El baile de los demonios.

Cuando hablamos de sexo.. Quién tira la primera piedra.

Al hilo de los relatos de mi historia, contada por Hansberville, autor de todorelatos.

Llegas a tu casa un viernes de madrugada, y sobre la cama, te encuentras a una adolescente de 18 años recién cumplidos, dormida, acurrucada, reconoces una de tus camisas sobre su cuerpo, ligeramente abotonada, mostrándote el inicio de sus pechos, su pierna derecha, encogida, deja casi al total descubierto su trasero, su melena rizada dibuja líneas sobre su rostro, dejando atisbar el brillo de sus jóvenes labios.

Tienes más de 40 años y el botón de tu morbo, ese de las fantasías, deseos más prohibidos, y perversiónes ocultas, se está preguntando si accionarse o no, si actúas como un adulto sensato o dejas salir a tus demonios.

Imagino así aquella escena.... El mundo sexual de cada uno es inmenso, desbordante, brutal en algunos momentos, si cruzas la línea, es difícil volver atrás. No puedo culparle por hacerlo.

En mi caso, yo era aquella adolescente, y el actuó con cierta coherencia, me despertó, no le dio importancia y todo quedó en anécdota aquella noche, pero los demonios, ya había comenzado el baile, y viendo que podían hacerlo, pulsaron unánimemente ese botón.

Supongo que fue inevitable aquel kimono, y ordenar que me lo pusiera tentando a la suerte, supongo, que sirvio aquellos whiskies con una sonrisa en su cara y su polla creciendo en su entrepierna, su primer orgasmo, mental, al verme aparecer con la prenda dispuesta a todo.

Sus besos sobre mi cuerpo fueron el pistoletazo de salida de 4 años de sexo desenfrenado, su polla follando mi boca, de rodillas en su salón, el fin de mi inocencia, su forma de no decir mucho y conseguirlo todo, la antesala de mi gusto por los hombres Dominantes.

Un tiempo, donde en lugar de acudir a casa al salir de mi último año de colegio de monjas, acudía corriendo a verle, tiempos, donde la falda que me levantaba no era la de un vestido ajustado y si la de mi uniforme gris de colegiala. Días de whiskie, no de refrescos, necesario para dar afrontar el baile de sus demonios.

Noches de taxis a su casa, de madrugada, donde me esperaba en la puerta mostrando al taxista su victoria, donde me ponía de rodillas en el ascensor según subíamos, y me folla a contra la pared nada más atravesar la puerta.

Mañanas donde lo único que desayunaba era mi cuerpo a 4 patas, vestida con aquella misma camisa, duchas que me hacían sentir mujer, con el agua limpiando mi cuerpo mientras su polla entraba de nuevo en mi garganta.

Orgullo, cuando a solas, con el pub cerrado, desnudaba mi cuerpo lentamente para él, cuando alimentaba su morbo de sexo no convencional y me apoyaba sobre aquellos taburetes moviendo mi culo desafiante, recibiendo su deseo.

No puedo reprochar mucho, cuando vencido el pudor inicial, me convertí en la mujer que quería, la que seguía su juego, la que le provocaba rozando su miembro delante de sus hijos pequeños, la que se mostraba como un trofeo delante de sus conocidos,  y no dudo nunca en darle placer cuando y como quería.

Si hablamos de sexo, de morbos y deseos oscuros, no hay mucho más que decir, si los demonios quieren bailar y les invitamos a ello, se abren las puertas del infierno, para hacernos tocar el cielo.

Soy laura, y recordar mi historia, trae demasiados recuerdos.