El beso de mi vida

era un beso muy suave al principio, volviéndose cada vez mas apasionado, entreabriendo sus labios, presionando los míos con mas fuerza; yo respondí a aquel beso liberando una pasión contenida que me oprimía el pecho desde que entré a su despacho...

Hola a todos!! Esta historia que os presento tenía muchas páginas previas a lo que a continuación narro, las he eliminado a la hora de presentarlo aquí, pues no es plan de agobiaros con tanto preliminar y me he centrado en dejar lo mas importante.

Desde luego cada uno tiene su propia versión del mejor beso que hayáis recibido y esta es la mía, espero os guste

EL BESO DE MI VIDA

— ¡Hola! ¿Cómo estas? — Me preguntó.

—Bien, y ¿tú? — respondí.

— ¿Qué haces? —

—Pues estaba esperando a una amiga que pasaría por mí, pero se le ha atravesado un problema y llegará dos horas mas tarde. —

— ¿Estás sola? —

—Si —

— ¿Y tu familia? —

—Han salido—

— ¿Van a tardar? —

—Si, un poco— seguí respondiendo a una serie de preguntas cortas que dejaban ver en su tono que no era una conversación como otras anteriores, algo tenía en mente y se estaba cerciorando de que no hubiera problemas que impidiera vernos con tranquilidad.

— ¿Cuánto tiempo es un poco? — Preguntó insistentemente.

—No lo sé tal vez una hora y media o dos. —

— ¿Puedes subir a mi casa, entonces? —

—Sí — respondí

—Bien, aquí te espero—

Subí con unos nervios enormes, pues su timbre de voz en esa pequeña conversación, (la primera pequeña que tuvimos desde que nos conocimos) era distinto al de los otros días.

— ¡Hola otra vez!— me dijo al abrirme la puerta

— ¡Hola! —

—Pasa, estas en tu casa. —

—Gracias. —

— ¿Quieres tomar algo? —

—Si, un vaso con agua por favor. —

—Enseguida te lo traigo, mientras pasa a mi estudio y siéntate —

—OK— entré con el corazón latiéndome a 1000 por hora, creo que se me salía del pecho, pues nunca había entrado a su despacho y tenía una curiosidad enorme por saber como era, pero más por saber como iba a ser ese encuentro entre él y yo ahí solas.

—Toma, aquí tienes tu vaso —

— ¡Qué amable! —respondí, no se me ocurrió algo mejor que decir, para tapar un poco mi nerviosismo.

— ¿Te gusta? Mi rincón particular —

—Si, es…no sé, ¿raro? — Le dije esto, pero fue sin pensar, pues de verdad me parecía raro, pero no quería ofenderle con esta palabra, aquél despacho estaba lleno de artilugios que en mi vida había visto, tenía en una de las paredes la imagen de un Cristo, pero no era la habitual que todos conocemos, era distinta, había una rosa en donde generalmente esta el corazón en llamas y tenía una estrella en la cabeza, en lugar de la típica aureola, por otro lado había una figura de Merlín con un dragón que era un tanto espeluznante, realmente producía impresión verla, había un óleo en el que había pintadas varias puertas y en cada una de ellas había imágenes diferentes, pero había que prestar atención para percatarse de ellas, eso en las paredes y por otro lado, tenía un librero muy grande el cual estaba a rebozar de libros, un sofá pequeño cerca de la ventana que era cuadrado, una mesita con un candelabro al lado y unos cuentos no recuerdo de quién por encima, y el teléfono con el que hablaba conmigo por las noches; había varias cosas mas puestas por aquí y por allá, pero fue esto lo que me llamó la atención.

—Ja, ja, ja, te gusta esa palabra ¿no? — y me miró con una sonrisa mientras me lo decía.

—Perdón, no pretendía ofenderte— respondí con vergüenza y agachando la cabeza.

