El bote de cloroformo
Este relato es ficción. El cloroformo no duerme inhalándolo sobre un pañuelo, es algo que queda muy bien en las películas, pero no es real.
Para empezar mi historia, tengo que ir al principio del todo. Mi madre me tuvo con 40 años, en la actualidad tiene 57. No conocí a mi padre, por lo visto se marchó de casa justo cuando yo nací. Tengo una hermana, Loli, que tiene 10 años más que yo.
Yo no soy blanco igual que mi madre y mi hermana, soy bastante más moreno. Con toda seguridad fue esa la causa de que mi padre se fuera de casa. En el hospital al tenerme mi madre conoció a una mujer, Paula, se puede decir que desde esos momentos se hicieron inseparables. Paula también había dado a luz a un chico, Andrés, y también nos hicimos inseparables.
Andrés es mi mejor amigo, por no decir mi único y más mejor amigo. Tampoco tiene padre. Las coincidencias hicieron que incluso viviéramos casi juntos, uno al lado del otro.
Con respecto a mi madre y mi hermana, no me parezco a ellas en lo más mínimo. Ni en lo blanco de los ojos. Mi madre se llama Antonia, Toñi. Alta, mucho más alta que yo. Grande, mide más de 1,70. Según he escuchado mi padre o más bien su marido, era mucho más alto. Incluso mi hermana es más alta que yo.
Mi madre es una mujerona, tiene dos pedazos de tetas, como decimos por aquí, cintura estrecha y caderas anchas, tiene un culo que más quisieran muchas para ellas. Y sobre todo como te pegue un guantazo, te pone del revés. Un poco dejada, ya no se arregla como lo hacía antes, casi rubia, castaña muy clara, y como he podido ver en algunas ocasiones, su bajo vientre sigue manteniendo una pelambrera opaca de vellos castaños.
Mi hermana, según Andrés, es una gordibuena, casi el mismo tipo que mi madre, algo más baja y algo más rellenita, tiene el mismo par de tetas que ella o más grandes, algo más de tripa y un culo que quita el sentido, abajo, tiene un felpudo igual de frondoso que el de mi madre, del mismo color, castaño claro, muy claro, casi rubio. Las dos tienen el pelo largo y lacio. El mío, son pequeños caracolitos y más negros que el tizón.
Supongo que por la diferencia de edad, y sobre todo porque mi hermana siempre me vió como el que había roto el matrimonio feliz que tenían sus padres, no fue que mi madre se acostara con un negro, fue que me trajera al mundo. Nunca me ha considerado, ni me ha visto como un hermano, de hecho cuando habla o se refiere a mí, lo hace como “el negrito”. No recuerdo que me haya llamado nunca por mi nombre, Ángel, siempre soy “tu”. A mí ya me dá igual, para mí también es una extraña que vive en mi casa, porque a sus 27 años, nadie la aguanta.
Paula no tiene nada que ver a mi madre, es mucho más pequeña, también tiene un buen par de tetas, pero para nada como las de mi progenitora, aunque tiene un buen culo, tampoco igual al de mi madre, y todo lo contrario a ella, Paula es morena, morena de piel y de pelo negro, en la actualidad lleva el pelo corto por los hombros. A sus 55 años, se puede decir que no se mantiene nada mal.
Como es de imaginar, todo empieza cuando descubrimos nuestros sexos, Andrés y yo somos iguales de físicos, canijos y poca cosa, pero a diferencia de él, tengo algo que él no tiene, seguramente herencia genética.
Un par de años atrás, una noche como tantas otras que me había quedado a dormir en casa de Andrés, nos habíamos quedado jugando a la play hasta muy tarde. Y algo poco usual, su madre compartía con nosotros nuestros juegos. Si había que quedarse a jugar hasta las tantas, ella se quedaba y jugaba con nosotros y no lo hacía nada mal. Esa noche a Andrés no le fue nada bien, pilló un rebote y entre las mofas mías y de la madre, se fue a su cuarto dando un portazo, Paula y yo seguimos jugando por lo menos un par de horas más.
