El atraco
Después de tres años en dique seco, por fin he tenido un fin de semana increible
Tengo 38 años, llevo tres separado y mi problema es que no consigo follar si no es pagando. ¿Por qué? No lo sé muy bien. No muy guapo, poco animado y algo serio, pueden ser suficientes razones.
Además, puedo añadir que tengo un cierto problema para iniciar relaciones en frío con la gente.
Pero esta semana estoy eufórico, contento, feliz. ¡He follado sin pagar!, y todo gracias a un atraco. No, no pienses mal. El atraco no lo he cometido yo.
El viernes, poco antes de que cerraran, entré en la sucursal bancaria para abonar un recibo que no tengo domiciliado en cuenta. Había dos personas en fila frente a la caja y me coloqué en último lugar.
Unos momentos después, una voz de mujer de dijo:
-Perdone. ¿Es usted el último?
Me giré y vi a una mujer de unos 30-35 años, morena, como de un metro setenta, 10 cmts. menos que yo, cara ovalada, pelo hasta los hombros, no era una belleza, pero estaba bastante bien y la ropa la favorecía. No le presté más atención.
-Sí, yo soy el último
-Gracias
Me giré de nuevo esperando mi turno mientras la gente entraba y salía. Alguien más se agregó a la fila. Las dos personas que estaban delante de mí fueron atendidas y me acerqué al cajero.
-Buenos días.
-Buenos días. ¿Qué desea? –Me preguntó.
-AAAAAYYYYYY
-¡TODO EL MUNDO AL SUELO! ¡ESTO ES UN ATRACO!
Un grito y esa frase se oyeron antes de que pudiese contestar. Los empleados, tras unos segundos de sorpresa, se arrojaron al suelo inmediatamente.
Yo me volví como acto reflejo, viendo a un joven de unos veinte y pico de años, sin afeitar de varios días, con gafas de sol y una pistola en la mano derecha, mientras con su brazo izquierdo inmovilizaba por el cuello a la muchacha que se encontraba detrás de mí.
-¡HE DICHO AL SUELO TODOS, SI NO QUEREIS QUE ME LIE A TIROS Y NO SALGAIS VIVOS DE AQUÍ.
EMPEZANDO POR ESTA PUTA!
Luego todo sucedió rapidísimamente.
La muchacha volvió a gritar, levantó sus manos para llevarlas a su cabeza, pero con este gesto golpeó el arma del atracador, que hizo que se golpease él mismo en un ojo con ella, soltándola.
Luego nos enteramos de que era de fogueo.
Al verse desarmado, soltó a la chica y se giró para salir, chocando con la persona que estaba detrás, casualmente otro muchacho que era el dueño del gimnasio de enfrente,
que hacía sus pinitos en el boxeo, y que le soltó un puñetazo directamente a la cara, dejándolo sin sentido.
Los empleados terminaron de reducirlo rápidamente, aconsejaron al joven que se fuese para evitarle problemas legales, acordando todos decir que era uno de ellos quien le había reducido,
llamaron a la policía y a una ambulancia, porque la muchacha fue víctima de un ataque de histeria.
Las declaraciones a la policía, el relato de los hechos, etc., me entretuvieron un buen rato. A la muchacha, llegaron los de la ambulancia y le inyectaron un tranquilizante.
Le tuvieron que aumentar la dosis al comprobar que casi no le hacía nada, luego la dejaron en reposo cuando le hizo efecto y se relajó.
El caso es que nos dejaron libres a ambos a la vez. Cuando yo salía, escuché que a ella le recomendaban ir a su casa, a ser posible acompañada de alguien, y reposar hasta el día siguiente. Le preguntaron si estaba acompañada o podía avisar a alguien para que lo hiciera. Dijo que había venido sola y yo me ofrecí a acompañarla.
Le dieron más tranquilizantes para que tomase más tarde y salimos juntos, pero nada más andar unos pasos, se agarró a mí.
