El balneario de reposo (4: la cueva)

Hoy está programada una especie de excursión para ir a visitar las Cuevas del Dragón.

-Katy: -gronch gronch- y qué -gronch- vamos a hacer ¿hoy? -gronch gronch-

Charlo con Alfredo en nuestra habitación mientras almorzamos un surtido de frutos secos que nos ha traído Cecilia.

-Alfredo: pues hoy hay a nuestra disposición una extraordinaria actividad propia del balneario. Se trata de hacer una salida junto a los otros huéspedes e ir a visitar las Cuevas del Dragón.

-Katy: ¿cuevas? pero tienen aguas termales como la piscina?

-Alfredo: no no, nada de eso. Se trata de un gran conjunto de cuevas que hay en el monte. Haremos como si fuera una excursión el grupo de huéspedes que se haya apuntado a la salida, suelen ser de 20 a 30, y nos internaremos en la zona transitable del conjunto. Llevaremos también nuestra comida en bolsas como si fuéramos boy-scouts, y comeremos en la entrada, que ya está adecuada a ello con mesas y sillas.

-Katy: uy que bonito, como si fuésemos escolares. ¡Pues vidilla! tenemos que apuntarnos a la salida ¿no?

-Alfredo: sí, vete tú, que irás más rápido, vete a la recepción y díselo a la chica que maneja ahí que nos añadirá a la lista.

Sin demorarme un instante corro hacia la recepción, donde encuentro la misma chica que me recibió el lunes. Muy amablemente me hace un pequeño resumen de lo que será la excursión; saldremos a las 10 junto con un par de monitores y cada cual con las bolsas de comida que le ha sido entregada. Llegaremos ahí entre 11 y 12 y nada mas llegar nos internaremos en la cueva. La zona donde transitaremos está debidamente preparada e iluminada y no nos hará falta linterna alguna. La visita nos tomará una horita durante la cual también recibiremos las explicaciones del monitor acerca de cuantos años tiene la cueva, como se formó, historia, etc. En acabado saldremos a la entrada y coincidiendo con su hora comeremos. Dispondremos después de un ratito de ocio en que podremos hacer lo que gustemos, y a las 5 emprenderemos el camino de vuelta hacia el balneario.

-Katy: me parece fantástico, pues a las 10 estaremos aquí puntuales, el señor Alfredo y yo, Katy.

-Recepcionista: pues pasen ustedes un día alegre, y no olviden que los monitores estarán en todo momento a su disposición, si necesitan lo que sea no tienen mas que pedírselo.

Ilusionada como una niña regreso a nuestra habitación. Como supuse no encuentro a Alfredo pues estará haciendo sus habituales baños en la piscina. Sí encuentro peró a Cecilia, la chica del servicio que está limpiándonos la habitación.

-Cecilia: buenos días señorita Katy, ¿como le prueba el balneario?

-Katy: muy bien gracias, vine aquí como un capricho de niña pero estoy pasando unos días fenomenales. Hoy vamos a ir a visitar nosequé conjunto de cuevas que me ha contado Alfredo que están en el monte.

-Cecilia: oh sí, las Cuevas del Dragón, lo van a pasar ustedes fenomenal. Son una de las más particulares atracciones del Balneario de las Rozas. Están situadas en el cercano monte de...

-Katy: sí sí, tranquila que ya me lo ha explicado todo la recepcionista, y más nos contarán los monitores me ha dicho.

-Cecilia: por supuesto señorita Katy, no caí en ello. Pasen ustedes un buen día.

Me dice desde la puerta disponiéndose a marchar cargada con los enseres de limpieza.

-Katy: ya te contaré.

Con este despido Cecilia cierra la puerta y yo me pongo impaciente a esperar el regreso de Alfredo. Este llega al cabo de poco y en un tris-tras nos vestimos más adecuadamente para la salida que preparamos. Llegamos a la recepción que yo contemplo entusiasmada repleta de gente. A ojo debemos ser unas 20 personas. Hay un par de monitores, un hombre y una mujer, que se reconocen facilmente por ser jóvenes. Van equipados como verdaderos alpinistas, con sus mochilas, botas y un decisivo detalle consistente en un bloc con la lista de los integrantes de la excursión. Alfredo y yo les informamos de nuestra llegada ante lo que el monitor dice;

-Monitor: ¡venga, ya estamos todos, marchando!

La marcha en sí no pasa de ligero paseo. En 10 minutos salimos de la ciudad. Nuestro grupo, si no fuera por los monitores o por mi, parecería una excursión de la inserso, de estas que llevan los viejos a pasear, pues practicamente todos los integrantes son clientes del balneario mayores como apóstoles.

Durante la caminata se me acercan diversas veces alguna que otra vieja para charlar conmigo acerca de como conocí a Alfredo, cuantos días me quedaré, qué he conocido, etc. Ello hace el tránsito llevadero como una pluma, y no me he dado ni cuenta que llegamos a la entrada de la cueva.

