El Beso

Esta no es una narración de misterio en donde deben adivinar el desenlace, es de sexo incestuoso y se trata de como tuve sexo con mi hermana.

El Beso

Por Georgina del Carmen

Mi nombre es Jaime, soy un varón de 24 años de edad, trabajo por las mañanas en un laboratorio de productos químicos en el área de ventas y por las tardes estudio en la Universidad Nacional Autónoma de México la carrera de Administración de Empresas. Vivo con mis padres y con mi hermana Ana Lilia quien es menor que yo, tiene actualmente 19 años y estudia el primer semestre de Derecho en la misma Universidad.

Había sabido de miles de casos, por diferentes medios principalmente por Internet, en los que en el seno familiar se cometían infinidad de "aberraciones" sexuales y nunca creí que en mi hogar sucediera algo así, empezando por lo poco atractivo de mi hermana, independientemente de los principios morales que nuestros padres nos habían inculcado durante toda la vida.

Ana Lilia es una chica como las hay por miles en esta cuidad de México Distrito federal, sin el afán de menospreciarla puedo decir que es una chica poco atractiva aun cuando contaba con atributos físicos, sin embargo no le lucían por efecto de su vestimenta anticuada y poco atractiva, de su rostro es francamente "feita", utiliza lentes y en aquel entonces hasta usaba frenillos en la dentadura.

Sin embargo un día, hace ya dos años, en que llegué de la Universidad, ya entrada la noche, al pasar por la recamara de Ana Lilia, vi que aun había luz y sin poder explicar por qué motivo, ya que nunca lo había hecho y ni siquiera pensado, me asomé por el orificio de la cerradura de la puerta. Vaya sorpresa que me llevé. Ana Lilia estaba totalmente desnuda, sentada en la orilla de su cama con las piernas separadas e introduciéndose en la vulva un grande y grueso "consolador" en forma de pene. Se estaba masturbando. En ese entonces mi hermana tenía 17 años.

Me quedé extasiado mirando el cuerpo de mi hermana que se daba placer en constantes cambios de pose, seguramente fantaseando que estaba siendo cogida por algún hombre de su particular gusto y ese placer lo reflejaba en su rostro entrecerrando los ojos.

Descubrí que desnuda no estaba tan mal de su cuerpo. No había un gramo de grasa en su figura, sus piernas eran delgadas pero se notaban firmes, las pantorrillas delineadas, sus senos eran pequeños pero rígidos, coronados por unos pezones redondeados y erectos, su vientre plano y su vellosidad pélvica escasa y recortada en forma de rectángulo y lo que me parecía mejor de ella eran sus nalgas amplias, paraditas y redondeadas, sin duda lo principal de ella por no decir que lo único.

Sin proponérmelo ya tenía la verga bien tiesa y no podía apartar la vista del cuerpo de Ana Lilia y menos de apartarme de aquella pose ridícula en la que espiaba a mi hermana por primera vez.

Por fin Ana Lilia terminó de satisfacerse y se metió bajo las sabanas de su cama. Fue entonces cuando suspendí aquella "inmoral" actividad que nunca me hubiera imaginado tendría para con mi consanguínea.

Me fui a mi cuarto reviviendo en mi mente las escenas que había visto a través de la cerradura de la chapa de la recamara de Ana Lilia. La verga me continuaba en erección y mientras me la frotaba pensaba que mi hermana no estaba lo que se llama "buena" pero tampoco despreciable, solo que se escondía en esas vetustas vestimentas que acostumbraba usar, de la cara no había remedio estaba fea. Pero ya caliente ello era lo de menos. Me llamó sobre manera la atención que mi hermana fuera tan cachonda, nunca lo hubiera imaginado. Terminé por masturbarme dedicándole la "chaqueta" a Ana Lilia.

Al día siguiente que la vi me desilusionó, nuevamente era aquella chica fea, sin el menor atractivo, pero en mi mente prevalecía su cuerpo desnudo, ese que si me excitaba y despertaba mis mas bajos instintos.

