El barquero del Eo. 12 parte

A veces, el caramelo cambia de sabor según se va acabando...

Al salir de Burela, decidí echar gasolina. No quería que en Barres me tuviesen diez o quince minutos esperando o llegase algún conocido de mi marido…

Pasaban de las dos, cuando llegue a casa. Prepare algo frio, para no sé llenase mi cabello a olor a aceite y otros vapores. Tras un yogur y un café, con su cigarro me fui al baño. Comencé a depilarme, tras terminar, con unas tijeritas recorte mi vello púbico, que llevaba mas de un lustro sin recortar. ¿Para que? Si llegaba a oscuras y metía sin ni siquiera acariciarlo… Haciendo hincapié en los bordes, apurando mas el corte para que no sobresaliese nada por fuera del pequeño tanga. Quedó un triangulito bonito y recortado, desde la zona baja a tres dedos por encima de mi clítoris. Con el agua flojita, sujetando la alcachofa de la ducha me fui duchando con cuidado de no mojar mi nuevo peinado. Me pinté las uñas con un rojo un poco mas oscuro que el vestido. Al terminar las veinte, encendí un cigarro mientras se secaban. Sentada en la tapa del váter me di cuenta que estaba fumando mas de lo normal. Conté los que llevaba y este era ya el quinto cuando lo normal eran siete u ocho en un día normal. Me disculpé a mi misma diciéndome que eran los nervios. Cuanto más se acercaba la hora más los notaba. Ya secas, usando también un poquito el secador. En la habitación con el conjunto puesto y los zapatos rojos de diez centímetros de tacón. Me vi tan sexy que me hice una foto de frente y otra girándome un poco para que saliese el costado y el trasero. Me sucedió lo mismo con el vestido a demás de elegante y repetí las fotos. Me sentía guapa y sexy. El vestido se acoplaba a mi cuerpo. Dejando mis hombros desnudos y un poco escote sin ser excesivo y no se viese el sujetador. Ajustado a mi pecho cuerpo y muslos quedando a poco mas abajo que la mitad de estos, con un pequeño corte en el lado izquierdo para facilitar el caminar a la vez que mostraba algo mas del muslo. ¡Esperemos te guste el rojo tanto como el negro Abe! Dije en voz alta. Abriendo el joyero a sabiendas bien de lo que buscaba. La gargantilla de piedras rojas, imitación de rubíes y sus pendientes a juego, una de las piedrecillas en el lóbulo tras otras tres que colgaban una encima de la anterior. Pinté las pestañas y la raya del ojo, con un poco de sombra verde suave que resaltaba mis ojos, un poco de colorete para dar color a mi blanca todavía piel y los labios del mismo color que las uñas. Unas gotas de mi colonia favorita en el cuello, tras las orejas y las muñecas. Me gusté y volví a la habitación a hacerme otras fotos. El reloj marcaba las 4:15. Calculé veinte minutos a la gasolinera. Me puse el abrigo de verano de tres cuerpos abotonado casi hasta el cuello. Mis gafas de sol y el bolso con lo imprescindible. Una vez encendí el coche di una perdida a Abelardo como habíamos acordado. Salí por el camino de arriba para no bajar por el pueblo era de tierra pero no me importaba. Ya en la autovía encendía otro cigarro. Conducía despacio, no estaba acostumbrada a hacerlo con tacones tan altos. Al llegar al puente “Dos Santos” mire al rio, ¡ahí estaba la bonita frontera de mi barquero leones! Llegué a la gasolinera, aparqué tres metros después de la entrada. Al bajar del coche vi el coche granate de Abelardo, parado al lado de la salida. Entré, pedí un paquete de caramelos de menta. Sin subirme al coche con la puerta abierta, saqué el abrigo y lo lancé al asiento trasero, subí y abriendo el paquete me metí uno en la boca, el no fumaba y el caramelo camuflaría un poco mi aliento. Al acercarme a su coche, puso el intermitente y lo imité a la vez me incorporaba al la carretera, conducía siguiéndolo. Sacó la mano por la ventanilla saludándome y le respondí con dos ráfagas de luces. Tras unos siete minutos, volvió a poner el intermitente y yo con él. Íbamos por una carretera estrecha rumbo al bosque que se veía al fondo, al poco volvió otra vez a avisarme para girar esta vez a la izquierda. Si la otra era estrecha, por esta no cogía mas que una furgoneta o tractor pequeño. Un risco de hierba por el centro anunciaba hacía mucho no recibía asfalto, junto con los arbustos de sus orillas. Seguíamos subiendo entrando cada vez más en el bosque. Hasta que por fin llegamos a una nave. Un portón grande descascarillado y las paredes algo descolchadas de azul clarito. Bordeó la nave hasta llegar a la parte trasera donde la hierba iba comiendo terreno al cemento. Una puerta pequeña, del color del portón delantero. Al echar el freno de mano, trague saliva al tiempo que engullía mi ya, diminuto caramelo. Salió de su coche, mostrando una sonrisa, acercándose al mío con un andar seguro. Abrí la puerta.