-¿Qué te ocurre? ¿Te encuentras mal?
-Me siento mareada y algo de náuseas.
La ambulancia se marchaba en esos momentos.
-Busco un bar, te sientas y llamamos de nuevo a la ambulancia. O prefieres un taxi y te llevo a casa, con los tuyos.
-No, no la llames, se me pasará, y en casa no hay nadie, estos días estoy sola.
El susto me ha debido afectar al estómago y me lo ha revuelto. Estoy mejor aquí, acompañada de gente.
-Si quieres, yo vivo encima del banco, podemos ir a mi casa y te acompañaré luego a la tuya, cuando te encuentres mejor.
Aceptó y nos fuimos a mi casa. Es pequeña, la entrada es directa al salón-comedor, bastante grande, dividido en dos mitades.
En una parte, dos sofás grandes en ángulo, frente a un televisor, equipo de música, el ordenador y la play (si, echo mis partiditas también) , con una mesita de centro y junto a una librería con mis lecturas favoritas. En la otra una mesa grande, para doce personas, alargable. Nunca la he usado.
En un lado la cocina y el baño, en el otro, mi dormitorio, con una cama enorme, solamente disfrutada por mí y por mis ocasionales acompañantes de pago.
Entramos, la hice recostarse en uno de los sofás, le ofrecí y aceptó una infusión y me fui a la cocina a preparársela.
En ello estaba cuando la escuché dar arcadas, me acerqué corriendo, para comprobar que estaba sentada, se había manchado el vestido y algo el suelo. Todavía estaba mal, por lo que la acompañe al baño, en el otro extremo, volviendo a arrojar algo más por el camino, y estuve a su lado mientras echaba lo que le quedaba.
Al terminar, le dije que se quitase la ropa para lavarla y que se diese una ducha, le dejé una toalla limpia y fui a buscar una camisa mía para que se pusiese algo encima.
Hice algo de tiempo y volví al baño. Llamé a la puerta pero no respondió, pensé que no me oiría en la ducha, así que abrí la puerta para recoger todo y me la encontré dormida apoyada en el inodoro. También se había soltado su vientre. Estaba todo sucio y el olor era insoportable.
Tuve que abrir la pequeña ventana que daba luz al baño, para ventilar.
La ducha forma parte de la bañera, la desnude dentro sin que ella reaccionase completamente, luego fui echando agua por su cuerpo mientras retiraba la suciedad con una esponja.
Entonces pude verla bien, tenía un par de tetas más bien grandes, sin serlo en exceso, su cintura estrecha, pero con algo de tripa, sus caderas redondas, su coño sin depilar, pero recortado.
Conforme pasaba la esponja, mi polla se engordaba, y llegó al máximo cuando tuve que ponerla boca abajo, a cuatro patas, para limpiarle el culo con una mano mientras la sujetaba con la otra.
Solamente me impidió follármela el verla en ese estado y el olor vomitivo del baño.
Cuando quedó limpia, limpié la bañera y fui llenando con agua tibia, dejándola unos momentos para que entrase bien en calor, mientras recogí la ropa y la llevé a la lavadora corriendo, antes de que me diese algo.
Tras dejarla lavando, volví junto a ella, volviendo a empalmarme al verla.
Se había dormido.
Tenía que sacarla, secarla y llevarla a la cama.
Cuando fui a sacarla, pensé que me iba a mojar la ropa y que debería ponerme algo, pero una idea morbosa pasó por mi mente.
“¿Por qué no me desnudo yo? Al fin y al cabo, no se entera de nada.”
Y lo hice…
La saqué, envolví como pude su cuerpo en la toalla, sequé lo que pude, la tomé en brazos y la llevé al dormitorio. Allí, después de abrir la cama, la sujeté con un brazo bajo su sobaco, presionando contra mí, y no lo pude resistir.
