El brigada francés (2ª y última parte)

La vida a bordo contínua rumbo a Sudafrica, la incertidumbre aumenta y el deseo también

Juanra y Laurent reemprendieron su trabajo al día siguiente, como era habitual, cuando se levantó el francés ya no estaba, para ser tan grande era tremendamente silencioso.

-Me estará evitando por lo de anoche? pensó

Enseguida disipó sus dudas, tras el desayunocontinuó su marcha con el tema "família y vida fuera de casa" como tenía previsto. Laurent estaba muy animado, más que de costumbre, eso le tranquilizó, temía que pudiera estar "emparanoyado" por lo de anoche y que los típicos sentimientos de culpabilidad de hetero cachondo aparecieran pasado el calentón. Pero nada de eso, el brigada Joubert no sólo no reuía su mirada, sino que se hallaba más hablador y locuaz que de costumbre.

El día transcurrió entre informes y notas y por la noche volvieron a coincidir en su camarote. Juanra leía unos apuntes de ese mismo día en su cama inferior, después de 11 días recopilaba muchísima información de la vida a bordo, las condiciones y costumbres de la tripulación del Charles de Gaulle y aún faltaba el tema salarios, vacaciones, dietas, jubilación, ascensos...No sabía como iba a comprimir tanto material en un artículo. A pesar de estar concentrado en esos pensamientos, el recuerdo de la noche anterior venía una y otra vez a su mente; no esperaba nada,ni bueno, ni malo, pero la incertidumbre del momento actual,tras lo que había pasado entre ellos,le hacía sentir nervioso. Enfrascado andaba en esa idea cuando Laurent entró en el camarote.

-Oh Juanra, no pensaba que ya estabas acostado.

-Bueno,de hecho, estoy repasando algunas notas. Díme Laurent, dónde aprendiste tú español?

-Bueno, en la escuela y tengo que decir que tuve una novia española que me enseñó muchísimo.

-Saliste con una española?

-Sus padres eran españoles.

Al tiempo que intercambiaban esas palabras el francés se acercó a la palanca roja y bajó su litera. Desde esa posición el bulto del francés quedaba a escasos 15 cm de su cara. Este quiere guerra o qué? Pensó turbado para sí el madrileño.

-Voy a leer un rato en mi litera Juanra si no te importa

-Ok sans problem. Qué lees? algo del marqués de Sade?- pregunté con tono divertido

- No,me temo que es algo menos erótico, es un manual de superviviencia en alta mar- contestó mientras empezaba a desnudarse

- Que pragmático eres

-Bueno, son cosas que vienen bien saber cuando la mayor parte de tu vida la pasas en el mar, nunca se sabe-

Deslizó su cremallera abajo a la vez que hablaba, sus genitales que había conocido hacía solo unas horas, se bambolearon dentro de su slip militar a menos de un palmo de su cara, pensé en su mujer, Dios que suerte tiene la perraca de Céline...No sabía que acababa de pasarme, mis relaciones con hombres habían sido muy esporádicas y con mujeres de por medio, pero el brigada Joubert me estaba consumiendo. Lo de anoche había sido un tremendo calentón, yo lo sabía y sabía que no pasaría nada más, pero no podía dejar de pensar en ello. Mientras Laurent colocaba su sábana aprecié ahora a la luz del flexo sus piernas, las tenía muy musculosas, especialmente el bíceps femoral, tenía una ligera capa de vello rubio sobre ellas, lo cual las hacía parecer depiladas, aunque no era así. más allá de su cintura, su litera interrumpía mi visión, no podía dejar de mirarle ahora que él no me veía. Inclinó una pierna hacia arriba y mi Apolo francés desapareció dejándose caer en su litera

Depués de una hora ambos dormíamos.


Era el día 17 de viaje a bordo, había pasado una semana desde "el incidente" y ninguno de los 2 habíamos hecho un solo comentario al respecto. Andaba en el comedor del barco interesándome por los menús que se servían, cuando alguién me dijo en español:

-Es ud. el periodista que escribe sobre el barco?

-Sí soy yo.

-Perdone que me presente así, soy el cadete Pierre Gonzalez.

-Gonzalez!!!

-Sí, mi abuelo es de Zaragoza y antes le oí hablar español con el brigada y he querido saludarle.- dijo con un más que ligero acento francés

- Encantado de conocerte Pierre, me llamo Juan Ramón Ribas

-Enchanté monsieur Ribas

-Oh por favor relajese Pierre, soy un civil.

