El blanco, el negro y yo

Me cogió en brazos agarrándome de las nalgas y en el aire me metió la polla una y otra vez, con fuerza, me follaba y me follaba, me estaba enloqueciendo ese chico, yo llegué a pensar que estaba en el cielo, sentía esa enorme polla atravesarme y abrir mis piernas en cada penetración, era muy gorda, llenaba toda mi vagina.

EL BLANCO, EL NEGRO Y YO

Un día me encontraba en casa esperando a que llegara una amiga con la que iba a tomar unas cervezas mientras veíamos una película. Preparé la mesita baja del salón para tomar un aperitivo y me tumbé a esperar en el sofá.

Pasado un rato llego Elena, llamó, le abrí la puerta, se quitó el abrigo y nos sentamos cómodamente en el sofá después de darnos un fuerte abrazo.

Elegí una película y la puse, el tema no era demasiado alentador por lo que comenzamos a charlar entre nosotros haciendo poco caso a la película.

Elena, me empezó a contar como en una ocasión se la follaron entre dos tipos, un blanco y un negro, el propósito creo que en un principio era ponerme cachondo. Por supuesto que le preste toda la atención que el tema merecía.

Comenzó a contarme la historia de la siguiente manera:

Estaba yo (es Julia quien lo cuenta) en  Jaén con dos amigas, habíamos ido a un seminario sobre inversiones en bolsa y una vez terminado salimos de copas. Nos metimos en un pub sobre las diez de la noche y nos sentamos en una de las mesas bajas que había con unos sillones muy cómodos.

La música estaba a media voz por lo que nuestra conversación se mantenía a una altura que no necesitábamos alzarla para entendernos.

Al poco tiempo de estar allí, se nos acercó un chico de unos 30 años de edad y nos preguntó si nos podía invitar a una copa. Viendo que las nuestras estaban acabadas, la contestación fue positiva, con el riesgo que ello conlleva pues nadie te invita gratuitamente sin conocerte, lo raro es que un chico solo se acercara a una mesa donde hay tres mujeres.

Nos pusieron las copas, que le agradecimos y le invitamos a sentarse con nosotras. Contestó que estaba con unos amigos y preguntó si ellos también podrían unirse al grupo. Por supuesto que dimos el visto bueno.

Yo tengo 42 años y mis amigas 40 y 45 años de edad, mayorcitas para estos chicos que ninguno de los cuatro pasaba de los 35 años. La verdad es que ellas también están bastante bien conservadas físicamente y con unos cuerpos bastante apetecibles.

Juntamos dos mesas e hicimos un grupo, allí pasamos gran parte de la velada riendo y tomando copas.

Como de costumbre la conversación fue desviándose hacia el tema sexual, lo que por otra parte estábamos deseando tod@s.

Yo ya estaba medio pedo y me apoyaba constantemente en el hombro de uno de ellos, él me acariciaba el pelo metiéndolo entre sus dedos y me pasaba la mano por el hombro y el brazo desnudo ya que mi camisa era de manga corta.

Dos de los chicos eran de Jaén, uno de Sevilla y el cuarto de Senegal, negro como el tizón, de mediana estatura, no era el clásico mandingo que todas quisiéramos llevarnos a la cama.

La conversación ya estaba bastante entrada en materia y tod@s sabíamos que esta noche follábamos

Ya cerraban el pub y uno de ellos propuso ir a un hotel y pasar una noche inolvidable, el resto estábamos de acuerdo, así es que cogimos tres habitaciones en un hotel cercano y nos repartimos, una de las mujeres con el negro y otro, otra con uno  y yo con el primer chico que se acercó a la mesa.

En la ducha me comenzó a comer los pechos, grandes como son, disfrutaba un montón metiendo su cabeza entre ellos, yo le agarré la polla que estaba dura como el acero, sobresalía un enorme capullo a punto de reventar.

Se echó jabón líquido en las manos y comenzó a enjabonarme los pechos rozándome los pezones a su paso con los dedos pulgares, esto me ponía cachonda y comenzó a humedecerse mi coño. Me abrí de piernas y con la punta de su polla me restregué el clítoris, estaba muy cachonda y le comencé a comer la boca desesperadamente mientras  caía el agua templada sobre nuestras cabezas. Me abrazaba fuertemente  apretando mis pechos contra el suyo, agarrándome por las nalgas, abriendo mi culito y metiendo uno de sus dedos enjabonado, lo que me puso más cachonda y desenfrenadamente restregaba su polla por todo mi coño.

Me cogió en brazos agarrándome de las nalgas y en el aire me metió la polla una y otra vez, con fuerza, me follaba y me follaba, me estaba enloqueciendo ese chico, yo llegué a pensar que estaba en el cielo, sentía esa enorme polla atravesarme y abrir mis piernas en cada penetración, era muy gorda, llenaba toda mi vagina.

