El asistente de equipo

Gran partido y una buena ducha.

Cuatro cuartos y una prórroga después sonaba al fin la bocina que señalaba el final del partido.112-113. Habíamos vencido al primer equipo de la liga, aunque parecía imposible, y ahora, como segundos, nos correspondía su posición. Habíamos estado entrenando duro y sin demasiada confianza, pero el esfuerzo mereció la pena. Aunque el noventa por ciento del mérito era de nuestro equipo técnico. El entrenador, segundo entrenador y el asistente del equipo (una plantilla bastante amplia para un equipo cadete) no habían estado enseñando, jodiendo y animando en el orden que se cita arriba.

Jugábamos de visitante, así que no conocíamos el pabellón. Después de ver la monumental bronca que el entrenador rival echaba a su equipo y de que el conserje nos guiara hasta los vestuarios (bastante amplios, por cierto) comenzamos a desvestirnos para tomar una larga y relajante ducha mientras comentábamos el partido. Apenas un par de minutos después de que nosotros entráramos en el vestuario que tanto nos había costado encontrar, aparecieron Adrián y Pedro (entrenador y 2º entrenador respectivamente) como si hubieran estado allí un millón de veces. Mientras nos daban la enhorabuena y al mismo tiempo nos echaban la bronca llegaba Víctor (el asistente del equipo) con el acta, las fichas y todo el papeleo que hay que hacer al acabar un partido de baloncesto. Después de darnos una charla a la que nadie hizo caso, nos dejaron ducharnos tranquilamente. Habíamos aprovechado para venir con otro equipo de nuestro mismo club, ya que jugaban en la misma ciudad pero no demasiado cerca de dónde lo hicimos nosotros. Así que, como el autobús estaba allí vendría a recogernos cuándo acabara el otro partido. Preferíamos esperar en el bar del pabellón que en el autobús. Así, me fui quedando solo en las duchas hasta que el último de mis compañeros me dijo que nos veíamos en el bar y cerró la puerta.

Únicamente quedaba yo en el vestuario. Me gusta quedarme solo.

Lentamente, mi polla empezó a empalmarse, al tiempo que el agua fría caía sobre mi cuerpo, enjabonado ya más de una vez. Era pleno verano y el agua fría excitaba mi cuerpo contrastando con el ambiente caliente y húmedo de los vestuarios y con mi propia temperatura corporal my superior a la normal después de un partido tan intenso. Me enjaboné por quinta vez con las manos (nunca llevaba esponja), pero esta vez poniendo especial atención a mi miembro semierecto, que en realidad de semi ya tenía poco. Me fui dejando caer apoyándome contra la pared hasta quedar sentado y con las piernas estiradas en el suelo de azulejo de las duchas. Lentamente me presionaba el pene desde la base del capullo hacia la punta, pero sin retirar el prepucio, que se deslizaba perfectamente gracias a mi líquido pre seminal.

Entonces alguien tocó varias veces a la puerta y entró cerrando tras de si.

  • ¿Hola?  - Pregunté en voz alta, al tiempo que estaba preparado para levantarme inmediatamente.

  • ¡Hey tío! ¿¡Te has dormido o qué!?  - Era sin duda la voz de Víctor. Eso me relajó, precisamente pensaba en él escasos segundos atrás. No me preocupaba que me viera desnudo al fin y al cabo había jugado conmigo la temporada anterior. Es el mejor baloncestista que he visto, si contamos que tiene 14 años. Una lesión de rodilla le impide jugar de momento, pero mientras se metió de asistente. Aún así me daba palo que me viera con la polla empalmada. Me levanté y me puse mirando hacia la pared, justo cuándo Víctor asomaba la cabeza por la entrada de las duchas. Iba de traje, siempre se ponían traje para los partidos, a pesar de tener catorce años, Víctor era muy formal. Me fijé entonces en el collar que llevaba debajo de la camisa: un collar de madera de diferentes tonos muy bonito.

  • ¿Hey tío!  - Repitió

Giré entonces la cabeza.

  • David, tío, te van a salir telarañas ahí!

Forcé una risa y me seguí duchando, esperando a que mi polla bajara antes de salir.

