El Baile (III)

La mañana siguiente

Si no has leído las dos partes anteriores de esta historia, te recomiendo que lo hagas para entender ciertos acontecimientos.

Javier se deslizaba entre la multitud. Nadie le estaba haciendo caso realmente, pero a él le parecía que alguien lo iba a parar y descubrir el consolador con arnés que llevaba (mal) disimulado en la chaqueta. Por suerte para él, no fue así. En cuanto llegó a su habitación, guardó el falo morado en la maleta que había llevado para el fin de semana de la boda de su primo.

Con prisas, se desnudó y se miró al espejo. Tenía marcas por todo el cuerpo, especialmente en el cuello, pero no era eso en lo que estaba pensando…Solo quería mirarse para volver a ser consciente de cómo su libido le había conducido a todo esto. Le encantaba.  Ansioso, pero despacio, cogió las bragas sucias que su amante había dejado olvidadas en el ropero.  Tendido en la cama, comenzó a darse placer con ellas.

Empezó oliéndolas. Sabía que por muy “ordinaria” que fuera la amiga de su madre, que esas bragas no fueran limpias formaba parte del juego. El olor acre a fluidos, orín y más cosas lo volvió loco y en a penas dos minutos estuvo eyaculando sobre su pecho. Repitió aquel ritual de oler y masturbarse, al menos, otras tres veces, donde incluyó juegos con el plug que su “amor” le había regalado. Fue maravilloso. Sin embargo, la noche era joven y la fiesta seguía en el salón de baile del hotel.

Abajo, la pelirroja, había conseguido ligar con un tipo que, al parecer, había ido al instituto a la vez que ella…El encuentro con el joven Javier había estado muy bien, pero la verdad es que lo que le apetecía ahora era un hombre de verdad. Los dobles sentidos sobre lo  “bien que se puede pasar en una boda con un desconocido”, el hecho que ella dijera que su clase favorita había sido la de “lengua” y que “los exámenes orales” se le daban de fábula, eran la clase de “sutilezas” que esta utilizando para llevarse a aquél hombre a su habitación. Él tampoco es que fuera un dechado de ingenio, y las nada “indirectas” de la pelirroja hicieron efecto.

Aquella noche, aquel tipo llamado Gerardo folló a Rubi por todos sus agujeros. La madura quería ser penetrada y eso consiguió. Fueron dos buenos polvos en las típicas posiciones del misionero, el perrito…Que hicieron que ambos quedaran rendidos hasta la mañana siguiente. Él, se levantó más temprano y la contempló desnuda. “Tengo que dejar de beber tanto”, pensó, mientras se vestía y se marchaba de la habitación sin hacer ruido. También aprovechó para marcharse del hotel, ya que no había pagado habitación. El no conducir bajo los efectos del alcohol también fue un aliciente y “un polvo es un polvo”, pensó él.  A penas unas horas después, Rubi despertó y se dio cuenta de todo. El tipo tampoco era gran cosa, pero “una tiene su orgullo”, pensó.  “Podría haberse despedido”, pensó mientras, distraídamente se encendía un pitillo.

El joven no se podía quitar a la madura de la cabeza. Tanto así que, en vez de su ropa interior, se puso las bragas que había olvidado en el ropero. La calentura le estaba nublando el juicio, por lo que decidió refrescarse en la piscina del hotel. Hacía bastante calor, por lo que el chapuzón le sentó bastante bien. Además, en la piscina había un bar con barra libre para los invitados (tenías que llevar una de esas pulseras plásticas) y decidió que bebería “para olvidar”. Había mirado más de mil veces el teléfono, pero Rubi lo había bloqueado en todas las redes sociales, por lo que no recibiría nada nuevo de la madura…

-         Hola – dijo una voz detrás de Javier, que lo hizo girarse del taburete acuático donde estaba sentado. Detrás suyo, estaba sentada una chica de pelo castaño, con pecas y que llevaba un bikini azul marino. Inmediatamente, Javier desvió la mirada de los ojos de la chica a sus pechos…Eran pequeños, aunque se adivinaban redondos, duros y firmes. El pene del muchacho no tardó en reaccionar

-         Ho-hola – saludó él de vuelta, bastante cortado. Como no sabía qué responder, le dio un sorbo al cóctel de colorines que había pedido en el bar…

-         ¿Qué es lo que bebes? – preguntó ella sin dejar de sonreír- me gusta la mezcla esa de colores que tiene…

-         Pues es un “número 6”, según la carta. Lo pedí por los colores, no sé ni qué lleva – aquello hizo que la chica se riera, tapándose los dientes y achinando un poco los ojos. Era muy bonita.

