El barquero del Eo. FIN

Si has llegado hasta aquí, es que has leído un libro sin sexo alguna vez. Ya que en las primeras hojas no lo hay y eso aquí como que... Espero te haya gustado esta historia con muchas partes de realidad... ¡Gracias!

Necesitaba compartir esto con alguien de los míos. Sacarme un poco de carga o me aconsejase.

La primera a la que sé lo conté fue a mi hija. Quizás por que era la que mejor me comprendía. Quizás por su sensibilidad o simplemente por que era mujer.

Nada mas marcharse su padre al bar la llamé. Le expliqué que había conocido a otro hombre, del que estaba enamorada y que hacía mucho que ya no quería a su padre, si lo había querido alguna vez.

Tras un largo resoplido que sonaba al otra lado del teléfono dijo:

  • Mira mamá. Sé que no has sido feliz todos éstos años, por mucho que intentarás disimularlo y sé, que todo fue por nosotros. No voy a animarte a que hagas nada, ni a juzgarte. Hagas lo que hagas, lo aceptaré y siempre serás mi madre. Pero entiende que él, también es mi padre y si lo veo solo me afectará, por mucho que te entienda. Yo tengo ya mi trabajo, mi pareja y una vida lejos de ahí. Mi hermano en días terminará sus estudios, en cuanto encuentre trabajo se ira a vivir con su novia.

  • ¿Tiene novia? Yo sospechaba que algo tenía, pero pensaba que no era nada serio.

  • Tiene novia seria desde hace mas de un año, mamá. No la llevó por casa por que le da vergüenza que ella os vea así. Siempre con malas caras... Es una buena chica y le está ayudando mucho con los estudios. Es compañera de clase también. Ya sabes que él, es muy inteligente pero un poco vago para estudiar. Hemos hablado mucho por watsapp. Tanto de ella como de vosotros. Aunque no lo diga, sé da cuenta de todo y va independizarse con ella en cuanto puedan. Yo té apoyaré, decidas lo que decidas.

  • ¡Gracias hija! No le digas nada a tu hermano. Al menos no, hasta que termine todos sus exámenes. No quiero que esto le afecte en sus estudios.

  • Esta semana tiene los dos últimos y está convencido que los anteriores le salieron bien, al igual que lo harán estos. El veintidós lo sabrá. No te preocupes por él. Lo entenderá, lo hablamos hace mucho, mamá.

  • ¡Ojalá! Me sacas un peso de encima hija. A ver si me aclaro un poco, por que tengo un lio y un mar de dudas y miedos en la cabeza, ¿que no sé que hacer hija mía?. Gracias por entenderme y un beso muy fuerte. Dale otro a tu novio de mi parte.

  • ¡Tranquila ma! Piénsalo y decide lo que sea mejor para ti. ¡Eres joven aún y mereces ser feliz! Un beso y ¡GRACIAS POR TODO MAMA!

Mi cabeza seguía dando vueltas y vueltas. Sin atreverme a decidirme ni por un camino de mi vida u otro.

Al día siguiente, vino a la mente mi madre. Desde el entierro de mi padre la veía poco. Algo había pasado ese día en la cocina con Luís. Mientras los demás estábamos en la salita y otros en la entrada de la casa. Mi madre enfadada como no la había visto nunca, expulsó fuera de casa a mi marido. Él no volvió por casa de mi madre y yo me escapaba alguna tarde de domingo cada dos o tres meses para hacerle una corta visita.

El lunes por la mañana le mandé un correo a Abelardo. Que iría por la tarde a visitarla.

Terminé de comer y salí rumbo a mi pequeña aldea. A la aldea de mi infancia y juventud. A la aldea y mi casa de tan buenos y entrañables recuerdos.

La encontré en el gallinero, dando unas berzas a sus gallinas. Vestida de negro, con un pañuelo igual en su cabeza, cubriendo su blanco cabello.

Se le iluminaron sus ojos verdes nada mas verme. Mientras se sacudía las callosas manos, se acercó para darme dos besos.

  • ¿ Como tu por aquí Eloísa? hoy es lunes. ¿Pasó algo?

  • Nada madre, no pasó nada. ¡Tranquila! Me apetecía verte, solo eso.

Entramos en casa y mientras ponía dos vasos y la botella de licor de hierbas sobre la mesa. Observaba como los años habían pasado por ella desde que estaba sola.