—Tú no me ofendes— Me lo dijo y tomó con su mano mi cara para mirarme a los ojos. Bueno!!, cuando hizo eso y me miró de esa manera las mallas que traía se me fueron al suelo. —Eres una niña preciosa y sé que tu no me dices las cosas para ofenderme, solo sueltas lo que piensas y eso esta bien, no me gusta que me mientan— señaló mientras mantenía sus ojos clavados en los míos.

—Me muero— pensé mientras le seguía absorbiendo la mirada, — como siga hablando en ese tono tan encantador y fijando sus ojos en mí, creo que el vaso va a ir a parar al suelo—

— ¿Qué te parece la imagen de Cristo que tengo en la pared? — me preguntó rompiendo la frágil telaraña de la que me encontraba suspendida en ese momento.

—Es diferente a la que conozco y no sé por qué— respondí disfrazando mi alteración con una serenidad visiblemente forzada.

— ¿Sabes por qué es diferente? —

—No, no lo se—

—Ven y mírala más de cerca — me dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba hasta estar frente a ella. Me explicó que era el Cristo gnóstico y que esa era la imagen a la que rendían culto los "Rosacruces" logia a la que él pertenecía y de la que tanto me hablaba, me dijo la razón de por qué estaba colgada en esa pared justamente y no en otra.

— ¡Vaya! Todo esto es nuevo para mí— le dije con una cara de interrogación que seguramente era para verme.

—Lo sé, pues este soy yo, o al menos un poco de mí, espero no asustarte, por ser raro—

—No, claro que no me asustas, me sorprendes sencillamente, eres el primer rosacruz que conozco y todo esto de la logia tuya y la relación con los masones me causan sorpresa, eso es todo—

—Mira, este colgante que traigo en el cuello es de mi logia— Me decía mientras se lo sacaba por el cuello de la camiseta.

—Es precioso— le respondí

—Ven te voy a enseñar un libro con el que me identifico mucho y cuando me siento mal, lo leo, me lo sé casi de memoria de las veces que lo he leído.

— ¡Caray! Pues si que tiene que gustarte, como para saberlo prácticamente de memoria— y cual sería mi sorpresa cuando sacó el libro de Nietzche.

— ¿Este es tu libro favorito? — pregunté muy incrédula

—Si, es éste, ¿por qué? ¿no te gusta Nietzche? — preguntó un tanto sorprendido, como si el hecho de tener tantas cosas en común incluyera a Nietzche

—No, es que no me guste, es que es un filósofo muy difícil de entender, al que no comprendo en muchos sentidos de su vida y en otros no lo tolero— Le solté todo eso mientras mi cabeza me decía: "imbécil" tu y tu bocota que no puedes tener cerrada un segundo.

—Ja, ja, ja, pues eso justamente soy yo, un incomprendido de la vida, al que muchos critican, y en ocasiones no me toleran, no me tolera ni mi madre— me dijo entre una sonrisa que no esperaba.

— ¿De verdad, te consideras igual que Nietzche, te identificas con él? —

—Si, claro que sí, es un hombre muy difícil de entender, con una vida llena de problemas y muy criticado por la sociedad incluso hoy en día sigue siendo un incomprendido, y algo muy similar pasa conmigo, su forma de pensar es la mía o viceversa, como quieras verlo, te sonará a rollo y puede que pienses no solo que soy raro, sino que incluso estoy loco, pero aquí en este libro hay una foto suya de cuando era joven, obsérvala y dime que ves— me decía mientras abría el libro en la página indicada.

— ¡Joder! — Solté sin pensar. Aquella no era la foto de Nietzche, era la suya, el parecido físico entre los dos era increíble, nunca había visto una foto de éste filosofo cuando era joven pues había visto fotos suyas de mayor y el hombre no era muy agraciado, pero justo en esa foto de joven era muy guapo y lo que veía reflejado en ese libro era la cara de Gonzalo, esos ojos de mirada profunda, eran los mismos que los suyos, lo estaba viendo y no lo creía. —No es posible tanto parecido entre tú y él—alegué.

