El baile de Beneficencia

Ir sola a un baile aunque sea benéfico, te puede hacer encontrar algo inesperado.

El hotel está en ebullición cuando regresan.  El baile benéfico que se celebra cada año atrae también a gente de la ciudad, deseosos de colaborar en la educación de los más necesitados.

Al volver al hotel reúnen a las voluntarias para explicarles las normas.

Antes de empezar cada baile deben entregarles un ticket.

Si alguien les da problemas tienen que hacer un gesto al personal de seguridad.

Hay una zona reservada para ellas donde pueden dejar sus cosas.

Y tendrán barra libre toda la noche.

La que entregue más tickets recibirá un obsequio del hotel.

Mientras hacen tiempo Irene y Julián observan a las demás.  Destaca una llamativa pelirroja de piel blanca y voz chillona.  Tiene un cuerpo escultural y una cara dulce en la que destacan sus hermosos ojos verdes.  El vestido azul oscuro cubre el cuello, pero deja a la vista sus hombros y se ciñe a su cuerpo remarcando su figura.

Una rubia llama la atención de Irene, cree conocerla.  Pero por más que se esfuerce no la ubica.  Al observar con más detalle ve el vestido negro atrevido, que deja poco a la imaginación, el mismo que se probó ella esa tarde.  Es la mujer del probador de al lado.  Irene palidece al recordar a su acompañante mirando a través de la cortina.  Con esa belleza a su lado espera que no se fije en ella.  Hasta Julián la mira con lascivia.

El resto de voluntarias pasa bastante desapercibido.  Mientras esperan que llegue su público una de ellas propone tomar algo y todas se dirigen a la barra.  Irene busca a Julián con la mirada, lo ve sentado cerca de la entrada y le parece cansado.

Llegan los primeros asistentes.  Las chicas, un poco nerviosas, no saben que hacer.  Empieza a sonar la música y Julián es el primero en acercarse a Irene.  Le entrega un ticket y la lleva a la pista.  Mientras siguen el ritmo de la música tranquiliza a Irene y le desea que sea la ganadora.  Le pide que disfrute de la experiencia y que lo pase bien.  Termina la canción y al separarse le avisa que probablemente vaya a acostarse, acumula el cansancio de todo el día.  Irene se siente un poco decepcionada, pero le entiende y no se atreve a quejarse.  Le ve marchar entre la gente y no tarda en aparecer su próxima pareja de baile.

Irene no para de bailar, algunos son simpáticos, otros serios, la mayoría de cierta edad y le parece que el tiempo pasa rápido.  Hasta que se planta delante de ella Andrés, el vecino, con un ticket en la mano.

Empieza el baile y Andrés se pega a ella como una lapa.  Las manos clavadas alrededor de sus caderas y la boca pegada a su oreja, el aliento caliente sobre su cuello.

-          Estás preciosa esta noche, nena.  Pero te prefiero como te vi en la terraza- suelta una mano y le acaricia el hombro- y esa piel tan suave, dan ganas de besarte entera.

Empieza a lamerle la oreja, Irene no puede evitar un estremecimiento al notar el bulto de su polla pegada a ella.

-          No me hagas avisar al de seguridad, sepárate un poco

Le hace caso, pero continúa susurrándole.

-          ¿Tienes calor?

-          Un poco.

-          Te llevaría a la habitación y te desnudaría, te metería en la ducha y enjabonaría todo tu cuerpo con mis manos.  Y secaría cada centímetro de tu piel, te embadurnaría con aceite...

-          Ya basta.

-          ¿No te gusta la idea?

Irene se ahorra contestar porque en ese momento termina su baile.  Se aleja con rapidez y va al baño a refrescarse.

Está vacío y puede relajarse un poco.  Empapa una toalla y la pasa por cuello, escote y brazos.  Cuando está retocando el maquillaje se abre la puerta y aparece la rubia de la tienda.

-          ¡¡Hola!! ¿Cómo llevas la noche?

