El bronceador
F/m, incesto
Mi madre y yo vivíamos entonces todavía en nuestra casa de la playa en el norte de California.Mi padre nos había abandonado para irse con una guarra de Los Ángeles que había conocido durante un viaje de negocios y se había ido a vivir a Santa Mónica.Mi madre y yo nos quedamos en una situación económica algo dura, pero salimos adelante poco a poco gracias a que mi madre encontró un trabajo en un supermercado de un pueblo cercano.
Yo tenía por aquel entonces doce años, e iba al colegio del cercano pueblo de Fort Bragg.Me iban bastante bien los estudios, así que me madre estaba bastante contenta conmigo, aunque me decía que cuando acabara mis estudios tendría que ponerme a trabajar para sacar más dinero para los dos.Yo estaba de acuerdo y me gustaba la idea de dejar de estudiar cuanto antes, así que pprocuraba sacar las mejores notas posibles para librarme pronto de estudiar.
La casa en la que vivíamos era de lo más agradable.Era bastante grande, estaba cerca del mar, tenía un gran jardín alrededor y pocas casas cerca, por lo que la tranquilidad era mucha.Mi madre y yo solíamos pasar más tiempo en nuestra piscina que en la playa, y tomábamos el poco potente sol del norte de California echados en una hamaca en el césped.
Mi madre era en aquel entonces una hermosa mujer de 39 años.Estaba entonces un poco rellenita ya, pero no pasaba de 65 kilos con una estatura de 1'63.Era de pelo castaño oscuro, ojos marrón claro y piel bastante blanca, a pesar de tomar el sol.Sus medidas eran 97-69-99, según ella me dijo una vez y su cuerpo, a pesar de ser ya algo maduro, aún no presentaba muchos signos de vejez.
Su vida era bastante monótona, o por lo menos eso me parecía a mí.Se levantaba temprano para ir al supermercado donde trabajaba y volvía pasadas las cinco de la tarde todos los días excepto el domingo.Los días festivos y los domingos los empleaba en tomar el sol en verano y en leer o ver la tele cuando no hacía buen tiempo o no se podía tomar el sol.También le gustaba mucho cuidar de las plantas de su jardín y cocinar, algo que se le daba increíblemente bien.
Mi relación con mi madre era bastante buena, y siempre lo había sido.Ella me quería y me mimaba mucho, especialmente desde que mi padre nos dejó.Se podría decir que casi vivía por y para mí, anteponiéndome siempre a todo lo demás ( como es lógico ).Yo también le tenía mucho afecto, aparte de mi natural amor hacia ella, y la consideraba casi como una amiga con la que poder conversar de mis cosas.
Yo era un chico moreno, de metro sesenta escaso, delagado y con cuerpo aún de niño, y con no mucho éxito entre las chicas del colegio.Solía salir con dos o tres chicos del pueblo a dar vueltas con las bicicletas por ahí o ir a la playa a jugar al fúrbol americano o al béisbol.No obstante, no salía demasiado a menudo, y prefería la mayoría de las veces quedarme en casa a ver la tele o a coger el ordenador.
Recuerdo que poco antes de aquel verano de 1997 yo había descubierto que acariciarme el pene de arriba abajo daba gusto.Los chicos del pueblo me habían recomendado que lo hiciera, ya que ellos mismo lo habían descubierto algo antes.La primera vez que me masturbé recuerdo que me asusté, porque un chorro no muy potente de líquido blanco-transparente salió de mi pene.Los chicos me dijeron que era normal, pero a algunos de ellos aún no les salía.
No quise decirle a mi madre nada de esto, aunque solíamos hablar de cualquier cosa.Ella no sospechaba nada, pero yo cada vez que ponía peor cada vez que veía a una chica en top-less o a una que fuera vestida pero que fuera sexy.Yo era muy inocente por aquel entonces y, a pesar de lo que me decían los chicos, seguía siendo un ingenuo y no sabía mucho de sexo aparte de la masturbación.
Una tarde de domingo mi madre y yo estábamos en el patio de atrás de la casa tomando el sol, ya que hacía una temperatura muy alta y había que aprovechar.Mi madre estaba echada en una hamaca y yo me bañaba en la piscina tranquilamente.Mi madre estaba tumbada boca abajo con la parte superior de su bikini desabrochada.Eso era algo que ella solía hacer muy a menudo para broncear un poco la raya blanca que se le quedaba en la espalda después de haber tomado algunos días el sol.
Yo no prestaba mucha atención a lo que hacía con su bikini, pero últimamente me ponía cada vez peor cuando la veía andar con él puesto, notando con qué dificultad la parte superior albergaba sus tetas y algunos pelos oscuros que salían de su parte inferior.Mi pene reaccionaba aun en contra de mi voluntad y hacía una especie de tienda de campaña en mis bañadores, algo que yo creía que mi madre no notaba.
Esa tarde, mi pene estaba reaccionado de forma muy potente, y sus 16 cm empujaban contra la tela de mi bañador mojado.Mi madre me llamó desde su hamaca y me dijo que me acercara a ponerle bronceador por la espalda.Yo no supe qué hacer, ya que no me podía presentar delante de ella con aquella erección del demonio que me iba a delatar inmediatamente y me iba a hacer pasar un mal rato.