—Te dije, que me identificaba mucho con él en muchos aspectos, pues ésta es otra de las razones, ¿casualidad? No lo se, llámalo como quieras, pero a este hombre lo admiro y lo comprendo como si de mí mismo se tratara. —

—Sus ojos, son tus ojos— Me quedé ensimismada en la mirada de Gonzalo como la primera vez que hablé con él de sus plantas y me quedé ahí parada como idiota observando su mirada, pues esta vez fue igual con la diferencia, de que ahora tenía otro par de ojos para compararlos con los primeros. Aquello me sacó mucho de órbita, tenía el libro entre las manos observando a uno y a otro, sin poder salir de mi asombro.

— ¿Qué te pasa?, te me has quedado atónita— Me preguntó mientras me observaba como un bicho raro, nunca mejor dicho.

—Es que…— Me quedé callada por un momento sin poder terminar la frase, —tú y éste hombre son el mismo— es entonces cuando volví a fijar mis ojos en los suyos y nos quedamos un rato observándonos, ¿cuántos segundos pasaron en ese gesto? no lo sé, de repente se acercó a mi, sin dejar de mirarme como si quisiera que me cerciorase del parecido de ambos, le tenía a escasos centímetros de mi cara sintiendo su respiración y es entonces cuando se acercó un poco mas y me beso, cogió el libro de mis manos, lo cerró y lo dejó a un lado del librero. Aquellos labios partidos por el frío de diciembre, se posaron en los míos y al sentirlos los humedecí con mi saliva, con lo que se volvieron suaves al instante y nos besamos suavemente, era un beso muy suave al principio, volviéndose cada vez mas apasionado, entreabriendo sus labios, presionando los míos con mas fuerza; yo respondí a aquel beso liberando una pasión contenida que me oprimía el pecho desde que entré a su despacho. Me dediqué literalmente a devorarle la boca, con mis labios abiertos al máximo, rodeando los suyos, atrapándolos, introduciendo mi lengua, explorándolo todo, llegando a todos y cada uno de los rincones de su boca, acariciando su lengua con la mía. Era un beso infinito, que surtía efecto lentamente, convirtiendo esa sensación placentera en un inaguantable deseo.Mientras, sus manos fueron bajando por mi espalda hasta llegar a mi cintura, yo rodee su cuello con mis brazos, mientras seguía besándolo con una pasión exquisita, sentía su lengua introducirse en mi boca desmoronándose en ella, degustándola, saboreándola y haciéndome sentir su propio sabor, mordí suavemente su lengua, luego la aprisione con mis labios y lentamente la succioné, atrapé su labio inferior entre mis dientes oprimiéndolo…tironeándolo suavemente, extasiándome con su cara de placer, él rodeó mi cuerpo con sus brazos comprimiendo mi pecho contra el suyo, su boca seguía unida a la mía haciendo maravillas, fundidas en un beso apasionado, sensual, erótico y deliciosamente salvaje.

Sus manos subieron hacia mis hombros y mi cuello, acariciando suavemente mi pelo desde la nuca, aquella sensación de sus dedos entre mi pelo me volvía loca, es como cuando acaricias un gato en la cabeza y éste reacciona restregándose mas y ronroneando, pues eso mismo me pasaba a mi, ronroneaba de placer por sentir aquellos dedos masajeando mi cabeza, quería que ese instante no terminara, lo que estaba ocurriendo ahí era sobrenatural, era raro , nunca mejor dicho, sentí en esa habitación una energía sobrenatural que no me había estremecido antes, poco a poco el me fue llevando al sofá que estaba cerca de la ventana, pero sin dejar de besarme apasionadamente, iba con sus dedos acariciándome las piernas, el trasero, mi cintura, todo era muy apasionado, pero a la vez muy tierno, mi cuerpo empezó a temblar, ¡joder! eso nunca me había pasado antes, por qué temblaba tanto en ese momento, parecía una gelatina a medio cuajar, me bastaba sentir uno de sus dedos en mi cuerpo para que me estremeciera al máximo, él notó mis temblores y pensé que me diría ¿Qué te pasa, estas bien? Pudiendo cortar el rollo de un momento a otro, pero no fue así.

