El Baile (I)

La boda de un primo le permitirá a Javier tener la experiencia sexual que tanto ansía.

El baile era un completo aburrimiento. O por lo menos lo sería de no ser por Fabiola, pensaba Javier. Su prima era el centro de todas las miradas, y no era para menos: 1,70, 90 de pecho, un trasero bien puesto, rubia de ojos verdes y unos labios que hacen volar la imaginación.

Javier la miraba con fijación y morbo desde su esquina, deseando que ella lo mirara al menos una vez, que lo sacara a bailar y le besara como estaba besando a aquel tipo calvo y musculoso, amigo del hermano de la rubia, y anfitrión del evento: Era su boda. No es que Javier fuera feo, pero tampoco era demasiado atractivo, muy del montón, escuálido a pesar de sus 22 años  y con demasiado vello corporal en según qué partes…En ese momento, su móvil vibró con un mensaje. Nervioso, lo abrió y leyó las siguientes palabras:

“Deja de mirar como un imbécil. En media hora te quiero preparado en el guarda abrigos. No se te ocurra llegar tarde. Besitos”.

Ya Javier sabía qué significaba aquello, por lo que no quiso hacer esperar a su “cita” y se levantó raudo, cruzando a paso ligero el enorme salón, apartando a todos con prisas. Su madre, que lo vio corriendo apurado, le hizo señas para que se acercara…

-          Javi, ¿A dónde vas tan rápido?

-          Vo-voy un momento a la cocina, me ha dado un pequeño mareo, y voy a ver si les queda algo de dulce para subirme un poco el azúcar…

-          Javi, disculpa, mi niño – en ese momento, Javier giró la cabeza y posó su vista en la mujer con la que su madre estaba hablando antes de llamarlo. Se llamaba  Roberta, aunque todos la llamaban “Rubi”.

Era un poco mayor que su madre, sobre los 56,  algo flaca, con un pecho que en algún tiempo hubiese sido generoso, pero ahora se adivinaba un poco caído, de pelo teñido de rojo y con un corte al estilo de Betty Page. Aquella noche vestía un traje estampado de  leopardo.

Quería aparentar ser una mujer “pija” o “estirada”, pero la verdad es que era bastante “bajuna” a veces, y su ostentoso estilo de vida se debía simplemente a un matrimonio con un señor bastante mayor que ella, con dinero, y que había fallecido dejándoselo todo a su mujer. En pocas palabras, había pegado un “braguetazo”, y no era más que una mujer de barrio a la que le habían caído de golpe unos buenos cuantos millones y ni sabía cómo gastarlos.  A Javier no le caía demasiado bien, pero era amiga de su madre…

-          Dime, Rubi, ¿Qué pasó?

-           Oh, nada, me preguntaba si podrías hacerme el favor de ir a mi coche y coger de la guantera mi paquete de cigarrillos…Ya sabes que es un vicio que no consigo quitarme, pero estoy aquí con tu madre tan entretenida, que me da pereza…¿Vas tú, cielo?

-          Claro, no hay problema –dijo Javier, aunque no quería llegar tarde al vestidor, no podía ser desagradable con la amiga de su madre y arruinar por una tontería su coartada.

-          Gracias, eres un Sol. Ten, aquí tienes las llaves…¿Sabes cuál es? Es el BMW rojo al lado del todoterreno de tu padre, no tiene pérdida.

-          Ahora mismo vengo.

Javier, bastante fastidiado, salió corriendo y fue al coche, cogió la pitillera de plata con el nombre de su dueña grabado mientras pensaba “Qué hortera es, la pobre”. Pero una vez dentro del edificio, no consiguió encontrar a la dueña de la cajetilla, y hubo de guardarla. Una vez más, su teléfono vibró al llegar un segundo mensaje:

“Ya  llegas tarde…No sé qué estarías haciendo, pero cuando vaya, espero por tu bien que esté todo a mi gusto”.

Acongojado, el chico guardó el móvil, y olvidando el buscar a la amiga de su madre, fue corriendo a hacer lo que le habían ordenado que hiciera. No pasaron ni quince minutos, que la madre del chaval y Rubi volvieron a la mesa. Venían del baño, ya que la madre de Javier había bebido un poco y se encontraba mal.

-          ¡Ay, Rubi! ¡No sé qué haría sin una amiga como tú!

-          Jaja, probablemente, nada…Oye, ¿No está tardando mucho tu hijo?

-          Pues sí, qué raro…Seguro que no sabe dónde aparcó su padre, y está como un tonto dando vueltas por el aparcamiento.