-          ¿Bastante bien, y tú?

-          No está mal.  Que bonito tu vestido, muy sexy- la sonrisa traviesa hace pensar a Irene que está al tanto de lo ocurrido en los probadores.

-          Gracias, el tuyo también lo es.  Estuve dudando entre los dos.

Al inclinarse sobre el lavabo Irene ve los pechos de la rubia sin nada que los sujete.

-          Al menos tú te habrás podido poner bragas.

Notando la mirada de Irene en su escote se incorpora y afirma con la cabeza al tiempo que se levanta el vestido y deja a la vista un escueto tanga negro.

-          Jajajaj, casi es más grande la etiqueta-observa Irene

-          ¿Se ve la etiqueta? - mientras intenta ocultarla mirándose de perfil en el espejo.

-          Sí se ve. Deja que te ayudo

Irene coloca la etiqueta dentro de la prenda y casi sin darse cuenta pasa un dedo a través de la tira, colocándola bien.  Nota estremecerse bajo sus dedos la piel firme y suave.

Retira la mano rápidamente y se aleja.

-          Tengo que volver al baile.

-          Yo enseguida.  Soy Olga

-          Yo Irene, encantada.

Olvida la escena del baño mientras se dirige a la pista.  Tras unos bailes tranquilos va a la barra y pide un mojito.  Mientras bebe mira el ambiente y ve a Andrés acechando a Olga, se imagina que también le hablará de duchas y aceites.  La pelirroja colgada del teléfono en una esquina no parece muy interesada en bailes. El siguiente que se presenta es Fernando.  Irene supone que también va a dar guerra y no se equivoca.

Fernando baila dando saltitos a su lado, mientras trata de no pisarla.  Al final se acerca lo suficiente para iniciar una conversación.

-          Hoy es uno de esos días en que estoy contento de ser bajito-le suelta sin más.

-          ¿Y eso por qué?

-          Hija mía, pues porque tengo delante de los ojos un par de tetas impresionantes.

-          Jajajaja

-          Sólo tendría que adelantarme un poco y te las podría comer.

Irene se impacienta y le ignora, aunque no deja de sentir el aliento en el escote.

-          ¿Te lo estás imaginando, verdad?

Irene no le responde

-          Sí sii, mira como se te han puesto de duritos los pezones. Ñam ñammm

Fernando no se rinde.

-          Tus braguitas deben estar húmedas-y se le escapa una risita nerviosa.

-          No llevo bragas-Irene planea entre el cansancio y un cosquilleo excitante.

-          ¡¡¡Ohhh!!!

-          Qué pena, lo mejor de llevar braguitas es que te las quiten, y yo te las iba a arrancar a mordiscos.

Un grito interrumpe la conversación.  Olga parada en medio de la sala con cara de dolor se mantiene en pie a duras penas.  Con ayuda de su bailarín, Andrés, va arrastrando una pierna hasta un sofá cercano.  La ayuda a sentarse manoseándola cuanto puede.  Le quita un zapato y le masajea un tobillo.  Olga parece más aliviada y Andrés sigue con su masaje.  Del tobillo va subiendo las manos hasta las rodillas y Olga entreabre las piernas insinuante.

Termina el baile e Irene se despide bruscamente de Fernando.  El hombre tenía parte de razón, tiene el coño húmedo y espera que no llegue a notarse en el vestido.

Ya no queda mucho para el fin de la gala y los siguientes bailes son mucho más tranquilos.

Uno de los organizadores anuncia el último baile.  La pelirroja sigue medio ausente y Olga recostada en el sofá se deja mimar por Andrés, cada vez más atrevido.

Empieza a sonar la música y oye una voz a su espalda.

-          Hola, soy Álvaro. ¿Bailamos?

-          Hola, soy Irene.

Le entrega el ticket y la sujeta con suavidad por la cintura.  Irene coloca los brazos sobre los hombros.  Al mirarlo detenidamente lo reconoce.  Álvaro estaba en la tienda acompañando a Olga.