Desnuda, sin la toalla, con su cabeza apoyada en mi hombro, puse una mano sobre su culo y otra en su espalda, aumentando la presión de su cuerpo contra mí. Mi polla, encajada entre sus piernas, se movía atrás y adelante, en un gesto inconsciente de mi culo.
Sus tetas se clavaban en mi pecho y retorcía mi cuerpo para frotarme contra ellas sin que mi polla perdiese el contacto con su coño.
Pocos minutos haciendo esto y tuve que dejarla sobre la cama y echar una mano a mi polla y la otra la toalla para, en dos meneos, correrme abundantemente. La acosté, llevé la camisa hasta la cama y fui a dejar la toalla al baño, donde dejo la ropa sucia. Cuando terminé, ya pasaban de las cuatro de la tarde, así que me preparé algo para comer y me senté primero a ver la televisión, pero como no había nada que me gustase, me conecté con mi ordenador a una partida de counter strike al que jugamos un grupo de amigos de varios países, encontrándome conectados a varios del equipo.
A lo que me di cuenta, eran las 11 de la noche. Cerré todo y fui a dar una vuelta por ella, viendo que seguía dormida, sin fiebre ni síntomas extraños. La moví sin que se despertase totalmente, le puse mi camisa,
le hice beber un sorbo de agua y la dejé seguir con su sueño, luego aproveché para cenar, ver los noticiarios de última hora y me preparé para dormir en el sofá.
Normalmente duermo sólo con una camiseta de pijama, sin los pantalones, porque las gomas de la cintura me molestan y si son de atar también me parecen incómodos, así que los utilizo para ir por casa, pero me los quito a la hora de dormir.
No se cuánto rato levaría dormido, cuando me despertaron unos gritos, que cuando pude centrarlos, vi que eran de la muchacha.
Fui corriendo y la encontré gritando y llorando, víctima de alguna pesadilla que su somnolencia no le dejaba abandonar.
La abracé rápidamente, mientras le decía:
-Tranquila, no pasa nada, estás conmigo, estás segura.
Aquí nadie puede hacerte daño.- Se lo repetí con insistencia.
Por fin dejó de llorar y dijo:
-Abrázame y no me dejes.
Tengo pesadillas que me dan mucho miedo.
-No te preocupes, me quedaré contigo el resto de la noche.
Y me metí en la cama con ella, abrazándola, con su espalda pegada a mí y su culo contra mi polla que ya había empezado a endurecerse otra vez con el abrazo previo y que ahora se puso como una piedra.
Para relajarla, y aprovechándome de su medio sueño, la mano que pasaba por debajo la llevé hasta el brazo del otro lado, procurando cogerlo a la altura de su pecho, y apoyar en él una parte de mi mano a través de la camisa.
Con la otra tuve menos recato. La metí bajo la camisa y estuve acariciando desde debajo de los pechos hasta encima de su pubis, para desviar mi mano y bajar por su costado, recorriendo su muslo hasta casi la rodilla.
Eso sí, sin apartar la polla de su culo y frotando todo lo que podía.
Cuando unos suaves ronquidos me indicaron su estado de sueño, abrí nuestro contacto, separando mi polla de su culo para hacerme una riquísima paja, que no me importó que manchase la ropa de cama, la camisa de ella y mi camiseta.
La volví a abrazar y me quedé dormido.
Al ser fiesta estos días, no me preocupaba el despertador, no obstante, el jueves me desperté a las 8 de la mañana, como es mi costumbre, y miré la hora del reloj que se encontraba en la mesilla de su lado, por lo que, con solo levantar ligeramente la cabeza lo vi. Duermo con ventanas, cortinas
y persianas cerradas, por lo que al no entrar luz, volví a quedarme dormido.
Me despertaron los movimientos de la muchacha. Me encontraba con la polla dura, como me suele pasar casi todas las mañanas, encaminándose durante su crecimiento por entre las piernas de ella y apuntando a su culo.