-          Puede ser…Oye, Luci, siento dejarte así, pero ya sabes que tengo el mono de un pitillo, y…

-          ¡Bah! ¡Cáncer debería de darte, vieja viciosa! ¡Ve, y deja a tu amiga desamparada! –hizo Lucía con un gesto melodramático bastante exagerado, denotando el carácter jocoso de sus palabras.

-          Jajaja, serás perra…Vuelvo en un santiamén. ¡A ver dónde anda tu hijo metido!

La madura pelirroja salió  del salón de baile, giró un par de pasillos  entrando por una puerta hacia una estancia a oscuras, en vez de salir al exterior. Tanteó la pared buscando el interruptor y cuando dio con él, encendió la luz, que reveló una dantesca escena: Javier estaba desnudo, amarrado a la barra del ropero por las muñecas, con un tanga de mujer rosado de encaje y una bola-mordaza en la boca . Su sorpresa fue mayúscula, y se quedó un rato sin palabras…hasta que rompió el silencio, dirigiéndose al chico maniatado.

-          Bien, no te creía capaz de hacerlo. Te felicito, mi amor. Está todo a mi gusto.

Javier solo levantó la mirada hacia la madura en ese momento, y enseguida la bajó con sumisión. Espero que no te dejaras nada en el coche, “putita” – continuó con desprecio la pelirroja mientras cerraba la habitación-armario con el pestillo que tenía la puerta – quiero pasarlo bien esta noche, y que me des todo lo que me has prometido…

Javier seguía mirando al suelo, pero el minúsculo tanga de mujer ya no conseguía contener su pene, que se salía por la goma de la prenda femenina.

-          Pero, ¿Qué tenemos aquí?, ¡Si mi zorrita está cachonda!. Eso me gusta. Me gusta mucho. Me habías prometido ser una cerda, y espero por tu bien que lo seas –en aquel momento, el pene de Javi había alcanzado su máxima longitud, que sin ser enorme, era algo que destacaba, especialmente con la minúscula y rosada penda que lo oprimía.

Rubi se acercó al muchacho  con paso decidido, y mientras con una mano masturbaba al joven, con la otra lo agarró del pelo, haciendo que levantara la cabeza, mientras le decía

-          Ni se te ocurra correrte, perrita. Esta noche prometiste ser  mía y disfrutarás cuando yo quiera que lo hagas, ¿Entendido? . “Mpji” contestó Javi, a causa de la bola de goma que tenía metida en la boca. ¿Cómo?, Creo que no te he entendido – en ese momento, la mano que masajeaba el miembro del joven empezó a subir y bajar más rápido y con mayor destreza el prepucio . El joven solo pudo responder con otro sonido ininteligible, a causa del enorme placer que la mujer le estaba dando con su mano y por la pelota de goma.

-          Cerdo, creo que voy a quitarte la mordaza, quiero escuchar como gimes con mi mano. Soltando la cabeza ,  apartó la mordaza y repitió la pregunta- ¿Te gusta? ¿Disfrutas, zorra?.

-          Siiiiiiiii – fue la respuesta de Javier mientras llenaba de esperma la mano y parte del vestido de Rubi. Ella no dejaba de pajearle mientras seguía saliendo semen del miembro del chaval. Ella, mientras tanto, acallaba los gemidos del chico con un tórrido beso, donde las lenguas de ambos exploraban con ansia la boca del otro. Cuando el chico terminó de correrse, ella le dio un suave “piquito” en los labios a su joven y sumiso amante.…

¡Plaf! Sonó en toda la sala el sonoro guantazo de la madura. Muy bajito y cerca del oído del muchacho, con una voz que denotaba rabia, le dio:

-          Hijo de puta, te has corrido sin mi permiso…Estoy muy mojada y tú has sido tan desconsiderado como para correrte sin preocuparte por mí, si yo quería disfrutar un poco más del control sobre tu cuerpo –en ese momento soltó la polla del joven y le agarró firmemente el pezón derecho -, esta me la vas a pagar…Ya lo creo.

-          Lo siento, ama –dijo él, muy sumiso.