-Monitor: bien, ya estamos, pueden ustedes dejar todo el equipaje junto a mi compañera, que se quedará en la entrada, y nosotros vamos a explorar la Cueva del Dragon.

Ordenadamente vamos entrando todos dentro, no es como algunos programas de tele que he visto de "al filo de lo imposible" que los espeleologos tiene que escalar dentro la cuevas con cuerdas y linternas en el casco, sino más bien como una "casa del miedo" de la feria, el camino está bien delimitado e iluminado. En resumen es precioso, las llamadas estalactitas que descienden del techo como lágrimas de piedra, junto a los extraños colores que componen la piedra hacen que parezca todo un cuento de hadas. Nos internamos dentro un buen rato, el monitor va dando de vez en cuando alguna que otra explicación sobre cosas geológicas, longitud de la cueva, e incluso alguna que otra leyenda arrastrada desde tiempos inmemoriales.

Yo tengo en el bolsillo un pequeño plan que llevo preparando desde nuestra habitación del balneario. En un momento dado pasamos al lado de una pequeña galería oscura y yo pienso "esta". Cuidadosamente ya había ido retrocediendo el paso de Alfredo y yo para quedarnos al final del grupo. Tomo Alfredo de la mano y haciéndole el gesto con el dedo índice en la boca -sssssssht- lo arrastro para ella. Nos insertamos un par de metros en la oscura galería y Alfredo dice:

-Alfredo: ¿que..

Su pregunta se ve rapidamente interrumpida por mis labios. Lo beso con golosería mientras en gestos (lo acaricio libidinosa) le voy explicando porqué nos hemos separado del grupo. Me comprende rapidamente y me responde (también en gestos) que está de acuerdo con mi idea.

Ambos nos desnudamos con presteza pues tenemos que concluir nuestros planes antes de que el grupo vuelva a pasar de regreso a la salida. Yo me agacho y al tiempo que le bajo los pantalones, le engullo la verga glotona. Se la mamo con desesperación pues sé que no puedo pasarme media hora comiendo, y tengo que degustarla sin pausa. Mientras se la como, me saco las prendas que he vestido para la salida y las tiendo en el suelo como alfombra, pues el suelo no es ni de cocha, ni de cesped, ni de arena, sino dura piedra. Me tumbo encima de la provisional colcha y le apuro:

-Katy: ¡venga ya!

Nuestros ojos parecen ya haberse habituado a la oscuridad que nos rodea, y con los escasos reflejos provinientes del camino iluminado las cosas se ven bien. Alfredo me penetra generoso y al primer impulso yo suelto un pequeño gemido.

-Katy: ¡aaaaaah!

Cual es mi sorpresa cuando al cabo de un par de segundos de yo gemir, el gemido vuelve a nosotros en forma de eco.

-eco: ooh....

-Katy: ...dios, esto tiene eco...

Digo alarmada en voz baja.

-Alfredo: sí, es otro de los enigmas de la cueva, será mejor que no grites mucho, sino quieres despertar al Dragón que duerme je je je.

Con esta pequeña broma vuelve a impulsar su cintura y me la mete otra vez profundamente. Yo me muerdo la lengua y dejo escapar el gemido pero en mudo aire, sin vibrar mis cuerdas sonoras. Alfredo y yo nos amamos un rato en el que, sobrepasándome, se me escapa algún que otro gemido más, que vuelve en dos segundos respondido por el eco del dragón. Primero Alfredo me folla en posición del peregrino, conmigo tumbada en las ropas tendidas. Después me pongo a 4 patitas y me vuelve a penetrar cual si fuéramos hombre y mujer de nehandertal.

La cogida de Alfredo es ruda y visceral como nunca la recuerdo. Como yo no me puedo quejar con mis gemidos, de tal rudeza, esta se desata y tira sin límites de mi. -Rudeza- sin embargo que acabo sintiendo deliciosa como nunca, a cada uno de los impactos de la cintura de Alfredo con mis nalgas.

Estoy aún con mi mente olvidada en la 4ª dimensión, cuando empiezo a oir las vozes del grupo que regresa. Con presteza nos vestimos y esperamos a que pase el grupo. Mientras esperamos ocultos, con mi mano metida en su pantalón, le digo.

-Katy: esto no se ha acabado aquí.

Una vez el grupo nos ha ya sobrepasado, nos unimos a él por detrás. No parecen haberse dado cuenta porque nadie parece alarmado por ninguna pérdida. En 10 minutos volvemos a salir al bosquecillo de la entrada de la cueva. Nos sentamos todos por grupos en diferentes mesas y comemos hambrientos las viandas traídas.

-Señora: ¿qué te ha parecido Katy? verdad que es bonita la cueva?


El resto de capítulos de esta serie no irán a la categoría "sexo con maduros" por eso os recomiendo la sigáis mediante mi ficha de autor: http://www.todorelatos.com/perfil/6005