Pasaron varios días en los que cuando llegaba de la Universidad ya estaba apagada la luz de la recamara de Ana Lilia y otros en los que a duras penas pude aguantar la tentación de asomarme por la cerradura para espiar a mi hermana, aunque más tarde me arrepentía y lamentaba no haberlo hecho.

Quizá un par de semanas después al llegar de clases, la luz de la recamara de mi hermana estaba encendida, esta vez con decisión me asomé por el orificio de la cerradura, ahí estaba Ana Lilia encueradita sentada en la cama metiéndose el consolador en su papayita sabrosa, su rostro era el fiel reflejo del placer sexual, lo gozaba infinito, cambiaba de poses sin sacarse la verga de hule de su vagina y me deleitaba mirando su cuerpo en pleno éxtasis.

Me excité como pocas veces, sin medir las consecuencias me saqué la verga para "chaquetearme" mientras le miraba masturbarse, en plena lujuria no la veía tan mal, al contrario exaltaba sus virtudes, aunque pocas, pero lo extremadamente cachondo de Ana Lilia me excitaba, aumentado por el detalle de ser esa caliente que se daba placer a sí misma era mi propia hermana. La lujuria me hacía verla muy "cogible".

Minutos mas tarde mi hermana llegó al orgasmo y cesaron sus manipulaciones y se sacó el consolador de su sexo y se tiró en la cama, en ese momento dejé que me llegara la eyaculación y mi semen quedó escurriendo en la puerta de su recamara. Enseguida me fui a mi habitación sin remordimiento alguno y meditando que Ana Lilia definitivamente no estaba tan "tirada a la calle" como aparentaba en su habitual arcaico vestuario.

Al día siguiente era obligado el asomarme para ver a mi hermana en esas excitantes practicas del auto placer. Pero esa noche, solo pude verla en pantaletas y brassiere, éstos eran tan poco provocativos como su ropa exterior. Sus pantaletas eran de corte convencional como las de una niña de 10 años, al igual que su sostén, lo que llaman "mata pasiones". En ese momento llegó a mi mente el hecho de que podría regalarle algo de lencería que estuviera acorde a su temperamento ardiente. Lo que no sabía era el pretexto con el que justificaría el regalo.

Pasaron los días sin que aquel excitante espectáculo con el que mi hermana ocasionalmente me había regalado se volviera a repetir. Seguramente lo hacia antes de que yo llegara, lo que lamentaba pero no podía llegar mas temprano sin faltar a clases.

Un domingo por la noche me acordé que tenía pendiente un trabajo de investigación de la Universidad y que aun no había realizado y era urgente hacerlo ya que debía entregarlo el martes próximo. En la premura de tiempo y el hecho de que no podía faltar al trabajo, le encargué a Ana Lilia que buscara en Internet el tema e imprimiera el que más se ajustara a lo que necesitaba, para lo cual le expliqué de lo que se trataba el trabajo. Mi hermana bondadosamente aceptó ayudarme y al día siguiente se abocaría a la búsqueda e impresión del mismo.

Para la tarde del lunes mi hermana me llamó por el teléfono celular, lo que no era común, para decirme que ya tenia el trabajo hecho, que había hecho el resumen y ya lo había encuadernado, a reserva de que lo revisara y corrigiera, que me lo dejaría en mi recamara para que lo revisara por la noche. Así lo hice, el trabajo estaba excelente, no creo que yo lo hubiera podido hacer mejor, Ana Lilia ya estaba dormida y no pude agradecerle y por la mañana salí mas temprano de lo acostumbrado por lo que no pude verla.

Lo mejor estaba por venir, esa noche luego de haber entregado el trabajo en tiempo, era mi intención ver a Ana Lilia para agradecerle, para lo cual acudí a su recamara pero antes de tocar le "eché un vistazo" por la cerradura. Ahí estaba mi cachonda hermanita nuevamente dándose placer con el consolador, artefacto al cual yo ya le tenía envidia, encueradita entregada a satisfacerse. La verga se me endureció como las anteriores veces y el deseo por Ana Lilia se acrecentaba cada día.