-Disculpe, quiero decir disculpa, es la costumbre. Qué le/te parece nuestra vida a bordo?

-Es todo muy interesante, diferente a lo que imaginaba, por lo menos en algunos aspectos, de todos modos creo que yo no valdría para ésto. Aprovechando la coyuntura del momento y queriendo conocer una opinión externa a la mía saqué a relucir en la conversación a Laurent

- Aún así el brigada Joubert me está facilitando mucho las cosas, haciendo que mi estancia sea muy llevadera y sientiéndome muy cómodo.

-Ah sí Joubert, no me extraña que lo hayan designado como su "anfitrión", tiene muy buena reputación entre la tripulación, es un hombre muy respetado y de gran carisma para los cadetes y además una persona que siempre trata de ayudar a los demás, a mi sin ir más lejos me ayudó mucho cuando llegué al "Charles de Gaulle".

-Ah sí? pregunté con un tono que denotaba querer saber más información

- Sí. De hecho, en cierta manera yo estoy aquí por él. El me habló de la Marina y la vida en los barcos y supongo que me convenció, pues aquí estoy.

-Pero ya os conociaís?

-Claro, los Joubert viven a 2 km de la casa de mis padres.

-La leche...soís vecinos?

-Más que eso...Fuimos cuñados. Salió con mi hermana mayor: Marie


La conversación había llegado a un punto de no retorno, aquello no podía ser casualidad, era una señal divina para un pobre mortal reportero como yo. Mi espíritu periodístico me llevaba a querer saber más y más, pero no para la revista, sino para mi información personal.

-Oye Pierre- dije velozmente- estás en tu tiempo libre?

-Claro! Si no fuera así no podría estar hablando contigo.

-Y dices que Laurent y tu hermana fueron novios?

-Uyy si pero de eso hace mucho, entonces mi hermana tenía 18 años y él 16, fue su primera novia

-Y que pasó? Pensarás que soy un cotilla (era más que evidente que así era, pero joder la cosa estaba más que interesante)

-No pasó nada, simplemente Laurent era muy joven y se hartó de mi hermana. Ella lo pasó fatal, fíjate que tiene 34 años y sigue soltera, nunca lo superó. Se pasó meses llorando...

-Joder yo también hubiera llorado a moco tendido si hubiera perdido semejante especimen- acerté a decir por lo bajini...

- Cómo dices?

-No decía que en esas edades todo se magnifica (anda que como magnificara la hermana de éste más el asunto de Laurent...)

-A partir de ahí creo que no quedó tía en toda Alsace que no se tirara Joubert, por lo menos eso he oído yo siempre, aunque yo era muy joven, tenía sólo 8 años. Pero bueno luego ya me alisté en la Armada, compartimos una vez la ducha y comprendí toda la historia...

-Qué quieres decir- pregunté resultando parecer lo más ingenuo posible

- No es posible. No te has dado cuenta compartiendo camarote con él?

-Cuenta? De qué?

-Del tamaño de Joubert.

-Sí es muy alto... fingiendo la inocencia de un niño de 3 años

-Tío me tomas el pelo, "me refiero al rabo que calza"- eso último lo exclamó en francés pero se traduce para mayor comprensión

- Ah pues no sé, no me he fijado - mentí descaradamente.

- Tío yo tampoco, a mi me van "les filles", pero vamos deberías llevar 2 ojos de cristal para no darte cuenta del volumen que tiene ese tío metido entre sus piernas. De hecho, en el pueblo siempre decían que muchas tías con las que salió le decían que ni locas cuando veían el trasto a Joubert. Aquí en el portaviones muchos le llaman a sus espaldas "el cañón de Navarone".

-Ah...pues mira tú...que historia tan ...tan...bonita.

-Mon Dieu, se acaba mi tiempo. Ya nos veremos Juanra. A tout a l´heure.

Después de esa conversación un montón de ideas afloraban en mi cabeza, pero siempre una venía a ella, Laurent. Pensé que pequeño es el mundo, que pequeño es un portaviones... 2.000 hombres y me encuentro al ex-cuñado. Aquello tenía que servirme de algo.