  • ¡Buenas tardes Eloísa!

A la vez que se acercaba para darme dos besos.

  • ¡Encantado de conocerte por fin preciosa!

  • ¡Lo mismo digo Barquero griego! Ya ves que si me atreví y cumplí mi promesa.

Dándome un cono transparente de plástico con ramas verdes y diminutas florecillas bancas por donde sobresalían una rosa roja y otra azul. Recordaba las primeras rosas que nos mandamos.

  • ¡Gracias Abe! ¡Son preciosas!

  • ¡No tanto como tú Elo! ¡Que bien te queda ese corte de pelo cariño!. No me equivocaba ¡Estas guapísima chica! ¡y el rojo te queda de miedo! Ya tengo color favorito desde hoy.

  • ¡Gracias! ¡Tu también estas muy guapo!

Vestía una camisa color mostaza de seda, arremangadas las mangas hasta casi los codos, dejando ver sus brazos morenos. Un pantalón beige, sujeto por un cinturón de cuero marrón del mismo color que sus brillantes zapatos.

Cogiéndome de la mano, me hizo girar, mientras me observaba, a la vez que me reía al ver su cara mirándome, provocando en él una sonrisa también, donde vi sus blancos dientes, tras unos labios perfectos.

  • ¿Y ésta nave Abe?

  • La encontré en una de mis rutas. Lleva unos años abandonada. Por aquí no viene mas que algún cazador el fin de semana y me pareció buen sitio para tu seguridad. ¿Te apetece entrar? O prefieres nos quedemos aquí?

  • Entremos mejor ¿no?

Me cogió la mano hasta la entrada. La puerta había sido forzada. Colocó su mano en mi espalda, cediéndome el paso. Se notaba un calorcito nada mas entrar. El sol había calentado la chapa metálica del techo. Parecía una antigua nave de carpintería. La luz entraba por los gruesos cristales de la parte superior. Cerró la puerta y atravesando un barrote de metal por la manilla, quedó trincada para que no se pudiese abrir desde fuera. Aunque el fondo de la nave se veía sucia esa zona de la entrada estaba recién limpia toda. Una mesa de hormigón de un metro de alto mas o menos a la derecha, seguramente para sujetar alguna maquina. Aún conservaba los gruesos tornillos. Toda la zona de la entrada estaba muy limpia. Sé había pasado la tarde anterior barriendo y limpiado.

  • ¡Vaya! Ya veo que es lo que tenias que hacer ayer.

  • No te iba meter aquí cómo estaba Elo. ¿Qué menos que dejarlo un poco decente? Creo que tenemos algo pendiente tu y yo.