Eran casi las cuatro de la madrugada cuando lo dejamos, y cuando intenté entrar en el dormitorio de Andrés este había cerrado la puerta con el pestillo y fue imposible despertarlo. Paula, aunque yo insistí, no me dejó dormir en el sofá del salón, ni tampoco que me fuera a mi casa por la hora que era, así que sin beberlo ni comerlo, me vi compartiendo cama con ella.
El primer problema, es que yo estaba vestido y mi pijama estaba en el cuarto, así que tuve que dormir en gayumbos. Que decir tiene que por mi cabeza, nada más saber que iba a dormir con una mujer, hizo que la “bestia” despertara. Me di cuenta que Paula hasta ese momento no se había percatado donde se metía, menos cuando, supongo que acto reflejo se quitó el vestido delante mía y seguidamente se quitó el sujetador, dejándome con los ojos como platos viendo esas tetas moverse delante de mi cara. Aunque no eran talla XXL, eran dos buenas tetas y sobre todo, impactaron en mi retina el color a chocolate puro de sus areolas y sus pezones y el frondoso bosque de color negro que se adivinaba debajo de la pequeña braguita morada. No creo que fueran más de 15 segundos, aunque para mí fue una eternidad, al momento tenía puesto una camiseta larga, que ya estaba harto de verle y aunque ella hacía por no mirar, no quitaba la vista de la “bestia”. Nos metimos en la cama sin hablar, apagó la luz y todo quedó a oscuras.
Tenía claro que yo no iba a poder dormir después de lo que había visto, ni yo, ni la “bestia”, lo malo es que no iba a poder desahogarme con ella a mi lado, así que se me antojo una noche larga y dolorosa. Pero estaba muy equivocado, porque no creo que hubiera pasado más de media hora, y aunque hasta ese momento ninguno de los dos se había movido ni un centímetro desde que nos habíamos acostado, de pronto sentí como ella lo hacía. Se estaba moviendo y mucho, se había levantado y había ido a cerrar la puerta del dormitorio, si antes se veía poco ahora se veía menos. Solo la sentía en el borde de la cama, ni me imaginaba que estaba haciendo hasta que sentí su mano derecha tocar mi pecho, yo estaba en la parte izquierda y ella en la derecha. Se había vuelto a echar en la cama y me estaba acariciando el pecho, pero duró poco ahí, su mano bajó hasta el elástico del slip y tiró de él, le costó trabajo, porque mi badajo estaba bien acoplado, pero lo bajó y seguidamente sentí su mano aferrarse a mi tronco. Lo único que sentí salir de su boca fue.
.-Joder!!
Y seguidamente sentí algo caliente en mi capullo, hasta que no sentí su lengua no me dí cuenta que me la estaba chupando y en cuanto se la metió en la boca y bajó un par de veces hasta hacer tope con la campanilla comencé a soltar un mar de leche en el interior de su boca, con su otra mano había conseguido llevarla a la mía para hacerme callar. No se cuantos chorros disparé en el interior de su boca, sí sé, que no dejó escapar ni una sola gota, y no dejó de chupar con ansias, lo que hizo que mi herramienta ni se inmutara, seguía igual de gorda y grande como cuando la tocó con su mano. y lo mejor de todo es que después de la corrida, podía sentir lo que me estaba haciendo sin el miedo de correrme como los locos.
Pero la idea de Paula no era chupar por mucho tiempo. No tardó en colocarse arriba de mi cuerpo y con la ayuda de su mano y sin pedir permiso, no tardó en estar sentada por completo encima de mi virgen polla, me había desvirgado la madre de mi mejor amigo en una sentada. Pero lo mejor de todo es que en cuanto se acomodó a mi tamaño comenzó a subir y bajar como las locas, y aunque no emitía ruido alguno por su boca, se escuchaba el golpear de sus tetas arriba y abajo con su cuerpo y sus muslos contra los míos. Yo ni me atrevía a tocarla por si despertaba del sueño en el que estaba. No tardó ni cinco minutos en correrse, en ese momento si emitió un pequeño gorjeo, y sin sacarla de su interior dejó caer su cuerpo encima del mío. Su cara quedó pegada a la mía, sentía sus duros pezones pegados a los míos, me dió el primer tímido beso en los labios, dejó escapar un pequeño soplido y a los pocos segundos estaba de nuevo subiendo y bajando su cuerpo encima de mi polla.