La lascivia que me despertaba ver a mi hermana en esos lances no me permitía pensar con claridad y deseaba verla de cerca a sabiendas lo cachonda que se encontraba en ese momento. Así que estando ella en plena faena erótica y yo más caliente que un cautín, toqué la puerta suavemente, aun pude ver como mi hermana sacaba presurosa el consolador de su sexo y lo escondía bajo la almohada, se puso deprisa la bata y preguntó quien era, me identifiqué y abrió la puerta, sin esperar a que me invitara a entrar me introduje. Me excitaba sobremanera saber que estaba desnudita bajo la bata y su cuerpo en plena ebullición que yo había interrumpido.

Ella se mostraba nerviosa, le había interrumpido su masturbación y yo estaba temblando de caliente y no sabia exactamente que hacía ahí. No se me ocurría nada y solo atiné a decirle:

  • Vine a darte las gracias por lo del trabajo, estuvo excelente y ya lo entregué a ver como nos va – Mi sonrisa era nerviosa y miraba su cuerpo imaginando que no traía la bata y la estaba viendo encueradita y ella tartamudeaba cuando me decía que no había nada que agradecer. Ya estaba ahí y debía hacer algo que le demostrara a Ana Lilia que me atraía sexualmente. Sin pensarlo dije:

  • Te vengo a dar un premio por tu ayuda – Sin darle tiempo de nada tomé a mi hermana por las mejillas con las dos manos y con rapidez pegué mis labios en los suyos dándole un gran beso en la boca. Ana Lilia se sorprendió pero no dijo nada, no tuvo tiempo de evitarlo, tampoco retrocedió de mí. Solo se quedó inmóvil quizá sin salir de su asombro.

Con sus manos sostenía la bata para que no se le abriera, ya que no la había abrochado por la premura de abrir la puerta. No supe que hacer me apendejé después del beso y ella quedó muda. Nos miramos por unos instantes y sin decir nada la volví a tomar con ambas manos ahora por los hombros y volví a besarla en los labios diciéndole:

  • Gracias, te lo ganaste y es un justo premio por ser tan buena conmigo -. Salí presuroso de su habitación sintiendo que las piernas me temblaban de nervios y de excitación dirigiéndome a mi alcoba.

Cuando estuve a solas me felicité por haberla besado en la boca y me recriminé por ser tan limitado, ya que lo había hecho y ella tácitamente lo había aceptado, debí haberme quedado para buscar cachondeármela o cuando menos besuquearla con apasionamiento. Me arrepentí de no haberlo hecho, había desperdiciado un buen pretexto y ahora debía buscar la forma de repetirlo.

Pasaron algunos días en los que mi hermana no hizo ningún comentario de los besos que le había dado y yo no me refería al hecho. Tampoco le había podido espiar en esos días, por lo tarde que estaba llegando de la escuela y ella ya se había acostado, tal vez después de masturbarse.

Para el viernes siguiente me entregaron el resultado del trabajo que había presentado y que había elaborado mi hermana. La calificación era magnifica, 9.5, casi excelente. De inmediato me vino a la mente que era un muy buen pretexto para volver a besar a Ana Lilia y esta vez me lanzaría a fondo a ver que reacción tenía mi cachonda hermanita.

En prevención de que ella se fuera a costar temprano, falté a la última clase para estar más temprano en casa. Al llegar lo primero que hice fue asomarme por el orificio de la cerradura de su habitación. Sorpresa aun estaba despierta pero estaba vestida y no había actividad que me indicara que se estuviera preparando para masturbarse. Yo solo de venir pensando en ella estaba caliente y la verga en erección, así que no me pude refrenar y toqué a la puerta. Mi hermana me indicó que entrara y estando frente a ella le enseñé con alegría el cuadernillo con el trabajo y la calificación en la primera pagina.

Luego de que vio la calificación la abracé con efusividad agradeciéndole lo que había hecho por mí. Sin perdida de tiempo le besé la boca y ella se mantuvo inmóvil. Le indiqué lleno de morbo que por cada punto de la calificación le daría un beso y que el que le acababa de dar era solo por los cinco decimos. Ella trató de decirme algo, pero nuevamente puse mis labios en los suyos besándola mientras la tenia abrazada por la cintura. Ana Lilia no correspondía a mis besos y solo dejaba que yo la besara.