Estaba despierta e intentaba que resbalase hasta su coño. Estaba dispuesto a presionarla contra mí para que mi polla avanzase más, cuando me di cuenta de que el brazo que al acostarme había pasado por debajo de ella, ya no lo estaba, y eso sólo podía significar una cosa: en algún momento de la noche, se había levantado, pues soy de las personas que se despiertan en la misma posición que se durmieron.
Sus movimientos eran lentos, seguramente no quería despertarme.
Movía su culo atrás y adelante, al tiempo que retiraba la pierna para dejar camino libre hasta su coño. Yo lo estaba disfrutando.
Aunque en mi polla no tengo tanta sensibilidad como para identificar el punto donde me encontraba, me iba imaginando cómo resbalaba despacito por su culo, cómo se quedaba enganchada en los pliegues apretaditos de su ano. Me preguntaba qué pasaría si hiciese presión en ese momento. Notaba sus movimientos para que continuase. Cómo resbalaba por su perineo milímetro a milímetro.
Aprovechaba sus movimientos para acercarla, para que no se notasen los míos para alejarla.
Su propia respiración se fue acelerando, al tiempo que yo tenía que contener la mía para que no lo notase, aunque dudo que lo hubiese notado.
Por fin empecé a notar humedad en la punta, al tiempo que sentía que sus carnes se abrían para dejar un canal por donde pasar hasta alcanzar su clítoris, pero eso no lo consentí. Con un ligero movimiento de mi culo hacia atrás impedí que alcanzase su objetivo.
Su respiración seguía agitada, y un leve soplido de insatisfacción por no conseguir su meta deseada, escapó de sus labios. Movió su cuerpo doblándose hacia adelante, sin perder el contacto con mi polla, consiguiendo que quedase en la entrada de su coño y que, incluso, entrase ligeramente la punta.
Poco a poco fue doblándose hacia sus piernas para que su coño se fuese moviendo hacia atrás y que mi polla fuese entrando.
Cuando ya llevaba metida más o menos la mitad, intentó un movimiento para follarse con ella, pero la postura era complicada para ser ella la que se moviese, lo que la estaba desesperando.
Por fin le dije:
-¿Quieres que te ayude?
-AAAAAAAAAA
Estaba tan concentrada en lo que hacía que mis palabras la asustaron, sintiéndose pillada en falta, gritó y salió corriendo al baño, donde intentó encerrarse.
Salí tras ella y conseguí bloquear la puerta antes de que la cerrase y entrar.
Ella se giró y tapó su cara con las manos, mientras no dejaba de sollozar y pedir perdón.
-Perdóneme, por favor, he empezado inconscientemente y luego no podía parar. Perdóneme…
Me acerqué a ella y me puse a su lado. Acaricié su pelo y su cara.
-No pasa nada, no tienes por qué preocuparte. Son cosas que pasan.
Y a mi me estaba gustando…
-Pero no he debido hacerlo, sobre todo después de lo que ha hecho por mi. –Dijo, al tiempo que se giraba para darme la espalda y seguía sollozando.
Entonces la abracé por detrás, y en ese gesto, mi polla, que se encontraba a media asta, quedó pegada a su culo.
-¡Si no he hecho nada! Sólo te he traído a casa cuando te encontrabas mal porque era lo más cercano que teníamos.
Acaricié su cuerpo por encima de la ropa mientras hablábamos.
Se veía su excitación, no en vano se había pasado un buen rato intentando alcanzar el orgasmo.
-Si, pero además… uffsssss… he vomitado y lo ha tenido que limpiar, lo he hecho encima y me tuvo que lavar.
-¿Te acuerdas de todo?
-Es algo como en sueños, pero recuerdo mi malestar en el sofá y haber vomitado. Que me acompañaste al baño y estuviste conmigo, luego aumentó mi malestar y recuerdo que me lavabas en la bañera, que me llevaste a la cama, que me he despertado de una pesadilla y has venido a quedarte conmigo.