Ahora la sentía medio reír, botaba y dejaba escapar pequeñas risas, buscaba mi cara con sus manos, me tapaba la boca, metía sus dedos en mi boca, buscó mis manos con las suyas y las llevó hasta sus tetas, fue la primera vez que toqué ese cuerpo, sus pezones estaban muy duros, apretó sus manos a las mías para que apretara yo las mías, volvió a reír y volvió a coger fuerza con su cabalgada. Se empalaba literalmente. Se había dejado caer colocando las manos a los lados de mi cabeza, estaba más baja, sentía su respiración junto a mi cara, yo no había soltado sus tetas ni pensaba hacerlo, las estrujaba con mis manos, pellizcaba sus pezones, le sacaba pequeños gemidos cuando lo hacía, si ya los tenía duros, ahora estaban como dos piedras. Apenas aguantó otro par de minutos cuando sentí que volvía a correrse, sentía todo mi bajo vientre lleno de flujo, su flujo. Esa corrida fue incluso mejor que la primera, estaba extasiada y no aguantó encima de mí, se dejó caer a mi lado, dejando escapar una risa y un gemido.
La madre siempre me llamaba Lito.
.-Pero Lito!! ¿Como tenías eso escondido? Dios mío!!
Buscó con sus manos mi cara y me atrajo hacía ella.
.-¿Ha sido la primera vez?
Asentí con la cabeza. Tiró más de mí.
.-Vamos!! Vuelve a meter eso en mi chocho!! Que quiero más!!
Tiró hasta hacerme colocar entre sus piernas y abriendo ellas las suyas no me fue difícil atinar a esa raja caliente y mojada sin siquiera tocarme la polla. Entró hasta los huevos, volvió a resoplar y yo comencé a meter y sacar como había visto en los miles de videos que tenía. Aunque nunca me imaginé que mi primera vez sería con la madre de mi mejor amigo. Apenas unos minutos después volvía a correrme y ella conmigo. Una nueva lechada en lo más profundo de esa cueva caliente y húmeda.
No recuerdo nada más, caí a su lado y quedé plácidamente dormido hasta la mañana siguiente.
Ahora pensando en esa vez, siempre me reprocho haberme quedado dormido, y no haber hecho todo lo que siempre había deseado hacerle a una mujer. Siempre pensé que me había quedado sin probar esas tetas, que no había probado su coño, ni siquiera lo había tocado, y que decir de su culo, pensé que debió pensar que era idiota, por no haber intentado ni siquiera apretarlo entre mis manos.
Pero bueno, después de esa vez, vinieron muchas otras, creo que ella se hizo adicta a la “bestia”, y por lo menos dos o tres veces en semana me la follaba por todos los agujeros posibles. Pero tantas veces va el cántaro a la fuente que terminó rompiéndose. Andrés nos pilló follando un día, y aunque la madre lo convenció para que no dijera nada, dejamos de follar y perdimos nuestra amistad. Después me enteré que lo único que cambió Paula fue el instrumento, el mío por el del hijo, aunque me quedaba claro que debía echar de menos a la “bestia” porque la del hijo no era más que un “bichito”.
En mi casa solo mi madre preguntó que había pasado con Andrés, le dije que había sido una pelea de adolescentes y la cosa quedó ahí. En casa la verdad es que todos íbamos a nuestra bola. Y aunque Paula venía a casa, siempre guardaba las distancias conmigo.