Sentados en las viejas sillas, a la mesa de madera con las patas verdes. La misma mesa que de niña me costaba alcanzar el plato de comida. Sobre ella un mantel de ganchillo, que el tiempo había amarillenta-do, aquel blanco impoluto de ya muchos años. Parecía haber cogido las costumbres de mi padre.

Esa costumbre de aferrarse a lo viejo, a lo antiguo, como si en esas cosas quedasen recuerdos de los que no querían desprenderse.

  • ¿ Que tal todo niña? ¿mis nietos bien?

  • Si madre, bien. Tu nieta sigue trabajando y con su novio. Tu nieto terminando ya sus estudios y con novia también.

Ya no vienen casi nunca. Murmuraba con tristeza mientras llenaba los pequeños vasos de aquel licor amarillo-verdoso.

-La niña esta lejos y el niño con los estudios. Ya veras que si vendrán cuando puedan madre.

  • ¿Y tu que tal hija mía? Te noto mas guapa que nunca. Tienes un brillo en la cara y en los ojos como cuando eras chiquilla. Te queda bien el pelo así. ¿Que ha cambiado en tu vida hija?

  • Un hombre madre. He conocido a un hombre y tengo la cabeza un lio. Por primera vez sé que estoy de verdad enamorada y ya no quiero a mi marido.

  • Ni tu lo quieres, ni él te ha querido a ti nunca cielo. Solo eras una cara bonita para presumir, a la vez que callada y obediente, para lograr moldearte a su voluntad. El día que te casaste, fue uno de los días que mas tristes que vi a tu padre. Al llegar de tu boda, por la noche al acostarnos me dijo: Carmen, la niña ha cogido el sendero equivocado. Ese hombre no es para ella. Con los ojos vidriosos sé acostó aun sin poder dormir. Eras su niña, su Eloísa que él te lo puso ya antes de nacer. El nombre su abuela.

  • ¿Sabíais que iba ser niña?

  • Lo sabía él solo, cielo. Entonces no había ecografías, o al menos no, para la gente humilde de una aldea perdida por estos lares. Pero él lo sabia, igual que sabia otras cosas aunque intentábamos no te dieses cuenta. Seguro lo viste alguna vez en esos trances que a veces le daban. Se quedaba como traspuesto, que no sabias si estaba despierto o dormido, como si estuviese en otro mundo o lo estuviese su mente. Era algo que también tenía su abuela, de la que llevas su nombre. Ella tuvo muchos problemas por eso. A veces decía lo que veía y pasó a ser la loca para unos y la bruja para otros. Predijo muchas cosas, buenas y malas, pero la gente daba importancia mas que nada a las malas. Predijo incluso la guerra civil y la muerte de su nieto mayor, hermano de tu padre. Vienen tiempos de sangre, lagrimas y hambre. Le dijo a su única amiga, la única del pueblo que no la juzgaba ni de loca ni de bruja. Solo la de un mujer que le había tocado algo, como quien le toca ser sordo o ciego. Sacó el medallón de su cuello, donde dentro estaba su foto y la de su difunto marido y le dijo a su amiga: Dale esto a mi nieto Jesús cuando llegue el momento. Que lo lleve en su viaje. Yo, ya no estaré aquí, pero tu si. ¿Que momento Eloísa? ¿Que viaje?. Poco después falleció y antes de terminar el verano del 36 apareció su nieto junto a dos amigos, asesinados en el camino del bosque. Solo por pensar diferente. Por querer un país algo mas justo, con menos pobres y ricos, equiparable en clases y sexos. Tu padre tenía ese don también. O esa maldición, por que a veces era eso y a mi no me contaba ni la mitad, para no preocuparme. Al igual que por ese motivo no te lo decíamos a ti cariño y para que no contases nada fuera de casa también. Una vez entró en uno de esos trances y al salir se echó la mano a la frente, mientras presionaba las sienes con sus dedos me dijo: Tenme limpio el traje negro Carmen. Tres días después moría su mejor amigo. Pero también veía cosas buenas cielo y la mejor de ellas fuiste tu. Llevábamos casi veinte años casados y no habíamos tenido hijos. A mi edad ya no se solían tener y menos el primero. Un día de una absurda discusión se fue de casa, como hacía siempre para no seguir discutiendo. Después volvía con una flor, un ramillete o media docena de pasteles de aquellos que tanto me gustaban y ya el medico no me deja comer. Ni me apetecen tampoco, si no son de él. Esa tarde-noche volvió con una rosa roja. Era su forma de pedir perdón. Hicimos el amor con la mayor de las pasiones y al amanecer me dijo: Cuando estén cayendo las hoja tendrás el mejor de los regalos cariño. Nueve meses mas tarde a finales de octubre ¡llegaste tu Eloísa! Ya con tu nombre, el de tu bisabuela.