Esta mañana he sentido tu erección y no me he podido contener. Cuando me limpiaste, me sentí excitada y a hora me he vuelto…
Decidí arriesgarme un poco y la interrumpí para ver cómo reaccionaba.
-No te preocupes. Yo también lo disfrutaba. Vamos a la cama y me sigues contando. Todavía es temprano –Dije aunque no sabía la hora que era. Pero de pronto caí en la cuenta de que la ropa estaba todavía en la lavadora - ¡Vaya! ¡Me he olvidado de tu ropa! Ve tú, que enseguida te alcanzo.
Mientras a ella la envié a beber agua y que fuese a la cama a esperarme, yo metí su ropa en la secadora y volví con ella.
Estaba acostada de lado, en el mismo sitio que había pasado la noche
-¿Me dejas que te abrace de nuevo? –Le dije.
-Si
No dijo más, y la abracé como en la noche, presionándola contra mí cuerpo. Pero esta vez, más decidido, coloqué mi polla, que había bajado ligeramente de nuevo, entre sus piernas, lo que hizo que iniciase su camino de recuperación.
Ella echó su pierna superior hacia atrás, para remontarla sobre las mías y así dejar más abertura entre sus piernas, con el fin de que pudiese desplazar mi polla con más facilidad hacia su coño.
Yo empecé a frotar la punta desde su culo hacia adelante, recorriendo cada vez un poco más de espacio en su perineo.
Mientras, la hice hablar.
-¿Cómo te llamas? –Mi polla avanzaba hacia su coño.
-Sonia. –Mi polla se retiraba hacia su culo.
-¿Estás casada? –Nuevo avance.
-Separada, tengo un hijo de 10 años, pero está pasando estos días con su padre. –Nuevo retroceso.
-¿No tienes otra pareja? –Nuevo avance. Mi polla ya rozaba los labios de su coño.
-Mmmmmm.
Nnnno. –Nueva retirada
-¿No ahora, no hace tiempo o no nunca? –Nuevo avance. Los labios de su coño estaban abiertos y rezumaban humedad.
-Ffffffssssss.
Nnnno.
Nnnnunca. –Poco retroceso, quedando a la entrada de su coño.
Se movía con la intención de intentar frotarse más o metérsela, hasta que decidí entrar en ella.
Le hice doblar la rodilla para colocarme a caballo sobre el otro muslo y poder metérsela con más comodidad estando ella de costado y yo incorporado.
Lo hice despacio, mientras desabrochaba los botones de la camisa y acariciaba sus pechos, sintiendo la presión de su coño en mi polla incrementándose cuando entraba y viéndola salir cerca de un ano apretadito y cerrado.
-Dame máaas.
Necesito máaas. –Decía.
Me salí de ella, la puse boca arriba, me coloqué encima y se la metí entera de golpe.
Solamente un
gemido de placer se escapó de sus labios.
-MMMMMMMMMM.
Y enseguida
-SIIIIIIIIIIIIIIIIII.
Esto SIIIIIIII.
No pareeeees. Dame duroooo.
Ataqué con todas mis fuerzas.
Nada más empezar se corrió con fuertes gritos.
-AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH.
SIIIIIIIIIIIIIIIIIII.
NO PAREEEEES.
Y seguí machacando su coño.
Su excitación debía ser mucha, pues siguió insistiendo en que le diera más duro, y uno o dos minutos después volvió a correrse de nuevo.
-OOOOOOHHHHHHHHH SIIIIII. Nunca había disfrutado tantooooo.
Yo me relajé un momento, pues el ritmo me tenía agotado. Bajé por su pecho besando y lamiendo su piel, al tiempo que sacaba mi polla todavía dura, y atendía a sus gordos e hinchados pezones.
Seguí bajando hasta su coño, que estuve recorriendo con mi lengua.
-OOOOHHHHH. ¿Pero qué me estás haciendo? OOOOOHHHHHHH qué gusto. ¿No te da ascoooouuuaaauuu?
Había atrapado entre mis labios su clítoris, al que succioné ligeramente y di un buen repaso de lengua.