  • No te gustan mis besos – Le pregunté sin soltarla.

  • Sí, pero... – No le dejé terminar lo que quería decirme y nuevamente llevé mi boca a la suya, pero esta vez con mi lengua entre sus labios le provocaba para que abriera la boca y nos besáramos con pasión. Ana Lilia no tardó en corresponder y besarme abiertamente. Nuestras lenguas se tocaban y el beso fue de "larga duración", lo que me ponía mas caliente de lo que ya estaba, y trataba de no hacer mucho contacto con mi pene en su vientre para que no se fuera a alarmar. Ella se notaba agitada, emocionada y seguramente cachonda.

  • Ahora solo te debo dar 8, el anterior no cuenta, fue muy tibio – le dije tratando de disimular que estaba muy caliente. Ella no dijo nada pero se acercó a mis labios invitándome a darle otro. Así fue, ahora nuestras lenguas entraban y salían de nuestras bocas intercambiando saliva ya sin ningún escrúpulo. Mis manos empezaron a "trabajar" le acariciaba con suavidad la espalda llegando a su cadera baja, a solo unos cuantos centímetros de sus nalgas, mi hermana no decía nada ni rechazaba mis voluptuosas caricias.

  • Jaime, que estamos haciendo – Me dijo con voz temblorosa, pero sin separar su cuerpo del mío y nuestros labios estaban a solo milímetros de distancia.

  • Estamos mostrándonos cariño, ¿o acaso no té esta gustando?

  • Le dije rozando sus labios con los míos y juntando mi cuerpo con el suyo, de tal manera que le hacia sentir mi erección en su vientre.

  • Sí me gusta, pero ¿qué dirían de nosotros? – Me decía con voz evidentemente temblorosa y no rechazaba mi "paquete" en su bajo vientre.

  • Y ¿quién lo va a saber?... Solo disfruta lo mejor que la vida te dé – Le dije con firmeza mientras mis manos bajaban un poco tocando ahora la parte superior de sus nalgas y nuevamente la besé en los labios, ella correspondió con arrebato metiendo su lengua en mi boca.

Ahora mientras nos besábamos, Ana Lilia me abrazaba por el cuello y yo con una mano en su cintura la mantenía repegada a mi cuerpo, sus senos estaban comprimidos en mi pecho y con la otra mano ya le acariciaba descaradamente las nalgas por encima del pantalón que vestía, Mi hermana no se oponía a nada de lo que estaba sucediendo, solo jadeaba y su respiración era agitada, sin duda ese volcán que tenia entre las piernas estaba entrando en erupción y yo estaba conteniendo la eyaculación.

Aquel ardiente beso duró no menos de cinco minutos, en los que pude recorrer la totalidad de sus nalgas repetidas veces ante la complacencia de Ana Lilia que arremolinaba su vientre contra mi endurecido falo.

Según lo acordado aun faltaban 6 besos que debía de darle, aunque en ese momento no nos acordábamos de la "cuenta" de aquel malicioso pacto. Un ruido que se escuchó fuera de la habitación nos hizo dar por terminada aquella candente experiencia y abrir la posibilidad real de podérmela coger al día siguiente. Nerviosamente me fui de su alcoba, quedando que mañana terminaríamos lo que ahora dejábamos pendiente.

El día siguiente se me hizo eterno, imploraba que llegara la noche para poder repetir cuando menos el cachondeo con Ana Lilia y con toda la intensión de "pasar a mayores". Por la tarde de camino a la Universidad pasé por un mercado sobre ruedas, me detuve en un puesto que vendía lencería, con toda la pena del mundo, a comprar dos pantaletas tipo bikini transparentes, en colores negro y blanco. Con ello tendría la excusa perfecta para ir a la habitación de mi hermana y provocar el tema cachondo. Aunque creo que ya no necesitaba pretextos para ello.