No entendí bien ese momento, cogiéndome. la mano me llevó al otro extremo donde estaba la mesa. Conectando su móvil a un pequeño altavoz que ni había visto. Me rodeo con sus brazos por la cintura, pegándose a mi. Que bien hueles me dijo. El también olía muy bien. Un olor fresco y dulce. Comenzó a sonar una música familiar. Era Dyango . Mi cantante favorito. Le sonreí y rodee su cuello con mis brazos a la vez que sujetaba las rosas. Al ritmo de la música comenzamos a bailar mientras nos mirábamos sonriendo con el gesto y la mirada. Era un momento mágico. Que habíamos mencionado en mas de una ocasión. Sentía su cuerpo pegado al mío, sus manos acariciarme mientras me abrazaba. Estaba como en una nube bailando con el. Jamás me sentí también bailando con alguien y me parecía que lo notaba por como nos mirábamos. En la tercera canción acerco sus labios dándome un suave beso en los labios, como pidiendo permiso. Poniendo mi mano en su nuca, atraje sus labios de nuevo sobre los míos y comenzamos a besarnos, cada vez mas intensamente. Su boca devoraba la mía y yo la suya. Por fin ese beso que tanto deseábamos. Toda la canción sin sepáranos, saboreándonos mutuamente. Su mano acariciaba mi espalda, subiendo hasta mi cuello, donde lo acarició y apretaba mi cabeza a la suya. Lo deseábamos tanto que ninguno quería separarse. Nuestras lenguas se acariciaban, su saliva se mezclaba con la mía, hasta que casi sin aliento, separamos los labios. Era mi mejor beso, el mas cariñoso, el mas pasional y sé lo expresé con los ojos y una sonrisa infinita. ¡Gracias amor! le dije, es la primera vez que me besan así. ¡a ti Eloísa! por darme la oportunidad de hacerlo. Seguimos bailando, acariciándonos y volviendo a besarnos una y otra vez. Terminó una canción y me dijo: esta es la tuya. Comenzó a sonar “ Venecia sin ti" y a la vez que Dyango la cantaba, él lo acompañaba mirándome. Sé la había aprendido, no siendo su estilo de música. Lo acompañe y bailamos a la vez que la cantábamos juntos mirándonos de una manera que no me miraron nunca ni yo mire a nadie. Cuando llego la parte de:

“Una góndola va… cobijando un amor…

el que yo te entregué…

dime tú ¿donde. está?.."

Acerqué mis labios a su oído: El mío está en tu barca. Me besó diciendo: Ahí te lo guardaré, hasta que desees y puedas venir a ella, amor mío.

