El baño caliente
Para liberar tensiones una chica se da un baño caliente que deriva en algo más.
El día en la oficina había sido horrible. Parecía que todos se habían puesto de acuerdo para hacer la vida de Laura imposible y darle problemas. Necesitaba gritar, necesitaba pegar a alguien. Necesitaba tener un momento para ella misma, sin gente, sin nadie que le molestase. Al llegar a casa lo único que pensaba hacer era relajarse y quitarse el estrés acumulado.
Laura dejó el bolso encima de la cama y se quitó el abrigo. Sin entretenerse un momento se dirigió al baño. Al pasar por delante de la habitación de su hermano, vio que estaba jugando a la consola.
Voy a darme un baño, si quieres entrar es tu oportunidad. –le advirtió.
Aja. –le contestó sin hacer caso.
Bueno, luego no te quejes.
Se metió en el baño y abrió el grifo de la bañera. Probó con la mano la temperatura hasta que consiguió regularla para que estuviera bien caliente pero sin que llegara a quemar. Mientras la bañera se llenaba comenzó a desnudarse. Primero desabrochó la blusa, botón a botón. Poco a poco aparecieron sus pechos aprisionados por el sujetador. Laura llevaba un sostén azul cielo, con encajes en la parte superior de la copa y que realzaba perfectamente su busto. Terminó de quitarse la blusa y echó la prenda al cesto de la ropa sucia. A continuación se descalzó de sus zapatos de tacón. Negros y brillantes, dejaban a la vista la mayor parte de sus pies. A Laura le gustaban sobre todo por el sonido que hacían sus tacones sobre el suelo de la oficina.
Sintiendo el frío del mármol en los pies desnudos, Laura se quitó los pantalones de ejecutiva. Llevaba puestas unas braguitas del mismo color que el sujetador. Pequeñitas, apenas cubrían la piel de la chica. Sus manos se dirigieron a la cintura y deslizó las bragas por sus piernas, después abrieron el cierre del sujetador y liberaron sus pechos. Laura se encontraba completamente desnuda, su pelo largo y castaño le llegaba por debajo de los hombros, justo hasta el comienzo de sus grandes pechos. Pechos hermosos que dibujaban curvas que destacaban sobre la línea recta de su vientre. Una pequeña franja de vello recortado en forma de triángulo limitaba la separación entre su vientre y su sexo, como señalando dónde comenzaba esa deseable rajita rosácea que tantos placeres ha dado y recibido.
Laura introdujo una de sus largas piernas en la bañera. Notó cómo el calor del agua recorría su cuerpo. Cuando se acostumbró a la elevada temperatura, metió la otra pierna y finalmente se tumbó dejando que su cuerpo se sumergiera en el caliente líquido. Durante unos minutos se mantuvo quieta, dejando que la calidez del agua derritiera las frustraciones del día, los malos momentos. Allí tumbada, desnuda, sola, consiguió recuperar la calma que le habían arrebatado durante la jornada.
Cuando por fin consiguió que su respiración volviera a la normalidad y la tranquilidad habitara su cuerpo de nuevo, la chica cogió la esponja y tras echar un poco de gel comenzó a lavarse. Primero frotó uno de sus brazos, de punta a punta, llenándolo de espuma. A continuación repitió la acción en el otro brazo. Al terminar, Laura sacó una de las piernas fuera del agua y la apoyó en el borde de la bañera. Incorporándose un poco, recorrió con la esponja poco a poco su piel, acariciando con la espuma desde el pie hasta el muslo. Al acabar, volvió a meter la pierna en el agua, y sacando la otra hizo el mismo ritual.
Finalizadas las extremidades, Laura se sentó y comenzó a frotarse el cuello, masajeándoselo, liberando las tensiones. Enseguida llevó la esponja a sus pechos, acariciándolos suavemente. Con movimientos circulares recorrió cada centímetro de ellos mientras acompañaban el movimiento de sus manos. Sus pezones no tardaron en empezar a endurecerse como respuesta al contacto en esa parte tan sensible de su cuerpo.
Una vez que sintió que sus tetas estaban suficientemente limpias, llevó la esponja al resto del cuerpo que quedaba por frotar, cuando por fin le tocaba el turno a su entrepierna, decidió dejar a un lado la esponja y utilizar sus dedos para terminar de relajarse. Con suavidad empezó a pasar un dedo por su rajita, tocando sus labios, transmitiendo placer desde el primer roce. Sintiendo cómo su coñito empezaba a reaccionar, las caricias por el exterior de su sexo dieron paso a caricias interiores introduciendo los dedos en el agujerito que iba apareciendo. Laura tenía ocupada su mano derecha debajo del agua mientras la izquierda amasaba sus pechos. Los acariciaba en todas direcciones, sintiendo cómo se movían, pellizcaba sus pezones y comprobaba con la punta de los dedos lo duros que se ponían.