-         Pensaba preguntarte qué llevaba, pero creo que me voy a arriesgar. Soy Marta, veo que estás en la boda de Luís.

-         Sí, es mi primo – se limitó a responder él, que no sabía como manejar bien aquella situación.

-         ¡Anda! ¡El mío también! Por parte de padre, así que tú debes de ser del otro lado de la familia. Así que tú y yo somos….

-         “Absolutamente  Nada” – dijo él poniendo una voz que imitaba a Rick Moranys en Spaceballs, lo que hizo reír a la muchacha, que no conocía la película, pero no esperaba la respuesta.

Los dos jóvenes estuvieron hablando largo rato en la piscina y bromeando. A Marta le parecía “mono” Javier, pero él no era consciente, lo que le hacía actuar con normalidad. Estaba siendo bastante ingenioso y gracioso, lo que atraía más a la muchacha, que no paraba de acercarse al chico, de tocarle en cada ocasión…Ligaba. Puede que Javier no se estuviera dando cuenta, pero alguien más sí era consciente de cómo los avances de la chica pasaban desapercibidos para él.

A varios metros de distancia, se encontraba Rubi, con un pareo y gafas de sol, acompañada de la madre del muchacho y de otras señoras. En otro momento, las últimas novedades “del Sálvame” y demás programas de la prensa amarilla hubieran sido un tema que habría captado la atención de la mujer…Pero que su ligue la hubiera dejado tirada sin más, le había molestado más de lo que estaba dispuesta a admitir, por lo que ella también daba cuenta de la barra libre, sin perder de vista a los jóvenes. Los celos comenzaban a comérsela.

Mientras tanto, Marta y Javier salían de la piscina en busca de sus toallas. Ella le había propuesto pasar del almuerzo-banquete y, aunque él no había captado del todo las posibilidades de aquello, estar con la chica le parecía muy buena idea.

-Déjame tu número y te doy una perdida – dijo la chica, risueña.

Cuando él fue a guardar el número de ella, pudo ver que tenía un whatsapp.

“Hola, perrito. Espero que te gustara mi regalo de anoche. En 10 minutos te quiero en el baño que está al lado de las hamacas. Usa el de minusválidos”.

Aquello puso muy nervioso al chico, que se excusó de muy mala manera cuando Marta le dijo si quería poner sus cosas cerca de su hamaca. Buscó a la pelirroja con la mirada…Y allí estaba.

El pareo y las gafas ocultaban parcialmente la cara de la mujer, pero era indudablemente ella: Las gafas estaban recubiertas de cristales de Swarovski, llevaba un bikini rosa fluorescente que no sostenía del todo bien sus tetas y que, sin duda, era para alguien mucho más joven que ella. A pesar de estar en la piscina, estaba maquillada, con sombra de ojos al estilo Amy Whinehouse (aunque algo más discreta) y con un collar de piedras grandes que trataba de tapar las arrugas del escote y con los labios pintados de un color entre violeta y rojo, a juego con el pelo.  Ella, consciente de la atención del chaval, encendió un cigarrillo, cuyo humo expulsó al aire de una manera un tanto exagerada.

Desde su sitio, vio como el chico caminaba rápidamente hacia el lugar  acordado, viendo como él giraba la cabeza varias veces para no perderla de vista. Aquel gesto hizo gracia a la veterana, que ya empezaba a excitarse. Cuando habían pasado 20 minutos, se levantó de la hamaca y se dirigió al baño de minusválidos.  Estaba ocupado.

-         Abre -dijo ella, con voz seca. Había estado bebiendo cócteles y tuvo que carraspear un poco.

En ese momento, el sonido del pestillo indicó que estaba abierto, por lo que la madura se limitó a empujar suavemente la puerta. Allí estaba Javier. De nuevo, desnudo, de rodillas y con la cabeza gacha. El pene lo tenía erecto, lo que gustó bastante a la pelirroja.

-         Bueno, bueno, bueno…Si tenemos aquí a “Babe, el cerdito paciente” jajajjaa – Rio cruelmente la madura – Me gusta.  Dijo mientras se quitaba las gafas de sol y las dejaba en el lavabo.

-         Gracias… - él levantó la mirada, por una vez, y con mirada dudosa. No sabía cómo quería ella ser llamada.