  • Qué tío, hemos jugado bien ¿o no?

  • Podría haber sido mejor la verdad.  – Fue su respuesta.

  • ¿Pero qué os pasa? Adrián os paga a los dos para que nos digáis eso siempre ¿o qué?

  • Jaja. Que va. Lo digo porque es verdad. El partido ha estado de puta madre, pero… podría haber sido mejor.

Se había retirado de la entrada de las duchas. Pero de todas formas podía verlo por el espejo de los lavabos. Estaba mirando mis cosas. Debajo de una de mis zapatillas había dejado un preservativo. Me gusta de vez en cuándo ponerme un condón mientras me masturbo, pero lo cojo cuándo no hay nadie. No vas a entrar en la ducha desnudo con un preservativo. Y justo ahora que mi pene empezaba a bajar, volvió a crecer de nuevo ante el morbo de que lo encontrara. De todas formas, no estaba tocando nada así que perfecto.

  • Tío, ¿necesitas que te ayude o qué?? ¡Venga!  - Sonaba su voz desde el otro lado de la pared que separaba las duchas.

De repente se volvió y… horror. Al girarse le dio accidentalmente una patada a mi zapatilla, que se movió dejando al descubierto el preservativo. Me giré y segui duchando como si nada.

  • Tío. ¿¡Que es esto!?  - Preguntó enseñando el sobre en el que se notaba perfectamente la forma circular del preservativo.

  • ¿¡Qué haces con eso!? ¿De dónde lo has sacado?

  • Macho, estaba debajo de tu zapatilla.

  • Ah  - Hice como que no lo sabía.

  • Que ibas a hacer, ¿ponérselo a la zapatilla y metértela por el culo o qué?

  • ¿En serio estaba ahí?  - Asintió – Pues no sé cómo ha llegado hasta ahí debajo.

Se quitó la chaqueta.

  • Venga macho que me estoy cociendo!!

  • ¿A quién esperas?

  • ¿Yo? Pues a ti. ¿Y tú a quién coño esperas?

  • Pues a Papá Noel! A quién si no.  – Bromeé

  • ¡Entonces está claro que nos quedamos aquí hasta navidad!

  • Bueno, en navidad hace mas fresquito, así no te mueres de calor.

  • Ya, pero para navidad queda demasiado y primero que llega ya me he muerto. Así me da igual que haga frío o calor.

  • El agua de la ducha la puedes poner fría. Dúchate.

  • Jajaja. Seguro que eso es que no les funcionan los calentadores.

  • Pues sí  -Él seguía con el condón en la mano, lo cojía por abajo y le daba golpecitos en la parte de arriba.

  • ¡¡Venga tío que me va a dar algo!!

  • Ya te lo he dicho: dúchate.

  • Ya… Y con que me seco listo.

  • Yo te dejo mi toalla hombre.  – Miró el reloj.

  • Bueno, al autobús aún le queda un buen rato.

¡Sí! Lo tenía. Él y yo solos en la ducha con condón y todo.

Se fue quitando el traje despacio, solo cuándo estaba en bóxers pude notar el bulto que sobresalía de entrepierna. A Víctor siempre se le había notado la polla incluso a través del pantalón, pero verlo en calzoncillos era mejor incluso que verlo desnudo, porque su paquete daba paso a la imaginación.

Total, que se terminó de desnudar y entró en la ducha colocándose en la que quedaba justo a mi izquierda. Se fijó en mi erección:

  • ¡Dios tío! ¡¿Tanto te pone un tío de traje?! Macho, entonces para ti Men In Black es una peli porno.

  • Bueno… en cierto modo…  - Bromeé.

  • Entonces la bolsa de Nueva York es el puticlub más grande del mundo.

  • Ale tío!

  • ¿Qué? ¿No te ponen los trajes?

  • No tío. De donde coño has sacado eso  - Aún tenía el condón en la mano.

  • Joder tío, sólo es un condón. Tampoco es ningún descubrimiento. Ya te he dicho que estaba debajo de tu zapatilla. La pregunta es: ¿De dónde lo has sacado tú, que no sabes ni lo que es un coño?

  • Hey tío que tampoco soy extraterrestre. Cómo no voy a saber lo que es un coño.