El ritmo de las caricias se incrementaba y los dedos de Laura entraban y salían cada vez con más facilidad en su coño y también cada vez con mayor rapidez. Totalmente excitada, estaba a punto de entregarse a una feroz follada con su mano cuando de pronto escuchó cómo la puerta del baño comenzaba a abrirse. Reaccionando como puedo, sacó la mano de su coño y la extendió sobre él mientras se llevaba el brazo izquierdo sobre los pechos para intentar tapar lo máximo posible los desnudos atributos femeninos de su cuerpo.
¡Está ocupado! –gritó sobresaltada. Sin embargo, el aviso no tuvo ningún efecto y la puerta se abrió del todo. Álvaro, el hermano de Laura, entró en el baño. - ¡Joder! ¡Que me estoy bañando!
Ya lo sé, pero me estoy meando.
Haber entrado cuando te lo he dicho. Espérate a que termine.
Estás tardando mucho, además antes no podía ir porque estaba jugando online y no hay pausa. –le explicó su hermano mientras pasaba al lado de la bañera y se dirigía a la taza.
¡Oye! ¡Pero no entres! ¿Qué crees que estás haciendo? –Laura protestaba cada vez más alterada mientras seguía intentado taparse como podía.
Ya te lo he dicho, voy a mear. No me aguanto más.
Ante la mirada incrédula de Laura, su hermano se detuvo delante de la taza. Ésta estaba situada a los pies de la bañera por lo que ella podía verle de perfil. Álvaro se bajó la cremallera de la bragueta e introdujo una mano por la abertura, tras unos segundo rebuscando en su interior, volvió a sacar la mano acompañada esta vez de otra parte de su cuerpo. Aunque Laura quería mirar hacia otro lado, no puedo evitar contemplar cómo su hermano sujetaba con dos dedos su pene en reposo y apuntaba con él hacia el centro de la porcelana. Sin previo aviso, un chorro comenzó a salir de la punta del miembro de Álvaro y soltó un suspiro de alivio. Tras unos segundos que a Laura le parecieron interminables, su hermano terminó y tras sacudirse el pene volvió a guardárselo en los pantalones.
¿Ves? No ha sido para tanto, ya he terminado.
Eres un cerdo.
Cuando Álvaro pasaba al lado de la bañera para volver a su cuarto, sus ojos se posaron en los pechos de Laura. Pese a que intentaba tapárselos con el brazo, debido a su gran tamaño la mayor parte de ellos sobresalían y quedaban a la vista.
¡Joder hermanita, vaya tetazas tienes! –no pudo evitar comentar al verlas.
¡Pero no me mires!
No, en serio. Las tienes enormes. Con las camisas anchas que sueles llevar no se nota pero ahora que te veo así… Guau. ¿Qué talla tienes?
¡A ti que te importa! Eres un guarro, deja de mirarme las tetas. ¡Soy tu hermana!
Vamos, si lo puedo averiguar fácil. ¿No me lo vas a decir? –mientras hablaba, Álvaro abrió el cesto de la ropa sucia y sacó el sujetador azul que se había quitado su hermana.- ¿Llenas esto? –exclamó asombrado mientras examinaba la gran cantidad de tela de las copas.- A ver la etiqueta… ¡Una 100! ¡Joder! ¡Vaya peras!
En serio Álvaro, vete ya. He tenido un día horrible, sólo me faltaba mi hermano viéndome desnuda.
Pero si no te estoy viendo nada. Te estás tapando todo. Pero ya que lo dices… ¿por qué no me enseñas las tetas? No he visto nunca unas de esa talla, me gustaría vértelas.
¿Qué? ¿En serio le estás pidiendo a tu hermana que te enseñe las tetas? –Laura se sentía por un lado enfadada por lo que estaba haciendo su hermano y por otro lado halagada del efecto de sus pechos. Además, seguía excitada ya que la habían interrumpido a media follada.
Sí tía, enséñamelas. Además, tú me acabas de ver la polla, me he dado cuenta de que no has perdido detalle.
Eso es culpa tuya por sacártela delante de mí. Yo no te he pedido nada.
Venga, si quitas el brazo te la enseño de nuevo. Además, me la has visto teniéndola pequeña, la verdad es que ahora mismo se me está poniendo dura.
¿Qué? Eres un guarro si te pones cachondo mirando a tu hermana.