Faltaban sólo 2 días para llegar a Ciudad del Cabo y tomar mi vuelo a Londres. Mi trabajo estaba prácticamente terminado y me había reunido varias veces con el alferez Montalban. Mis oportunidades con Joubert se esfumaban por momentos, pero no sabía como entrar a Laurent. Necesitaba sentir una vez más su hombría en mi, no sabía de que modo, pero cada vez que le veía se me erizaba todo...Estaría enmorándome de él? No era posible..Sólo le conocía desde hacía unos días, pero ese hombre me atraía, me obsesionaba, su espalda en forma de V, su sonrisa perfecta, su mirada, su inteligencia, Dios era el Hombre perfecto y encima la naturaleza lo había superdotado con el pollón más espectacular del mundo mundial. Mientras preparaba mi bolsa y seguía buscando alternativas Laurent entró al camarote.

-Hola Juanra. Qué haces?

-Ya ves...Antes de 48 horas llegaremos a puerto y embarcaré en un avión rumbo a Europa...

-Qué bien!

-Serás jilipollas...

-No, no, quiero decir que a mi me encantaría también volar para ver a mi família. Me das mucha envidia. Me refería a eso.

-Perdona, lo había tomado por otro lado...creía que te contentaba mi marcha.

-Mais no...La verdad es que al principio pensé que llegaría al buque un sr con pinta de notario y cara de pocos amigos y cuando te conocí me alegré mucho, me he sentido muy agusto.- rió el francés

-Bueno, he hecho lo que estaba en mi mano para que así fuera- no sé si él entendió el juego de palabras, pero esa frase iba a la línea de flotación de Lorenzo.

- Pues lo has conseguido, puedes estar satisfecho- torpedo devuelto

No pude evitarlo y saqué el tema que me aguijonaba desde hacía tantos días...

-Bueno satisfecho, satisfecho...Mira Laurent perdona por ser sincero, pero no puedo dejar de pensar en aquella noche, los 2 hemos evitado el tema, pero...- Laurent le interrumpió

- No, no Juanra, no hemos evitado el tema, simplemente no había más que decir, fue algo que pasó, pero ya esta, queda entre tú, yo y éstas 4 paredes.

-Claro que no Laurent, ese es el problema, no puedo quitarlo de mi cabeza, y tu presencia me estremece una y otra vez- le dije intentando bajar la vozpara no llamar la atención. Yo volveré a Madrid, tu seguirás por vete a saber que continente y nunca más nos veremos..

-No digas eso Juanra, el mundo no es tan grande.

-Claro que sí, y sabes que tengo razón

Por primera vez desde que le conocí vi un gesto nuevo en su rostro: la tristeza. Me conmovió.

-Pero que quieres de mi entonces.  Amo a Céline.

-No quiero ser tu pareja, coño, quiero repetir lo de la otra vez.

-Pero eso fue algo puntual, pasó de forma natural, no me siento atraído por ti, no tengo ese momento que tenía esa noche.

-Mírame a los ojos y díme que no has pensado en esa mamada un sólo instante.

El brigada bajó su mirada.

-Sabes que no soy mentiroso.Sí lo he pensado y me encantó,te lo dije, me excitó que tomaras mi pene de esa forma como si te fuera la vida en ello, noté que en ese momento yo y mi polla éramos el centro del universo para ti y eso es algo que sólo me ha sucedido con Céline por eso me casé con ella. Otras chicas a veces solo querían comprobar si era verdad lo de mi tamaño para contar al día siguiente que se habían podido meter en su coño la mitad de mi verga y yo soy algo más, por eso siempre recordaré ese momento, porque me hiciste sentir especial.

-Fue fácil...para mi tu eres especial y me encantaría hacerte sentir una vez más que eres el centro del universo.- dijo Juanra con un hilo de voz

Mientras decía esas palabras, Juanra se acercó lentamente a Laurent y el francés retrocedió 2 pasos, apoyando sus anchos hombros en la taquilla. Lentamente y por encima del pantalón empezó a sobar la entrepierna del brigada, daba igual su estado de erección, allí siempre había de donde coger. Juan Ramón se tomó su tiempo, quería disfrutar cada segundo, sabía que sería la última vez con Joubert, éste se dejaba hacer y eso le dio confianza al español que empezó a deshacer la hebilla del cinturón. En ese momento Laurent detuvo la mano de Juanra...

-Sabes que si me bajo los pantalones te poseeré.

-Lo deseo más que nada en el mundo.

Laurent desabrochó sus pantalones con inusitada rapidez y se quedó en calzoncillos, mientras Juanra se desnudaba completamente. El paquete del brigada se balanceaba delante de él aprisionado por la tela del slip, notaba como el bulto crecía por momentos, no quería esperar mas, la tocó a traves del algodón y notó la polla morcillona en su mano, le encantaba esa sensación. Se puso de rodillas y vió una hilera de vello entre el ombligo y la goma del slip. Aspiró fuerte su olor clavando su nariz en esa zona y sintió que en ese momento el mundo era suyo.