Pero no tenía elección; al ver que tardaba, mi madre me llamó de nuevo preguntándome que a qué esperaba.Yo le dije que ya iba y me presenté delante de ella con mi abultada entrepierna por delante.Ella miró sólo de reojo y sonrió ligeramente sin que yo supiera exactamente si era a causa de mi erección o simplemente por el hecho de que había llegado junto a ella.
Me dio un bote de bronceador y me dijo que se lo extendiera por la espalda.Yo lo hice un poco mal al principio y me dijo que lo hiciera más lentamente, a lo cual yo reaccioné con un masaje muy agradable.Ella suspiraba de placer mientras lo hacía y me dijo: "Vaya masajista que estás hecho, Jim".Yo le agradecí el cumplido, y ella siguió disfrutando de mi suave masaje.
"Dame ahora por delante, cielo...", me dijo cuando vio que paraba.Yo me quedé de piedra, pero no dije palabra en espera de sus acciones.Ella se dio la vuelta y siguió con el bikini puesto para decepción mía.Yo le masajeé la barriga y la parte superior del pecho, tras lo cual ella se quitó el bikini y me dejó ver sus grandes tetas y sus gordos y rojizos pezones de areolas considerablemente amplias.
"¿No te dará vergüenza de ver las tetas de mamá, verdad?", me dijo sonriendo.Yo dije que no con la cabeza y empecé a acariciar sus grandes pechos.Ella me indicó que acariciara con especial atención sus pezones y que describiera círculos alrededor de ellos.Mientras yo lo hacía ella seguía suspirando de gusto y me decía que siguiera.
Cuando llevaba así un par de minutos, mi madre se agitó un poco más y con su mano derecha alcanzó el bulto de mi bañador, apretándolo con su mano cerrada."Mmmm, ¿qué tenemos aquí, Jimmy...? Tu pichita ha crecido mucho, eh...", dijo con una expresión de lascivia que yo no supe reconocer entonces."Bájate el bañador y deja a mamá que te la vea...", me dijo finalmente.
Yo no tuve más elección que hacerlo y mi pene saltó de detrás del bañador, con sus 16 cm apuntando levemente hacia arriba y medio glande fuera.Mi madre se sorprendió por el tamaño y la expresión de sorpresa si la pude adivinar en su cara.Me la cogió de nuevo y empezó a masturbarme lentamente como yo ya sabía hacer.Pero el que te lo hiciera otra persona, y encima una mujer, me porducía doble placer.
Al cabo de un rato, mi madre dejó de acariciar mi verga y llevó sus manos a la parte inferior de su bikini negro.Se lo bajó hasta las rodillas y luego se puso sentada y con las piernas flexionadas hacia arriba enfrente de mí, dejándome ver su poblada vulva negra, entre cuyos pelos podía verse su raja húmeda.Yo terminé de bajarle el bikini hasta que lo saqué del todo, recorriendo sus poco bronceadas y algo rellenas piernas de ama de casa.
Mi pene iba a estallar y mi madre me dijo:"Pon tu picha en medio de los pelitos del chocho de mamá, cielo...".Yo no me hice de rogar y me apresuré a hacer lo que se me ordenaba.Mi pene quedó colocado justo sobre la raja de mi madre y ésta, haciendo uso de su mano derecha, lo bajó un poco recorriendo la raja hasta que estuvo en la entrada de su vagina."Empuja para adentro, cielo...Verás qué gustito te da...", me dijo con voz algo ronca.
Yo hice lo que me dijo y mi glande se hundió entero en su agujero del amor con suma facilidad.Ella soltó un leve gemido y luego cerró los ojos tocándose sus pezones con ambas manos.Luego apreté más hasta que casi todo mi pene estaba dentro.Luego empezé a meter y sacar mi miembro con movimientos instintivos.Casi de inmediato, mi madre se puso tensa y se revolvió en la hamaca, llegando a su primer orgasmo.Un poco después se repitió lo mismo y se corrió por segunda vez.
Yo sentía la suavidad de su coño, sus fluidos y su calor en mi pene y eso me ponía aún más caliente de lo que estaba.Cuando estaba a punto de llegar a mi clímax, mi madre me empujó rápidamente e hizo que mi pene saliera de su vagina.Yo no entendí inmediatamente por qué, pero luego caí.Ella me dijo: "Acaba en el culo de mamá...".Yo no la entendía bien, pero ella me puso leche bronceadora por todo mi pene y me indicó el agujero de su culo.
Situé mi glande en él y, con mucho trabajo, conseguí meterlo dentro de su culo.Luego empecé a moverme instintivamente hasta que pude deslizar dentro más de diez centímetros.Con el tiempo, pude hacer que aquel segundo agujero fuese tan comfortable como en primero, y mi clímax comenzó a sentirse justo cuando mi madre alcanzaba el tercero con sus dedos sobre el clítoris.
Al poco tiempo me corrí en su culo, llenándolo con la descarga más grande de semen que yo nunca había lanzado.Luego, saqué mi pene y un chorro de mi líquido blanco salió como una cascada del agujero de su culo, goteando sobre el césped.Yo me puse de nuevo el bañador y mi madre el bikini entero.Los dos seguimos como si nada, siendo conscientes de que habíamos tenido una necesidad fisiológica urgente y que la habíamos calmado copulando.