-          Me parece que no es la primera vez que nos vemos hoy.

-          Sí.

-          Permíteme decirte que me alegraste la tarde, ir de compras no es mi pasatiempo favorito.

Por toda respuesta Irene sonríe tímidamente.  Y casi se alegra que Julián no se haya quedado.

El resto del baile sigue con una charla amena e intrascendente.

Se acabó el baile.  La pista se llena de expectación mientras las voluntarias entregan sus tickets.  Finalizado el recuento la organización anuncia con orgullo la cantidad recaudada y a continuación la ganadora.  Con un margen de tres tickets Irene supera a Olga y queda la primera.  La torcedura de tobillo la ha dejado fuera de juego.

Sonriente Irene se acerca a recoger su premio: un ramo de flores y un cheque de 100 € para gastar en varias tiendas de la ciudad.

La gente se va dispersando y abandonando la sala.  Los rezagados se reúnen alrededor del sofá donde todavía descansa Olga.  Álvaro la ayuda a levantarse y le ofrece irse a descansar.  Se niega en redondo y prueba a caminar.

El grupo que la rodea la mira con escepticismo.  No puede dar más de dos pasos sin pararse.  La ayudan hasta llegar al ascensor y cuando se va empiezan a discutir que hacer.  Algunos se despiden y se retiran.

Queda un grupo reducido:  Irene, Álvaro, Fernando, Andrés, una pareja que parece desubicada y en el último momento reaparece la pelirroja, que se presenta como Lidia.

Salen a la calle y caminan sin rumbo, nadie tiene idea de donde ir y van escudriñando locales sobre la marcha.

Terminan encontrando un bar musical medio lleno y bastante animado.  Entran en tropel y ocupan un rincón de la barra.  A falta de taburetes alguno se queda de pie.

Alguien pide copas para todos y arrancan conversaciones cruzadas.  El tema común se acaba pronto y Andrés y Fernando arrinconan a Lidia, que con gesto serio les informa que sus gustos son otros.  Un poco decepcionados, ya solo les queda Irene, pero Álvaro ha acaparado toda su atención.

Lidia se ha refugiado en la pareja y los tres hablan un poco apartados.  Pronto se despiden y se van.

Irene no ha dejado de hablar con Álvaro.  No ha vuelto a mencionar su encuentro en la tienda, algo que ella le agradece.  Le ha explicado que Olga es su hermana, están muy unidos y él se siente en la obligación de cuidarla.

Al cabo de un rato Irene se siente cansada.  Álvaro se ofrece a acompañarla y se despiden con un gesto de los otros dos, que pululan por el bar a la caza de alguna presa.

Tardan menos que a la ida en llegar al hotel.

-          Me encantaría seguir hablando contigo, pero comparto apartamento con Olga y no querría despertarla.

-          No pasa nada, si quieres podemos sentarnos un rato en el jardín-a Irene le ha gustado Álvaro y le apetece seguir un rato con él.

Caminan hacia el jardín y a pesar de la oscuridad no tardan en encontrar un banco seco.

Reanudan la conversación, que se hace cada vez más íntima y personal.

De repente los aspersores se ponen en marcha y una lluvia les deja empapados.  Álvaro corre al primer refugio que ve, una pequeña caseta de herramientas.  Lleva a Irene de la mano y cuando se ven a cubierto empiezan a reir.

Mueven unas cajas para poder sentarse.

-          ¿Has venido sola, Irene?

-          No.

-          No te he visto acompañada en ningún momento.  Y créeme, si estuviese contigo no iba a dejarte sola.

Irene balbucea unas excusas para justificar la ausencia de Julián.

Álvaro le pasa un brazo sobre los hombros y se inclina para besarla.

Irene corresponde y pronto el beso pasa a ser lujurioso.

-          No he dejado de pensar en ti desde que te vi en ese probador

Irene le besa para que no siga hablando.