Por fin llegó la noche y por el teléfono celular le llamé a Ana Lilia para decirle que me esperara despierta porque le llevaba una sorpresa, ella aceptó de buen grado, sabedora de mis intensiones.

Cuando llegué a casa revisé que mis padres ya estuvieran dormidos y con decisión me dirigí a la recamara de Ana Lilia, antes de tocar me asomé por la cerradura y le vi encueradita, mirándose en el espejo mientras acariciaba su cuerpo, era lo ideal, estaba cachonda.

Traté de entrar sin tocar para sorprenderla desnudita, pero la puerta tenia puesto el pasador y debí tocar, con lo que provoqué que mi hermana se pusiera la bata. Me abrió y pasé mi morbosa mirada por todo su cuerpo, a sabiendas de que debajo de la bata estaba su cuerpo desnudo y en erupción, lo que me excitaba sobre manera haciendo que mi falo estuviera en su máxima erección.

Antes de nada, me acerqué a ella para besarla en la boca, mi hermana me brindaba sus labios abiertos y nuestras lengua jugueteaban dentro de nuestras bocas, mis manos se hicieron de sus nalgas sin que ella protestara y repegaba su pelvis contra el bulto de mi verga.

Luego del largo beso, tomamos un respiro en el que aproveché para sacar de mi bolsa las dos pantaletas y mostrárselas al tiempo que le decía:

  • Con ellas de seguro te veras aun mas incitante, ¿te gustan? -. Mi hermana asintió y las tomó con manos temblorosas. Le recomendé que al día siguiente se pusiera unas con el pantalón blanco que tenía, era el único que le quedaba ajustado y lucia mucho sus nalgas.

Cuando Ana Lilia me dio la espalda para depositar las pantaletas en la mesilla de noche, me le abalancé abrazándola por la espalda para repegarle mi verga en las nalgas y con mis manos le acariciaba el cuerpo, con una mano las tetas y con la otra buscaba su bajo vientre metiendo la mano por la abertura de la bata, en tanto le besaba el cuello.

Mi mano tocaba su vientre en directo y pasaba la palma de la mano por su vellosidad púbica y con la punta de los dedos tocaba la abertura de sus mojados labios vaginales. Ella restregaba sus ricas nalgas contra mi verga y jadeaba entregada a los placeres de la carne. Desabroché la cinta que aseguraba la bata abriéndola por completo y manoseaba todo lo que estaba a mi alcance.

Le hice dar media vuelta para besarle los senos y acariciarle las nalgas, metiendo mis dedos entre ellas para tocar su culito y su empapada vulva por debajo de las nalgas. Yo mismo le puse una de sus manos en mi verga, sobre los pants que vestía, Ana Lilia se asió de ella frotándola.

Sin dificultad le quité la bata dejándola en su esplendorosa desnudez y haciéndola alejar de mí unos pasos para poder admirar su cuerpo encueradito. En tanto, me despojé de los pants blandiendo mi verga en toda su magnitud. Ana Lilia no apartaba los ojos de mi camote mientras me exhibía su delgado pero bien formado cuerpo al desnudo.

Ya encuerados volvimos a la carga, nos fundimos en un apasionado beso y nuestras manos acariciaban el cuerpo del otro sin recato alguno, ella lo hacia con una mano ya que la otra sujetaba mi endurecida verga "chaqueteándomela" no había palabras, solo jadeos y se escuchaba la respiración agitada de ambos, estabamos extremadamente cachondos.

Mis labios fueron bajando de su boca por la barbilla y el cuello hasta llegar a sus chichitas para colmárselas de besos y chupetes en los erguidos pezones, metía en mi boca lo mas que me cabia de sus tetas mamándoselas con arrebato. Ella suspendía de vez en vez la frotación de mi rabo para acariciarme los güevos, con la otra mano se concentraba en acariciarme las nalgas, cosa que ninguna mujer me había hecho. Mi boca fue bajando por su vientre hasta la pelvis hasta quedar de rodillas ante ella, restregué mi rostro en su vellosidad antes de llegar a su rajita y mojar mi boca en los jugos que brotaban de su incandescente sexo.

