El borracho dormilón
A veces las mesas son buen sitio para dormir.
En un bar se suceden muchas cosas diferentes todos los días, actuaciones de las personas que trabajan allí y también de las personas que asisten con la intención de tomarse unos tragos, correrse una rumba o conversar un poco con los amigos, etc.
Esa noche, muy temprano por cierto, como a las ocho de la noche sucedió un caso que puso muy preocupado al dueño del negocio, debido a que esa noche era viernes y todos los viernes el negocio se pone a reventar durante toda la noche y eso es bueno en el aspecto económico puesto que siempre deja buenos dividendos en la caja registradora.
Al dueño le preocupaba sobremanera que un cliente que había estado allí desde hacía buen rato tomándose sus cervezas, en un momento determinado cruzo sus brazos enfrente de su cabeza, se fue hacia delante , se inclinó sobre la mesa y allí se quedó dormido utilizando sus brazos como almohada para que la dureza de la madera no le molestase.
Nadie lo molestaba pero sin embargo, el dueño preocupado primero por que estaba ocupando una mesa y el consumo de licor por parte de ese tipo había cesado y segundo por que daba mal aspecto un tipo durmiendo en medio del salón. El dueño me llamó a mi por que yo era quien lo estaba atendiendo:
-Antonio, ven acá- me dijo
-Digame señor Pedro ¿Qué sucede?- le dije
-El señor ese que se quedó dormido en la mesa que tu atiendes esta dando un mal aspecto allí. Ve a ver como haces y lo sacas del negocio.
-¡¡Que lo saque!! le dije- ¡¡Ni que estuviera yo loco!! ¡¡Si cada vez que lo despierto me paga la cuenta!!!