¡Plaf! Otro bofetón

-          Si no recuerdo mal, perra, esa no era la forma de dirigirte a mí…

-          Perdón, “mi amor”, - decía el, con algunas lágrimas corríendole por la mejilla, y con tono humillado  - no pude evitarlo. Estaba muy excitado, y al tenerte tan cerca, hablándome, no pude aguantar más…

-          Chsss –dijo la madura, ahora cambiando el tono y acariciando la cara del muchacho, mientras este trataba de besar la mano de su amante, le dijo tiernamente – lo sé, lo sé, pero tengo que castigar tu egoísmo, cariño…

Rubi empezó a desnudarse delante del chico. Era la primera vez que él veía el cuerpo de la pelirroja, pero le causaba mucho más morbo que cualquier posibilidad que hubiese imaginado en la cantidad de pajas que le había dedicado a la veterana. Ciertamente, sus pechos estaban caídos, parecían dos globos carnosos desinchados, cuyos pezones apuntaban al suelo. El vientre, aunque plano, ya denotaba que la piel era ya un poco flácida, al igual que ocurría en las nalgas y muslos de la madura, que a pesar de los presumibles buenos cuidados, ya tenían piel de naranja y estrías. Sin embargo, eso no hacía sino endurecer el miembro del chaval.

Ella, consciente de la inexplicable atracción que ejercía en el muchacho,  se tomó su tiempo, y cuando estuvo completamente desnuda,  buscó con la mirada la cajita plateada, luego miró sensualmente al joven, y mientras se encendía un cigarrillo, se abrió de piernas y empezó a masturbarse delante del chico, dando caladas de cuando en cuando.

-Te gusta verme fumar, ¿Verdad?

-S-sí, dijo Javier con una mezcla de vergüenza y excitación en su voz

-Lo sé, siempre fuiste un pervertido. Siempre noté como me mirabas, especialmente mientras fumaba…Lo que no pensé es que tuvieras los huevos de venderte así por un beso mío.

-Sí, “mi amor”, llevaba tiempo deseando tus labios, y cuando me propusiste esto a cambio de un beso, no pude sino aceptar.He estado esperando esto mucho tiempo, que me pillaste oliendo tu tanga  de la cesta de la ropa en aquella fiesta en tu casa, ha sido lo mejor que me ha pasado.

-Siempre te he puesto cachondo, ¿verdad?

-Sí, Rubi, mucho…

Ella no dejaba de fumar y de tocar sus depilados labios vaginales, dando suaves toques a su clítoris, en troduciendo algún dedo de cuando en cuando…

-¿Y quieres que disfrute? ¿Que disfrute de verdad? – decía la madura entre gemidos.

-Si, claro que sí, “mi amor”. Sabes que prometí ser tu cerda a cambio del tanga y que no se lo dijeras mis padres...Por eso me lo he puesto esta noche, - con cada palabra del muchacho, el ritmo de los dedos de la veterana, aumentaba- para que vieras cuántas ganas tengo de ser tu cerda.

-Aarghh, aaarghh -gemía la madura, con los ojos completamente cerrados, completamente tumbada en el suelo, con la punta del cigarrillo convertida en una afilada montaña de ceniza, enfrente de su mani atado amante-esclavo. A esas alturas, el pene de él volvía a apuntar al techo y sus huevos volvían a estar cargados de esperma.

La madura, ya demasiado caliente con el juego, se levantó, se dirigió al chico, le mordió un pezón, y comenzó a desatarlo. Una vez libre de sus ataduras, Javier, lejos de abalanzarse sobre la caliente amiga de su madre, esperó sus órdenes.

-De rodillas-  dijo ella, mientras tiraba la colilla y la pagaba con los tacones que aún conservaba puestos.   El chico obedeció la orden, y cuando estuvo en esa posición, sin mediar palabra, la mujer plantó su húmedo coño en toda la boca de él.

-¡Vamos cabrón! ¡Cómeme el coño, y no te olvides de mi culo!

El chico sacó la lengua, pero apenas tuvo que moverse, ya que la mujer empezó a follársele la cara a un ritmo demencial. Con ambas manos le sujetaba la cabeza mientras movía las caderas. Él  se agarraba a las nalgas de ella, intentando dar el máximo placer a su veterana amante. La mujer decía incoherencias, profería insultos y gemía- El solo sorbía y lamía ambos agujeros como podía.

-Joderjoderjoder, cabróooooooonnnn, chilló ella mientras el orgasmo atravesaba su cuerpo. De no haber sido por la fuerte música que procedía del salón de baile, todos se hubieran enterado de lo que allí ocurría.

Desmadejada, la mujer cayó al suelo, al lado del agotado Javier, y sin importar que él tuviera la cara llena de flujos, comenzaron de nuevo a besarse apasionadamente. Cuando pararon, ella  se le quedó mirando fijamente a los ojos, y le dijo muy seria.

-          ¿Estás seguro que quieres seguir?

-          Sí, contestó  el totalmente decidido

-          Pues pídemelo

-          Por favor, Rubi, “mi amor”: Fóllame el culo.