-         “Amor” – dijo ella, algo molesta. Cuando estés conmigo, soy tu amor, ¿Lo habías olvidado? – El alcohol  y la cachondez le impedían recordar que había sido bastante tajante con el muchacho el día anterior

-         Perdón, “amor”, dijo el mientras se agachaba y besaba los pies a la mujer. Aquello gustó a ambos

-         Bueno, mi niño pervertido, a pesar de ser tu “amor”, te he visto hablando con otras mujeres, y eso no me ha gustado nada – él intentó decir algo -Ah, ah ,ah -lo corrigió ella- ahora te callas. Sabes que si me decepcionas, te daré un buen bofetón.

Javier no decía nada. Aquella mujer sabía como jugar con él…y le encantaba. Ella intentó pasar y, el diligentemente, se apartó. Ella se limitó a acariciarle la cabeza al pasar, como haría alguien con un perro, pero las largas uñas de Rubi en contacto con el cuero cabelludo del chico, solo aumentaron la tensión sexual del chaval. Ella se sentó en el wáter, le acercó un pie a la cara y dijo “lame”.

La lengua de Javier no paraba. Lamía entre los dedos, el empeine, chupaba cada dedo indivualmente.  Ella se había apartado la parte baja del bikini y se acariciaba el clítoris.

-         Eso, lame perrito – susurraba ella – mira qué dura la tienes. Dan ganas de comértela.

Él resopló de gusto, pero no paró de lamer y, cuando ella le ofreció el otro pie, le dio el mismo trato que al otro.

-Así lame, “amorcito”, lame, Javi…Mi niño – gemía ella.  Vas a hacer que me corra. ¿Quieres que me corra en tu boca, como ayer? Me  follaría esa cara de niñato guarro que tienes, pero me gusta que lo pidas.

-         Sí, por favor, solo pienso ello. Dame tus jugos. Dame tu culo. Por favor, úsame

Ella se levantó de un salto, agarró al muchacho del pelo y, rodando el bañado, comenzó a frotar su húmedo coño contra la boca del chaval.

-         Eso es, lame, lame como me gusta…Joder, tengo ganas de correme en tu cara. Tu madre al lado y tú de rodillas comiéndome el coño.  Vio que él echaba mano a su pene y se masturbaba - ¡No! - Gritó enérgicamente – no te toques, déjame a mí o tendré que castigarte, y te juro que puedo ser muy cruel.  Aquello hizo que la mano del chico soltara su polla,  dirigiéndose a su espalda, donde la sujetó con la otra mano para evitar tentaciones. Aquello no hizo sino encender a la mujer

-         Joder, mamonazo, ¡Cómo usas la lengua! Voy a hacer contigo lo que me salga del coño este fin de semana…¡Qué rico!, arg, arg -el orgasmo se aproximaba y la lengua incansable del muchacho seguía pasando de los labios del coño al clítoris de la cincuentona. Ella se movía tanto, que las tetas, flácidas y colgantes se le salieron del sujetador. Finalmente, agarrándolo con dos manos, aprovechó que él tenía la lengua en su clítoris para correrse en la cara del joven.

La mujer resoplaba, aunque estaba en buena forma para su edad y el tren de vida que llevaba, aquello había sido agotador. Terminó de restregar un poco más el coño en la cara del chico, para dejar un poco de espacio y escupirle en toda la cara. Él no decía ni una palabra, solo se lamía los labios mientras se agarraba los brazos en la espalda.

La polla le iba a explotar, no podía sino pensar en ir a su cuarto a masturbarse otra vez con las bragas de la madura. Mientras pensaba todo ello notó un chorro caliente en la cara…Rubi estaba meándole la cara. Su primera reacción fue apartarse, pero la madura lo volvió a agarrar del pelo con fuerza, haciéndole daño…Por lo que decidió aguantar “el chaparrón”.

-         Eso, es así…Te dije que haría contigo lo que me saliera del coño ¡Y mira qué sale!, dijo ella en un tono de voz bajo, pero que denotaba excitación. Me tienes cachonda perdida, cerdo y voy a disfrutarte…Y tú lo disfrutarás. Sabrás por fin lo que es que una mujer te folle, y no una niñata con trenzas – masculló, sin que Javier escuchara esto último.  Síéntate  ahí – dijo señalando el wáter.

Ella, se terminó de quitar las bragas, se sentó sobre el chaval y dirigió la polla del chico a su encharcado coño.

---Ahhhhh – gimieron al unísono. Cuando hubo entrado toda, ella empezó a hacer movimientos circulares para acostumbrarse al tamaño del pene del chaval. No es que fuera gran cosa, ni que fuera malo, pero la edad es la edad…Mientras, ella torturaba los pezones de él con dolorosos pellizcos, retorciéndolos, acallando los gemidos y quejidos del chico con su boca. Cuando estuvo a punto, ella al chico del cuello, fuerte, haciendo que este se asfixiara.