Me corrí por primera vez, ahora resbalaba más esa polla que me estaba rompiendo el coño, la seguía sintiéndolo dentro, me llenaba, le seguía comiendo la boca, mi lengua entraba de lleno en su paladar, me follaba y me follaba, no llegaba el momento de terminar, no se corría el cabrón, la sentía caliente, ardiendo en mi interior, deseaba que siguiera así un rato más, que locura, tener esa enorme polla dentro de mí; me hizo disfrutar en cada metida pues creía que me partía en dos.

Sacó la polla, se agacho, puso mi pierna encima de su hombro y me comió el coño, estuvo un buen rato deleitándose con mi chochito húmedo de flujos y empapado del agua templada que seguía cayendo sobre nosotros.

Qué manera de comerme el coño, bestial, sentía en mis labios vaginales esa suave lengua más caliente que el agua, se recreaba en mi clítoris, restregándolo con la punta, con las dos manos volvía a abrir mis nalgas agrandando el agujero anal por el que metía dos de sus dedos enjabonados, que placer, sigue cabrón, le decía, sigue… sigue… sigue… no pares cabrón, cómeme entera, dame polla, dame polla que coma yo también.

Entonces se levantó, me cogió en brazos y me volvió a meter la polla; al cuarto empujón, noté un chorro ardiendo de semen, seguido de otros más en cada apretón, hasta que no le quedó nada que soltar. Al mismo tiempo me volví a correr yo, sintiendo que me desgarraba el coño con esa descomunal verga. Al correrse, sentía  como se agrandaba el capullo dentro de mí, la sentía romperme en mi interior. Fue espectacular, cuando me bajó me temblaban las piernas.

Nos enjabonamos mutuamente, nos aclaramos y salimos de la ducha.

En la habitación había dos sillones con una mesa camilla entre medias, pusimos la tv. y nos sentamos para ver una película.

Pasado un tiempo llamaron a la puerta, el chico se levantó y abrió, era el chico negro, traía una botella de cava y venía vestido solamente con un batín el que mantenía cerrado un cinturón de su misma tela, las pantorrillas se le veían desnudas y estaba descalzo.

Se acercó a mí, dejó la botella encima de la mesa junto con una copa y me dijo que sacara otras dos copas para compartir la bebida.

Me levanté me puse una bata para taparme un poco y fui a por dos copas más, las dejé encima de la mesa y me senté tapándome parte de las piernas con la bata.

Julian, el chico blanco se sentó en el otro sillón, abdel se puso de pie delante de la mesa para servir el cava en las copas.

En la posición en que estaba se dejaba entrever una flácida polla que prometía ser bastante grande una vez empalmada, eso me daba morbo y deseaba probar esa provocadora polla negra.

Llenó las copas y nos levantamos para brindar por habernos conocido, con mi copa en una mano, muy sensualmente  apoyé mi antebrazo en el hombro de Abdel, ladeando coquetamente mi cabeza  mirándole fijamente a los ojos, provocándole con la punta de mi lengua humedeciendo mis labios.

Este no se lo pensó, dejó la copa y agarrándome por la cintura me comió la boca, con una mano comenzó a presionar mi cabello queriéndolo arrancar de mi cabeza al tiempo que apretaba su boca contra la mía paseando su ardiente lengua por mis labios.

Yo, encantada de la vida me dejé hacer pues me agarró con total seguridad y eso me hacía sentir bien, sabía lo que se hacía. Mis pezones se endurecieron y mi coño comenzó a humedecerse, mi respiración era sofocada y después de dejar mi copa encima de la mesa, me colgué literalmente de su cuello apretándole contra mi queriéndomele comer entero.

En brazos como me tenía cogida, nos acercamos al sillón y desde la parte de atrás me acomodó boca debajo de manera que mis nalgas quedaron apoyadas en la parte de arriba del respaldo del sillón y mi cabeza reposaba cara arriba en el asiento. En esta postura mi coño quedaba abierto a disposición de lo que quisiera hacerme…

… y comenzó por meter su lengua mientras con los dedos pulgares abría mi vagina, separando los dos labios para poder llegar lo más lejos posible.  Mi vagina rebosaba de fluidos que él restregaba en su cara.

El placer era intenso, Julian se acercó a mí y agachándose un poco me golpeaba con su tremenda polla en la cara, en una mejilla y en la otra, estaba tremendamente dura, con el capullo me golpeó los morros para introducírmela después en la boca.

Chupaba y relamía esa tremenda verga, mientras Julian me apretaba los pechos con sus dos manos, Abdel estaba enloquecido y me hacía enloquecer a mí también con esas pasadas de lengua en mi clítoris, me temblaban las piernas y disfrutaba comiéndome aquella polla.

