El bar del puerto

Una tarde como cualquier tarde.....

Era una tarde como cualquier otra tarde. El sol calentaba el asfalto y la única sombra a la vista era la de las gaviotas que sobrevolaban el muelle, ni siquiera la suave brisa del mar conseguía mitigar el sofocante calor. Miré a un lado y a otro y las únicas personas a la vista eran los operarios del puerto, sudorosos y con la piel curtida por el sol y la salitre del mar. Unos metros mas allá se veía un viejo edificio, al acercarme pude comprobar que era la cafetería del puerto. No se como había llegado hasta allí, pero ya que estaba decidí entrar para calmar mi sed y refrescarme un poco.

Era un lugar oscuro, casi lúgubre. Tras la barra estaba un hombre de unos cincuenta años, con un gran bigote y una no menos grande barriga y en una mesa al fondo tres jóvenes, diría que marineros por su uniforme, fumaban, bebían y reían.

Al verme entrar se hizo el silencio, todos siguieron mis pasos hacia la barra. Pedí una caña y me senté en una mesa. El camarero desde su lugar en la barra parecía desnudarme con la mirada, cosa que no era muy difícil ya que solo llevaba puesto un vestido a la altura de las rodillas y un minúsculo tanga. Me sentía incomoda y decidí ir al baño a ver si mientras tanto se enfriaban los ánimos. Cuando estaba sentada en la taza oí como hablaban entre ellos y se reían.

Cuando salí no me gusto nada la escena y un escalofrío recorrió mi espalda. Los tres chicos se habían puesto en pie y el dueño estaba cerrando la puerta con llave, a continuación cerró la persiana del pequeño ventanal.

Uno de los jóvenes se acerco a mi y me dijo:

  • Hola preciosidad, no se ven muchas mujeres por aquí, y menos aun tan hermosas.
  • Gracias, conteste de no muy buena gana, pero ya me iba.
  • Acabate la cerveza con nosotros y luego te vas. ¿Que prisa tienes?.
  • Es que ya no me apetece, solo la pedí porque se me hacia violento entrar para ir al baño sin consumir nada, mentí intentado salir de allí.
  • No has oído al chico, grito el camarero. Bébetela, ¿o es que mi cerveza no es lo suficientemente buena para una putita como tu?.

Sin pensármelo dos veces agarre el vaso y bebí lo mas rápido posible, intuía lo que iba a pasar y no quería enfadarlos.

-Mira como traga la muy golosa, ¿creéis que lo tragara todo así? , dijo entre risas uno de los jóvenes.

-No lo se, pero pronto lo comprobaremos, sentencio el camarero.

Nada mas decir eso uno de los jóvenes se abalanzo sobre mi por mi espalda dejando caer las tiras de mi vestido que en pocos segundos caía al suelo. Ahí estaba yo, aterrorizada, entre esos cuatro salvajes solo con mi tanguita intentando tapar mis pechos desnudos con un brazo.

-Aparta el puto brazo, grito uno. Colabora y no te pasara nada, incluso lo disfrutaras.

Estaba paralizada, no podía moverme hasta que una bofetada me saco de mi ensimismamiento. La bofetada me hizo reaccionar y separe el brazo dejando mis tetas a merced de esos cabrones y ante una nueva orden obedecí y me quité el tanga. Cuando me quise dar cuenta los cuatro ya tenían sus pollas al aire apuntando hacia mi. De un tirón de pelos me pusieron de rodillas y me obligaron a chupar. Me daban arcadas con aquellos pollones follándome hasta la garganta. El camarero desapareció y cuando volvió venia untándose mantequilla en el rabo, se tumbo debajo de mi y de un solo golpe metió su polla en mi culito aun virgen. Me quería morir del dolor, tenia una polla enorme. Comencé a gritar y una nueva bofetada acabo con mi poca resistencia. Uno de los jóvenes acabo en mi boca obligándome a beber toda su corrida. Me sentía sucia, cuando de pronto uno de los muchachos comenzó a lamer mi coño. Intentaba evitarlo pero esa comida de coño, unida a que el dolor de culo había desaparecido hicieron que mi sexo empezara a chorrear. ¡Me estaba poniendo cachonda! El gordo dio un grito y sentí como se corría dentro de mi, fue una corrida bestial, el semen chorreaba por mis muslos. Casi sin reconocerme comencé a gritar:

-Folladme hijos de puta, ¿es que solo sabéis hacer eso? ¿ Es que nunca os habeis follado a una mujer de verdad?.

Eso los puso aun mas brutos e incluso los dos que se habian corrido volvian a estar listos. Me tumbaron en el suelo, de espaldas, con uno de los chichos bajo mi follandome el culo, otro comenzo a follarme el coño, el camarero y el otro chico metian sus pollas en mi boca por turnos.

Estaba avergonzada, pero estaba siendo el mejor polvo de mi vida, me corria una y otra vez sin poder evitarlo. De pronto note como los cuatro rellenaban todos mis agujeros de leche, me moria de gusto y aun alcance a tener un nuevo orgasmo. Se levantaron y se vistieron, luego me entregaron mi ropa.

No se que me paso, lo unico que se es que una semana despues yo era la camarera de aquel bar y podia follarme a todos los marineros que se me antojaran. Me convirtieron en una autentica puta.