  • Me refiero en directo, no en un puto video porno de mierda.

  • Ah.

  • Bueno, pues si no es tuyo me lo quedo yo.

  • ¿Lo piensas usar?

  • ¿Tú qué crees?

  • Cuándo.

  • Y a ti que te importa!

Me armé de valor y le solté:

  • Bueno…, podrías usarlo ahora.  – Se sorprendió. Levantó las cejas.

  • ¿Quieres que te folle?

  • Bueno, visto así suena mal. Digamos que solo nos intercambiamos placer.

  • Si me lo pones así.

Nos habíamos girado mientras hablábamos y estábamos ahora cara a cara, aunque yo tuviera que levantar un poco la mía ya que me sacaba varias cabezas. Me cojió la cara con las manos y la acercó lentamente a la suya. Nuestros labios se encontraron en un profundo beso en el que casi me saca la campanilla. Después de eso se agachó un poco para besar mis pectorales que cada día nos hacian machacar en el entrenamiento. Me succionaba levemente los pezones mientras su mano derecha, en la que tenía el preservativo me acariciaba la espalda y con la izquierda me sobaba el culo. Lentamente siguió bajando hasta que su boca llegó hasta mis abdominales que no pudieron resistir un ligero escalofrío cuándo sus labios rozaban tan suavemente mi piel. Al tiempo que su dedo corazón de la mano izquierda acariciaba mi raja produciéndome una excitación inigualable. Entonces bajó un poco más hasta lamer la fina rayita de pelos que bajaba desde mi ombligo hasta donde debería estar mi vello púbico, pero todos íbamos completamente depilados, tanto por higiene como por comodidad. Empezó entonces a mover su dedo índice en círculos alrededor de mi ano al tiempo que lo introducía muy lentamente. Dejó el condón en el suelo y me descapulló con su mano derecha. Le dio un par de lametazos y se lentamente se metió toda mi polla en la boca, sin dejar ni un milímetro a la vista y eso era bastante grande.

Entonces se incorporó y me miró con una media sonrisa que me hizo entender que era  mi turno. Intenté imitar lo que Víctor había hecho antes, pero creo que no me salió tan bien. De repente, Víctor me cogió por las axilas y me levantó para después girarme de modo que quedara mirando a la pared. Recogió el condón que había dejado en el suelo momentos antes y lo abrió. Yo jadeaba, apoyado contra la pared, a la espera de que Víctor me abriera el culo para follarme. Tengo que decir que estaba bastante nervioso.

Me empujó contra la pared y me metió dos dedos en el recto, luego tres,  y gemí de dolor cuando introdujo el cuarto. Hubo un instante de recuperación cuando sacó los cuatro dedos y se ponía el preservativo. Fue entonces cuando de una sola embestida y sin avisar, me metió su gran pene por el culo. Esperó en esa posición como un minuto. Los dos debajo de la ducha, su polla en mi culo, en un vestuario de algún pabellón de Alicante. Poco a poco fue retirando su verga, despacito, para volverla a meter durante unos 5 minutos. Depués, me tumbó boca arriba en el suelo de las duchas y, sosteniendo mis piernas en alto, bombeaba mi culo increíblemente dilatado. Yo gemía y jadeaba por la gran follada que me estaba dando. Al rato, cambiamos nuevamente de posición. Yo me puse a cuatro patas mientras él me penetraba de rodilas. Si miraba por debajo de mi podía ver como me me follaba, y al mismo tiempo como mi pene se balanceaba hacia delante y hacia atrás. Empecé entonces a masturbarme desenfrenadamente cuando Víctor sacó su polla de mi ano y de un empujón me dejó tumbado boca arriba. Vi entonces que se quitaba el condón y acercaba su pene a mi boca. Sin darme tiempo a decir nada, me cojió por la nuca y me introdujo la polla en esta justo cuando varios chorros de semen, caliente y algo salado inundaban mi boca. Me hizo tragarlo y también que le acabara de limpiar la polla.

Después de eso salió de las duchas, se secó con mi toalla, se vistió y se fue. Cuándo yo salí me estaba esperando en el bar como si nunca hubiera pasado nada.