El baile de las mariposas (II)
Malena pensó que ya había llegado el momento, que si seguía corría el riesgo de perderse su parte de la recompensa. Se quitó las braguitas pero se dejó las medias de seda negra, se subió encima y empezó a pasar sus mojadísimos labios vaginales a lo largo del pene moviendo la pelvis adelante y atrás.
Para hacer más comprensivo el relato recomiendo leer la primera parte “El baile de las Mariposas”. Agradezco enormemente los amables comentarios recibidos en el capítulo anterior.
Malena yacía en la cama boca abajo y con las manos atadas sobre su cabeza. Llevaba las braguitas, las medias de seda y el antifaz. Se recuperaba de un estado de semiinconsciencia provocado por la profundidad de su orgasmo.
Hacía algunos años que había encontrado su punto G pero el descubrimiento de su punto X era reciente. El punto X es ese que se encuentra entrando en el cerebro al fondo a la derecha, justo después del departamento de tabúes, miedos y “¿qué dirán?”. Se había dado cuenta que teniendo en permanente excitación al punto X la sensibilidad de su punto G y del clítoris aumentaba de manera exponencial. Quizá se refieren a ello cuando hablan de “pajas mentales”.
Su cerebro se reamuebló tras una visita al ginecólogo. En la exploración mamaria le detectaron un pequeño bulto que precisó de una mamografía para su diagnóstico. Los días de espera fueron eternos y nunca pensó que su mente podía generar tantos pensamientos por segundo. Afortunadamente se trataba de un nódulo formado por una alteración del tejido mamario, pero la aparición de ese nódulo se convirtió en un punto de inflexión. Al salir de la consulta entró en una cafetería, fue directamente al baño y lloró. Después de serenarse se sentó en una mesa de la terraza y encendió un cigarrillo.
Se dio cuenta de que su centro de gravedad físico se encontraba a la altura de su ombligo, pero el de su mente estaba varios meses por delante. Se pasaba el día pensando en lo que tenía que hacer la semana siguiente, el próximo verano o incluso las Navidades para las que faltaban 7 meses y no estaba saboreando el hoy, el ahora. De pronto, los caprichos del destino le daban una noticia como la que acababa de vivir y su centro de gravedad mental volvió a su ombligo.
Llevaba 17 años casada con Julián. Había estado muy enamorada de él, y ahora le quería mucho. No es lo mismo. Cuando compartes tu vida con alguien tantos años pasa de ser tu motivación a ser casi un derecho adquirido. Todo esto se acentuó al trabajar juntos en su negocio de telefonía móvil. Al principio tenía que ser ella la que frenara un poco las ganas de Julián a tener sexo a diario, y ahora era ella la que tenía que motivarle para hacerlo un día a la semana.
Los 2 últimos buenos polvos que recordaba coincidieron con la final del mundial de Sudáfrica en la que Julián le soltó con ojos de vicio “ponte la camiseta de Iniesta y hazme una mamada” y la última fiesta de carnaval en la que Malena se disfrazó de iPhone 4S sexi. Estaba claro cuales eran sus 2 grandes pasiones.
Se estaba bien en esa terraza. Había pedido un café, pero llamó al camarero y le dijo que mejor un gin tonic, cogió su móvil, abrió el wassap y cambió su estado de “en el trabajo” por “Carpe diem”. Llamó a su peluquera para pedirle cita esa misma tarde y se fue directa a El Corte Inglés donde se gastó casi 300€ en un conjunto de lencería precioso de La Perla.
Seguía en la cama del hotel. Sintió como Javi le acariciaba desde la cintura hasta la nuca, siguió por sus hombros hasta llegar a sus manos. Deshizo el nudo, le dio la vuelta, bajó sus brazos y la tapó con la sábana. Encendió un cigarrillo, lo dejó en el cenicero y le quitó el antifaz despacio. A Malena le costó unos segundos acostumbrarse a la luz. Notó que le acercaba el cigarrillo a sus labios ofreciéndole una calada. Parecía que le estaba leyendo el pensamiento. Le dio las gracias con una mirada y él le correspondió con una sonrisa. Pasaron unos minutos en silencio mirándose a los ojos, acariciándose la cara, jugando con su pelo.
-Javi ¿Me haces un favor?
Él abrió los ojos interrogante.
-Carpe diem. Fóllame esta noche como si no hubiera mañana.
Ese fue el pistoletazo de salida que transformo un momento tierno en la más ardiente de las hogueras. Sus bocas se unieron poseídas por un ente propio obsesionado por hacer el amor por su cuenta y sus manos empezaron a recorrer la piel ajena. Malena empezó a desnudarle con tanta ansiedad que un botón de la camisa salió proyectado rozándole una oreja. “¡Jodidos botones! ¡Los carga el diablo!”
Le quitó los pantalones y los boxers duraron menos que un cambio de ruedas del equipo Red Bull. Automáticamente su mano derecha se apoderó del miembro y pasó las largas y arregladas uñas a lo largo del tronco mientras que con la otra mano hacía lo mismo por el perineo. El escalofrío de él provocó la sonrisa morbosa de Malena. En un principio Javi esperaba que le pusiera el antifaz, pero ahora se alegraba de no llevarlo porque le hubiera privado de disfrutar de una maestra en comunicación no verbal en expresiones de sensualidad, provocación y morbo.