En esta posición estuvimos un buen rato, gozando los tres de nuestros cuerpos, aún recuerdo el agradable sabor de aquella polla, me parece estar comiéndomela de nuevo en estos momentos.

A estas alturas de la historia que me estaba contando Elena, yo estaba encendido y ya le había desabrochado la camisa dejando ver esas voluminosas tetas de oscuras aureolas y duros pezones. Metí mi cara de lleno entre sus pechos y lamía sus pezones agarrándola por la cintura, ella me desabrochó la cremallera, el cinturón y dejó caer mis pantalones. Automáticamente agarró mi nabo y masajeaba mi capullo con una mano mientras con la otra se aferraba a mis testículos. Yo me enganché a sus dos pechos apretándolos fuertemente contra mis mejillas. Entonces me apartó poniendo una de sus manos en mi pecho y empujándome.

  • Déjame que termine de contarte la historia – me dijo maliciosamente

Entonces me tumbé boca arriba en el sofá y le dije tranquilamente

– continúa

Ella se quitó la falda, bajó sus bragas y dejándolas en el suelo se subió al sofá y puso su coño en mi boca, mientras decía:

  • Cómeme el chochito mientras te cuento la historia.

Un chochito pequeñito, húmedo como recién salido de la ducha, con esa suavidad, esos rosados labios y rasurado como estaba, para mí era un lujo pasarle la lengua entre los labios, por esa tierna rajita empujando a un lado y a otro  lentamente, queriéndolos abrir para profundizar con delicadeza en su rosada cavidad y con la punta rozaba su punto “G” de vez en cuando, haciéndola temblar en cada roce mientras relataba el resto de su historia.

Elena estaba de cunclillas sobre mi cara y se contorneaba por mis lametazos a la vez que relataba la sensual historia que recordaba con nostalgia de la follada con los dos chicos en la habitación del hotel.

En la postura que estábamos, -continuó contando- yo con mis nalgas sobre el borde del respaldo del sillón y la cabeza cara arriba reposando en el asiento, me estaba comiendo la tranca de Julian al tiempo que me encantaba que Abdel me lamiera el coño desde la parte de atrás del sillón.

Que polla tenía Julian, tremendo glande que llenaba mi boca, lo saboreaba pasándole mi lengua por abajo para después introducírmela entera hasta la garganta, la sacaba y volvía a saborear ese duro capullo sujetándolo con mis labios succionando y chupeteándolo con mi lengua; tremenda comida le hice a Julian.

Cada vez se contorneaba más sobre mi cara recordando aquella polla que se comió, yo ya tenía la cara empapada de flujos vaginales y mi tranca a punto de reventar.

Entonces Abdel, me penetró con una durísima polla que parecía que me iba a reventar, abrió mis piernas todo lo que pudo y la clavó directamente hasta que los testículos hicieron de tope, esto me dejo sin respiración pues la polla de Julian me llegaba a la garganta en ese momento. Recuperé fuerzas y disfruté siendo penetrada por Abdel que metía su polla una y otra vez sin contemplación, lo que me hacía enloquecer de placer agarrando y mordisqueando la verga que llenaba mi boca.

Estaba enloquecida, era la primera vez que me lo hacía con dos sementales de tales características, fue una gozada, cuando Abdel me hubo penetrado hasta la saciedad yo misma soltando la polla de Julian y dejándola metida en mi boca alargué mis brazos para separar mis nalgas abriéndome el orificio anal indicándole a Abdel por donde debía continuar.

Este no se lo pensó, directamente sacó la polla de mi chochito, se inclinó hacia mi ano y metió su lengua penetrándolo mientras yo se lo abría, lo lamió y lubrico durante un rato para despues penetrarlo con su verga endurecida excepcionalmente, ahora vi el cielo abierto, por favor, no la saques, penétrame, penétrame, le repetía una y mil veces balbuceando con la otra polla en mi boca.

Julian aprovechó la ocasión y viendo libre mi chorreante almeja, se lanzó a comerme el coño mientras Abdel me porculizaba y siempre sin sacar su polla de mi boca. Por favor, por favor, no terminéis nunca, esto es una maravilla, no podría ser mejor, follar todos mis agujeros,  hacer de mi lo que queráis pero no terminéis nunca.

La primera corrida fue la de Julian, que llenó mi boca de espeso y abundante semen que rebosaba por las comisuras de mis labios, chorreándome por ambas mejillas, a continuación me corrí yo en la boca de Julian empapándole su ya humedecida cara. Este con su lengua plana relamía mis flujos que chorreaban hacia mi ombligo debido a mi postura invertida.