Volvimos a besarnos con toda la pasión del mundo. Acariciándonos, apretando nuestros cuerpos. Noté su mano derecha bajar a mi trasero, mientras la izquierda sujetaba mi nuca a la vez que acariciaba mi cabello. Su mano bajaba por mi muslo, hasta llegar a tela de mis medias. Mi piel se erizaba al sentirlo, subía y bajaba despacio mientras yo acariciaba su cabello, entrelazando mis dedos con su pelo ondulado. Noté su mano subir por el interior de mi muslo, introduciéndose bajo mi vestido hasta llegar al borde de mi tanguita, volvía a bajar y subir, excitándome con cada roce. Toda mi piel se erizaba cada vez mas y mas hasta que sentí uno de sus dedos acariciarme los labios por encima de mi fina tanga. Di un pequeño respingo al notarlos. Estaban a flor de piel ya y volvió a acariciarlos. Muy suavemente. Subían y bajaban recorriendo el surco de mi mis labios. No tardé en sentir la dureza de su miembro en mi bajo vientre, lo que me excitó mas todavía. Uno de sus dedos, sé introdujo por el borde de mi fina tela y volvió a hacer el mismo recorrido. Sin prisas, mojándome con su sutil tacto, sus caricias en mi zona más secreta. Presionando un poquito la yema de su dedo corazón, subió hasta alcanzar mi clítoris y comenzó a acariciarlo con pequeños círculos. Me estremecía y sentía un charco en mi interior, en mis labios. Su boca paso a mi cuello. Me besaba, notaba su lengua recorrer mi piel desnuda hasta mis hombros y como volvía para volver a subir hasta el lóbulo de mi oreja, balanceándose mi pendiente. Golpeando mi cuello las piedrecillas. Lo mordisqueaba suavemente mientras recorría de nuevo el surco de mi vagina. Con su mano izquierda, tomó mi derecha y la llevó a su entrepierna. Me quedé petrificada al notar ese bulto y el empujando mi mano para que lo notase mas aún. Lo agarré por fuera del pantalón y a la vez que lo apretaba sentí su dedo entrar en mi. Mi cuerpo se tensó al notarlo, mientas mi mano apretaba mas aun su miembro. Apretándolo con fuerza, recorriendo su contorno a la vez que su dedo entraba y salía en mí despacio. Parecía tener el control sobre mi cuerpo y mente. Retrocediendo cuando me excitaba mucho para acariciar mis labios casi sin tocarlos. Notaba mis pezones cada vez mas duros. Deje las rosas sobre la mesa y con mi otra mano, comencé a soltar los botones de su camisa uno a uno hasta abrírsela por completo. Vi su pecho fuerte, sus abdominales bien definidos. Bajé la cremallera de su pantalón, introduciendo mi mano acaricie su pene por encima de su bóxer, vi como estiraba el cuello cada vez que lo hacia y apreté mas mis dedos para rodearlos sobre la tela. Mirándolo, quería ver como también se excitaba. Sentir que le gustaba. De un golpe introdujo su dos dedos dentro de mí. Los sacaba y metía mirándome con deseo. Introduje mi mano y agarrando su miembro lo saque del pantalón. Notaba su grosor en mi mano. Como se hinchaban sus venas a la vez que lo apretaba y recorría todo su tronco. Sus dedos curvándose rozaban esa zona abultada y rugosa dentro de mi. ¡Desnúdame! le pedí. ¡Ni lo sueñes princesa! Te has puesto así de guapa para mi. Te has vestido así para mi y así ¡voy a follarte Eloísa! Me empujo la espalda sobre la pared, subiéndome el vestido hasta la parte superior de mis muslos, se arrancó la camisa dejando todo su torso desnudo y cogiéndome por las nalgas me levantó como si fuese una muñeca. Rodeé su cuello con mis brazos a la vez que mis piernas se aferraban a sus caderas y cogiendo su polla con la mano, aparto mi tanga hacia un lado mientras me apretaba la espalda contra la pared. Sentía su glande rozar mi vagina. La estuvo acariciando un rato, mirándome con lujuria. La punta de su polla recorría ahora el camino que hizo su dedo, a la vez que estaba mas excitada mas mojada, sintiendo su glande en mis labios abiertos. ¡Métemela por favor! Pídemelo como lo hacías por chat. ¡Quiero escuchar de tu boca lo que tantas veces me escribiste! ¡METEMELA ABE! ¡FOLLAME COMO NO ME HAN FOLLADO AUN!¡QUIERO SENTIRTE DENTRO! SENTIR TU POLLA FOLLARME Y DESTROZARME! Tiro con fuerza de mi tanga hacia el lado que escuche como se rasgaba. Empezó a meterme su polla y nada mas sentir el glande dentro me estremecí, notaba como me iba abriendo a su paso por mi interior ya con sus dos manos en mis nalgas. Fue metiéndola mas y mas hasta que de un ultimo empujón la note toda dentro, tensando mi espalda y mi cuello, sintiéndome llena. Comenzó a follarme, entrando y saliendo en mí. Yo me agarraba, mirando sus ojos llenos de lujuria igual que los míos.Notaba su polla romperme, abrirme, resbalando por mi coño empapado, cada vez más mojado mientras un HOMBRE, me echaba mi primer polvo de verdad. A los cinco minutos o menos comencé, a respirar aceleradamente, cada vez más fuerte hasta que se transformaron ya en casi jadeos. Abe, al sentirme empezó a meterla cada vez más rápido y más fuerte. Me follaba con todas sus fuerzas y yo agarrada a él, sentía mis pezones clavarse en su pecho. Subía y bajaba a su ritmo. Lo sentí llegar, ¡ASI CARIÑO. SIII FOLLAMEEEE! ¡ VACIAME AMOR MIO! Con toda su furia, vi los músculos del cuello, su yugular al ritmo que me destrozaba y empecé a correrme como no me había corrido jamás! Su polla entraba y salía a la vez que jadeaba, gritaba su nombre y que no parase. Mas de tres minutos estuve corriéndome, que aún hoy, no sé si fue uno solo súper largo o varios seguidos. Era un subir y bajar del cielo constantemente. El placer llegaba a lo mas alto deshaciéndome para para bajar y subir una y otra vez. Después de un rato apretándome a su cuello, logré coger aire y recuperarme un poco. Abelardo soltó una de sus manos, parando el empuje y pasándola tras de mi cabeza la acerco para besarme. Me beso con cariño acariciándome el cabello. Su polla seguía dura como un hierro dentro de mi. No se había corrido. Le pregunté ¿si no había sido suficientemente bueno para él? Sonriendo me dijo: Ha sido buenísimo cariño. Pero creo que tengo mas experiencia y sé controlarme. Si hubiese querido terminar en tres minutos mas llegaba. Pero prefiero esperar un poco y volver a disfrutarte. ¡Joder! Me has dejado vacía y reventada. Se río diciendo: Esto ha sido solo el principio cariño. Si te dejas querer te aseguro que te voy a vaciar y del todo. Volvió a besarme sin salirse de mi. Me encantaba sentir ese miembro así de duro a pesar de haberme corrido como una loca. Unos diez minutos después se salió. Al ver su pantalón me reí a la vez que me disculpaba. Parecía se había orinado encima de lo mojado que se lo dejé.