La hice sentar en la orilla de la cama para meter mi cabeza entre sus muslos y mamarle a placer su deliciosa papaya y levantaba sus piernas para lengüetear su precioso culito. Por momentos le chupaba el clítoris y en otros metía mis labios en su raja para succionar su néctar íntimo y luego volver a comerme a besos su culito divino. Así lo estaba haciendo cuando un temblor de muslos se apoderó de mi hermana, se estaba "viniendo" en acallado orgasmo y sujetándome por la nuca no permitía que me separara de su sexo durante sus contracciones.

Una vez que su clímax pasó, me puse en pie y ella se incorporó manteniéndose sentada en la orilla de la cama, mi falo le quedaba rozando su boca, lo tomó con una se sus manos y me empezó a besuquear el glande, luego eran pequeños chupetes y por fin lo metió entre sus labios para mamármelo con gran destreza, lograba meterlo en su boca y garganta a mas de la mitad de su extensión, para sacarlo y volverlo a besar y emprender nuevamente la penetración oral que ella misma se daba. Mientras tanto sus manos no estaban quietas con una me manoseaba las nalgas y con la otra me frotaba los güevos.

Era imposible seguir aguantando la eyaculación, quise alertarle que estaba por venirme, pero fue tarde, mi verga empezó a lanzar chorros de esperma, los dos primeros fueron dentro de su boca y los subsecuentes en su rostro y tetas, mi hermana seguía frotándome la verga mientras eyaculaba, no escupió el semen que había en su boca y sin duda lo tragó. Una vez que terminó la venida, Ana Lilia todavía me chupaba y besaba la verga pronunciando palabras que no alcanzaba a entender y solo sobresalía la palabra, "rico".

Eso había sido todo por esa noche. Nos despedimos con un gran beso en la boca aun con los residuos de mi leche y nos prometimos mutuamente que al día siguiente llevaríamos hasta sus últimas consecuencias ese placer "prohibido y pecaminoso" que ahora tanto gozo nos daba.

Al día siguiente, sábado, Ana Lilia muy obediente lucia el pantalón blanco que le sugerí usara, se le marcaban las pantaletas bikini que le había obsequiado y como impulsado por un resorte mi falo se erectó. Mi hermana caminaba contoneando su cuerpo como nunca lo hacia, era evidente que trataba de ser provocativa ante mí.

La oportunidad de estar a solas se presentó después del desayuno, ella debía ir al supermercado a comprar víveres y yo me ofrecí a llevarla, lo que nunca había hecho. Abordamos el auto y unas cuantas calles adelante detuve la marcha del vehículo, sin mediar palabra nos empezamos a besar en la boca como dos hambreados de voluptuosidad y nuestras manos recorrían lo que alcanzaban de nuestro cuerpo, ella se concentraba más en mi verga y yo en sus chiches y su vulva, todo por encima de la ropa.

Estabamos presos de la lujuria, le desabroché el botón del pantalón y le bajé un poco el cierre, lo suficiente para que mi mano cupiera por la pretina del pantalón y meterla para acariciarle las nalgas y dedearle el culito, ella me bajó el cierre de la bragueta, me sacó la verga para "chaquetearme" y posteriormente inclinarse para mamármela.

No reflexionamos en que alguien conocido, o no, nos pudiera estar viendo, la lujuria no nos permitía ser congruentes. Yo sacaba mi mano de su trasero solo para mojarme el dedo con saliva y volver a meterla para incrustarlo en su hermoso y apretado culito, la otra mano estaba dentro del escote de su blusa manoseándole las chiches por debajo de las copas del brassiere. Mi hermana seguía mamándome la verga con verdadera desesperación.

Habían pasado varios minutos y no pude contenerme, le advertí que estaba próximo a eyacular y ella sin hacer caso seguía succionando mi camote, solté toda mi leche en su boca, ella la tragaba sin dejar de mamar hasta que sacó la última gota que paladeo con enorme placer.