-¿Es tu primera comida de coño?
-OOOHHH SIII. No pareees. Esto lo desconocía.
No sabía que había algo tan bueno.
-¿Con tu ex no lo hicisteis nunca?
-Noooo. Pero no pareees.
Yo lo desconocía, y él nunca me dijo nada.
-¿Y tampoco has mamado una polla?
-No. Imagino lo que es, pero no lo tengo claro.
-¿No has visto películas porno?
-Mi ex decía que eran guarradas y no he visto ninguna.
Pero déjate de palabrería y sigue.
Sigue, que estoy apunto otra vez.
SIIIIIIIIIIIIII.
ME CORROOOO.
Volví a subir por su cuerpo hasta que mi polla llegó a la entrada de su coño, donde penetró sin problemas de tan mojada que estaba. Inicié el movimiento para buscar mi placer. La sacaba completamente, dejando que recorriese su coño hasta alcanzar su clítoris, para volver a meterla siguiendo el mismo recorrido.
Cuando aceleré mis movimientos, ella volvió a gemir de nuevo.
-MMMMMMMMM.
No puede ser.
Me estoy poniendo a punto de otro orgasmo.
Arrecié en mis movimientos. Yo también me acercaba a mi final. Acaricié su pezones con mi mano, estrujé sus tetas, y machaqué su coño con profundas clavadas. Pronto empezó a decir:
-Siiii.
Sigue, sigue, estoy llegando. No pareees.
Yo estaba a punto de correrme ya. Intenté aguantar como pude hasta que ella dijo.
-SIIIII. ME CORRROOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH.
-Yo tambieeeen.
-¡No te corras dentro! No tomo nada.
Me vino justo para sacarla, un ligero meneo y correrme sobre su vientre y pechos.
Quedamos unos minutos uno junto a otra descansando, hasta que ya más relajado le pregunté si tenía hambre. Me confirmó que sí y le preparé un caldo que tenía precocinado y un arroz hervido, para que se le fuese preparando el estómago.
Se lo tomó casi todo, luego le dije que se acostase y se quedó dormida.
Eran las 11 de la mañana cuando terminé de desayunar y recoger todo.
Saqué la ropa de ella de la secadora y la planché.
Ella despertó a las dos de la tarde. Yo tenía comida para uno, pues no esperaba visitas, y ella no estaba en condiciones de salir, por lo que pedimos comida fuera para ambos.
Por la tarde, estuvimos hablando de nuestros divorcios, el mío de mutuo acuerdo, mejor dicho ella decidió que era de muto acuerdo y yo estaba harto de sentirme un pelele.
Ella, al año de nacer su hijo, lo encontró con otra en la cama.
El hijo pasaba las fiestas con su padre y lo tenía que recoger el domingo por la noche. Tomaba alguna medicación que debía haberle hecho algún efecto con lo que le habían dado los enfermeros y se había puesto fatal.
Yo, aduciendo que, no habiendo nadie en su casa, conmigo estaría más vigilada, le pedí con gran esfuerzo que se quedase hasta el domingo, antes de recoger a su hijo.
Ella aceptó encantada.
Incluso creo que se habría quedado aunque no le hubiese dicho nada.
Por la noche, cenamos algo ligero y nos fuimos a la cama.
Nos desnudamos entre besos y nos metimos en la cama. Seguimos con los besos, mientras aprovechaba para acariciar sus pechos.
Me situé sobre ella para ir bajando hasta lamer sus pezones.
Mi polla rozó su coño y ella emitió un quejido:
-AAAAAGGGGGGG
-¿Qué te ocurre?
-Lo llevo muy irritado. Te importa si lo dejamos para mañana.
-No, no me importa, pero tengo una crema para las irritaciones que es los mejor. Tengo una droguería y a veces los productos químicos me irritan la piel. Esa crema es instantánea para calmar y curar en poco tiempo. Te la aplicaré y en un momento dejarás de sufrir.
