El Baile IV

Tras la lluvia dorada, Javier sube a su habitación, esperando que la cincuentona amiga de su madre haga con él lo que le venga en gana.

Es recomendable leer los relatos anteriores para entender algunas situaciones que se dan en este.

Con la cabeza dando vueltas y la libido disparada, Javier se dirigía a su habitación. Había ocurrido, se había follado a la que había sido musa de sus pajas durante años. Es verdad que aquel encuentro no estaba entre ninguna de las fantasías que había tenido anteriormente con Rubi, así como las nuevas que se habían empezado a fraguar en la mente del muchacho desde que la madura lo sometió en el ropero…Aquello había sido distinto, se sentía sucio (literal y moralmente), pero a la vez pleno. Javier nunca había sido un “conquistador”, pero había hecho sus pinitos en el tema sexual y, en comparación, cada encuentro con la madura superaba con creces el anterior.

Siempre se había fijado en Rubi, que hasta hace unos pocos años conservaba dos buenas tetas que Javier se deleitaba en mirar cada vez que tenía la ocasión, pero los años no habían pasado en balde y la gravedad había ejercido su fuerza. Aquellos pechos, de haber sido de otra mujer, no le habrían llamado la atención, pero por el simple hecho de ser los suyos, le excitaban como nunca. Por otra parte, le atraía ese aire independiente que la mujer tenía. Es verdad que estaba en el mismo grupo de marujas que su madre y que no se perdía ni un solo hecho de la prensa amarilla, pero era mordaz en sus comentarios y era bastante ingeniosa. A Javi le caía bien. Además, su forma de vestir provocativa, rozando el horterismo, al chaval le parecía demasiado sensual. De ahí que, en la última fiesta que diera la pelirroja en su casa, el chaval aprovechara para robar unas bragas bastante sucias y masturbarse con ellas, siendo pillado por la mujer, dando lugar a toda esta historia…Mientras pensaba en todo ello, moviéndose con discreción por el hall del hotel (intentando esquivar a conocidos que pudieran verle y percatarse del olor a meados del chaval), notó como su móvil vibraba.

-“ ¿Qué te ha pasado? Te has ido corriendo cuando estábamos en la piscina” Era un mensaje de Marta

  • “Sí, lo siento. Me da vergüenza decirlo, pero creo que bebí más de la cuenta…No estoy acostumbrado a esto de la barra libre”  - contestó Javi, consciente de que la excusa era una estupidez de las gordas.

  • “Ya…” contestó ella. Pasaron unos cuantos segundos y en el Whatsapp aparecía el estado “escribiendo”.  Al rato, casi llegando a la habitación, Javi volvió a mirar el teléfono. “Estaba pensando en salir del hotel y visitar el pueblo. No me apetece nada ir al banquete…Si quieres venir, te espero a las 13:30 en la puerta del hotel”.

El chico no supo que contestar. Rubi iba  a subir a verle, y estaba deseando que ocurriera, pero era consciente que no podía estar en todo…Al final, se  decidió por contestarle un simple “Me intentaré escabullir. Es un plan estupendo” , aunque lo decía con sinceridad, sabía que era difícil, ya que sus padres lo estarían controlando, por no hablar de Rubi. La chica contestó con un corazón y un emoticono guiñando el ojo. A pesar de la inocencia de Javier para estas cosas, algo empezaba a “olerse” con la atención de la muchacha. Mientras entraba en la habitación un nuevo mensaje entró en el teléfono.

“Aunque me encanta la idea de follarte oliendo a mí, hay que prepararse para el almuerzo. No tenemos mucho tiempo, así que báñate y espérame. Deja la puerta abierta”

El chaval obedeció y se dio una ducha, olía al orín seco que se desprendía de su cara y cuerpo y le excitaba muchísimo. Una vez se secó, quitó el seguro de la puerta y esperó a su ama en la cama. Estaba a cuatro patas con el culo bien en pompa…Cuando se abrió la puerta de la habitación y la voz ronca de la madura rompió el silencio.

-“Vaya, vaya, ¡Pero qué bueno es mi perrito que ya sabe como esperar a su dueña!”

  • “Gracias, amor” contestó él.

Ella, en silencio se acercó al chaval y le propinó una fuerte nalgada. Él se quejó, más por la sorpresa que por el dolor en sí.

-“No seas quejica, que esto no es nada. Además, por lo dura que la tienes, diría que te ha gustado”

-“No lo esperaba, ama – dijo, lamentando ese “ama” – pero no puedo evitar que se me endurezca cuando tú estás cerca y me tocas. Por favor, amor mío, azótame.”

“jajajajaja – rio ella - ¿Te gustan los azotes?, ¡Nunca tienes suficiente, putito! Me gusta…” Pero en vez de volver a azotarle se sentó al lado del muchacho, que seguía en la misma postura. Estaba todavía vestida con el bikini rosa flúor de antes. Se rodó un poco la tela que cubría el pecho derecho, dejándolo a la vista… “Muerde.Lame.Come” fueron las palabras de la mujer, que a penas había dicho la primera, y ya sintió al chaval abalanzarse sobre ella. Los dientes del chaval mordieron con fuerza el pezón. Ella lanzó un aullido de dolor y placer.