-         Abre la boca – y mientras el chico obedecía, ella introducía las bragas de su bañador en la boca del chaval. Cuando acabó de metérselas, comenzó una cada vez más salvaje cabalgada de la polla del chaval. Ella lo sujetaba ahora del cuello y lo insultaba, mientras lo abofeteaba…Eso es niñato de mierda, dame tu polla, que es solo mía…¿Verdad?

-         Mpji – dijo él también asintiendo, mientras pasaba a coger las blandas tetas de la mujer y las magreaba

-         Eso, apriétame las tetas, puto, que me duela -susurraba ella casi con rabia y él obedecía, causando gemidos que la madura acallaba mordiendo el hombro de su joven amante. Fóllame, joder, joder. Lléname el coño de leche, que sé que lo deseas…

En ese momento, Javier, desatado, se levantó con la flaca madura en vilo y la empotró contra la puerta del baño empezando un rápido bombeo que los estaba llevando a ambos al delirio. Ella le quitó las bragas de la boca y lo besó, para luego escupirle en la boca, como a ambos les gustaba.

Ella se agarraba a él con las piernas, y las embestidas del chico eran cada vez más fuertes. Los gemidos de ambos y el contínuo golpear contra la puerta se escuchaban desde fuera, para diversión de muchos de los inquilinos del hotel y morbosos varios, que se agolpaban en los alrededores, pendientes de observar quién saldría de los baños. Mientras tanto, dentro, ella clavaba las uñas en el pelo de él mientras el chico lamía el cuello de la mujer sin dejar de bombear.

-         Eso es putito, ya empiezas a comportarte como un hombre. Córrete en mi coño de una puta vez, no sé a qué mierdas esperas…

-         A que me des tu permiso, por favor – dijo el mordiendo la oreja de su amante -¿Puedo correrme ya?

-         Aquello desató la risa de la madura, quién lo premió con un beso y le dijo - ¡Córrete puto de mierda, que me tienes  el coño hambriento! ¡Tequierotequierotequiero! -decía ella moviendo sus caderas al ritmo de las envestidas de Javi.

Con esas palabras, Javier empezó a correrse. Sentir la leche caliente del joven que, en comparación de su amante de la noche anterior, era un torrente, hizo que la madura se corriera sin reprimirse…Cuando recobraron el aliento, se miraron y se besaron muy suavemente. Él la bajó y la ayudó  a recomponerse la ropa. Sabían lo que les esperaba fuera, y aunque a Rubi esas historias le daban bastante igual, casi le dio pena del pobre chaval.

-         Ahora no digas nada, vístete. Solo obedece como siempre

El chico, que cada vez estaba más encantado con aquella dinámica, obedeció sin decir media palabra. Cuando ella se colocó bien el bikini, se limpió el maquillaje y se colocó sus abalorios, cogió al chico de la mano y se dirigió a la puerta del baño.

“Vaya, es una mujer magnífica. Le importo. Me ama” – pensó él, notando como se le inflaba el pecho

Cuando salieron, cogidos de la mano. Un Socorrista, se acercó, raudo, a la pareja para reprenderlos y llevarles ante la dirección del hotel, pero cuando el musculado trabajo quiso decir algo, Rubi habló primero.

-         ¡Ay, menos mal que está usted aquí! Mire, es que mi hijo se ha meado encima…Está que da pena – El socorrista miro a la mujer pero, nuevamente, ella habló antes, aunque en un tono algo más bajo – es que, mira, él es un poco “especial”…Y no puede contenerse con estas cosas. Le entró un ataque de ira, que mire como hemos acabado. ¡Podía haberme hecho mucho daño! – dijo ella, esperando explicar las marcas de ambos.

-         Señora, se escuchaban gemidos y ruidos claramente sexuales…

-         ¿Qué está insinuando? ¿Que me he follado a mi hijo? - ¡Plaf! Sonó la fuerte bofetada de la pelirroja, lo que  acabó de desconcertar al vigilante de la piscina - ¿Es que no le ve la cara?

-         Disculpe, señora, no he querido…

En ese momento, salía una pareja joven del baño. Habían entrado por separado y ni se conocían...Pero el Socorrista ató cabos y dejó a Javier y a  Rubi, para ir a increpar a la joven, y desconocida, pareja.  Ella, en un susurro, le dijo “Esto no ha acabado aquí, ve a tu habitación”. Javier solo asintió y obedeció, metido en su papel de disminuido.