Mi madre trabajaba en una empresa de construcción, en las oficinas, y no llegaba a casa hasta bien entrada la tarde, mi hermana no sabía muy bien lo que hacía, pero tampoco llegaba hasta la noche y yo instituto y en casa a la hora de comer, que siempre hacía solo. Tenía toda la tarde para rememorar los momentos vividos con Paula, y hacerme pajas hasta quedar exhausto.
Un día deambulando por el cuarto de mi hermana, no había cosa que le diera más coraje que yo entrara en su cuarto, me fijé que en el cesto de la ropa sucia asomaba una braga, la cogí y la olí, fue afrodisiaco, despertó a la “bestia” en un segundo a pesar de haberme hecho ya un par de pajas seguidas. la braga rezumaba flujo, estaba toda mojada, tenía mis dudas de que no fuera incluso mezcla de su flujo y semen. Había vellos rubios pegados a la tela, busqué más y encontré varias, aunque ya estaban secas, se notaba que habían estado muy mojadas, casi estaban acartonadas. Desde ese día ya tenía otro aliciente, las bragas y los sujetadores de mi madre y de mi hermana.
Como ya no tenía a Andrés para poder hablar, mi refugio fue internet, encontré varios sitios donde poder hacerlo y me topé con un chaval, que aunque me decía que tenía mi edad, estaba casi seguro que debía tener algunos más. Hablamos de mi madre y mi hermana, y todo su interés y preocupación era que le mandara fotos de ellas. No lo hice, pero me dió la idea de poder hacerles fotos y videos a las dos para poder pajearme a gusto después con ellas.
Siempre había sido ahorrador y tenía mi dinerito guardado, no me fue difícil encontrar algunas cámaras pequeñas, que daban buena resolución, y que se podían disimular perfectamente para poder espiar a las dos. En un par de semanas había encontrado los sitios perfectos para esconderlas y que ellas no las vieran, y en unos días más tenía sus cuerpos desde todos los ángulos imaginables, incluso primeros planos, y lo que menos me podía imaginar es que ambas se pajearan con tantas ganas como lo hacía yo, eso debía ser herencia de mi madre.
Un día navegando por la red, cayó en mis manos información sobre como hacer dormir a las personas, y mi mente comenzó a cavilar como sería follarse a mi madre y mi hermana aún estando dormidas. No lo pensé mucho y adquirí un frasco de cloroformo. Y después de buscar más información, me decidí a probar.
Lo primero era hacerlo conmigo, unas cuantas gotas en un pañuelo y, después de poner el cronómetro, probé. Había dormido unos 30 minutos, al despertar tenía una resaca de campeonato, pero servía para mis maquiavélica intenciones. esa misma noche probé con mi hermana, algunas gotas más que para mí, por el peso y el tamaño de ella y a los pocos minutos estaba dormida profundamente, había puesto el cronómetro, esa primera noche, solo quería saber cuanto tiempo iba a dormir, me senté a su lado admirando su cuerpo y esperé. Me costó trabajo no meterle mano, solo de vez en cuando la movía para asegurarme que no despertaba, y al cabo de 45 minutos, daba los primeros síntomas de despertar. Era lo justo, tampoco necesitaba más gotas que las que le había echado, con 45 minutos tenía suficiente para un buen polvo.
Al día siguiente se quejó de la resaca y mi madre solo le dijo que eso le pasaba por beber tanto. Todo perfecto, porque además ella parecía de acuerdo con la afirmación que había dado mi madre. La siguiente noche, mi hermana parecía que incluso venía algo mareada, conmigo seguía igual de “simpática”, aunque yo le sonreía pensando lo agusto que me iba a quedar soltando toda mi leche dentro de su coñazo. Mi madre no tardó en caer rendida, y mi hermana hizo lo mismo a los pocos minutos. Esperé un rato para que estuviera bien dormida y me acerqué a su cuarto. Normalmente dormía con pequeños pijamas, pantaloncitos y camisetas, pero esa noche, supongo que por lo mareada que venía solo atinó a ponerse la camiseta, estaba en braga, una braga gris, calada, de licra, que se apretaba a su culazo, que era lo que mejor veía, ya que estaba boca abajo. Me gustaban esas dos montañas de carnes partidas por una honda canal, que hacía despertar a la “bestia”.