Nos arreglamos la ropa y luego de un gran beso con sabor a esperma seguimos nuestro camino y se reafirmaron las promesas de que esa noche "sería nuestra noche".

Ya nada quedaba por maquinar, todo estaba resuelto entre nosotros, solo esperar a que llegara la noche y mis padres se fueran a dormir. En tanto las sonrisas coquetas de Ana Lilia y su andar provocativo se multiplicaron lo que fue calentando el ambiente entre nosotros, yo tenía la verga tiesa y ella seguramente la vulva mojada. Sin embargo para no dejar que la situación se "enfriara", le hice varias llamadas por el teléfono celular, aun estando ambos en la casa, para decirle lo mucho que la deseaba y ella correspondía expresando su disposición a entregarse sexualmente conmigo.

Llegó la hora, sigilosamente me trasladé a la habitación de Ana Lilia, la puerta estaba sin pasador, al entrar mi hermana estaba sentada frente a la computadora, vestía solo una bata como los días anteriores, al verme se puso de pie y abrazándonos nos besamos en la boca, su respiración ya era agitada y sus manos temblaban quizá por la excitación del momento, yo como la mayor parte del día tenia la verga bien parada y se manifestaba claramente bajo los pants que portaba.

Sin dejar de besarnos le desabroché la bata y la bajé de sus hombros, dejándola caer al piso, Ana Lilia estaba desnuda, excepto por las pantaletas bikini en color negro y que yo mismo le había propuesto que se dejara para tener el infinito placer de quitárselas. De un tirón me bajé los pants para poner en libertad mi endurecida verga y repegarla en el vientre de mi cachonda hermanita. Mis manos recorrían su cuerpo y de forma especial, en lo que ahora producto de la lujuria, catalogaba como sus adorables nalgas, lo hacia alternadamente por encima y por debajo de las pantaletas que le había regalado.

Quité mis labios de su boca, solo para ir bajando por su cuello hasta llegar a sus pequeños y firmes senos colmándolos de besos y chupetes. Ana Lilia me sujetó por el camote "chaqueteándomelo" mientras mis manos recorrían sus muslos, vientre, panocha y sus nalgas. Me arrodillé y con la boca procedí a bajarle las pantaletas, cosa nada fácil pero muy excitante, hasta dejárselas en los tobillos y lamiendo sus pantorrillas y muslos fui subiendo hasta llegar a su vello pubico con el que nuevamente me frotaba las mejillas y con mi lengua buscaba la separación de sus labios vaginales para lengüetear su clítoris.

Le hice dar medio giro y quedó su trasero frente a mi rostro, las besé lamí y chupe hasta el cansancio, luego metí mi cara en la separación de sus nalgas para besuquearle el culito y tratar de meter mi lengua en él. Los jadeos de Ana Lilia eran manifiestos y movía lentamente su cadera en forma circular, tres dedos de una de mis manos estaba dentro de su vagina masturbándole, ella solo acataba a decir:

  • Que rico me chupas... Así sigue así... Me vuelves loca Jaime – La voz de Ana Lilia era temblorosa pero llena de sensualidad, lo que me ponía más cachondo a cada instante y temía que fuera a eyacular antes de tiempo. Minutos mas tarde dejé de mamarle para ponerme de pie, pero entonces mi hermana considero que era su turno y sentándose en la orilla de la cama llevó mi pene hasta sus labios para besarlo sonoramente y chupetearme la cabecita antes de meter en su boca lo mas que pudo de él y mamarlo.

Me mamaba con desesperación mientras me acariciaba los güevos, sacaba mi verga de su boca y con su lengua recorría todo el tronco hasta los testículos que lamía y besaba y retornaba en el mismo tenor para llegar a la cumbre y seguir mamándola frenéticamente.

Tuve que suspender la soberbia mamada que me estaba dando ante la amenaza de eyacular y no iba a desperdiciar la oportunidad de cogerme a mi hermanita que se veía super dispuesta.