Laurent lo contemplaba extasiado desde su 1,92. Sin duda ese español le hacía sentirse como un Dios del Olimpo, era todo: la forma de mirarle, de tocarle, de olerle, se notaba deseado al 100%, le encantaba esa sensación, notaba como su verga se hinchaba como nunca sin ni siquiera haberse tocado, ni siquiera pensó que en ese momento alguién pudiera llamar a la puerta, era su momento y se lo merecía. Con su mano derecha tiró del elástico de su slip hacia abajo y su gran falo dio contra la cara de Juanra, éste que no lo esperaba acabó de bajarle la prenda y se centró en ese falo francés que tanto había añorado. Lo lamió de arriba abajo y de abajo arriba una y otra vez mientras lo agarraba fuertemente por la base con su mano izquierda, después lamió las pelotas y se las metió en la boca alternándolas una y otra vez.

El brigada no recordaba haber tenido nunca antes una sensación tan intensa, los estímulos que le llegaban a través de sus genitales eran increíbles. Resopló una y otra vez y de forma instintiva llevó su mano derecha a la cabeza de Juanra.

-Vamos no puedo más, a que esperas, chúpala!!! Pónla a tope como tú sabes...

Las palabras de Laurent espolearon a Juanra que se dedicó con más intensidad que nunca a tragar rabo, la anchura del miembro sentía que dificultaba la succión, pero aún así el chaval chupaba como si le fuera en ello la vida. Era tanta la dedicación que pensó que tal vez se corriera y no quería que eso pasara. Brevemente la sacó de su boca y dijo:

-Ni se te ocurra correrte.

-Tranquilo, mis planes no son esos

y asiéndole de nuevo por la cabeza,ésta vez con las 2 manos,volvió a endosarle su verga arreciando sus embestidas y profundidad, a Juanra le salía la saliva por los laterales de la boca y con su lengua intentaba una y otra vez, no sin cierta dificultad, abarcar el capullo.

Laurent no podía más si aquello duraba 1 segundo más acabaría eyaculando y eso que el aguante era su punto fuerte (bueno, el 2º más fuerte)

-Te voy a encular.

Al sentir esas palabras, Juan Ramón no pudo sentir una sensación contradictoria, lo deseaba sí o sí, pero sabía que no iba a haber ni dedos en su culo, ni lamidas de ojete, ni nada que tuviera que ver con preparar su virgen culito para esa chorra de infarto...Intentó relajarse mientras cambiaba de postura y se ponía de perrito a la vez que secaba la saliva de su boca.

-No, no

-No? preguntó contrariado Juanra

- Quiero ver tu cara cuando te penetre. Siéntate encima mío.

Laurent se sentó en un taburete que tenían donde Juanra solía dejar sus pantalones. Al mirar el taburete Juanra no pudo evitar pensar: "siempre aquí con mi ropa...y yo sin saber que finalmente sucedería aquí". La corpulencia del brigada allí sentado con su grueso y gran cipote totalmente erecto esperando mi ojete resultaba impresionante.

-Allez, allez, vamos españolito, ésta - señalando su miembro -no espera más...

Me puse frente a él y empecé a descender, en seguida su capullo y mi ojete se encontraron, sabía que me iba a doler, pero no podía quejarme, Laurent no lo merecía, yo había provocado esa situación, había deseado ese momento una y otra vez y ahora no iba a quejarme, aunque me dejara el culo en el intento.

-Eso es,  siéntate sin prisa, tómate tu tiempo...

Aún así las palabras del francés y sus manos iban por caminos diferentes, las tenía asidas a los glúteos presionando fuertemente hacia abajo. Joderrrr, joder me rompe el ojete, me lo rompe, quise preguntar si su mujer aguantaba con su entrepierna y si le daba por el culo pero me pareció poco elegante en ese momento, quería quejarme en voz alta pero me había prometido no hacerlo...En lugar de eso y aún jugándome el orto dije entrecortadamente:

-Me encanta tu polla Laurent...

Si me hubiera callado hubiera estado más guapo, Laurent se lo tomó como una invitación a presionar más fuerte y profundo y se levantó ligeremente del taburete. Noté que me traspasaba

-Voilà. ha entrado a la primera. Eres increíble. CABALGALA- ordenó con ese tono autoritario y amable a la vez que tanto le caracterizaba.