Coloqué una cuenta atrás de 30 minutos y le coloqué el pañuelo en la nariz, a los pocos minutos estaba dormida, me cercioré tocando bien sus costillas, y nada, no lo pensé y coloqué mis dos manos sobre esas dos nalgas y las moví con fuerzas, nada. No había movimientos. Era una pasada, me subí en la cama colocándome entre sus piernas, y metí por primera vez mi cara entre esas dos montañas, olía a culo, era una pasada, con Paula nunca me dió un mal olor, y eso de chupar su puerta trasera y meter mi cipote en ese agujero se había vuelto para mí en toda una adicción, el de mi hermana no olía igual, eso estaba claro, tampoco su coñazo, olía a bacalao, estaba claro que mi hermana era algo más guarra que Paula, pero a mi me ponía como una moto esos olores y sobre todo saber que iba a meter mi lengua y rebuscar en esos agujeros y ver que más sabores me encontraba en el cuerpo de mi propia hermana, o hermanastra.
Tenía claro que iba a dejarla completamente desnuda, y que la iba a dejar así, a modo de venganza por como me trataba, y que no supiera que había pasado. Tiré decidido de la braga, ya había visto en los videos que le había grabado que su coño no tenía nada que ver con el coño de Paula, ni con el de mi madre, mi hermana no tenía labios menores grandes, solo dos pequeñas montañitas que partían todo en dos zonas, solo se le veía una raja llena de vellos rubios y algo rizados, aunque su piel en esa zona era algo más oscura que el resto de su piel, su labios mayores si se notaban algo más, esa zona era algo más ancha. Abrí sin miedo sus nalgas para poder ver el agujerito trasero de mi hermana, era más grande que como se apreciaba en los videos. Otra rajita llena de estrías que se perdían en su interior, un óvalo alrededor de su agujero algo más oscuro lo mismo que su perineo. volví a acercar ni nariz a ese agujero, estaba claro que el olor para cualquiera puede que no fuera apetecible, pero a mi me volvía loco, pasé mi lengua, estaba amargo, no sabía igual que el culo de Paula, pero el de mi hermana me gustaba más, estaba seguro que mi polla dentro tenía que sentirse muy bien. Sentía las estrías en mi lengua y por un momento sentí como contraía el esfínter aprisionando la punta de mi lengua en su interior, eso me puso como una moto, bajé a pasar la lengua por la raja de su coñazo, olía a bacalao, en cuanto la pasé varias veces de arriba a abajo, se llenó de flujo, la muy puta aún drogada, se estaba mojando.
No quería esperar más para follármela, tiré de sus caderas para ponerla un poco en pompa, era alucinante poder tocar a mi hermana y que ella no se diera ni cuenta, creo que era la primera vez que la tocaba, o por lo menos no recordaba en mi vida haber tocado a mi hermana de ninguna manera. Me coloqué entre sus piernas y apunté mi capullo a su raja, pensaba que me costaría más entrar, pero no fue así, mi capullo se coló en su encharcado coño, sentí como su respiración se agitaba, paré un momento, pero nada, seguía profundamente dormida, me moví y mi polla se coló más de la mitad, en un siguiente empujón la tenía metida hasta los huevos. Era una pasada estar dentro de mi hermana y poder ver ese culazo, lo agarré con fuerza y comencé a moverme dentro de ella, le daba fuerte, quería que me sintiera aunque sabía que no iba a sentir nada, pero por lo menos quería que después sintiera su coño dolorido, aunque parecía que mi hermana ya estaba hecha a recibir pollas como la mía.