La fui a buscar y, cuando volví, la hice doblar las rodillas y abrirse al máximo de piernas. Situado a su lado, fui repartiendo crema y extendiéndola con mis dedos.
Primero por encima de los labios, dando vueltas con suavidad, ayudado por la crema, hasta que la piel la absorbió completamente.
Luego, con el dedo impregnado, fui recorriendo los bordes de su coño con movimientos circulares, hasta que la crema se convirtió en flujo. Un poco más en la yema de mi dedo para recorrer el interior, rodeando su clítoris inchado por la excitación producida por mis manipulaciones.
Enseguida volvió a convertirse la crema en flujo, y mis caricias recorriendo su coño la hicieron soltar gemidos de placer.
-Mmmmmmm.
Que bueno.
Realmente esa crema es maravillosa.
Cuando su coño era un mar de líquidos le propuse:
-Quiero tu culo.
-Nunca lo he hecho por ahí. Me dolerá mucho.
-No si me dejas dilatarlo bien. Ponte la almohada debajo mientras cojo otra crema.
Tengo otra crema que es calmante-relajante que utilizo como lubricante para estos casos, aunque su aplicación es para calmar golpes.
Deposité un poco justo en su ano, para darle un masaje con ella y mi dedo medio.
Con la otra mano seguía recorriendo su coño, repartiendo la otra crema por encima y por los labios.
Al tiempo que masajeaba su ano, hacía presión con el dedo, no tardando nada en entrar con mucha suavidad. Dio un respingo cuando entró, más de sorpresa que de malestar.
Añadí más crema, que fui metiendo dentro, con el masaje. Añadí un nuevo dedo, junto con más lubricación, sin dejar de mantener su excitación, y poco después, un tercer dedo.
El efecto dilatador y calmante de la crema hizo su efecto. Limpié la zona con un extremo de la sábana, mis dedos y todo lo que pude, sustituyéndola por la de las irritaciones, para que mi polla no resultase afectada por el relajante, y me coloqué entre sus piernas apuntando a su ano.
Apoyé y mantuve presionando en su entrada, al tiempo que mi pulgar hacía círculos alrededor de su clítoris.
Poco a poco fue entrando hasta que el glande desapareció dentro.
Un gemido de molestia, que no de dolor, acompañó a la entrada.
Tras una espera para que dilatase más, seguí metiendo el resto hasta chocar con su cuerpo. Nueva espera, esta vez breve, y me puse a follarla despacio.
Una estrechez que no recordaba haber sentido nunca, envolvió mi polla. La sacaba hasta que solamente quedaba la punta rodeada por el ano, para volverla a meter nuevamente.
-Hummm.
Es increíble.
Me está gustando. Tiene un morbo especial. –Me dijo.
-Verás cómo lo disfrutarás y te gustará todavía más.
Aceleré mis envestidas, sin entrarle duro, pues ya solamente la presión me llevaba con rapidez al orgasmo.
Ella gritaba ya de placer.
Al ataque directo a su ano, le acompañaba con caricias en su coño. Cuando sentí que se acercaba mi placer, metí mi dedo pulgar en su coño, haciendo pinza entre su punto G y su clítoris, y los frotaba al ritmo de mi polla entrando
y saliendo de su culo.
Poco después, las contracciones de todo su cuerpo anunciaron un intenso orgasmo, corroborado por sus gritos:
-AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH
Eso provocó el mío inmediatamente clavándosela hasta el fondo y soltando el contenido de mis huevos en lo más profundo.
Caí rendido a su lado y, después de recuperarnos, le pregunté:
-¿Qué te ha parecido la pérdida de la virginidad anal?
-Creo que no había tenido un orgasmo tan fuerte nunca.
Me ha gustado mucho, hasta el punto que creo que me voy a volver adicta a él.
-Bueno… Aún quedan días para practicarlo.
De momento, la próxima vez, me harás una mamada.
