El banquero y la colegiala

Al título me remito

Julio meditó muy bien lo que debía hacer en su oficina de director de sucursal de banco. El mensaje de texto no daba lugar a dudas. Y él lo tenía claro.

Se puso el abrigo y salió de su despacho.

-Me voy ya-les dijo a los dos trabajadores que quedaban en la sucursal, que cerraba en poco menos de una hora. Era normal que el director saliese antes de tiempo, porque normalmente tenía compromisos con clientes importantes y era él el que hacía quedar bien al banco. Se despidieron y Julio salió al frío de la calle.

Era un día con frío y mucho viento, aunque soleado, resultaba un día antipático. Aunque a Julio el día se le había puesto de cara. Echó a caminar por la acera en dirección al parque. Con las manos en los bolsillos y la cara escondida en la bufanda empezó a fantasear con las posibilidades que se le abrían.

tenía cincuenta y cuatro años, estaba a punto de jubilarse con una buena paga y era bastante feliz en general. Su mujer trabajaba en unos grandes almacenes como encargada y estaba aún de buen ver. Su hijo mayor tenía un buen trabajo y a su hija le habían ofrecido un contrato suculento en una gran seguradora. Puede que los éxitos de sus hijos no fuesen suyos, pero los sentía como tal.

Pero el tanto que iba a apuntarse sí era éxito suyo y solo suyo.

El parque estaba desértico y pudo ver algunas ramas de árbol en el suelo cubierto de la porquería que lo cubría todo en los días de viento. Cerca de uno de los kioskos había un pasillo, y en ese pasillo había tres bancos, y en el parque no había nadie salvo una chiquilla que se sentaba en uno de esos bancos.

Julio se acercó impaciente.

-¿Yoli?-preguntó.

-¡Julio!-lo saludó ella. Se levantó y le dio dos besos.

-Eres mucho más guapa que por cam-le confesó él. Sí que lo era. Media melena castaña que brillaba al sol, ojos ligeramente rasgados, como si tuviese algún tipo de ascendencia asiática, piel blanca, pómulos altos y boquita de piñón. Un bomboncito-¡Vaya día más malo!-dijo sentándose.

-No sabía si querrías quedar.

-No esperaba que me lo propusieras. ¡Te has puesto roja!

-Es que me da vergüenza...-se defendió. Julio y ella hablaron un rato sobre el tiempo, como para romper el hielo-¿Ya no trabajas?

-Por hoy ya no. ¿Tú no tienes que ir al cole?

-No voy al cole-lo corrigió-Voy al instituto.

-Claaaro, se me olvidaba que eres mayor.

-No te rías.

-No me burlo. Sé que eres mayor.

-¿Te gustó la foto que te evié anoche?-Julio la miró.

-Muchísimo. No me lo esperaba. Tienes unas tetitas preciosas.

-Me hice la foto solo para ti-le dijo ella. La chiquilla, Julio no lo sabía, estaba totalmente hechizada.

-No podía creer que fueses tú. No pensé que te atreverías. Sabes que me conformo con que hables conmigo por skype.

-¿No quieres que te envíe más fotos?

-¡No! Claro que sí, si tú quieres. Yo claro que quiero... ya sabes cómo me pones, pero no quiero que te asustes, me conformo con que me mires por las noches.

-Me gusta verte.

-¿Te gusta cuando me pajeo, pequeña?-Ella asintió avergonzada-¿Qué es lo que más te gusta?

-No sé-dijo encogiéndose de hombros, en un ataque de timidez.

-¿Te gusta cuando me corro?-Ella asintió.

-Y cuando me dices guarradas. Ya lo sabes-Julio le acarició un mechón de pelo.

-No te imaginas cómo se puso la polla cuando vi la foto de tus tetillas. Froté mi rabo contra la pantalla.

-¿De verdad?

-Lo puse todo lleno de leche-hubo un silencio. Julio cogió aire-Y ahora me mandas un mensaje de que quieres que nos veamos... y te presentas con el uniforme de la escuela. ¿Qué quieres? ¿Que te folle aquí mismo?-le preguntó él-Perdona-dijo apartándose un poco.

-Antes de venir aquí he pasado al baño y me he hecho una foto. ¿Quieres verla?