Malena empezó a lamerle el cuello mientras seguía rozándole suavemente con sus uñas el miembro y los testículos. Pasó a sus pezones que se endurecieron al extremo de poder cortar cristal. Fue dejando un reguero de saliva indicando el camino recorrido mientras de vez en cuando levantaba los ojos y le miraba desafiante. Quien ha visto esa mirada sabe que sus efectos sobrepasan con creces los que se obtienen por tomar 10 viagras de golpe. Al llegar a su ombligo jugó con su lengua él. Seguidamente se incorporó hasta quedar de rodillas entre sus piernas, se cogió los senos con las manos y empezó a tirarse de los pezones. Dejó caer saliva en ellos y la esparció por sus tetas quedando brillantes y luminosas.
-Nene ¿Has pasado ya la etapa del destete?
- No, y espero morirme sin conocerla.
Se sorprendió él mismo teniendo una ocurrencia graciosa en el momento en que toda la sangre de su cuerpo se acumulaba de tal manera en su pene que seguro que el corazón había tenido que anular todos los permisos a los glóbulos rojos que estaban de vacaciones.
Cuando Malena notó que tenía los pezones como para reventar, le lanzó un beso al aire, se lamió el labio inferior y se agachó hasta que dejó las tetas a la altura de la barra que tenía ante sus ojos. La cogió, le dio un beso con lengua en el glande y la puso entre ellas empezando un sube y baja mientras en la posición “baja” lamía las gotas preseminales que iban saliendo. Tras unos segundos, empezó a pasar el pezón a lo largo de todo el miembro hasta que lo puso en el orificio del prepucio como si lo quisiera follar.
Javi notaba como la hiperproducción de semen hacía que casi le dolieran los huevos. Ese baile de mariposas que añoraba en su estómago no sólo había llegado, si no que las mariposas se habían convertido en Pterosaurios hambrientos y enloquecidos.
Malena pensó que ya había llegado el momento, que si seguía corría el riesgo de perderse su parte de la recompensa. Se quitó las braguitas pero se dejó las medias de seda negra, se subió encima y empezó a pasar sus mojadísimos labios vaginales a lo largo del pene moviendo la pelvis delante y atrás. Se mordía el labio y cerraba los ojos cuando el capullo le rozaba el clítoris.
-¿Quieres metérmela?
-Pfffffff
-Dímelo.
-¡Quiero metértela hasta el fondo!
-Repítelo.
-¡Quiero meterte la polla hasta que los huevos no dejen entrar más!
-Te voy a follar marinero.
-Sí, fóllame.
-Me voy a empalar en la tranca que me está destrozando el clítoris.
- Me tienes a reventar.
- Fóllame como si no existiera el mañana.
Ella levantó una pierna, cogió la polla con la mano y la encaminó a su vagina. Metió sólo la punta y se quedó quieta. Empezó a dejarse caer y notó como iba entrando despacio milímetro a milímetro. Mientras iba entrando los dos tenían la boca abierta como si les faltara el aire y salía de sus adentros un quejido agonizante. Cuando llegó al final se quedaron quietos, mirándose, sin respirar. Carpe diem. Estaban disfrutando de ese segundo concreto. Si disfrutaran y saborearan toda su vida como ese segundo morirían felices de haber vivido los años que fueran.
Ella empezó a moverse circularmente, despacio, sintiendo como la punta del pene masajeaba la boca del cuello de la matriz. Notó como le llegaba. Desde miles de kilómetros estaba llegando directamente a la estación de su alma, porque hay orgasmos vaginales, clitorianos y orgasmos del alma. Y su alma se corrió. Javi notó perfectamente las convulsiones de las paredes de la vagina al mismo momento que vio la cara de Malena transformarse en la expresión sublime del gozo. Al disfrutar de esa imagen le vino a la mente las extraordinarias fotografías de Will Santillo en el libro “la petite mort”, icono de cualquier amante de la sensualidad. Así llaman los franceses al orgasmo y es una de las definiciones que mejor ilustran algo tan inexplicable.
Malena se desplomó sobre el cuerpo de Javi, pero fueron sólo unos segundos. Levantó la vista, le miró a los ojos y le dijo:
-¡Vamos a tocar el cielo juntos!
Y la pasión se desbocó. Malena empezó a cabalgar con la habilidad suficiente como para que saliera el pene hasta besar sus labios menores y entrara hasta sus profundidades con un ritmo endiablado. No había mañana, ni hoy ni ayer. Los gemidos se convirtieron en gritos y las caricias en arañazos. Si es verdad que todos tenemos un ángel y un diablo dentro, el ángel estaba de cañas y el diablo se quedó follando.
¿Qué hay encima del cielo? Pues ahí llegaron. No fueron dos orgasmos, fue un orgasmo entre dos. Quien inventó el sexo en el ser humano lo hizo pensando en ese momento.
Pasaron unos minutos y sus respiraciones y ritmos cardíacos volvían a la normalidad. El riego sanguíneo volvía a alcanzar todas las partes de sus cuerpos y sus neuronas acababan de encontrar su espacio asignado. En la mente de Javi parecía que habían dejado abierta la puerta donde se guardaban los signos de interrogación, pero no dejó que ninguna se escuchara en esa habitación.
¡Carpe diem!