—Estas temblando— me dijo en voz bajita, al oído, con un tono tan sensual que me desmoronaba todavía mas.

— Lo siento, no sé por qué me pasa esto— Le respondí en el mismo tono bajito, pero con la voz plasmada de vergüenza

— Me gusta sentirte vibrar en mis brazos, a mi tampoco me había pasado esto con otra chica, lo que siento ahora por ti es mágico, te dije que tenías algo y no me creíste — Al decir esto continuo besándome para que no refutara su opinión.

Continuó besándome con ternura, con pasión, con serenidad, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para estar ahí en esa habitación, ese beso le gusto tanto a él como a mí, la magia que él decía, no la tenía yo, la tenía el momento que nos abrasaba en esos minutos. Lentamente levanto mi vestido y con las yemas de sus dedos iba recorriendo nuevamente mis piernas, acariciándolas y a ratos estrujándolas con fuerza y me acercó con un movimiento firme a su entrepierna, su miembro estaba durísimo y en ese momento me asaltó un temor horrible, pues no sabía si sería capaz de estar con él en todos los sentidos, ese beso era especial — ¿por qué estropearlo? — pensé. Mi cabeza estaba confusa otra vez, no sé por que demonios soy tan difícil y puedo pensar que todo se puede venir abajo de un momento a otro, él se percató de mi indecisión, fue como si me hubiese leído la mente y supo que tal vez no estaba preparada para estar con él, aún no, por lo que no hizo por desnudarme, me tocaba por encima la ropa y se imaginaba todo lo que había debajo de aquel vestido y eso le provocaba mucha excitación, me recostó sobre el sofá y me acarició los pechos muy suavemente, el cuello, los brazos y lentamente se dirigió a mi entrepierna, sentía sus dedos como los movía de forma circular tratando de que yo me relajara y disfrutara de todo aquello y así fue, yo estaba que se me encharcaba hasta el alma, se recostó sobre de mi y empezó a moverse frotando su pene contra mi vagina sin quitarse los pantalones, mientras me tocaba el pecho y me veía con sus ojos negros entreabiertos, esa mirada no era la que yo conocía cuando le veía, esa mirada era de complicidad, de pasión, disfrutando verme vibrar aún ahí sobre el sofá, le gustaba ver mi cara mientras se movía y a ratos cerraba los ojos gimiendo de placer, ambos empezamos a sudar sin parar, era mucho calor el que hacía en esa habitación para ser diciembre, nos entregamos con la ropa puesta y todo aquello me puso a punto de explotar, era increíble, pero estaba llegando a mi orgasmo sin necesidad de la penetración, la cual deseaba ardientemente, pero no me atreví a materializarla y creo que a ninguno de los dos nos hizo falta, por que él también lo estaba teniendo, me di cuenta de ello en lo fuerte de sus gemidos y fue justo en ese instante cuando

—riiiiiiiiiiiing— Sonó su teléfono, el cual teníamos prácticamente en la cabeza, vaya momento más oportuno para que sonara el dichoso aparato. Ambos del susto caímos al suelo, pues aquel estrepitoso ruido nos hizo perder el equilibrio.

—riiiiiiiiiiiiiing, riiiiiiiiiiiiiiing, — sonó dos veces más cuando Gonzalo se levantó rápidamente del suelo y lo descolgó para contestar, pero nadie respondió al otro lado del auricular

Vaya frustración la del telefonito no? Y más cuando no contestan al otro lado y cuelgan sin decir nada.

Como es de evidenciar sucedieron mas cosas después de este gran momento, cosa que también eliminé, pues ya es historia personal que seguro no os interesaría. Pues bien, este es el relato de mi gran beso, hasta ahora he tenido besos muy lindos y muy ricos, pero este sin duda marco mi vida.

Bueno pues gracias por dedicar unos minutos a leer esta historia espero os haya gustado. Hasta luego.