  • Nunca me contaste nada de eso. ¿Como te dijo que iba a ser niña?

  • No necesitabas saberlo cielo. Una noche después de cenar creo que a finales de septiembre. Yo ya tenía una barriga enorme que parecía poder reventar en cualquier momento. Ya sabes que tomaba siempre una copa de orujo tras la cena, su digestivo decía.

Al recordarlo, sonreía de una forma que se le endulzaban los ojos.

  • Esa noche aunque ya el verano había llegado a su fin, Estaba estrellada como en el mes de junio. Quiso beberla fuera, en el banco de la entrada. Yo le miraba desde la ventana. Enrollando uno de sus cigarros, no dejaba de mirar hacia el cielo. salí a la puerta y le pregunte ¿que tanto observaba?. Dando un sorbo a su orujo me dijo estirando la mano a la vez que el dedo. Aquella Carmen, aquella es nuestra estrella y la pequeñita que está al lado es nuestra Eloísa. Me reí sin hacerle mucho caso. Pero un mes después, sin haberme echo mas pruebas que ponerme un estetoscopio en mi barriga para escuchar tu corazón. Llegaste a este mundo y eras una niña ¡además preciosa! Así era tu padre cariño. Lo echo tanto de menos que solo espero me esté esperando en nuestra estrella.

Se le empañaron los ojos y me levanté a darle un abrazo mientras besaba sus mejillas tristes y cansadas.

Ya las dos sentadas. Volvió a poner un poquito mas en cada vaso.

  • Y dime cariño, ¿a que se dedica ese chico que has conocido? Cuéntame algo de él.

  • Es barquero mama. Dije entre risas. Es un buen hombre y me quiere de verdad.

  • ¿Barquero? ¿como que es barquero?

Dijo con asombro. Abriendo sus ojos verdes.

  • ¡Noooo madre!. No es barquero. Trabaja de mantenimiento en un ayuntamiento de Asturias. Él es de León.

  • ¿Y por que as dicho entonces que es barquero?

  • Es como su mote. Le conocí con el nombre de Caronte. Un barquero griego y le llamo muchas veces mi barquero. Es como una broma nuestra madre, una forma cariñosa de llamarle a veces.

Apurando el último sorbo del vaso. Estiró sus manos blancas llenas de finas venas purpuras y abrazando las mías, me miro a los ojos y me dijo: Aquel día no lo entendí, creí que divagaba. Pero creo que ahora si lo entiendo. Esa noche, después de cenar comenzó a dolerle el pecho y el brazo izquierdo. Se tumbó creyendo era algo muscular, pues trabajó hasta el ultimo día de su vida. Se acostó sobre la cama y al rato le llevé un vaso de leche caliente. Al poco de beber la leche me dijo: Carmen, dile a la niña, que en la barca está su estrella. Falleció tres segundos después, tras un débil ¡Te quiero!

Ahora eran mis ojos, los que el agua que los cubrían, casi impedían ver el rostro de mi madre.

De nuevo nos abrazamos las dos. Me acariciaba la cabeza al tiempo que me decía: Espero haberte ayudado pequeña.

  • ¡Lo has echo madre! ¡VAYA SI LO HAS ECHO!

Nos despedimos y al salir de su casa me gire para volver a saludarla.

  • ¡Volveré pronto madre! ¡Y esa vez será con él!

Sonrió iluminándose su cara al tiempo que me decía: ¡Te quiero mi niña!

  • ¡Y yo a ti Madre!

Subí al coche. Descolgó su teléfono sin decir nada.

-¡Siiiiiiiiiii!

  • ¿Si, que Eloísa?

  • ¡QUE SI ME QUIERO IR CONTIGO A VENECIA! ¡Y A VIVIR CONTIGO BARQUERO MIO!

Dos años mayor que mi madre. Nueve meses después de recorrer los canales, puentes y calles venecianos cantando mi canción. Di a luz a una preciosa niña a la que pusimos

♡ESTRELA♡