-“AAAAUUUUUUSIIIIIIIIIIII. Joderjoderjoder. Eso es, perro, maltrata mis tetas. Magréalas ¿Las deseas?”

  • “Sí, te deseo a ti” decía el entregado Javier, mientras desvelaba el otro pecho y lo sometía a fuertes pellizcos.

La mujer estaba sentada aún al borde de la cama con el chaval torturando sus pechos, tal y como a ella le gustaba y había ordenado hacer. En aquella postura, el culo del joven quedaba expuesto. La madura aprovechó para azotar bien fuerte ambas nalgas.

¡Plaf! ¡Plaf! Retumbaban los golpes de la palma de la mujer en el culo de Javi. A cada nalgada, el chaval reprimía los gritos mordiendo el pezón de la mujer. Ambos estaban sufriendo y disfrutando.

“ Arg, puto, sí…¡Te voy a dejar el culo rojo! Si hubiera tiempo, te lo rompía como anoche ¿Te gustaría que te enculara otra vez?”

“Sí. Lo deseo”

“¡Pues te jodes que no hay tiempo, maricón! – tras lo cual dio una fuerte nalgada y abrió con ambas manos el culo del chico…”Dios, qué abierto lo tienes – dijo ella, dejando escapar un hilo de saliva que calló entre ambas nalgas y bañó el esfínter del muchacho – no me resisto…”

“Fóllamefóllamefóllameeeegg -sollozaba el muchacho al sentir como dos dedos se introducían en su culo, apenas lubricado y dilatado. Las largas uñas de la mujer le hacían daño y, justo cuando le resbalaban unas lágrimas sintió como la otra mano de la pelirroja agarraba su polla y lo empezaba a masturbar.

“Así, así mi putooo – decía ella, acelerando ambas manos. Los gemidos y alaridos del chico se escuchaban por fuera de la habitación. La experiencia de la madura le decía que el chico estaba por correrse. ¿Te vas a correr?, ¿Te vas a correr? Repetía ella,  a lo que el chaval repetía constantemente “siiiisiisiiiI”.

La polla del chico daba espasmos, avisando de la inminente eyaculación y, cuando Javier se preparaba para correrse, lo sintió. Aquella sensación era como si, de repente, mil toneladas de rocas le hubieran caído sobre los testículos, el mundo hubiera dejado de girar y todo se quedara en silencio excepto un agudo pitido. Y el dolor. El dolor que sintió cuando la Rubi le propinó un fuerte puñetazo en los huevos, justo antes de correrse.

Javier estaba doblado de dolor en el suelo, al que había caído de las rodillas de la mujer. Ella lo miraba divertida con las manos en las caderas. Le parecía muy cómico como el chaval se retorcía en el suelo de dolor. Con decisión, le puso uno de sus pies descalzos sobre la cabeza y, encendiéndose un cigarrillo, habló con tono autoritario.

“A ver gusano, ¿Qué esperabas? Si digo que no hay tiempo, no hay tiempo…Solo piensas en ti cuando que tienes que preocuparte por mi placer. Esta me la vas a devolver con creces”. Javier la miraba con el rostro lleno de lágrimas y cubriéndose la polla en posición fetal. “Eres una mierda de hombre, pero yo te voy a enseñar bien. Esta noche aprenderás” El olor a tabaco impregnaba la habitación, aunque esta vez, el fetiche de Javier no conseguía superar la barrera del dolor que sentía. Apartando el pie, Rubi se separó del chico y le preguntó “¿Dónde tienes el dilatador que te presté?”.

“En mi cómoda, amor” – Esa última palabra hizo que la pelirroja sonriera con malicia.

“Mírame, basura – le dijo, mientras se apoyaba en la pared, apartaba el bañador y dejaba al descubierto su flojas nalgas. Estaba introduciendo sin esfuerzo el plug en su ano – aaagggg siiii” Con una sonrisa, se dejó el dilatador puesto en el culo, se viró hacia el chico y, de cuclillas, lo agarró fuertemente del pelo para besarlo lascivamente.

“No todo va  a ser malo, corazón. Ahora vamos a bajar al banquete y esta noche la pasarás en mi cuarto. Seguro que en esta ocasión, no te olvidas de dar placer a tu dueña, ¿Verdad?”

-“No, amor”

  • “¡Así me gusta!! Dijo ella, dándole una cariñosa torta en el carrillo al chico – Vístete, y baja”

Ella abandonó la habitación, dejando a un Javier cada vez menos dolorido Javier en el suelo. Cuando el chico miró la hora, recordó la cita con Marta…Pero también la tajante orden de Rubi.