-Claro-Ella sacó su móvil, buscó la foto y se la enseñó.

-¿Es... es tu chochete?

-Sí. ¿Te gusta? he hecho lo que querías. Me lo he rasurado. ¿Te gusta o no?

-Me encanta. En serio, si no paras, te voy a desvirgar aquí-Julio se removió incomódo-Se me ha puesto dura, ¿sabes?-se abrió el abrigo y se lo enseñó a la joven. Julio se lo masajeó-¿Por qué no me lo tocas?

-No-se negó ella, cohibida.

-Está bien.

-Bu... bueno, por encima del pantalón.

-Ven, preciosa-Julio la acercó a él, mirando de que no viniese nadie. ¿Quién iba a cruzar por el parque con ese día tan asqueroso. Yoli le pasó la mano por el rabo, y el día le pareció glorioso-Aprieta un poco más, así-le enseñó poniendo la mano encima de la de niña y acercando los labios a la carita de la chiquilla-¿Ves cómo me pones? Pues todo esto te lo voy a meter en el conejito, princesa-la niña se apartó-¿Te asusto?

-No. No, pero... yo nunca.

-Lo sé. Y me encanta. No hace falta que me pajees. Pero ¿me miras mientras me la meneo? Cuando me ves por la cam te gusta, quizás te animes. ¿Qué me dices? ¿Te importa que me masturbe aquí?

-No, mastúrbate.

-¿Me mirarás?

-Sí.

Julio se abrió la bragueta y se sacó la polla.

-¿Qué te parece?

-Parece más grande que por internet-Julio la sacudió para ella. Y empezó a machacársela mientras la contemplaba.

-Mírame la polla, eso es-le ordenó-Ven, qué rodillas tan bonitas-la besuqueó por la cara y le acarició la rodillas mientras con el otro brazo la apretaba contra él.

-Puedes tocarme las tetas si quieres-le dijo ella. Julio le metió la mano por el escote del abrigo y le buscó las tetitas. Empezó a sobárselas mientras se la machacaba fuertemente.

-No pares de mirar, mírame, eso es. Ohhhh OHHHH-Julio le apretaba las tetillas, suaves, pequeñas, blandas... las pellizcaba con los dedos y jugueteaba con ella mientras se pajeaba fuertemente. Tenía los huevos a punto de explotar-qué maravilla, qué tetitas, qué preciosas-le dijo mientras la besuqueaba-¿Estás húmeda? ¿Estás cachonda? Seguro que tienes el conejito mojadísimo. Sé que eres una guarrilla, eres mi guarrilla.

-Soy tu putilla-le confesó ella. Lo miró, le dio un beso, y le cogió la polla.

-Ohhhh-soltó él cuando ella empezó a pajearle. Se la machacó con deleite-Eso es... así... Ohhhhh... sí... Me voy a correr... me corro, me corro... AHHHHHHHH, toma leche, toma, toma, toma.... Uhhh ohhhh.

Julio solo se serenó unos segundos después y se percató de lo que acababa de pasar. Su hubiese pasado alguien, ni siquiera se habría dado cuenta de lo embaucado que estaba con Yoli.

La chiquilla sonreía mientras se frotaba la mano de la paja con la otra mano, seguramente intentando quitarse el semen, pero solo conseguía ponerse pegajosas las manos.

-No puedo creer lo que acaba de pasar. Ha sido maravilloso. Eres un regalo. Yoli... no puedes contárselo a nadie, ¿lo sabes, no?

-Sí, claro.

Unos minutos después, Julio pensó en que quería irse a casa, se le había pasado el calentón y tenía frío. Y empezaba a arrepentirse. Si alguien se enteraba... ¿cómo se había metido ahí?

-Se hace tarde, Yoli, vamos a pillar frío. ¿No deberías irte a casa a comer?

-Supongo que sí-ella se levantó-¿Volveré a verte, verdad? ¿Cuándo?

-Ya te diré cuando.

-Esta noche podemos hablar ¿no?

-Hasta esta noche, preciosa.

Ella sonrió y se lamió la mano de la paja.

-Madre mía, cómo me pones-dijo él-Será mejor que me vaya.

Hacía tiempo que no escribía algo tan sucio. Espero que os guste.