La verdad es que no pude aguantar mucho, era demasiado para mí, agarré con fuerzas sus nalgas abriéndolas y comencé a soltar una buena corrida dentro de ese coñazo. Las dos últimas gotas se la estaba soltando en la entrada de su culazo, quise probar y empujé un poco a ver si se colaba mi polla, había bajado un poco la dureza, lo solía hacer con Paula, me corría en su coño y seguidamente se la metía en el culo, siempre me decía que de esa manera no le hacía daño, no estaba tan dura y su culo se aclimataba al tamaño de mi polla y en cuanto la movía un poco volvía a estar dura de nuevo, pero su culo ya se había acostumbrado a mi tamaño, lo mismo hice con mi hermana. Me costó meter mi capullo, pero entró y seguí empujando hasta tener más de la mitad de mi polla dentro, mi hermana se había movido un poco, había resoplado un par de veces, pero seguía drogada, seguía bien dormida. Era alucinante tocar esas nalgas, eran grandes, me gustaba apretarlas y sentirlas en las manos, se movían como flanes, había conseguido meter toda mi polla en ese culo, mi hermana dejaba escapar algunos gemidos, o más bien quejas, pero a mí me daba igual, seguía sacando y metiendo mi dura polla de ese orificio, y como me imaginaba, no conseguí aguantar mucho, se la clavé hasta los huevos y solté mi segunda corrida en lo más hondo. Esperé un par de minutos con mi polla dentro, la saqué despacio y apreté sus nalgas para que no se saliera nada de su interior. Aunque la curiosidad pudo más, me agaché detrás de ella y abriendo esas nalgas, acerqué mi nariz para oler ese agujero y meter mi lengua, como le hacía a Paula cada vez que me la follaba.
El cronómetro sonó, había pasado media hora, me tendí un momento a su lado con mi cara pegada a la suya, le di varios besos en las mejillas, incluso le iba a coger cariño a la cabrona de mi hermana. Su postura era cómica, aún estaba medio en pompa. Me quedaban sus tetas, pero pensé que no debía tentar a la suerte. Y la dejé de esa manera después de hacerle varias fotos a ese coñazo de cerca, un selfie con mi cara junto a su gordo culazo, y una con la punta de mi polla entrando en ese jugoso coño.
Me acosté en mi cama satisfecho, dos buenas corridas dentro de mi hermana, por un momento pasó por mi cabeza que se pudiera quedar preñada, pero me dió igual. Seguro que tomaba precauciones.
A la mañana siguiente era sábado, no tenía que madrugar, ni mi madre, ni mi hermana, pero me apetecía ver la cara de mi hermana cuando saliera del cuarto. Su cara era todo un poema, me miró de arriba abajo pero no me dijo nada, sabía que algo le había pasado por la noche, o por lo menos lo pensaba, o no estaba segura, cualquiera sabe lo que pasaba por la cabeza de mi hermana. Pero yo me sentía satisfecho, me la había follado, y le había metido la “bestia” por el culo. Cuando mi madre se levantó, pensé que lo mejor era dejarlas solas como hacía todos los sábados, era mejor no tentar a la suerte y escuchar lo que hablaban, si mi hermana se atrevía a contarle algo a mi madre. No fue así. Mi hermana desayunó, se vistió y se marchó, como hacía casi todos los días. Me quedé solo con mi madre, cuando estábamos solos, mi madre se comportaba conmigo como una madre cariñosa, solíamos charlar y reíamos, cosa que no hacía cuando estaba mi hermana en casa. Por una parte me daba cosa follarme a mi madre, era mi madre, pero por otra parte, cada vez que pensaba en follármela, tenía que hacerme una paja por como se me ponía la polla de dura. Estaba deseando probar con ella, por lo menos para poder tocarla, aunque no sabía si tendría el valor para follar con ella, pero estaba loco por mamar esas tetas.