La recosté en la cama y le separé las piernas elevándolas a la altura de mis hombros, fui acercando mi falo a su babeante vulva, Ana Lilia se dejaba dócilmente y la cabeza de mi verga fue entrando poco a poco en su sexo. Mi hermana, solo entrecerraba los ojos y se tocaba las chiches permitiendo complacida la penetración, en unos segundos la totalidad de mi verga estaba dentro de su tibia y húmeda vagina.

El mete y saca de mi verga en su sexo se fue generalizando tomando velocidad en tanto con ambas manos acariciaba sus muslos y ella continuaba frotándose los senos, sus jadeos eran ruidosos y su respiración acelerada.

Así duramos varios minutos, hasta que me dejé caer en la cama, Ana Lilia se montó en mí y ella misma colocó mi verga en su vagina sentándose por completo en ella. Inicio por darse sentones en mi camote al tiempo que movía su cadera en círculos y llevó una de mis manos a sus senos para que se los masajeara con una mano y con la otra le acariciaba las nalgas y por momentos le metía el dedo medio en el culito mojándomelo con el jugo que brotaba abundantemente de su coño.

Un tiempo más y volvimos a cambia la posición, ahora la puse de "perrita" ensartando su vagina por debajo de sus nalgas, con una mano en sus tetas y la otra en su clítoris. Ana Lilia gemía con verdadera pasión y con temblorosa voz me incitaba a seguir cogiéndomela:

  • Que rico me coges, métemela toda... Que ganas tenia de verga... Cógeme mucho, soy tuya... Quiero más verga... Cógeme más que me estoy viniendo – Me decía mi cachonda hermana presa de la concupiscencia mientras aceleraba los movimientos circulares y de atrás para delante de su cadera. Enseguida sentí como mi rabo fue bañado por los néctares íntimos de Ana Lilia que estaba teniendo un gran orgasmo.

No obstante que sus contracciones pasaron, ella seguía moviéndose y pidiéndome mas verga, ver su culito divino en cada embate de mi macana en su raja me provocaba para encularla, pero no quería precipitar en una sola noche todo el placer que mi hermana podía darme, así que por esa vez me conforme con meter mi dedo pulgar en su culo mientras me la seguía cogiendo.

Casi de inmediato mi hermana se estaba viniendo nuevamente, con la repetición de frases cachondas que me excitaban a más no poder, solo esperé unos minutos para que le pasara el orgasmo y le previne que estaba por eyacular. Ana Lilia me pidió casi como suplica que no me viniera dentro de ella que mejor lo hiciera dentro de su boca que quería tragarme el esperma, que le había fascinado el sabor del semen y quería paladear mi leche.

Apenas me acababa de decir eso cuando súbitamente saqué mi verga de su sexo y ella velozmente giró, metió en su boca mi miembro y de inmediato mi camote empezó a lanzar chorros de leche que mi hermana tragaba con deleite, saboreándolo y no dejando escapar ni una sola gota, aun cuando ya no salía más semen de mi tranca, ella seguía succionando y besuqueando mi el rabo que tenia asido por los güevos que también besaba y lamía.

Todo había terminado por esa ocasión, nos pusimos de pie y con frenético beso sellamos nuestro exquisito "pecado". Nos besamos en la boca que aun tenia residuos de semen y nos prometimos que lo repetiríamos todos los días que nos fuera posible.

Al paso de los días y las sensacionales fornicaciones que teníamos, le fui regalando ropa atractiva empezando por la lencería, algunos pantalones modernos y ajustados y minifaldas no tan atrevidas, pero al fin y al cabo dejando al descubierto buena parte de sus muslos. A la tercera o cuarta cogida que nos dimos tuve el enorme placer de desvirgarle su angelical culito, fascinándole el sexo anal, a lo que nos hicimos adictos.

Ahora mi hermana ya luce como lo que es, una muchacha moderna, mas atractiva, aunque conserva lo feito de su rostro, pero lo suple con ese candente volcán en erupción que lleva entre sus piernas.

Georgina del Carmen

Relato elaborado con datos proporcionados por el amigo de la red "Némesis" quien asegura son reales y autoriza su redacción y publicación, por lo que lo pongo a su consideración.