Álvaro la pone de pie y le quita el vestido.  Las manos recorren su cuerpo, ávidas y expertas.  La sienta sobre él, se inclina y le muerde con fuerza los pezones mientras abre sus nalgas y mete un dedo en su culo.  Irene gime excitada.

-          Vamos a pasarlo bien juntos, ¿tú quieres?

Irene asiente sin palabras.

-          Te correrás para mi, como yo te diga y cuando yo te diga.

-          Síii

-          ¿Harás lo que te pida?

-          Síiii

Álvaro sigue jugando con ella.  Caricias, pellizcos, mordiscos ... Irene se excita cada vez más.  Trata de quitarle la ropa a Álvaro pero se lo impide.

-          Quiero que te masturbes para mí, hasta que te diga que pares.

Se levanta y con un mechero observa el interior de la caseta, repuestos, herramientas y poco más.

Llama su atención una botella abandonada en un rincón, se acerca y es de cava.

Irene está sentada frente a él, las piernas abiertas y un pie sobre la otra caja, su mano moviéndose rápidamente en su coño.

-          Para, coloca tus manos en la nuca, y quédate sentada.

Irene obedece.

-          Cierra los ojos

Irene obedece

Agita con fuerza la botella y se acerca.  Empieza a descorcharla y cuando está a punto de quitar el tapón la coloca ante el coño de Irene.  Deja caer el corcho y todo el líquido sale disparado dentro de ella.   Se corre de inmediato y sus jugos se mezclan con el cava resbalando entre sus piernas.  Tiembla todo su cuerpo.

-          ¿Te has corrido sin mi permiso?

Asiente inmóvil, todavía en la postura que le pidió y con los ojos cerrados.

-          Eso no está bien, mereces un castigo. Coge la botella y empieza a masturbarte con ella, clávatela como si fuera mi polla taladrándote.

Sigue mirando por la caseta y ve el recambio de una boca de riego.  La coge indeciso.

Mira a Irene y tiene ganas de follársela ya mismo.  Se contiene.

-          Para. Al suelo a cuatro patas.

Ve unos trapos sucios y una pastilla de jabón.  Abre la manguera y enjabona el coño y el culo de Irene a conciencia.  Se entretiene más de lo necesario jugando con ella.  Está excitada de nuevo y eso lo pone a mil.

-          Voy a preparar tu culo para follarte, y mi polla se va a deslizar dentro de él como si tu culo fuera de seda.  ¿Se te ocurre como podemos prepararlo? -no deja de hurgar en él con dos dedos y ya ha empezado a abrirse

-          No se me ocurre nada

-          Entonces tendré que pensarlo yo.

Coge el recambio y lo acerca al culo de Irene.  Se contrae al notar el frío metal.  Presiona haciendo círculos lentamente.

Irene trata de girarse para ver que está usando, pero no lo consigue.  Está excitada y también un poco asustada.  Álvaro lo nota y dejando el recambio de momento coge una vara de bambú y empieza a azotarla.

Cada golpe deja una marca roja sobre la piel.  Álvaro se abre el pantalón y deja asomar su polla endurecida.  Da la vuelta y la acerca a la boca de Irene.

-          Mira como me has puesto, estoy así desde que te follaron en el probador.  ¡¡¡Chúpala!!!  Yo también voy a follarte, puta. Hasta reventarte

Irene lame la polla, saboreándola y con ganas de tenerla dentro.

Vuelve a su culo y sigue dilatándolo.  Poco a poco, a veces escupiendo sobre él, consigue que empiece a entrar.  Irene se queja y la hace callar con un azote.

Cuando ha llegado a la mitad la hace levantar y sentarse.  El dolor de Irene se refleja en su cara.

-          Ya falta poco, solo un poco más. De prisa, me estoy muriendo de ganas de ensartarte con mi polla.

A Irene se le escapa alguna lágrima, pero sigue.