No va a poder, no va a poder -pensó Laurent para sí.

El brigada ponía a prueba una y otra vez el talento de Juanra, pero la pasión del español era tanta que su deseo superaba al dolor. Lentamente el culo ascendió por el mástil hasta casi salir, para rápidamente dejarse caer para ensartársela por completo. Realizó el movimiento hasta 5 veces más, debía admitirlo, nadie hasta ahora, había podido hacer eso, en esos pensamientos andaba cuando notó que Juanra aceleraba su cabalgada.

-Te gusta?

-Superb...No te detengas.

El culo de Juanra empezó a subir y bajar de forma vertiginosa, una y otra vez se engullía el descomunal falo francés. Laurent se levanto y llevando en volandas a Juanra como una hoja de papel, empezó a subirlo y bajarlo con sus manos en una escena que parecía sacada de una peli porno. Juanra deseaba gemir pero nadie debía oírles...

Ésta vez sí, Laurent colocó a Junra en el suelo a 4 patas exponiendo su culo al deseo del militar, sin pensárselo dos veces se la volvió a clavar en 2 empujones. Asió su cintura con las 2 grandes manos que tenía e inició desde la primera embestida una follada brutal. Si Juanra quería ésto va a volver a España sin queja, le voy a dejar su culito como un túnel del metro parisino se decía así mismo Laurent.

-Fóllame, fóllame. Dále sin miedo campeón.

-Garçon, no podrás sentarte en dos semanas...

El camarote era una caldera a presión, Laurent cambió nuevamente de postura, en plan "cuchara" de lado y con una pierna de Juanra en su mano. Sin duda en esta postura fue donde Laurent aumentó sus culeadas hasta llegar a un ritmo infernal. El francés no lo podía creer, Juanra se estaba corriendo, mientras le chupaba sus dedos índice y corazón y sin ni siquiera haberse masturbado.

-Incroyable- fue la única palabra que pudo decir en voz baja. -Entonces es cierto, la excitación que provoco en él es algo fuera de lo común- pensó para sí

- Te importa si acabamos con mis piernas en tus hombros?

-Lo que tu quieras Juanra, ésta noche soy tuyo, y mi polla también, disfrútala.

Y mientras decía esas palabras volvió a clavársela. Juanra la sintió más profunda que nunca, sin duda esa posición favorecía la más intensa de las penetraciones.Tras una breve pero intensa culeada, el francés sintió que una intensísima lechada llegaba a su glande.

-Donde la quieres?

-Dentro wapo, lléname de ti.

-Lo que tu digas...arrrhhhhhhhhhh....

Era un orgasmo como no recordaba, sólo comparable a aquel que tuvo la primera vez que se folló a su mujer y que había quedado para siempre en su mente. Nunca pensó que volvería a sentir esa sensación y menos con alguién llamado Juan Ramón con un pene entre las piernas, pero así era. No pudo evitar besarle en la mejilla, Juan Ramón se sintió turbado, sabía que recibir ese beso de un hetero como Laurent era el no va más. Sin duda lo había disfrutado y era su forma de decirle gracias, el francés permitió que Juanra retirara el sudor de su cuerpo con un pañuelo mientras el semen del brigada corría piernas abajo del español.

-Te lo digo...Creo que voy a mojar toda la noche mis sábanas, has vertido en mi interior un ejército de espermatozoides.

-Nunca mejor dicho

Rieron los 2.


Había llegado el momento, el "Charles de Gaulle" había atracado puntual en Ciudad del Cabo y el viaje tocaba a su fin.

De nuevo en el camarote que tantos secretos guardaba, Juanra y Laurent, Laurent y Juanra se despedían...

-Ha sido un placer trabajar a tu lado español.

-El placer ha sido mío.

-Tú siempre tan ingenioso...

Silencio

- Gracias por dejarme compartir tu camarote

-Oh, no tiene importancia "mon ami", es solo una ratonera...

-Creí que no había ratoneras en el "Charles de Gaulle"

-Será un secreto entre tú y yo- a la vez que me guiñaba un ojo

-Lorenzo.

-Oui?

-Gracias por todo..Nunca te olvidaré.

Lo cierto es que...yo tampoco.


Rumbo a Londres recordó una vez más al brigada francés mientras aspiraba su olor impregnado en el pañuelo con el que secó su sudor...y mientras sujetaba una copa en su mano...de champagne francés, por supuesto.