Abdel seguía entrando duramente en mi ano hasta que sacó su polla y la puso a resbalar entre los labios de mi vagina haciendo que Julian se la metiera en la boca, éste la chupaba relamiendo mi vagina al mismo tiempo, en este mete y saca estuvimos un tiempo, hasta que Julian agarró la polla de Abdel y después de darle unas buenas chupadas la metió en mi coño, Abdel apretó con todas sus fuerzas penetrándome muy deprisa, lo que me hizo enloquecer, revolvía mi cabeza de un lado a otro del sillón, casi sin soportar tanto placer, llegó el momento y Abdel sacó su tremenda polla de mi coño para ponérsela a Julian en la boca pero antes de llegar a ella soltó un potente chorreón de semen que fue a chocar en la cara de Julian, el que agarró esa negra polla y se la metió en la boca para que se corriera dentro de él, soltando el espeso fluido sobre mi ya empapada vagina.

Elena se acababa de correr en mi boca mientras me contaba la historia, estaba enloquecida de placer pues yo no paraba de comerle el coño. Aparté a Elena y me levanté del sofá, llevé a Elena hacia la mesa del comedor y la apoyé en ella de forma que dejaba el culito en pompa para penetrarla por detrás.

Coloqué mi capullo en la vagina restregándosele para lubricarle antes de penetrarla, lo que hice a continuación, le clavé toda la polla dura como estaba, de la forma que a ella le gusta, hasta los testículos, entraba y salía mientras ella jadeaba de placer, que placer meterla en ese suave y pequeño chochito que me apretaba  como para no dejarme entrar al tiempo que dejaba que resbalase mi polla para suavemente darnos placer a los dos, cuanto más jadeaba  ella más fuerte y rápido la penetraba, me enloquecía follármela, es una muñequita para mí, fóllame cabrón, fóllame, fóllame, repetía a gritos constantemente, estábamos eufóricos, penetrándola desenfrenadamente, me sentía poderoso follándome a esta cosita, esta muñequita preciosa que estaba gozando más que yo si cabe.

La retiré de la mesa y la llevé al pasaplatos de la cocina donde había una encimera haciendo las veces de barra de bar y dos taburetes altos, la senté de cara a la cocina en uno de los taburetes, la puse de tal manera que el culito quedaba fuera del taburete y me dediqué a rompérselo.

Le puse la polla en la entrada del ano,  y poco a poco fui introduciendo la polla en un lento mete y saca en el que en cada entrada Elena veía el cielo, jadeaba y me pedía por favor que no la sacara, así es que le metí  toda ella hasta que los testículos dijeron basta.

En esta peculiar postura me dedique a romperle el culo con unas penetraciones bestiales que no me lo creía ni yo, era la primera vez que lo hacía de esta manera y es fabuloso, tienes que probarlo lector o lectora es bestial para los dos, le partí el kófa durante un largo periodo de tiempo, jadeábamos, sudábamos, gritamos al unísono y disfrutamos, sus pechos se balanceaban en cada arremetida, una y otra vez, otra y otra vez, fabuloso, bestial, no hay palabras para describir el placer que siento notando como se ensanchan sus paredes anales en cada entrada de mi polla, es indescriptible, toma, toma, toma, asquerosa, toma y toma,

La contestación a mi monologo era, si, si, si, dame, dame,  cabrón fóllame el culo, fóllame, fóllame, párteme, rómpeme el culo,  no la saques cabrón, fóllame, fóllame, fóllame. Gritaba y lloriqueaba entre placer y dolor.

Saque la polla de ese caliente y enternecedor culito, le di la vuelta a Elena, me arrodillé y le comí todo el coño, lengüeteaba en su vagina mientras ella apretaba mi cabeza para que no dejara de hacerlo, con la punta de mi lengua jugueteaba con su clítoris dándole un inmenso placer que la hacía gritar y temblar las piernas.

Me levanté y le metí  la polla, follándome su pequeño chochito, ella se masajeaba el clítoris porque no aguantaba más sin correrse.

Le llegó el orgasmo entre gritos y calambres, al oírla y sentir ese placer que tenía me corrí yo también dentro de ese rico coño, los chorreones de semen inundaron la cavidad vaginal rebosando y chorreando por mi polla.

Elena cayó casi desfallecida sobre mi hombro sentada en el taburete, a mí me flaqueaban las piernas pues este excepcional polvazo lo eché entero de principio a fin, poniéndome de puntillas, pues no llegaba bien a meterla debido a mi estatura.

Cargué a Elena sobre mi hombro y la llevé a tumbar al sofá, me puse de rodillas a su lado y le mordisqueaba los labios y comía su oreja delicadamente hasta que se quedó dormida.

Entonces me duché, me preparé una película mejor que la que teníamos puesta y una cerveza,  después…

…me quedé dormido.