Mar, en la misma planta, en la puerta de enfrente, un hombre más oscuro que la noche, de aspecto y alma, se sentó delante de una mesa baja, y empezó a realizar sus sortilegios.

Mar y Patricia conversaban animadamente, cuando de repente, Mar se quedó en apariencia bloqueda, con la vista fija. Patricia la miró asustada, por un momento pensó que estaba sufriendo una apoplejía o algo parecido. Mar se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta.

  • Mar, ¿pero que te pasa?.- le gritó Patricia asustada, mientras se levantaba tras ella.

Mar abrió la puerta y el brujo N´Songo se introdujo en el piso. Patricia lo miró con una expresión de pánico en su rostro. En seguida su pánico despertó su instinto de supervivencia y el miedo se volvió furia, impulsado por una subida de adrenalina se lanzó contra el negro.

  • ¿Qué cojones hace este tio aquí?.- gritó Patricia levantando la mano dispuesta a pegar con todas las fuerzas que podía a N´Songo.

Antes de que le diese tiempo a nada, el brujo abrió su mano, soltó una fuerte soplido y una nube de polvo se esparció sobre la cara de Patricia, que se detuvo en seco, con la mirada fija, acto seguido bajó los brazos y se quedó inmovil. La voluntad de ambas mujeres estaba bajo el influjo del poderoso N´Songo que contempló a sus hembras con lujuria, las miró a los ojos y se concentró en el dominio de sus mentes. Mar se colocó enfrente de Patricia y comenzó a desabrocharle la camisa, iba con sumo cuidado, despacio, botón a botón. Cuando llegó al último, abrió la prenda, dejando a Patricia con el torso semidesnudo, cubrian sus pechos un caro sujetador de encaje blanco. Mar le desabotonó los vaqueros y los deslizó hacia abajo, Patricia ayudó a retirarlos levantando las piernas, quedó unicamente cubierta por su ropa interior, un conjunto de dos piezas blanco. El brujo solo tuvo que lanzar una mirada a Patricia para que repitiera la misma operación que habia hecho Mar, también la desnudó con lentitud, como si gozara en lo que estaba haciendo. Mar quedó cubierta por única vestimenta con su conjunto de dos piezas. N¨Songo se deleitó con la vista que tenia ante sí, dos bellas mujeres semidesnudas. Las miró a los ojos y de inmediato, como si les hubiera dado una orden, se abrazaron y comenzaron a besarse el cuello la una a la otra, los brazos se deslizaban por las espaldas y cuando llegaban al final apretaban las nalgas con deseo, la una a la otra. Se desabrocharon los sostenes y se deshicieron de ellos, volvieron a abrazarse y esta vez se besaron en la boca, con pasión, sus lenguas se empujaban luchando por entrar en cada boca, cuanto más profundamente mejor. Ambas mujeres se separaron para desnudar al brujo, ante ellas apareció un miembro viril de tamaño monstruoso, casi le llegaba a la rodilla y tenia un grosor que apenas abarcaban con una mano. Una mujer en sus cabales habría huido ante semejante cosa, pero la fuerza que dominaba a Mar y a Patricia las empujaba a sentir excitación ante lo que contemplaban. Se colocaron a ambos lados del monstruo viríl, y empezaron a lamerlo como si fuera el mejor caramelo del mundo. Deslizaban sus lenguas en toda la longitud de la gran barra negra, hasta llegar a la punta, donde sus lenguas se juntaban, húmeda y lujuriosas. La operación duró un largo rato, hasta que el brujo las miró y, automáticamente, sin que nadie dijese nada, ambas hembras actuaron con total obediencia a los deseos ocultos del africano. Mar se introdujo en la boca el monstruo de ébano, todo lo que podia, Patricia se situó a la espalda del brujo e introdujo su lengua entre sus nalgas oscuras. Era una de las pocas veces que el brujo mostraba una expresión de profunda satisfacción, dominar ambas hembras hubiera sido el sueño de cualquier hombre, y para N¨Songo resultaba fácil. Patricia exploraba con la punta de su lengua el oscuro orificio del brujo, mientras este empujaba la cabeza de Mar, obligándola a tragar hasta el límite de su garganta. Sus ojos lagrimaban abundantemente por la presión que ejercia la enorme polla sobre su boca. Transcurridos unos minutos de continua e intensa operación, el brujo no aguantó mas, y en la boca de Mar estalló un largo y abundante chorro de esperma. Mar liberó su boca del enorme pene, el esperma le resbalaba por la cara, Patricia se acercó a ella y empezó a besar su labios manchados de líquido blanco y denso.

El brujo las miró complacido, pero no totalmente complacido, ambas supieron que eso no habia acabado, sin que nadie les dijera nada.

Mar se puso a cuatro patas y el brujo insertó su descomunal sexo en la, para esa herramienta, estrecha vulba. Su ritmo fue lento, a la espera de que la sexualidad de Mar se adaptase a semejante tamaño. Mientras tanto Patricia se situó delante de Mar, ofreciéndole su sexo. Mar empezó a saborear la feminidad de Patricia, a la vez el brujo aumentó sus embestidas, cada vez más rápidas y violentas. La cara de Mar se ruborizó, sus gemidos eran ahogados por la presión que Patricia ejercia sobre la cabeza de Mar, empujándola sobre su sexo. La lengua de Mar se movia frenética sobre el clítoris de Patricia que gritaba de puro placer. Quizás fueron cinco minutos, o quizás duró media hora, al final el brujo sacó su miembro y regó abundantemente la cara de ambas mujeres. Se sintió satisfecho y decidió volver a su casa.

Ambas mujeres fueron al baño, se limpiaron la una a la otra, se vistieron, volvieron a sentarse en el sofá y, como si no hubiera pasado nada, siguieron hablando de sus cosas, evitando reconocer que nada de aquello habia ocurrido, porque realmente no estaban seguras de que no hubiera sido fruto de su imaginación.