Ya estaba desatado, no iba ni a esperar, esa misma noche en cuanto mi hermana llegó y se acostó esperé más de una hora, pero estaba dispuesto a ir a por mi madre. Era más de las dos cuando me atreví a entrar en el dormitorio de mi madre, en cuanto entré me vino a la nariz el olor a sexo, mi madre sin duda se había hecho una paja, olía y olía bien. Y lo mejor de todo, mi madre estaba totalmente desnuda. No quería esperar, crónometro, unas gotas en el pañuelo y se lo coloqué en la nariz lo mismo que a mi hermana, a los pocos minutos estaba plácidamente dormida, pasé mi nariz por su espalda, hasta llegar a sus nalgas, eran muy parecidas a las de mi hermana, la “bestia” ya había despertado, solo tuve que tirar un poco de mi madre para colocarla boca abajo, me coloqué entre sus piernas y hundí literalmente la nariz entre esas dos montañas que eran sus nalgas, se movían como flanes, era una pasada, olía igual que mi hermana, olía a culo y mucho a sexo.
El agujero de mi madre era algo más grande, más estrías, pero el olor era similar al de mi hermana, olía a culo una barbaridad, me daba igual, me ponía muy cachondo, comencé a chupar todo ese orificio, estaba muy amargo, pero me gustaba sentir sus estrías en mi lengua, incluso conseguí meter mi lengua dentro de su culazo. Bajé por su perineo y pasé la lengua por ese coñazo, este si que no tenía nada que ver con el de mi hermana, se parecía más al de Paula. Sus labios menores eran grandes, y estaba todo mojado, lleno de flujo, lo lamí todo hasta dejarlo bien limpio, notaba como se movía cuando pasaba mi lengua por su hinchado clítoris, debía tenerlo muy sensible, porque notaba como se movía cuando lo hacía. Me gustaba sentir sus vellos en mi boca. tuve que parar un momento porque sino me hubiera montado sobre ella y me la hubiera follado sin compasión.
Me tendí a su lado, mi cara pegada a la suya y la besé en los labios, parecía incluso que me correspondía al beso. Como pude la hice rodar para dejarla boca arriba. Fue una pasada ver esas tetas, tenía unas areolas rugosas, grandes, mucho más oscuras que su piel, sus pezones eran grandes, abultaban se notaba que estaban duros, ni por asomo con las dos manos podía abarcar tremendas ubres, agarré la izquierda, la que me quedaba más cerca, con las dos manos y la levanté, sentí como ese pezón se ponía más duro, pasé la lengua por él, olía y sabía a ella, siempre me había gustado el olor de mi madre, siempre me había puesto la polla dura cuando me abrazaba y olía su cuello, me dediqué a mamar ese pezón como si me fuera la vida en ello, tiraba con mis labios de él, no pensaba siquiera que pudiera hacerle daño, me gustaba ver como se estiraba esa teta y caía con el peso, estuve todo el tiempo mamando esas tetas hasta que sonó el cronómetro. Le dí un último chupetón a ese coño, abriendo sus piernas y oliendo todos sus vellos, jugando un momento con su hinchado clítoris y la dejé abierta de piernas en medio de la cama, después de hacerme con ella algunos selfies.
Iba a mi cuarto como un burro, con la polla doliéndome de lo dura que la llevaba, tanto chupar a mi madre se me había olvidado hacerme una paja. No me pude contener, ni siquiera cerré la puerta de mi cuarto cuando me senté en la cama con la “bestia” en la mano meneándomela como un mono. Estaba a punto de explotar cuando abrí los ojos, mi hermana estaba en el quicio de la puerta, mirando con la boca abierta, ni siquiera se marchó cuando comencé a expulsar mi leche sobre mi abdomen, se quedó mirando hasta el final, sin apartar la mirada de mi polla. Solo cuando solté la “bestia” y la dejé que se moviera por sí misma y dejara escapar las últimas gotas de leche mi hermana reaccionó, nuestras miradas se cruzaron, yo la miraba sonriendo, entonces se giró y sin decir nada se marchó. Sabía que tenía un punto ganado con ella, nunca me había visto la polla y se había quedado sin poder apartar la mirada, sabía que iba a terminar follando con ella sin necesidad de cloroformo.