¿Por qué? Con esos melones que tienes es imposible que no se me ponga dura. Aunque seas mi hermana. Mira si no me crees. -mientras lo decía, Álvaro volvió a bajarse la cremallera y sacarse el pene del pantalón. Sólo que esta vez, su mano sacó algo cuatro veces más grande que lo que había mostrado unos minutos antes.- Mira cómo me la has puesto y eso que no te las he visto totalmente al aire.- Su polla se mantenía ahora horizontal sin necesidad de sujetársela, completamente endurecida, las venas se marcaban en su tronco. La piel se había retirado de la punta y su glande estaba a la vista, algo humedecido, apuntando directo a Laura.
¡Joder! –es lo único que puedo exclamar Laura al ver el pene de su hermano completamente endurecido.
¿Qué te parece? –le preguntó mientras se acariciaba la polla sin dejar de mirar a su hermana. Sus dedos se deslizaban arriba y abajo a lo largo del tronco, moviendo la piel con ellos en cada pasada.
La tienes bien grande. ¿Cuánto te mide? –pese a su reticencia, Laura empezaba a excitarle la situación.
Normalmente creo que estaré en los 17 o 18 centímetros pero creo que si te veo las tetas me va a crecer más aún.
¿Qué pasa hermanito? ¿Quieres verme las tetas? ¿Te gustaría ver estas tetitas? –Laura ya había entrado al juego y estaba provocando a Álvaro.
¡Ufff! ¡Sí! –Álvaro estaba ya masturbándose en serio, de pie al lado de la bañera.
Mira, mira. –Laura retiró el brazo que cubría sus tetas y las dejó completamente a la vista de su hermano.
¡Ohh! ¡Qué maravilla!
Álvaro clavó la mirada en los pechos de su hermana. Sus aureolas oscuras estaban coronadas por unos grandes y duros pezones. Laura comenzó a acariciarse las tetas, cogiéndoselas y amasándoselas para que su hermano viera cómo se movían y su auténtico volumen. Él se masturbaba cada más fuerte y rápido mientras contemplaba el espectáculo. La mano derecha de Laura volvió a su coñito y continuó el trabajo que había dejado a medias. Sus dedos no tuvieron ninguna dificultad en volver a introducirse en su rajita abierta y la intensidad con la que entraban y salían era similar a la de los dedos de Álvaro frotando su polla.
Los dos hermanos permanecieron así durante minutos, dándose placer así mismos mientras miraban cómo el otro se tocaba. Él, de pie y completamente vestido únicamente visible la polla dura asomando por la bragueta. Ella, completamente desnuda, tumbada en la bañera con el agua cubriéndole todo el cuerpo a partir de los pechos. De pronto, Álvaro incrementó el ritmo de su paja para después dejar de mover la mano y agarrarse con fuerza el pene. Con un pequeño gemido de placer, un largo chorro de semen salió disparado hacia el cuerpo de Laura. La mayor parte cayó sobre el agua salvo un poco que acabó sobre el brazo de la hermana al interponerse en la trayectoria. Otros dos chorros de leche siguieron al primero, con la misma dirección pero llegando más lejos aterrizando sobre sus tetas. Dos últimos chorros terminaron de vaciar a Álvaro aunque salieron ya casi sin fuerza de la agotada polla y sólo volaron unos pocos centímetros antes de caer en el agua de la bañera.
- ¡La mejor paja de mi vida! –exclamó Álvaro extasiado mientras empujaba el prepucio hacia la punta y escurría los restos de leche de su polla para que cayeran en la bañera. –Joder, vaya corrida. Y tienes las mejores peras que he visto nunca. Deberías enseñármelas más a menudo. –dijo tras terminar de limpiarse el semen. Después se guardó el pene de nuevo y salió del baño.
Laura había contemplado inmóvil, con una mezcla de asco y excitación, cómo la leche de su hermano salía despedida hacia ella. Notó el primer impacto en su brazo derecho y después dos más en él y en su teta izquierda. Sentía la sustancia viscosa deslizarse por ella. Cuando volvió a reaccionar, su hermano ya se había ido. Sola, terminó lo que había empezado y continuó masturbándose mientras en su mente repetía una y otra vez la imagen de Álvaro tocándose mientras le miraba las tetas. No podía dejar de pensar en la reacción que habían provocado sus pechos desnudos y en la cantidad de leche que había salido disparada por vérselos. Finalmente, ella también llegó hasta el orgasmo. Uno de los más intensos que había sentido en mucho tiempo. Cuando después de lavarse de nuevo salió de la bañera, las tensiones y preocupaciones del día habían desaparecido.