-No se si sabré. Tampoco lo he hecho nunca.
-Aprenderás. Y tragándote todo. Ya verás.
Me fui a dar una ducha y le recomendé que esperase un rato para que la crema hiciese bien su efecto, pero cuando volví, ya estaba dormida y no la quise despertar.
El viernes me despertó una extraña sensación en mi polla. Estaba empalmado y notaba humedad en la punta. Nunca me había orinado en la cama, pero siempre hay una primera vez, por eso abrí los ojos sobresaltado, para ver cómo Sonia se metía la punta en la boca, sin llegar a meter el glande completo, y volvía a sacarla.
-¿Lo hago bien? ¿Te gusta?
-Es un principio. Tienes que ensalivarla con la lengua y metértela entera en la boca.
Recorrerla con la lengua, no le resultó difícil, pero metérsela entera fue otra cuestión. Hasta la mitad, no hubo problemas, pero el resto fue más complicado.
Tuve que coger su cabeza con mis manos y follarle la boca literalmente. Cuando intentaba profundizar, le daban arcadas y tenía que sacarla hasta que se recuperara.
Varias veces le pregunté si quería dejarlo, pero ella se negó. Solamente una vez me preguntó si me lo habían hecho alguna vez, a lo que respondí que bastantes, y que si todas se la metían tanto como ella, a lo que tuve que decirle que se la metían entera y sin arcadas. Añadí que la presionaban entre la lengua y el paladar para dar más placer.
Poco a poco, las náuseas fueron bajando y la cantidad de polla metida subiendo. Poco a poco fue aprendiendo, hasta realizar un trabajo aceptable.
Por fin se la metía entera, presionando con la lengua, para volver a sacarla completamente y rodear el borde del glande con su lengua, dando pequeñas lametadas.
Cuando sentí que me iba a correr, aproveché que la tenía toda dentro para soltar mi carga directamente en su garganta.
Tosió, se atragantó y algo escapó de su boca. Cuando la solté, se separó rápidamente con más toses.
Pero solamente dijo:
-Podías haberme avisado. Casi me asfixio.
-Perdona.
Otra vez lo haré.
¿Cómo llevas la irritación?
-Ya no siento molestias.
Esa pomada me ha ido muy bien…. Y el masaje…
-Déjame comprobarlo.
Se acostó bocarriba y abrió sus piernas.
Me situé entre ellas y puse mi boca sobre su coño, separando los pelitos que estaban totalmente mojados.
Lamí sus labios jugosos y húmedos por su flujo, metí mi lengua lo más profundo que pude y fui subiendo hasta su clítoris.
-OOOOOOOOOOOHHHHHHHHH
¡Como me gusta! –Exclamaba.
Alcancé su clítoris con mi boca para dale ligeras chupadas y acariciarlo con mi lengua. Eso hizo que sus gritos aumentasen y que pidiese más y más.
Metí un dedo en su coño, que parecía un río, para buscar su punto G. Luego metí dos y ya no pudo aguantar más.
Se corrió con un orgasmo tan fuerte que pensé que le había dado algo.
Durante un buen rato no dijo nada.
Respiraba, por lo que deduje que estaba bien, que solamente estaba relajada.
Ese mismo día, el sábado y el domingo los pasamos encerrados en casa, practicando ella las nuevas habilidades adquiridas con la boca, y dejando bien dilatado su ano.
Follamos en cualquier lugar, y siempre terminaba en su culo.
El domingo por la noche, la llevé hasta el punto de reunión para recoger a su hijo y nos separamos.
Este próximo fin de semana enviará el sábado al niño con sus padres y nosotros follaremos, saldremos a cenar y bailar y volveremos a follar, hasta que
tenga que ir el domingo a mediodía a casa de sus padres a comer.
No se si esto tiene futuro. Si lo tiene, lo iré contando. De momento, espero impaciente el sábado.
Creo que esta semana estoy más alegre y animado, y hasta me cuesta menos entablar conversaciones.