Irene está en un mar de dudas.  Está excitada y asustada a la vez.  Lo que sea que le ha metido en el culo la está destrozando, pero cada azote la excita más.  Y esa polla, esa polla la quiere ... en su boca, en su coño, en su culo.

Como si leyese su pensamiento se la acerca a la cara y se la pasa por encima.  Irene la persigue con la boca.

-          ¿Quieres mi polla?

-          Síii

-          ¿Y qué harás con ella?

-          ¡Voy a comértela hasta que te corras en mi boca!

-          Me has convencido, puta.  Sigue sentada como estás y primero hazme una cubana.

Irene coloca la polla entre sus pechos y la sujeta entre ellos, moviéndolos sensualmente con sus manos.  Si inclina la cabeza llega a lamerle la punta.

Crece y se endurece cada vez más.  Cuando se cansa se la clava en la boca dejando que Irene juegue con ella.

Álvaro la deja hacer hasta que le parece que su culo pueda estar bastante dilatado.  Saca la boca de riego y le coloca el culo en pompa.

-          Preparare putita, voy a por tu culo

Se arrodilla detrás de ella y se abalanza.  Entra con tanto ímpetu que a Irene se le escapa un grito.  Bombea con fuerza dentro de ella, que termina con la cara apoyada en el suelo y soportando cada embestida.  Cada vez son más rápidas y más fuertes.

Sigue con la botella en tu coño, no pares, te quiero mojada y caliente, vas a suplicarme que te deje correr

El cuello de la botella y la polla de Álvaro chocan dentro de ella.

-          ¡¡¡Voy a reventar!!! -resuella Irene

-          ¿Y vas a negar que te gusta? -resopla Álvaro, que no va a aguantar mucho más.

Vamos, vamos, vamos.  Te voy a llenar de leche y te vas a correr cuando te avise.  Saca esa botella y sigue con la mano.  ¡¡¡Vamos!!!

Se incorpora un poco y la azota con fuerza sobre las marcas del bambú.  Irene se estremece sin poder aguantar más.

-          Vamos perra, que estás disfrutando

-          ¡¡¡Córrete ya!!!

En el mismo momento Álvaro se corre dentro de ella, llenando su culo con su leche, caliente y espesa.

Las caderas de Irene se desbocan en movimientos rítmicos y rápidos y sus dedos terminan mojados con sus fluidos, mezclados con el semen de Álvaro que se escurre entre sus piernas.  Se deja caer y Álvaro se tumba sobre ella.

Cuando recuperan el aliento Álvaro se incorpora.

-          Ven aquí y límpiame bien la polla.

Irene, obediente la lame despacio recogiendo cada gota y un poco más porque le gusta jugar con ella, hasta notar que empieza a endurecerse.

-          Eres una viciosa increíble, ¿quieres más?

-          Síi, déjame jugar con tu polla.

Álvaro se recuesta y asiente.

Irene sigue lamiéndola, alterna las manos y los labios, lame sus huevos y llega hasta su culo, jugando a dibujar círculos con la lengua.

-          Unmmm que bien lo haces, no pares

Sigue un rato más notando en su mano la polla totalmente firme.  Vuelve a ella y se la mete entera en la boca, chupando, lamiendo y succionando.

-          Para, por hoy es suficiente.  Terminarás mañana por la mañana

Coge de nuevo la manguera y abre el agua.  Dirige el chorro hacia Irene y lo pasa por su culo y su coño, arrancándole un estremecimiento al sentir sobre ella la fuerza del agua.

-          Olga se va a la playa a las 10, y vendrás a verme entonces. ¿Podrás?

Irene duda, no sabe que planes tendrá Julián.

-          No sé si podré.

-          Busca una excusa, te vas de compras o a la peluquería.

-          Lo intentaré.

-          Lo harás.  Y ahora a dormir.

Ponerse el vestido aún húmedo es difícil y necesita su ayuda.  El aspecto de Irene cuando salen de la caseta es lamentable. Se despiden en el ascensor y silenciosamente Irene entra al apartamento.

NINA

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